Sobrenombre

La Huésped (The Host)
Please Subscribe to read the full chapter

Capítulo 21 - Sobrenombre

 

   No me aparté de Jeb, incluso fui un poco delante de él. Quería estar lo más lejos posible de los dos humanos que nos seguían. Jamie caminaba en una posición intermedia, inseguro respecto al lugar donde quería estar.

 

   No pude concentrarme mucho en el resto de la excursión auspiciada por Jeb. Apenas presté atención al segundo conjunto de jardines al que me llevó, en uno de los cuales había maíz que había crecido hasta la altura de la cintura, muy alto en aquel calor achicharrante bajo los brillantes espejos. Tampoco presté atención a una caverna de techo bajo que denominó «los recreativos»: negra como el carbón y muy profunda bajo tierra; me dijo que se traían luces cuando querían jugar.

 

   El término «jugar» no tenía sentido para mí, no al menos entre este grupo de tensos y agresivos supervivientes; mas no le pedí explicación alguna. Había más agua allí, un manantial pequeño de olor sulfuroso que, según me comentó Jeb, se usaba en ocasiones como segunda letrina, porque el agua no era potable.

 

   Mi atención entonces quedó dividida entre los dos hombres que caminaban detrás de nosotros y el chico que marchaba a mi lado.

Ian y el médico controlaron sus modales sorprendentemente bien. Nadie me atacó por detrás, aunque hubiera deseado tener un par de ojos adicionales pegados a la parte posterior de mi cabeza por si acaso se les ocurría tal idea. Los dos me siguieron despacio, algunas veces hablando entre sí en voz baja. Sus comentarios se referían a nombres desconocidos y a lugares y objetos mencionados en clave a fin de que no les entendiera, por lo que no sabía ni siquiera si estaban o no en aquella cueva.

 

   Jamie no despegaba los labios, pero me miraba mucho. Casi todo el rato que no estaba intentando mantener vigilados a los otros, yo también le miraba. Esto dejaba muy poco tiempo para admirar las cosas que me estaba enseñando Jeb, pero él no pareció notar mi preocupación. Era casi imposible memorizar del todo aquellas cuevas subterráneas, de cuya extensión daban prueba algunos túneles realmente largos. Muchas veces las galerías estaban inmersas en una oscuridad tan intensa como el carbón, pero Jeb y los otros no necesitaban aminorar el paso, porque estaban muy familiarizados con sus alrededores y, desde luego, acostumbrados desde hacía mucho a caminar en esas condiciones. Me resultó aún más duro que cuando Jeb y yo estábamos a solas. Cada ruido me parecía el preludio de un ataque en aquella oscuridad, e incluso la charla despreocupada de Ian y el doctor sonaba a mis oídos como un encubrimiento de algún movimiento funesto.

 

   «Estás paranoica», comentó Tiffany.

 

   «Si queremos mantenernos con vida, no hay más remedio que comportarse así».

 

   «Me gustaría que le prestaras más atención al tío Jeb. Todo esto es fascinante».

 

   «Haz lo que te dé la gana con tu tiempo».

 

   «Yo sólo puedo escuchar y ver lo que tú escuchas y ves, Wanderer —me replicó. Entonces cambió de tema—: Jamie tiene un aspecto estupendo, ¿no lo crees así? No parece demasiado infeliz».

 

   «Parece... desconfiado».

 

   En ese preciso momento, después de recorrer un largo trecho por un pasillo húmedo y oscuro, llegamos a un punto bien iluminado.

 

   —Y éste es el extremo más meridional del sistema de corredores —explicaba Jeb mientras caminábamos—. No es que sea apropiado del todo, pero tiene buena luz durante todo el día, razón por la cual lo hemos convertido en zona hospitalaria. Aquí es donde Doc hace su tarea.

 

   En el momento en que Jeb anunció dónde nos encontrábamos, mi cuerpo quedó paralizado y las articulaciones bloqueadas. Me paré en seco, con las piernas firmemente apoyadas sobre el suelo de roca.

Mis ojos, dilatados por el terror, iban del rostro de Jeb al del médico.

Entonces, ¿todo esto no había sido más que una triquiñuela? ¿Habían esperado a que el cabezón de Taeyeon estuviera fuera de juego para arrastrarme hasta aquí? No podía creer que hubiera andado hasta este lugar por mis propios pies, ¡qué estúpida había sido!

 

   Tiffany estaba igual de aterrorizada. «¡Igual nos podíamos haber entregado envueltas en un lazo!».

 

   Ellos me devolvieron la mirada, la de Jeb inexpresiva, y el médico con un aspecto tan sorprendido como yo, aunque no tan horrorizado. Me habría estremecido, y me habría apartado violentamente de cualquier mano que me hubiera tocado el brazo si ésta no me hubiera sido tan familiar.

 

   —No —dijo Jamie, con la mano puesta de forma tímida justo debajo de mi codo—. No, todo va bien. De verdad. ¿A que sí, tío Jeb? —Jamie miró con confianza al anciano—. Todo va bien, ¿a que sí?

 

   —Seguro que sí. —Los ojos de un azul descolorido de Jeb se mostraban tranquilos y claros—. Sólo te estoy enseñando el lugar, chiquilla, eso es todo.

 

   —¿De qué estás hablando? —gruñó Ian detrás de nosotros en tono enojado, porque no entendía nada.

 

   —¿Crees que te hemos traído aquí a propósito, para ponerte en manos de Doc? —me dijo Jamie a mí, en vez de a Ian—. Pues no vamos a hacerlo. Se lo hemos prometido a Taeyeon.

 

   Yo miré su rostro serio intentando creerle.

 

   —¡Oh! —exclamó Ian cuando comprendió, y luego se echó a reír—. Ese plan no estaría nada mal. Me sorprende no haberme pispado antes.

 

   Jamie fulminó con la mirada al hombretón y me palmeó el brazo antes de apartar la mano.

 

   —No tengas miedo —me dijo.

 

   Jeb retomó la explicación donde se había quedado:

 

   —Así que hemos equipado esta habitación grande con unas cuantas camas por si alguien enferma o resulta herido. Hemos tenido mucha suerte en ese aspecto, porque no es que Doc tenga mucho con lo que actuar en caso de una emergencia. —Jeb me sonrió—. Tu gente desechó nuestras medicinas cuando se hicieron cargo de todo, así que es difícil echar mano de lo que necesitamos.

 

   Asentí ligeramente, pero fue un movimiento ausente. Todavía estaba conmocionada, intentando controlarme. Esta habitación parecía bastante inocente, como si sólo se usara para curar, pero provocó que el estómago se me contrajera y retorciera.

 

   —¿Qué es lo que sabes sobre medicina extraterrestre? —me preguntó de sopetón el médico.

 

   Ladeó la cabeza y observó mi rostro con curiosidad expectante. Le miré sin saber qué decir.

 

   —Oh, puedes hablarle con tranquilidad a Doc —me animó Jeb—, es un chico bastante decente, teniendo en cuenta cómo están las cosas.

 

   Sacudí la cabeza una vez. Quería responder a las preguntas del médico, decirle que no sabía nada, pero no quería que me malinterpretaran.

 

   —Ella no va a traicionar ninguno de sus secretos —comentó Ian con amargura—. ¿A que no, cariño?

 

   —Cuidado con esos modales, Ian —ladró Jeb.

 

   —¿Eso es secreto? —preguntó Jamie cauteloso, pero con una evidente curiosidad.

 

   Sacudí la cabeza de nuevo. Todos me miraron confundidos. Doc sacudió la cabeza también, lentamente, perplejo.

 

   Yo respiré profundamente, y después susurré:

 

   —Yo no soy sanadora. Desconozco las artes de nuestra medicina. Sólo sé que funciona y muy bien, aunque sana más que tratar síntomas. Nada de método de ensayo y error. Fue por eso por lo que descartaron las terapias humanas.

 

   Los cuatro se me quedaron mirando con expresiones inescrutables. Antes se habían sorprendido de que no contestara y ahora parecían anonadados también porque lo había hecho. Los humanos eran imposibles de contentar.

 

   —Los de tu especie no han cambiado apenas nada de lo que dejamos a nuestras espaldas —comentó Jeb pensativo después de un momento—. Sólo lo relativo a la medicina y el hecho de usar naves espaciales en vez de aviones. Si no fuera por eso, la vida parecería exactamente igual que siempre..., al menos en lo superficial.

 

   —Hemos venido por tener la experiencia, no para cambiar nada —expliqué en voz baja—. Aunque supongo que la salud es más importante que cualquier consideración filosófica.

 

   Cerré la boca bruscamente. Debía ser más cuidadosa. Los humanos seguramente no tenían ganas de un sermón sobre la filosofía de las almas. ¿Quién sabía lo que podía enfadarles o con qué frase podía quebrar su frágil paciencia?

 

   Jeb asintió, aún pensativo, y después nos condujo hacia delante. No parecía tan entusiasmado mientras continuaba con mi paseo a través de las pocas cuevas interconectadas que componían el ala médica, estaba como menos implicado en la explicación. Cuando nos volvimos y emprendimos la marcha por el corredor oscuro, se quedó en silencio durante un rato. Fue una caminata larga y silenciosa. Volví a pensar en lo que había dicho, buscando lo que podía haberle ofendido. Jeb era demasiado extraño como para que pudiera prever lo que haría si hacía falta. Los demás humanos, hostiles y suspicaces como eran, mostraban un comportamiento coherente. ¿Cómo podía esperar comprender el sentido de lo que hacía Jeb?

 

   El paseo terminó abruptamente cuando entramos de nuevo en la amplia caverna del jardín donde crecían las zanahorias formando una alfombra de color verde brillante en el suelo oscuro.

 

   —Se terminó la función —gruñó Jeb con aspereza, mirando a Ian y al doctor—. Marchaos a hacer algo útil.

 

   Ian puso los ojos en blanco dirigiéndose al médico, pero ambos se volvieron sin dar muestras de mal humor y se marcharon a través de la salida más grande, la que llevaba a la cocina, según recordaba.

 

   Jamie dudó, mirando cómo se iban pero sin moverse.

 

   —Tú ven conmigo —le dijo Jeb a Jamie con un tono algo menos brusco—. Tengo un trabajo para ti.

 

   —Vale —dijo Jamie. Vi que le agradaba ser escogido.

 

   Jamie caminó a mi lado mientras nos dirigíamos a la sección de dormitorios de las cuevas. Me sorprendía, mientras escogíamos el tercer pasadizo por la izquierda, que Jamie pareciera saber con exactitud a dónde íbamos. Jeb iba ligeramente detrás de nosotros, pero Jamie se paró cuando llegamos al biombo verde que cubría la entrada del séptimo departamento. Lo apartó para que pasara, pero se quedó en el pasillo.

 

   —¿Te apetece descansar un rato? —me preguntó Jeb.

 

   Yo asentí, agradecida ante la posibilidad de poder esconderme otra vez. Bajé la cabeza para pasar por la abertura y despué

Please Subscribe to read the full chapter
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
Aapark #1
Amazing
LlamaAmerica #2
Chapter 19: Jajajaja simpático?? Xd buenoooo por lo menos ya le habla no? XD
LlamaAmerica #3
Chapter 18: Wooow tanto tiempo!!! Gracias por el cap!!! Uffff pobre jamie y pobre de mi Tae :'(
shinee763 #4
no puedo esperar!!
LlamaAmerica #5
Chapter 16: Uhhhhhhhh me quedare con la intriga jajajjaa
LlamaAmerica #6
Chapter 15: Ahhhhh cuanto tiempo esperando espero actualices prontooooooo!!!
LlamaAmerica #7
Chapter 14: Haaaaaaaaaaaaaaaay hasta que me pude poner al corriente con esta historia ojalá actualices pronto *-*
LyndaM #8
Chapter 6: Omo, primero dios todo estara bien, animo te esperaremos
LlamaAmerica #9
Chapter 5: Haaaaaaaay joder Tae están ashjakska jajajaja sigueeee!!!!
saine1993
#10
Chapter 3: no e leído el libro pero si vi la película y es una de mis favoritas que bien que la adaptes me encantan actualiza pronto