Día 5.995

CADA DIA
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  Nada más despertar, pienso en el día de ayer. Recordarlo, me alegra. Saber que es otro día, me entristece.  

 

No estoy allí. No estoy en la cama de Nichkhun. Ni en el cuerpo de Nichkhun. Hoy soy Choi Sulli. Me he quedado dormida y su madre está enfadadísima.

—¡Levanta! —grita mientras sacude mi nuevo cuerpo—. ¡Minho se marchará en veinte minutos!  

—Vale, mamá —refunfuño.

  —¿¡Mamá!? ¡Ni sé lo que diría tu madre si estuviera aquí!   Accedo rápidamente a la mente de Sulli. Es su abuela. Su madre ya se ha marchado a trabajar.    Mientras estoy en la ducha —consciente de que tiene que ser muy corta—, me dejo llevar por mis recuerdos de Tiffany. Estoy segura de que he soñado con ella. Me pregunto si en caso de haber empezado a soñar cuando aún estaba en el cuerpo de Nichkhun, habrá continuado el sueño una vez que pasaba al cuerpo de Sulli. ¿Se habrá despertado él pensando en ella con cariño? ¿O solo lo he soñado yo? 

 —¡Sulli, vamos!   Salgo de la ducha, me seco y me visto rápidamente. Me doy cuenta de que Sulli no es una chica especialmente popular. Tiene pocas fotos con amigos y en ninguna parece que estén muy entusiasmados. Y la ropa que lleva parece la de una cría de trece años. Voy a la cocina y su abuela me mira.  

—No olvides el clarinete —me recuerda.  

—No —musito.   En la mesa hay un chico que me mira con mala cara. Imagino que es el hermano de Sulli. Accedo a sus recuerdos y, efectivamente, es su hermano: Minho, estudiante de último curso. Me va a llevar él.   Me he dado cuenta de que la mañana es prácticamente igual en la mayoría de las casas. Sales de la cama atontada. Entras en la ducha atontada. Mientras desayunas hablas entre dientes. Y si los padres aún duermen, sales de puntillas de la casa. La única manera de que resulte interesante es fijarse en las diferencias.   

 

En el caso de hoy, es Minho quien aporta dichas diferencias: enciende un porro en cuanto sube al coche. Asumo que es parte de la rutina matinal, así que no me hago la sorprendida, aunque lo estoy, y mucho. 

 —Ni se te ocurra decir nada —me espeta tres minutos después. Miro por la ventanilla. Dos minutos después, suelta—: Oye, a mí no me juzgues, ¿vale? —para ese momento ya ha acabado de fumar, pero eso no hace que me sienta mejor.         

 

 Prefiero ser hija única. Entiendo que, a la larga, los hermanos pueden resultarte de gran ayuda en la vida: son alguien con quien compartir los secretos de familia; alguien de tu propia generación que sabe si tus recuerdos son reales o falsos; que te conoce con ocho años, con dieciocho y con cuarenta y ocho y que te quiere igual. Sí, todo eso lo entiendo. Pero cuando solo estás un día en su vida, los hermanos suelen ser desde una mera molestia a la peor de tus pesadillas. La mayoría de los malos momentos que he pasado en esta inusual vida que llevo han sido culpa de los hermanos que he tenido —los que son mayores que tú son, con mucho, los peores—. Al principio, era muy inocente y pensaba que eran aliados naturales, compañeros fieles. Ha habido veces, la verdad, en las que el contexto ha permitido que así sea: si estábamos de viaje con la familia, por ejemplo, o si era uno de esos domingos aburridos y en los que hacer algo juntos era la única manera de divertirse. Pero en los días normales, lo habitual es que exista competitividad, nada de colaboración. Hay veces en las que me da la impresión de que los hermanos son los únicos que notan que hay algo diferente en la persona que habito... e intentan aprovecharse de ello. Una vez, con ocho años, tuve una hermana que me dijo que íbamos a escaparnos juntas de casa, pero se le olvidó lo de juntas en cuanto llegamos a la estación: ella subió al tren y a mí me dejó allí. Estaba tan asustada que no me atrevía ni a pedir ayuda por miedo a que mi hermana se enterase de que había sido mi chivatazo lo que había puesto fin a nuestro «juego» y me reprendiera. Cuando he estado en el cuerpo de chicos, he tenido hermanos —tanto mayores como menores—que se han metido conmigo, me han pegado puñetazos, me han dado patadas, me han tirado al suelo y me han insultado de maneras que nunca he oído a nadie más.   Lo mejor es que te toque alguien tranquilo. Al principio, me ha parecido que Minho lo era pero, una vez en el coche, me da la impresión de que me he equivocado. Aunque, cuando llegamos al colegio, vuelve a darme la impresión de que es tranquilo.

 

Cuando aparecen otros niños, se vuelve invisible, camina con la cabeza gacha y me deja completamente sola. Ni «adiós», ni «que tengas buen día». Tan solo se cerciora de que haya cerrado bien la puerta antes de bloquear el coche. 

 —¿Qué estás mirando? —me pregunta alguien justo en la oreja izquierda mientras observo cómo Minho se aleja.   Me giro y accedo a los recuerdos de Sulli. Es Luna, su mejor amiga desde cuarto curso.  

—A mi hermano.  

—¿Para qué? Ese no sirve para nada.   Aunque pienso como ella, oírlo en sus labios hace que me ponga a la defensiva. 

  —Bueno, ya.  

—¿Bueno, ya? ¿Estás de broma?   «Sabe algo que yo no sé», pienso. Decido que es mejor que me esté callada. Parece que se alegra de que cambiemos de tema.

   —¿Qué hiciste anoche? —pregunta.   Me acuerdo de Tiffany. Intento apartarla de mis pensamientos, pero no es tan sencillo. Una vez has experimentado la enormidad, la ves en todo lo que te rodea y quieres que esté en cada palabra que pronuncias.   —Poca cosa —paso de acceder a la mente de Sulli. Esta es una respuesta que siempre funciona, sea cual sea la pregunta—. ¿Y tú?   —¿No recibiste mi mensaje?   Le digo que a mi teléfono le pasaba algo.    —¡Por eso no respondiste! ¿Sabes qué? ¡Luhan me escribió! Estuvimos chateando como... ¡una hora!   —Vaya.   —¡Ya te digo! —responde satisfecha—. Pero ya era hora. Aunque no sabía que tuviera mi dirección. ¿Se la diste tú?   Ahora sí que he de acceder a los recuerdos de Sully porque esta es una de esas preguntas que puede hacerle un siete a una amistad. Quizá no ahora mismo, pero se lo hará antes o después. Si Sulli dice que no fue ella y Luna descubre lo contrario, su amistad podría resquebrajarse. Como si, por el contrario, dice que fue ella y Luna descubre que es mentira.   Está hablando de Lu Han, un alumno de tercer año por el que está colada desde hace unas tres semanas. Sulli no lo conoce bien y no encuentro ningún recuerdo en el que le dé ninguna

dirección. Creo que no voy a meterla en ningún problema.  

—No —y niego con la cabeza—, yo no he sido.  

—Pues imagino que ha tenido que esforzarse por conseguirla.   «O igual la ha sacado de tu perfil de Facebook», pienso. Me arrepiento inmediatamente de tener pensamientos mordaces. Esto es lo peor de tener «mejores amigos» por los que, en realidad, no sientes nada: que ni siquiera les concedes el beneficio de la duda. Y un mejor amigo es alguien a quien siempre le concedes el beneficio de la duda.   Luna está emocionadísima con lo de Luhan, así que finjo que yo también lo estoy. Pero no siento una emoción verdadera hasta que no nos separamos para ir a nuestras respectivas clases. Es una emoción que pensaba que hace tiempo que tenía bajo control: celos. Siento envidia de que Luna pueda tener a Luhan y yo no pueda tener a Tiffany.    «Es ridículo», me regaño. «No seas ridícula».   Cuando tienes una vida como la mía, no te puedes dejar llevar por los celos... porque, como lo hagas, te desgarrará por dentro.       

   A tercera hora tengo ensayo con la banda. Le digo al profesor que he olvidado el clarinete en casa —aunque está en la taquilla—. Le ponen un negativo a Sulli y me envían a la sala de estudio, pero no me importa. Es que no sé tocar el clarinete.   Lo de Luna y Luhan se extiende como la pólvora. Todos nuestros amigos hablan de ello. A la mayoría de ellos les parece bien. Lo que no tengo claro es si se alegran porque hacen buena pareja o porque, así, Luna dejará de darles la tabarra.   Cuando veo a Luhan a la hora de comer, no me sorprende lo normal que me parece. Habitualmente, a los demás, esa persona que te gusta no les resulta tan atractiva. E imagino que así es como debe ser. Resulta alentador pensar que el cariño que sientes por alguien puede dar forma a la percepción que tienes de él tanto como cualquier otra influencia.   Luna se pasa a saludar, pero no se queda a comer con nosotras —a pesar de que le hacemos sitio en la mesa—. No parece que Luna se dé cuenta de ello, está demasiado embriagada por su presencia, por el hecho de que el intercambio de mensajes les haya llevado a hablar en persona... ¿¡Quién sabe qué puede ser lo siguiente!? Tal y como he supuesto a la mañana, Sulli todavía es bastante niña: estas chicas no están hablando de practicar o, ¡sino de besarse! El portal de su deseo son los labios.   Desearía volver a escapar, saltarme la segunda mitad de las clases. Pero, sin ella, no valdría para nada.

    Siento que estoy perdiendo el tiempo. Aunque, claro... eso es exactamente mi vida. Nada de lo que hago sirve para el día siguiente.    Excepto lo de ayer por la tarde. Eso es otro mundo. Quiero volver allí.        

Estamos al principio de la ta hora de clase, justo después de comer. Por megafonía, piden a mi hermano que se presente en la oficina del director. Al principio, pienso que he oído mal pero la gente de clase me mira; incluida Luna, que lo hace con cara de lástima. Así que he debido de oír bien.    No me asusto. Imagino que si fuera algo realmente malo nos llamarían a los dos. No ha muerto nadie de mi familia. La casa no ha ardido hasta los cimientos. Es asunto de Minho.   Luna me envía una nota: «¿Qué pasa?». La miro y me encojo de hombros. ¿Cómo quiere que lo sepa?   Solo espero que no me haya quedado sin transporte de vuelta.        

 

Termina la clase. Recojo los libros y me dirijo a Literatura. Están leyendo Beowulf, me lo sé de memoria. He estudiado esta unidad en multitud de ocasiones. Estoy a unos diez pasos de la clase y alguien me agarra del brazo. Me doy la vuelta. Es Minho. Está sangrando.  

—Shhh. Calla y acompáñame.  

—¿Qué te ha pasado?  

—Calla, ¿vale?   Mira en derredor como si le persiguieran. Decido acompañarle — al fin y al cabo, esto es más interesante que Beowulf—. Entra en el cuarto de la limpieza y me obliga a seguirle.   —¿Estás loco?  

—¡Sulli!   Me callo. Le sigo. No me cuesta encontrar la luz. Respira apresuradamente. No dice nada.  

—¿Qué ha pasado?  

—Creo que me he metido en un lío. 

 —¿No me digas? He oído cómo decían por megafonía que te presentases en el despacho del director. ¿Por

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Comments

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Leyla_quiroz #1
Chapter 35: final feliz!!!!
Leyla_quiroz #2
Chapter 30: por favor has un final feliz te lo ruego!!!!!
taeny-love
#3
Chapter 29: Te amaría mucho sj pusieras un final feliz para el Taeny :''') serías mi ángel
Ashleychoi92 #4
Chapter 29: Khe? Algo se rompió dentro de mi, ya recorde porque es que no leo comentarios, de igual manera gracias por actualizar
∪ˍ∪
SoneAguilera #5
Chapter 28: Descargue el libro original... No lo he querido leer, talvez después de terminar este fic
Dwarf0807 #6
Soy una maldita spoiler. Odienme, pero leí el libro del cual inspiraron este fic. Es un final no feliz para ambas. Me gustaría que ésta adaptadora, intente hacer unos capítulos propios, donde cambien el final original.
-Yiime- #7
Chapter 27: Oh Dios . Te gusta el sufrimiento ehh. Actualiza pronto n.n
Marivarela17 #8
Chapter 27: Perfecto el cap, me encanto, pero me gustaría que algún dia tae pudiera quedarse en un cuerpo
Leyla_quiroz #9
Chapter 27: actualiza pronto!!!!!
Sin_TaeXD
#10
Chapter 27: SUBEEEE!! XD me gusto que tae no lo hubiera hecho con tiffany, involucrando en el acto a jackson. Me pareció demasiado perfecta su decisión, puesto que ella solo quería estar con tiff de una manera en la cual solo estuvieran presentes ambas, sin que fuentes externas permanecieran allí también. Sabia que de alguna manera estaba mal, e incluso esta bien que llegue a tener sus dudas acerca de lo que están haciendo, porq me imagino que ella quisiera estar con tiff de una manera normal, en donde tiff se enamorara completamente de ella y solo de ella, no de cuerpos de otras personas. Pero por favor autora espero que muy pronto haya algún tipo de solución para esto, como que tae un día despierte en su cuerpo real, porque sino ¿cuando la historia acabara?, seria muy doloroso que tae jamas llegue a vivir su propia vida y que al mismo tiempo no pueda estar con tiff, eso significaría que el mismo ciclo jamas terminaría :(