Capitulo 1.

Amor entre telas. / Yeji & Lia

No, si Lia se diera el tiempo de contar las veces al día en que escuchaba la negativa ya no tendría tiempo de pensar en nada más. No, y su corazón se aceleraba y el pecho se le cerraba en molestia. Su día se resumía en eso, en negativas y suspiros que intentaban no demostrar el ahogo interno que sentía. Las noches se hacían eternas para evitar las pesadillas que atraían el cierre de sus ojos, jamás había sufrido de insomnio pero ahora deseaba auto inducirlo porque el silencio de las noches era mejor que el sufrimiento de sus sueños que le ahogaban más que la realidad.

Su alarma sonó pero sus dedos ya habían llegado al botón de término incluso antes. Ya casi había olvidado lo que era despertar con el sonido de su móvil y no dedicarse a deducir el momento para estirar su brazo. Se quitó la capa de tela que le cubría del frío nocturno y suspiró, apenas eran las siete de la mañana y ya estaba suspirando. Se quedó sentada en el borde de la cama y vio los rayos de sol traspasar sus cortinas. Aquello le hizo sonreír, era fanática del verano o todo lo que tuviera que ver con verano, aunque ya estuviese terminando. —¿Va a tomar desayuno en la cama o pasará a la mesa? —La pregunta de la trabajadora del hogar le estremeció, estaba tan perdida en la vista que ni siquiera había sentido que la puerta de su habitación había sido abierta. Saludó a la trabajadora que abrió las cortinas de par en par, arruinando la pasividad que hace un tiempo había sentido. —Claro que no, debe venir a la mesa conmigo para terminar de organizar el día. Si se queda en cama tendré que esperar una hora. —Su madre ya estaba dentro de su habitación, pasando de inmediato a su walking closet para así comenzar a planificar su outfit del día. Habían pasado menos de cinco minutos desde que había despertado y su pieza ya estaba llena de intrusos. Extrañaba Europa. Extrañaba la soledad y el poder tomar sus decisiones.

Se sentó frente a las frutas y bebidas tanto frías como calientes, nunca entendía el afán de su madre de solicitar tanta comida cuando sólo eran ellas dos compartiendo el festín de alimentos que tenían entre ellas. —Ese no és el pañuelo que elegí, Jisu. —Bebió su café apenas sintió que su madre comenzara a hablar, al menos eso le daría unos segundos extras para diseñar una respuesta que dejaría contenta a su madre. La falda tipo escocesa, la blusa clara, las medias, los zapatos e incluso las joyas que llevaba eran completamente decisión de su madre pero no por eso estaba conforme. —Es linda la falda. —Respondió. Ese era su mejor escudo, le encantaba responder a las preguntas de su madre con cumplidos que desviaban su atención. Realmente le encantaba la falda, pese a no tener nada especial o que les diferencia de las miles de faldas escocesas que seguramente estaban ocupando alrededor del mundo en ese momento. —Tengo tres similares a ella, aún no las apruebo. Debemos innovar la próxima temporada. —Lia simplemente asintió, prefirió no iniciar una batalla artística tan temprano junto a su progenitora. La noche anterior había sido un fracaso, Lia llevó a ella bocetos de vestidos que llevaba preparando desde hace ya varios meses. Claramente su madre los rechazó todos pero sus aburridas faldas escocesas seguían siendo opción. Su madre era la directora y creadora de FOORY, una marca de ropa sumamente exclusiva y que durante los años noventa había sido una de las marcas que impulsó la moda coreana al resto del mundo. Lia, casi como herencia, había heredado el amor por las costuras que su madre le enseñó desde pequeña, estudiando en Europa diseño habiendo llegado hace apenas unos meses para poder trabajar junto a su madre. FOORY estaba perdiendo espacio en el mercado, su ropa ya no era de romper esquemas y las últimas críticas de su temporada pasada habían terminado por sepultarle.

El taller creativo quedaba al lado de la mansión en la que Lia y su madre Minah vivían. Apenas entró al lugar se sintió en paz, su madre aún no llegaba y podía así revisar los bocetos que su madre había preparado sin tener que ocultar su opinión. Pasó las páginas totalmente aturdida, cómo era que su madre no notaba que se encontraba completamente estancada artísticamente. Sus ideas eran repetidas y había un claro patrón en cada una de sus prendas que no rompían los esquemas que en su momento hicieron de FOORY una gran empresa internacional. —Tu mamá tiene grandes expectativas. —La voz de Jinah le asustó, se trataba de la asistente personal de su madre. Ya llevaba unos cinco años trabajando a su lado y era probablemente la persona más agradable con la que podía compartir en ese taller. Jinah era hermosa, y sólo se llevaban por unos siete años, por lo que las conversaciones entre ellas fluían sin problema. —Me llegaron tus bocetos. —Los ojos de la menor se redondearon, era su forma de hacer notar que tenían toda su atención. Jinah se encogió de hombros y observó los bocetos en grafito que eran de autoría de su madre. —Tienes demasiado talento, Jisu. Pero tu mamá jamás haría algo así. —Aquellas palabras le partieron el corazón ya que si había alguien que conocía a su madre era Jinah. Y si había alguien que no se atrevería a mentirle a Jisu, también era Jinah.

¿En cuánto llegan los practicantes? —Su madre se adentró en el inmenso taller haciendo que sus tacones de seis centímetros hicieran eco en la especie de galpón que al estar vacío le hacían ama y señora de todos los sonidos fuertes del lugar. Jinah de inmediato se alejó para seguirle el ritmo a su madre y responder todas sus dudas las cuales no eran de mayor interés para Lia. Tomó su móvil y actualizó su feed de Instagram, seguía a muchas modelos y otras marcas de ropa. Había un mundo en las prendas que veía y a su alrededor solo veía prendas que parecían destinadas a ese galpón donde nadie más las pueda ver. Buenas noches, espero tengas un día hermoso. El mensaje de su novio le hizo sonreír pero luego le decepcionó. Eric estaba por irse a dormir cuando ella apenas comenzaba su día y no podía evitar cuestionarse cuánto tiempo de vida tendría su relación a larga distancia. Eric era un buen chico, y sin duda compartían demasiadas cosas en común. Se conocieron en Italia en una conferencia sobre arquitectura moderna, el asistir a ese lugar fue una decisión de último minuto ya que sentía que la arquitectura le ayudaría muchísimo para crear nuevos diseños y ahí estaba él. Sentado a su lado, tomando apuntes y copiando los dibujos proyectados por el profesor con un talento natural admirable. Lia no era el tipo de chica que complementa a los demás de la nada, pero no pudo evitarlo. Desde aquél momento se hicieron inseparables en su estadía por Europa, eso hasta que tuvo que volver a Corea.

¿Dejo esto aquí? —Saltó de golpe al sentir la voz de uno de los trabajadores del taller, no sabía qué pasaba aquel día en que parecía que todo el mundo le interrumpía hablando de la nada. Quizá debía dejar de soñar despierta y utilizar las noches para que eso sucediera. —Si, por aquí está bien. ¿Son las telas nuevas? —Seuncheol dejó las cosas en el suelo sin mayor cuidado y le asintió limpiando el sudor de su frente. Seungcheol era un joven que llevaba bastantes años trabajando en el lugar, era buen trabajador pero realmente no del gusto de la chica. Era un poco engreído y sus comentarios a veces le hacían reír por lo Don Juan. —Igual y pesan menos que las maletas que trajo de Europa. —El sarcasmo le hizo reír, el chico se había portado muy bien con ella cuando volvió al país y le ayudó a cargar y ordenar el triple de cosas que se había llevado un par de años atrás. —Pensé que te había dado suficiente propina, si sabía que a los meses te ibas a seguir quejando a lo mejor debí haber contratado a otra persona. —Se agachó para poder revisar las telas, al menos su mamá seguía comprando la mejor calidad y el color tampoco era malo. —Tal vez debió pagarme con una cita. —Llevó el cabello atrás de sus orejas y le vio desde abajo con una mirada de molestia, claramente en tono de broma. —Ya, vete a trabajar ertido. Además seguro que cuando veas a las practicantes nuevas te olvidas de mí. — Dejó al chico ignorado después de eso y se acercó a su mamá quien ya estaba en su escritorio firmando formalidades. Se sentó sobre el mueble antiguo y observó a su progenitora desde su perfil. Ambas se parecían demasiado, Lia casi podía podía predecir su imagen en veinte años más tan solo al ver a su madre. —¿Acaso no hay suficientes sillas? —Los ojos de la mayor estaban pegados en los papeles en sus manos pero las palabras iban claramente dirigidas a su hija. —Me gustan las telas ¿Comenzarás con ellas hoy mismo? —Abusó de su método de defensa y la mirada de su madre se lo hizo saber. Se retiró del inmueble y quedó de pie muy cerca de ella quien negó con suma lentitud. —Quiero conocer a los aprendices e inducirlos a la marca. —Lia asintió y volvió a su teléfono, Eric ya no estaba en línea pero pese a eso le escribió rápidamente un mensaje cariñoso y que demostraba mucho que extrañaba de su compañía. Su madre la miró por el rabillo del ojo, ella no sabía que su hija había encontrado el amor en el viejo continente pero sospechaba que las sonrisas frente a la pantalla de su móvil no iban dirigidas a las amigas que usaba como excusa. De pronto Lia comenzó a sentir que su estómago no estaba bien, las náuseas le ganaron al cuerpo y observó a su mamá con preocupación.—Voy a la casa y vuelvo. —No dio más explicaciones y se retiró del lugar corriendo. Llevaba un tiempo sintiéndose extraña, no sabía si era una combinación de nervios y ansiedad o realmente había un problema con su cuerpo, de todos modos no tardó en llegar al baño y devolver todo su desayuno.

¿Dónde se metió esa niña? —Preguntó Minah, buscando a su hija con la mirada periférica pero sin poder dar con ella. De a poco el estudio se empezó a llenar de jóvenes que se formaban uno al lado del otro con rostros llenos de nerviosismo y admiración por todo lo que había a sus alrededores. —¿Dónde está Jisu? —Susurró ahora la dueña de la empresa a su asistente quien revisaba su Ipad como era habitual verle. La alta y delgada ayudante devolvió la mirada a su jefa con preocupación. —Se ha indispuesto, hace poco me llamó una de las empleadas de la casa y me informó que estaba haciendo reposo. — Minah estaba admirada por la forma en que su asistente parecía mantener absolutamente todo en orden. Enojada la madre desechó la idea de presentar a su hija a los presentes como un ejemplo de lo que era ser joven y trabajadora, de demostrar que Jisu era el futuro de esa empresa. —Son ocho, todos están en segundo y tercer año de diseño en la técnica de Seúl mayoritariamente. —Le recordó Jinah, obteniendo la información de la tableta y levantando la mirada contó a los estudiantes viendo que sólo eran siete, seguro a Minah no le gustaría eso ya que era adicta a la puntualidad.

Bienvenidos a todos. —El silencio se apoderó del estudio, todos los estudiantes vestían de forma formal y se veían bastante rígidos de tener a una figura tan imponente como la dueña de FOORY frente a ellos. —Mi intención aquí no es ser su mentora ni mucho menos quiero que me vean como alguien que estará trabajando codo a codo con ustedes. —La delgada mujer estaba escribiendo algo en su libreta mientras emitía dichas palabras con un tono de voz lo suficientemente alto como para que todos le escucharan. —Quiero que sean sus propios mentores y que encuentren dentro de ustedes la inspiración que les ayudará a ser grandes diseñadores. —De pronto su mirada subió e hizo contacto visual con algunos de ellos, sin mayor impresión a los rostros que tenía frente a ella. —Yo no tuve a nadie, ni siquiera tomé clases de costura. Pero seguro que ustedes lo saben. —Choi Minah era una figura reconocida en el país y la mayoría de los practicantes conocían su biografía de memoria. —Aprovechen la materia prima que FOORY tendrá para ustedes y sean capaces de enfrentar el desafío con responsabilidad. Jinah les dará sus detalles, gracias. — Terminó entonces su discurso y se sentó en su silla frente al escritorio para seguir con sus formalidades.

Mierda, mierda. —El sudor corría por la frente de la joven Yeji mientras pedaleaba con fuerza. Sabía que irse de fiesta la noche anterior no era buena idea considerando que al próximo día iniciaba su práctica en FOORY. El despertador no había sido lo suficiente fuerte como para despertarla y su compañera de departamento no tenía señales de haber despertado incluso después de que la chica de cabello gris había salido. Su imagen era desaliñada y cualquiera que la pudiese ver en ese momento diría que no era más que una chiquilla despistada que iba atrasada a algún lugar, no una estudiante de diseño a punto de iniciar su practica en una de las empresas de diseño más exclusivas del continente. Las rejas de la mansión estaban abiertas y no se dio el tiempo de apreciar lo enorme que era la casa pues según recordaba las instrucciones decían que debía pasar directo a la parte trasera, el estudio principal de FOORY la saludó. Era un galpón grande, el exterior hecho de vidrio seguro haría de dicho lugar muy claro y fácil de trabajar. Dejó su bicicleta afuera sin preocuparse de ponerle seguro ni nada, amarró su cabello en una cola de caballo e ingresó al lugar sin siquiera haber recuperado su respiración.

Volteó la cabeza para ver que los jóvenes de su edad ya estaban en cubículos o en mesones grandes trabajando, al parecer se había perdido toda la inducción y era la única atrasada. —¿Hwang Yeji? —Su cuerpo giró para poder encontrarse con una mujer alta y guapa, "woah", pensó Yeji al verla. Reaccionó rápidamente y asintió para hacerle saber a la pelinegra que efectivamente era ella. —Llegas tarde. —Sus miradas se cruzaron y de inmediato se sintió juzgada por la mayor, ni siquiera sabía quién era. —Perdón, tuve un inconveniente y no volverá a pasar. —Su reverencia de noventa grados hizo que la asistente sonriera, le pareció adorable su expresión de preocupación y aceptó que su disculpa era honesta. —No puede volver a pasar, soy Im Jinah. Asistente de la señora Choi y la responsable de que cumplas los objetivos propuestos en tu plan de estudios. Además, te evaluaré. —Yeji se encontró con la mano estirada de la mayor y estiró la propia para saludar ahora de forma más cercana. —Soy Yeji, prometo no volver a llegar tarde, señorita Im. —La mayor asintió y comenzó rápidamente a escribir cosas en su tableta, de pronto Yeji recordó que tenía que volver a respirar por lo que liberó un fuerte suspiro. —La señora Choi se toma muy en serio la puntualidad por lo que tu castigo será trabajar en el salón trasero, cortarás y separarás telas todo el día. Sígueme. — Como si el tiempo fuese oro en ese lugar, la alta avanzó rápidamente haciendo que Yeji tuviera que trotar para seguirle el paso.

Aquí tienes todo lo que necesitas, en el papel que te voy a dejar salen todas las medidas y códigos de telas que vas a necesitar. El horario de almuerzo es a las tres en punto y tienes cuarenta y cinco minutos para volver. Tenemos descuento en una cafetería a quince minutos de acá pero todo eso está en tu correo. Los baños están en el pasillo de la puerta izquierda que pasamos hace un rato, si tienes alguna duda estaré afuera con los que si llegaron a la hora, ¿correcto? —Yeji sólo asintió y de pronto se encontraba sola en un salón pequeño a comparación con el lugar donde todos trabajaban. "Genial, cortar telas", pensó con un rostro inexpresivo. Leyó entonces el papel que había mencionado su jefa y comenzó a ver las telas que estaban ordenadas con los códigos que aparecían en el mismo torpedo que le habían dejado. La verdad es que Yeji no imaginaba que su práctica iba a comenzar así. "Ni siquiera me gusta FOORY", se quejó en voz alta mientras acomodaba una de las telas sobre el mesón milimetrado. Por un descuido no pudo postular a las marcas que quería y terminó con una de las opciones menos deseadas. FOORY era una de las empresas de diseño más grandes de Asia pero estaba desprestigiada entre los jóvenes y el estilo alocado de Yeji definitivamente no podían ir de la mano con una empresa tan recatada y estirada como se había vuelto FOORY.

Yeji llevaba por lo menos una hora cortando y clasificando telas, era un trabajo excesivamente monótono y aburrido. Su único contacto había sido con un chico desagradable que había pasado a buscar unas telas, se notaba que era el típico hombre que buscaba mujeres para meterse en sus pantalones. Estaba recordando ese desagradable momento cuando tropezó con una caja que le hizo caer al suelo. —Genial, lo que faltaba.—Tomó de inmediato su tobillo, sintió que dolía más de lo normal. Rápidamente su enfoque se fue al objeto que la había hecho caer. Era una pequeña libreta que abrió producto de la curiosidad, eran bocetos de vestidos y conjuntos. Maravillada comenzó a hojearlos hasta que dio con un vestido que le quitó el alma y se la devolvió al cuerpo, apenas era un boceto en grafito y números a los costados que no entendió. Se puso de pie apoyando el tobillo que ya estaba mejor, comenzó a analizar el boceto y entendió que los números no eran más que códigos, eran los códigos de las telas con las que estaba trabajando. Tomó entonces muestras de dichos colores y las puso sobre el mesón para así poder imaginarse el diseño completo. —Es genial. —Suspiró, totalmente enamorada de la idea que se complementaba en su cabeza. Sacó entonces un maniquí y lo posicionó a su derecha, tocándolo mientras su mirada seguía fija en la libreta para así ver las distribuciones y pensar cómo funcionaban en la anatomía humana. —¿Quién te dijo que podías ver eso? —La libreta fue arrebatada de su mano y su cuerpo empujado lejos del maniquí. Quedó apoyada contra uno de los mesones y vio la figura delgada que le había hecho desconcentrarse.

Per...perdón, ¿la libreta es tuya? —Preguntó aún algo perdida y con el corazón acelerado por el susto que se había llevado. Con la libreta apegada contra su cuerpo Lia asintió, realmente no era una persona agresiva pero había perdido la cordura cuando se dio cuenta de que había alguien desconocida revisando su mayor tesoro. —Perdón, no quise empujarte. —Se disculpó sin dejar el pequeño cuaderno alejarse de su cuerpo ni por un segundo. Yeji sonrió y levantó las manos, como diciendo que era culpable de todo. —No debí entrometerme, encontré la caja y la curiosidad mató al gato. —Confesó acercándose un poco, con algo de temor de que la joven tuviera otra reacción como la de hace unos momentos. —Me dejé llevar por uno de los bocetos que vi, no debí tomarlo si no era mío. Soy Yeji, ¿igual eres practicante? —Preguntó haciendo una leve reverencia que hizo que la contraria bajara los hombros, relajando su cuerpo. —Uhm, sí. Soy Lia. — Lia estiró su mano y su cabeza corrió a mil por horas preguntándose qué rayos estaba diciendo, no tenía sentido haber dicho eso. —No debí dejar la libreta ahí, perdón. —Ahora había mayor amabilidad entre ellas y sus manos se juntaron en un agradable saludo. —¿También te mandaron a cortar telas por llegar tarde? —La pálida chica se quedó unos segundos pensando en qué decir, asintió sin que sus labios emitieran sonido y mordió su labio para luego dejar su libreta sobre el mesón, observando las telas. —¿Ya habías trabajado aquí antes? ¿cómo sabías los códigos de las telas? —Lia maldijo en su cabeza la cual comenzó a pensar a mil por hora para así poder dar con una respuesta que fuese convincente. —¿Conoces COLOR2? Al parecer usan los mismos códigos que las telas que tienen acá, sólo busqué los números allí. —Yeji asintió con la respuesta que se le dio y se acercó a Lia para ver y sentir las telas con sus manos. —Ese diseño está precioso, Lia. Deberías presentarlo a Jinah ¿La conoces, no? Se ve seria pero es muy guapa. —Un ruido extraño salió de la boca de Jisu, realmente era divertido ser una igual para alguien, aunque se le hacía extraño actuar como que no sabía nada de lo que hablaba la otra. Si tan solo supiera que hace nada la misma mencionada había rechazado su trabajo porque no sería del gusto de su mamá. —Uhm, no. No va muy con el estilo de FOORY. —Se excusó parafraseando a la asistente de la dueña de la empresa, seguro sería una respuesta convincente. Yeji asintió y suspiró. —Es cierto. Pero tus diseños son mucho mejor que todo lo que ha hecho FOORY en los últimos cinco años. —Jisu ahora se volteó para verla mejor, era imposible no interesarse en aquello. —¿Qué opinas de FOORY? —Preguntó para así obtener más información sobre la imagen que tenía su empresa familiar. —FOORY es genial, no me mal interpretes. Pero su ropa es aburrida y mira a todos los aprendices que llegaron, todos vestidos tan perfecto y sin nada de rebeldía. —Le encantaba saber que su opinión no era única, y que era compartida por alguien más. No respondió más y comenzó a guardar las telas, la verdad es que no sabía que alguien iba a estar en esa zona. Lo que muchos no sabían era que dicho lugar era el estudio original de FOORY, fue ahí donde la mayoría de las piezas que conquistaron al mundo fueron confeccionadas y donde ahora Lia hacía a escondidas los trajes y vestidos que su madre jamás vería. —¿En qué te ayudo? —Preguntó la pelinegra que luego comenzó a recibir instrucciones de la contraria para así poder cumplir con los requerimientos de Jinah.

¿En qué año vas? —Preguntó Yeji, de pronto sintió que sería bueno conocer a su compañera de castigo para hacer más amena la situación. —Uhm, primero. —Respondió rápidamente Lia mientras cortaba unas telas oscuras, siguiendo los patrones que había dibujado Yeji ya que habían llegado al acuerdo de trabajar en conjunto. —Con razón nunca te vi, yo voy en cuarto. Ya casi termino. —La mayor se volteó entonces para ver el trabajo que hacía la chica que apenas había conocido, estaba impresionada por la facilidad que tenía para seguir los patrones. Ella sin duda alguna la había tenido difícil cuando estaba en primer año. Después recordó los diseños que había dibujado y se animó a llegar a la conclusión de que Lia realmente tenía un talento natural. —Si llegas a necesitar ayuda, pese a que no creo que así suceda. Puedes contar conmigo. —Casi como si estuvieran en los principios de los 2000, Yeji tomó un papel y escribió su número de teléfono para después deslizarlo hasta donde estaba la menor. Las mejillas de Lia se enrojecieron por el gesto y agradeció con una leve reverencia. —Lo tendré en cuenta, gracias. —Se guardó el papel dentro de una de las hojas de su libreta y continuó con su trabajo. Realmente no entendía la razón por su timidez pero había algo en ella que le intimidaba un poco, quizá se debía a su pequeña pasada por su libro de bocetos. Había algo en ella que le hacía dudar constantemente de sí misma y quizá por lo mismo nunca era capaz de mostrar su trabajo a cualquiera, sin duda Yeji había traspasado una barrera que pocos habían saltado. Aunque la chica no lo había hecho de forma intencional. —Ya es hora de almorzar, la asistente me dijo que había un lugar cerca ¿te animas a ir? —La invitación le tomó por sorpresa pero de inmediato se negó, ya había mentido suficiente por un día y no había razón para exponerse a ser delatada por cualquiera de las personas que trabajaban en ese lugar. —Tengo cosas que hacer. —La respuesta le había dolido levemente a Yeji, realmente tenía intenciones de conocerla mejor y tener alguna amistad en el trabajo. Por educación decidió no insistir y aceptó la respuesta, intentando ocultar su decepción.

"¿Qué hice?", pensó Lia apenas se pudo encerrar en su habitación. Tomó su móvil para ver la hora y se dio cuenta de que seguramente su madre llegaría al lugar en unos pocos minutos, se quitó la ropa y decidió ponerse la pijama. Rápidamente se introdujo en su cama y cerró los ojos esperando que nada de lo que había hecho fuese conocido por su madre. —Aquí estás. —Maldijo rápidamente en su mente al escuchar la voz de quien menos quería ver, se volteó para poder quedar con el rostro en dirección a la puerta y se encontró entonces con su madre en el marco de la puerta. —Me dijeron que estabas enferma. —La mujer de estatura promedio se acercó hasta poder sentarse en el borde de la cama de su hija, la palma de su mano se posó en la frente de Jisu y negó con la cabeza. —No tienes temperatura ¿Quieres que llame a tu padre? —Rápidamente Jisu se sentó y negó con la cabeza, formando una suave sonrisa en el rostro para así calmar a su madre. —Seguro me cayó algo mal del desayuno, no es necesario llamar a papá. Perdón por faltar en el estudio. —Un suave beso cayó en su frente, a veces la mujer podía ser muy dulce cuando se trataba de su hija. —Bien, aduladores como siempre. —El cabello corto de su madre acentuaba aún más sus facciones asiáticas y eso la hacía verse más joven de lo que realmente era. Se alejó luego la madre de Lia y leyó su teléfono. —Tómate unos días de reposo ¿si? No te apures con ir al estudio, Jinah tiene a los niños bien controlados. —Una risa se escapó por los labios de la joven al pensar en los practicantes como niños. Cuando su madre al fin salió de la habitación Jisu suspiró, realmente había sido un día muy extraño y por alguna razón creía que se acercaban cosas interesantes. Sobre todo luego de conocer a Yeji.

 

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