Sentenciada

La Huésped (The Host)
Please Subscribe to read the full chapter

Capítulo 13:

Sentenciada

 

   —¿Están aquí? —Las palabras nos salieron entrecortadas, expulsadas violentamente como poco antes habíamos expulsado el agua de los pulmones. Después del agua, esta cuestión era la más importante—. ¿Los consiguieron?

 

   El rostro del tío Jeb era imposible de interpretar en la oscuridad.

 

   —¿Quiénes? —preguntó.

 

   —¡Jamie, Taeyeon! —El susurro se convirtió en un alarido—. Taeyeon estaba con Jamie. ¡Nuestro hermano! ¿Están aquí? ¿Han venido? ¿Los has encontrado a ellos también?

 

   Apenas se hizo un silencio.

 

   —No. —Su respuesta salió forzada y no había pena en ella, ningún sentimiento.

 

   —No —murmuramos. No había sido un eco de su respuesta, sino una protesta por haber sido devueltas a la vida. ¿Qué sentido tenía?

 

   Cerramos los ojos de nuevo y atendimos al dolor de nuestro cuerpo, impelidas por la creencia de que de esa manera lograríamos sofocar el dolor de nuestra mente.

 

   —Mira —dijo el tío Jeb después de un momento—. Yo..., esto, tengo que ir a hacer una cosa. Descansa un poco y ahora volveré a por ti.

 

   No entendimos el significado de sus palabras, sino sólo los sonidos.

 

   Nuestros ojos permanecieron cerrados. Sus pasos crujieron sordamente mientras se alejaban de nosotras. No sabíamos en qué dirección había ido y tampoco nos importaba.

 

   No estaban. Ya no había forma de encontrarlos, no quedaba esperanza alguna. Taeyeon y Jamie habían desaparecido, algo que sabían muy bien cómo hacer, y nunca les volveríamos a ver de nuevo. El agua y el frescor de la noche nos devolvían la lucidez, algo que no queríamos en absoluto. Nos dimos la vuelta y escondimos el rostro de nuevo contra la arena. Estábamos tremendamente cansadas, mucho más allá del punto extremo del agotamiento, hasta un estado mucho más profundo y doloroso. Seguramente deberíamos dormir, de ese modo no tendríamos que pensar. Eso sí que podíamos hacerlo.

Y eso hicimos.

 

   Todavía era de noche cuando nos despertamos, pero el amanecer comenzaba a despuntar por el horizonte oriental, de modo que las montañas aparecían delineadas en rojo. Teníamos sabor a polvo en la boca y al principio estuvimos seguras de que habíamos soñado con la aparición del tío Jeb. Seguro que había sido eso.

 

   Sentíamos la cabeza más despejada esa mañana y notamos rápidamente la forma extraña que teníamos al lado de la mejilla derecha, algo que no era ni una roca ni un cactus. Lo tocamos, y era duro y suave al tacto. Lo empujamos ligeramente y salió de dentro el delicioso sonido del agua en movimiento.

 

   El tío Jeb era real y nos había dejado una cantimplora.

 

   Nos incorporamos con cuidado, sorprendidas de no rompernos en dos como un palo quebradizo. En realidad, incluso nos sentíamos mejor. El agua había tenido tiempo de hacer su efecto en nuestro cuerpo. El dolor se había vuelto menos agudo y por primera vez en mucho tiempo sentimos hambre de nuevo. Teníamos los dedos rígidos y torpes cuando intentamos abrir, girándolo, el tapón de la cantimplora.

 

   No estaba del todo llena, pero había agua suficiente para llenar la barriga otra vez, que parecía habérsenos quedado encogida. Nos la bebimos toda, ya estábamos hartas de racionamientos. Dejamos caer la cantimplora metálica al suelo, donde produjo un ruido sordo en el silencio precedente al alba. Nos sentíamos ahora completamente despiertas. Suspiramos, prefiriendo la inconsciencia, y dejamos caer la cabeza entre las manos. ¿Qué íbamos a hacer ahora?

 

   —¿Por qué le has dado agua a esa cosa, Jeb? —protestó una voz enfadada, cerca de nuestra espalda.

 

   Nos giramos, pivotando sobre las rodillas. Lo que vimos hizo que nuestro corazón se nos cayera a los pies y nuestra conciencia se volviera a escindir.

 

   Había ocho humanos colocados en círculo alrededor del árbol bajo el que estaba arrodillada. No había duda alguna de que eran humanos, todos ellos. Nunca había visto rostros contorsionados en expresiones como ésas, al menos no en mi especie. Sus labios se retorcían con odio, retraídos sobre los dientes apretados, como si fueran animales salvajes. Sus cejas contraídas se cernían sobre unos ojos que ardían de pura furia.

 

   Eran dos mujeres y seis hombres, algunos de ellos muy grandes, la mayoría más grandes que yo. Sentí cómo la sangre huía de mi rostro cuando me di cuenta de que sus manos tenían una extraña posición: aferradas con fuerza delante de ellos, cada una portando un objeto, es decir, armas. Algunos llevaban cuchillos, unos pequeños como los que yo tenía en mi cocina, otros más largos, y uno de ellos enorme y amenazador. Ese cuchillo no servía para nada en una cocina.

 

   Tiffany me ofreció el nombre: era un machete.

 

  Otros empuñaban largas barras, algunas de metal, otras de madera. Porras. Reconocí al tío Jeb entre ellos. En sus manos, de forma descuidada, llevaba un objeto que jamás había visto en persona, sólo en los recuerdos de Tiffany, igual que el cuchillo grande. Era un rifle.

Yo miré a todos horrorizada, pero Tiffany los observaba maravillada, con la mente pasmada al ver su número. Ocho humanos supervivientes. Ella había pensado que Jeb estaría solo, o con otras dos personas en el mejor de los casos. Ver tantos seres de su propia especie vivos la llenó de alegría.

 

   «Eres idiota —la increpé—. Míralos, míralos bien».

 

   La obligué a mirarlos desde mi punto de vista, a ver sus formas amenazantes dentro de los vaqueros sucios y las ligeras camisetas de algodón, marrones por el polvo. Podrían haber sido humanos alguna vez, al menos tal y como ella entendía esa palabra, pero en ese momento eran otra cosa distinta: bárbaros, monstruos. Se cernían sobre nosotras ansiosos de sangre.

 

   Se leía una sentencia a muerte en cada par de ojos.

 

   Tiffany vio todo esto y, aunque a regañadientes, tuvo que admitir que yo tenía razón. En ese momento, sus amados humanos estaban mostrando su peor rostro, como en el periódico que habíamos visto en la cabaña abandonada. Estábamos enfrentándonos a unos asesinos.

Habría sido mucho más inteligente por nuestra parte haber muerto ayer.

¿Para qué nos había mantenido vivas el tío Jeb? ¿Para esto?

 

   Un estremecimiento me recorrió. Recordé la historia de las atrocidades humanas, que conocía sólo de forma somera, porque no tenía estómago para soportarlas. Quizá debería haberme concentrado más en ellas. Sabía que había motivos por los cuales los humanos dejaban vivir a sus enemigos, al menos por un tiempo. Cosas que querían de sus mentes o de sus cuerpos...

 

   Inmediatamente me vino a la cabeza el único secreto que querían de mí. El único que nunca, jamás, les contaría, no importaba lo que me hicieran. Antes preferiría quitarme la vida.

 

   No quería pensar en ese secreto ahora con toda claridad, para poder protegerlo también de Tiffany.

 

   Ella no había visto nada..., salvo el hecho de que no había sido la única en reservarse información.

 

   ¿Importaba que hubiera protegido mi secreto de ella? No era tan fuerte como Tiffany, y no tenía ninguna duda de que ella era capaz de soportar la tortura. ¿Cuánto dolor podría soportar antes de darles

lo que quieren?

 

   Sentí náuseas.

 

   El suicidio era una opción repugnante, peor en este caso, porque sería también un asesinato. Tiffany también padecería cualquier tortura o muerte que tuvieran lugar. Esperaría hasta que no tuviera ninguna otra oportunidad.

 

   «No, no pueden. El tío Jeb nunca les dejará que me hagan daño».

 

   «El tío Jeb no sabe que tú estás aquí», le recordé.

 

   «¡Díselo!».

 

   Me concentré en el rostro del anciano. La espesa barba blanca me impedía ver la postura de su boca, pero sus ojos no parecían arder como los de los otros. Por el rabillo del ojo, pude ver que unos cuantos hombres le observaban fijamente. Estaban esperando a que contestara la pregunta que me había alertado de su presencia. El tío Jeb me miró fijamente, ignorándolos.

 

   «No puedo decírselo, Tiffany. No me creerá. Y si los demás piensan que les estoy mintiendo llegarán a la conclusión de que soy una buscadora. Deben de tener experiencia suficiente para saber que sólo una buscadora llegaría hasta aquí con una mentira, con una historia diseñada para infiltrarse...».

 

 

   Tiffany reconoció la verdad de mis palabras, aunque sólo fuera por una vez. La misma palabra «buscadora» le hizo retroceder con odio, y ella sabía que esos extraños reaccionarían exactamente igual.

 

   «De todas formas daría igual. Yo soy un alma, y eso es suficiente para ellos».

 

   El que llevaba el machete, el hombre más grande que había, con pelo negro, un rostro extrañamente pálido y vívidos ojos azules, hizo un sonido de desagrado y escupió en el suelo. Dio un paso hacia delante, alzando lentamente la larga hoja.

 

   Mejor rápido que lento. Mejor que fuera esa mano brutal y no la mía la que nos matara. Mejor si no moría convertida en una criatura violenta, tan responsable de la sangre de Tiffany como de la mía.

 

   —Tranquilo, Kyle. —Las palabras de Jeb fueron bastante indiferentes, casi casuales, pero el hombre grande se detuvo. Hizo una mueca y se volvió para enfrentarse con el rostro del tío de Tiffany.

 

   —¿Por qué? Dijiste que te habías asegurado. Es una de ellos.

 

   Reconocí la voz, era la misma que le había preguntado a Jeb por qué me había dado agua.

 

   —Bueno, sí, seguramente lo es, pero es un asunto un poco más complicado.

 

   —¿Cómo? —Fue un hombre diferente el que preguntó esta vez. Estaba al lado de Kyle, el hombre grande de pelo negro, y se parecían tanto entre sí que tenían que ser hermanos.

 

   —Verás, es que ahí está también mi sobrina.

 

   —No, ya no es ella —replicó Kyle con rotundidad. Escupió de nuevo y dio otro paso decidido en mi dirección con el cuchillo preparado. Pude ver por la forma en la que sus hombros se inclinaban para entrar en acción que las palabras no le detendrían esta vez. Cerré los ojos.

Hubo dos agudos clics metálicos, y alguien carraspeó. Mis ojos se abrieron de golpe otra vez.

 

   —Te he dicho que permanezcas tranquilo, Kyle. —La voz del tío Jeb sonaba aún relajada, pero sus manos aferraban ahora el largo rifle con fuerza y los cañones apuntaban hacia la espalda de Kyle. Éste se quedó helado a pocos pasos de mí; su machete se quedó inmóvil en el aire alzado sobre su hombro.

 

   —Jeb —dijo el hermano, horrorizado—, ¿qué estás haciendo?

 

   —Aléjate un paso de la chica, Kyle.

 

   Éste nos dio la espalda girándose furioso hacia Jeb.

 

   —¡No es una «chica», Jeb!

 

   El aludido se encogió de hombros, pero la escopeta permaneció preparada en sus manos encañonando a Kyle.

 

   —Hay unas cuantas cosas que hemos de discutir antes.

 

   —El doctor podría aprender algo de esa cosa —intervino una voz femenina con aspereza.

 

   Me encogí ante sus palabras, reconociendo en ellas mi mayor temor. Cuando Jeb me llamó «sobrina» sentí estúpidamente que brotaba una pequeña llama de esperanza, pero quizá lo había hecho por compasión. Había sido idiota al pensarlo, aunque fuera por un segundo. La muerte era la única compasión que podía esperar de esas criaturas. Miré a la mujer que había hablado, sorprendida de ver que era tan vieja como Jeb, o quizá aun mayor.

 

   Su cabello era de color gris oscuro, más que blanco, y ése era el motivo por el que no había notado su edad antes. Su rostro era una masa de arrugas, todas ellas retorcidas en un amasijo de líneas que mostraban enfado, pero había algo familiar en los rasgos que delineaban aquellos trazos.

 

   Tiffany había hecho la conexión entre ese rostro anciano y otro más dulce en sus recuerdos.

 

   —¿Tía Maggie? ¿Estás aquí? ¿Cómo? ¿Está Sunny...? —Las palabras procedían todas de Tiffany, y salieron de mi boca sin que yo fuera capaz de morderme la lengua.

 

Please Subscribe to read the full chapter

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
Aapark #1
Amazing
LlamaAmerica #2
Chapter 19: Jajajaja simpático?? Xd buenoooo por lo menos ya le habla no? XD
LlamaAmerica #3
Chapter 18: Wooow tanto tiempo!!! Gracias por el cap!!! Uffff pobre jamie y pobre de mi Tae :'(
shinee763 #4
no puedo esperar!!
LlamaAmerica #5
Chapter 16: Uhhhhhhhh me quedare con la intriga jajajjaa
LlamaAmerica #6
Chapter 15: Ahhhhh cuanto tiempo esperando espero actualices prontooooooo!!!
LlamaAmerica #7
Chapter 14: Haaaaaaaaaaaaaaaay hasta que me pude poner al corriente con esta historia ojalá actualices pronto *-*
LyndaM #8
Chapter 6: Omo, primero dios todo estara bien, animo te esperaremos
LlamaAmerica #9
Chapter 5: Haaaaaaaay joder Tae están ashjakska jajajaja sigueeee!!!!
saine1993
#10
Chapter 3: no e leído el libro pero si vi la película y es una de mis favoritas que bien que la adaptes me encantan actualiza pronto