The Twisted Pretzel

Crazy in Love
 

 

 

E

l sábado por la mañana conduje al Springmill Mall y estaciono a Fred en el aparcamiento trasero. Estoy usando una letra escarlata F de Flirtear en mi jersey. En realidad no. Pero estoy tratando de dejar mi obsesión con mi

estúpida reputación y recuperar mi innato, aunque enterrado, sentido del humor.

Sé que voy a necesitar mi sentido del humor esta mañana. Desde Agosto, he

 

trabajado la mayoría de los sábados, algunos viernes por la noche y domingos en The Twisted Pretzel. Este no es el trabajo que quiero hacer por el resto de mi vida, pero es mejor que mis últimos dos trabajos. El verano pasado recogí y entregué volantes de anuncios —hasta que me despidieron porque querían que empezara a las siete. De la mañana. En verano.

Antes de eso, tenía un trabajo de pasear perros. Pero solo lo hice por dos días. Resulto que los perros no son nuestros mejores amigos.

Por suerte, The Twisted Pretzel está en la esquina del centro comercial, al lado de Ritz Department Store y Fine China, donde pocos chicos del instituto se aventuran. Nuestros anuncios prometen cincuenta variedades de pretzel, pero nunca he vendido más de una docena. Solían gustarme los pretzels antes de trabajar aquí.

Hay algunas cosas sobre mi trabajo, aparte del salario mínimo, que me retendrían de perseguir una carrera con pretzels:

* Tengo que usar un sombrero blanco con forma triangular que dice THE TWISTED PRETZEL en él. Ninguna cantidad de ruegos puede hacer que mi jefe cambie esta regla.

* Mi jefe, Peter Pretzel (nombre verdadero, Peter Prater) es un pequeño hombre que cree que están en una posición de poder, en donde sin duda nunca ha estado. Algún día intentaré presentárselo a la Sra. Lake, la bibliotecaria/asesina con hachas en serie del instituto. No significa que necesariamente vaya a ser su próxima víctima. Solo que me gustaría verla mandándolo a callar.

* Guantes de plástico, que serían una mejor opción en mis pies.

* Robbie, mi compañero de trabajo. De hecho, Robbie es un chico dulce, un estudiante de primer año con granos, que siempre me invita a salir todos los días después del trabajo.

Coexistimos en un cubículo de seis-por-seis, de piso de linóleo, con un mostrador

de vidrio al frente y un horno plateado atrás.

―Llegas tarde ―el jefe dice refunfuñando mientras me deslizo detrás del mostrador con mi encantador sombrero blanco.

No señalo que en el ámbito del tiempo eterno, cinco minutos difícilmente es tarde.

Este hombre no tiene profundidad.

Robbie se acerca y susurra:

―Traté de cubrirte.

Alzo mis cejas hacia Robbie.

―¿Cómo harías eso? ¿Decirle que estoy aquí solo que no puede verme? ―Me pongo los guantes plásticos y alzo mi voz para nuestro jefe Pretzel—. Lo siento jefe. No pasara de nuevo.

―Más te vale ―me advierte.

Imito sus palabras mientras las dice porque los jefes Pretzel son muy predecibles.

―Te ves bien hoy ―dice Robbie mirándome como siempre lo hace. No creo que Robbie haya escuchado los rumores actuales de tiffany. Esta es simplemente su manera de relacionarse. Es una cabeza más bajo que yo, por lo que está al nivel de mis pechos, lo cual funciona bien para el chico, ya que eso es lo que está constantemente mirando.

―Gracias Robbie. Ya te puedes ir.

El tráfico en el centro comercial ha aumentado cada semana desde Octubre. Ahora que terminamos con Halloween, está peor que nunca. Las decoraciones navideñas han tomado el centro comercial, como si nadie pudiera esperar que acabara Acción de Gracias. seohyun y yo solíamos escribir cartas a los congresistas exigiendo una ley que estuviera en contra de celebrar Navidad antes de que hubiera acabado Acción

de Gracias. Solo recibimos una respuesta de un legislador. Nos dijo que era muy

 

tierno que les escribiéramos, y termino su carta, con fecha de Noviembre 15, con un Feliz Navidad. seohyun y yo prometimos que cuando pudiéramos votar, en aproximadamente ocho años, nunca votaríamos por él.

El jefe Pretzel saco dos gorros de Santa, con flojos números rojos y una bola blanca en la punta.

―Tengo esto para ustedes dos. Pueden empezar a usarlos el próximo fin de semana.

Estoy considerando decirle acerca de mi posición moral sobre Navidad-antes de – Acción de Gracias, pero él ya está molesto conmigo por llegar tarde.

―¡Genial! ―exclama Robbie—. ¡Entonces seremos como, Sr. Y Sra. Claus!

―Nunca va a pasar, Robbie mi amigo ―le susurro después de que el jefe Pretzel se aleja de nuestro rango auditivo.

No estoy segura hasta cuando voy a trabajar aquí de todas maneras. Mis padres me bañaran en decepción si pierdo otro trabajo. Pero me rehúso a trabajar el viernes después de Acción de Gracias, comúnmente referido en el centro comercial como EL día de las compras. No me voy a perder el gran juego de Sandy. Eso es todo. No le he pedido el día libre porque estoy bastante segura de que la única razón por la que el jefe aún me tiene aquí es porque me necesita para EL día de compras del año. Si no me puede tener para ese entonces, creo que él me despediría en el acto.

Mientras que tomo mi turno retorciendo pretzels y metiendo las bandejas en el horno, estoy pensando qué hacer para que me despidan enseguida se está viendo cada vez mejor. Tal vez debería decirle ahora mismo a mi jefe que me niego a trabajar en EL día. Puede ser que también mejor termine con esto y me deshago de este trabajo. Además, podría decirles a mis padres que lo hice por mi hermanita Sandy.

Por el otro lado, tal vez no debería hacer que me despidan aun.

Plain young: ¡claro que no puedes renunciar! ¿En que estabas pensando? Tienes suerte de tener un trabajo en un lindo y cálido centro comercial, cuando millones de personas alrededor del mundo no tienen trabajo ni hogar.

Por otra parte, ¡deberías verte con ese gorro!

t.y (quien habitualmente entra en el modo de gimoteo en el momento en el que me paro detrás del mostrador de The Twisted Pretzel): Los pretzels son vergonzosos. ¡Sería mucho más cool si consiguieras un trabajo en Abercrombie. O en Hollister. O incluso en Gap o Banana Republic. O Bebe! ¡Entonces tus amigos pasarían a verte y usarían tu descuento!

La vida es muy corta como para usar un sombrero blanco triangular y retorcer pretzels.

La primera hora en que abrimos está más ocupada de lo que nunca la había visto. Todas las compras deben hacer que los compradores tengan hambre. Ordenan cosas como el Pretzel de huevo, el Pretzel de tocino y el rollo de canela con glaseado.

―Mi turno de hornear ―dice Robbie lo que significa que es mi turno para tomar el mostrador.

La gente que hace compras de navidad no cree en el espíritu navideño. Y cualquiera que crea que el cliente siempre tiene la razón nunca ha trabajado en The Twisted Pretzel.

Saco un fresco y limpio par de guantes transparentes y me preparo para recibir al público con mi elegante sombrero. Por los siguientes veinte minutos, es todo lo que puedo hacer para mantener nuestra línea hasta seis, el cual es nuestro número no oficial de supervivencia.

Entonces de repente, no hay nadie. Así es como siempre funciona. Es como si los

 

clientes se amontonaran en la esquina hasta que sus números pasaran los seis, después se apresuran al mostrador, como si estuviéramos en la Gran Depresión, y ésta fuera la línea sin miseria. Entonces alguien suena un pito silencioso y ellos mágicamente desaparecen… hasta el próximo asalto.


Cojo ventaja del tiempo de descanso para espolvorear dulces en los pretzels de dulce y menta en los pretzels de menta. Si hiciera esto en la hora de afán, correría el riesgo de ser atacada por un cazador de gangas que creyera que mi tarea servil le estaba impidiendo hacer la compra del siglo.

Estoy sacudiendo esos dulces multicolores sin sabor en los pretzels cuando escucho el chink, chink, chink de las llaves de un cliente contra el vidrio del contenedor de pretzels. Es un sonido familiar, usado por los clientes en todos lados para atraer nuestra atención. Me hago la que no lo entiende.

De nuevo viene el sonido de las llaves contra el vidrio.

―¿En qué puedo ayudarle? ―pregunto en un tono que no me hará ganarme el premio del empleado del mes. Miro hacia arriba al cliente ofendido.

Pero lo que veo son los lindos ojos marrones de taeyeon kim.

Instintivamente, me quito mi sobrero blanco, olvidando que lo había fijado en su puesto con algunas horquillas. Las horquillas y mi pelo ahora están pegadas y les pego con mis guantes plásticos.

―¡El sombrero, tiffany! ―el jefe me grita—. ¿Quieres que cierre?

Sí. Pero no tengo tiempo para eso.

Reubico mi sombrero y me muevo hacia el mostrador. Una mujer con al menos catorce bolsas de compras está en el puesto detrás de taeyeon.

―¿Entonces, que es bueno aquí? ―pregunta taeyeon toda bondadosa y amable, como si yo no estuviera parada frente a ella con guantes plásticos y sombrero

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triangular.

―¿De verdad quieres un Pretzel? ―pregunto.

―No me mal entiendas, tiffany ―dice—, pero creo que tu arte de vender necesita un poco más de trabajo.

La mujer detrás de él aclara su garganta, como si estuviera de acuerdo.

Creo que estoy sonriendo, pero las voces en mi cabeza están haciendo que me sea imposible hablar.

Plain young: repite ¿Te has visto con ese sombrero? Esta chica está aquí por un Pretzel. No por ti, idiota. La línea está creciendo. Ya la línea tiene seis personas.

t.y: ¡taeyeon kim está interesada en ti! ¿Ella vino hasta el centro comercial para verte?

¡Tú! Olvídate de este trabajo. ¡Salta sobre este mostrador hasta sus brazos!

alcanza taeyeon su bolsillo en su chaqueta de cuero y saca su billetera.

―Será mejor que me des un Pretzel antes que la línea haga estampida sobre mí.

―¿Cuál? —pregunto—. Me refiero, ¿cuál Pretzel?

―Lo que tú elijas.

―¿Estás segura? ―pregunto alcanzando la vitrina de los pretzels.

―Oye, confío en ti, tiffany.

―¿Si?, eres la única en Attila Ill que lo hace.

―Así de mal, ¿eh? ―pregunta—. ¿Es por mi culpa?

Su pregunta me sorprende. ¿Lo es? ¿Es todo esto por culpa de taeyeon? No puedo

creer que nunca me pregunte a mí misma esto. Yo sé de lo que hablan en el cuarto de vestuario. ¿Era el tema de conversación en los vestuarios?―Mi corazón está latiendo, y mi sangre corriendo por mis venas que hace que tenga dificultad para respirar. La mujer de las bolsas detrás de taeyeon se inclina hacia adelante, escuchando, frunciendo el ceño―. ¿Entonces, lo hiciste?

 


―¿De qué estás hablando? ―pregunta con el ceño fruncido.

―¿Tengo que explicarlo? ―chasqueo.

Su cabeza va hacia atrás como si lo hubiera abofeteado.

―No. Si me estas preguntando si he inventado algo sobre ti, tiffany, la respuesta es no. La sangre que corre por mis venas se detiene abruptamente. Esta herida. Herí a taeyeon―. Yo nunca haría eso ―continua calmado, suavemente—. Especialmente a ti, tiffany.

―¿Especialmente a mí? ―repito.

Las comisuras de sus labios suben ligeramente.

―Te admiro mucho.

―¿Lo haces? ¿Admirarme a ? ―Lo sé. Estoy en modo de repetir otra vez, pero no lo puedo evitar. No puedo apartar mis ojos de los suyos, sus suaves, marrones y encantadores-ojos-de-verdad.

―Apúrate, ¿quieres? ―grita la molesta compradora quien obviamente considera

que se acabó el show.

taeyeon sonríe hacia mí.

―¿Podría tener mi Pretzel, ma’am?

Le doy mi más cálida y admirable sonrisa y selecciono el Pretzel más grande de la vitrina, esperando que lo acepte como gesto de perdón. ¿Cómo pude haber dudado de esta chica?

―Te voy a dar nuestro Pretzel especial de palomitas de maíz ―explico.

―Lo que explicaría todas las palomitas a su alrededor ―observa—. ¿Cómo hacen para pegarlas ahí?

―No preguntes. ―Pongo el Pretzel en un envoltorio y se lo doy a taeyeon. Especialidad de la casa. Por siempre lo llamare la taeyeon kim, por lo menos en mi cabeza.

―Perfecto ―dice—. Palomitas, en honor a nuestra primera noche, juntas. ―Me guiña un ojo.

Me sonrojo, lo cual sé porque mis mejillas se sienten más calientes que el horno de pretzels.

Cuando toma el Pretzel de mí, sus dedos tocan mis dedos envueltos en plástico y se tardan más de lo necesario para el intercambio.

¡Lo hizo a propósito! t.y. grita.

No-oh. Eres muy torpe. Ella probablemente temía que lo fueras a dejar caer, Plain young insiste.

La mujer detrás de hace un sonido como: ―Harrumph. 90

La línea es de doce personas ya.

―¿Qué te debo por esta obra maestra? ―pregunta taeyeon sonriendo, mostrando su hoyuelo.

―¿Deberme? ―Nuestros dedos aun tocándose.

―¿Algún problema tiffny? ―el jefe pregunta mirando por encima de mi hombro. Su aliento huele como a Pretzel de los traga fuegos rojo-caliente.

Le digo a tiffany cuánto cuesta su Pretzel, contando su cambio exacto, buscando entre monedas de un centavo, cinco y diez centavos. Creo que se está tomando su tiempo a propósito. Es todo lo que puedo hacer para no estallar en risas.

―Aquí ―dice, dejando caer el último centavo.

Deslizo el cambio en mi mano.

―Un placer hacer negocios con usted, señorita. Vuelva pronto.

―Oh, lo haré ―promete—. Nos vemos.

Y definitivamente le creo.

 

 

Ma’am: Contracción de 'madam' =Señorita

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Comments

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yoonalim__ #1
Chapter 2: Hasta ahora, todavía no entiendo la historia.
yoonalim__ #2
Chapter 1: No comprendo
yoonalim__ #3
esta historia parece interesante
Dianasnsd
#4
Esta muy buena la historia, me dejaste picada, quiero saber cómo acaba.