Día 6.005

CADA DIA
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Hay personas que piensan que las enfermedades mentales son cuestión de humor, de personalidad. Piensan que la depresión es, sencillamente, una forma de tristeza; que los TOC se dan únicamente en personas nerviosas. Creen que son algo sobre lo que tienes control. Pero yo sé que están equivocadas. Cuando era niña, no lo entendía. Me despertaba en un cuerpo nuevo y no entendía por qué las cosas estaban como en silencio, como apagadas. O todo lo contrario: de repente, sentía toda la energía del mundo y era incapaz de concentrarme, como una radio a todo volumen que cambiaba de dial constantemente. Como no tenía acceso a las emociones del cuerpo, asumía que las que sentía eran las mías propias. No obstante, al final, acabé por darme cuenta de que estas inclinaciones, estas compulsiones, eran parte del cuerpo —tanto como el color de los ojos o el tono de voz—. Sí, los sentimientos eran intangibles, amorfos, pero lo que causaba los sentimientos era cosa de química, de biología.   Es muy difícil conquistar este ciclo.

El cuerpo trabaja contra ti, por lo que tu desesperación es aún mayor. Y para lo único que sirve todo eso es para amplificar el desajuste. Vivir con todo eso requiere una fuerza anormal. Y yo la he visto una y otra vez. Cuando llego a la vida de alguien que está luchando, he de igualar su fuerza, y, a veces, superarla; porque yo no estoy tan preparada. Ahora conozco los signos. Sé cuándo he de ir a por el bote de pastillas y cuándo he de dejar que el cuerpo siga su ritmo. Y he de recordarme constantemente: «No eres tú». Es la química. Es la biología. No se debe a quien soy. No se debe a quienes son ninguno de ellos.

La mente de Krystal es un lugar siniestro. Me doy cuenta de ello antes incluso de abrir los ojos. Su mente está inquieta y las palabras, los pensamientos y los impulsos, chocan constantemente unos contra otros. A mis propios pensamientos les cuesta entenderse entre tanto ruido. El cuerpo responde sudando. Intento estar tranquila, pero el cuerpo conspira contra mí e intenta sumirme en pura distorsión.   Normalmente no es tan malo, así, de buena mañana. Si, en este caso, es tan malo ahora, tiene que serlo en todo momento.

  Bajo tanta distorsión, desea el dolor. Abro los ojos y veo las cicatrices. No solo en el cuerpo, aunque en el cuerpo las hay: rallas finas por toda la piel que conforman una tela de araña con la que pretende atrapar a la propia Muerte. También hay cicatrices en la habitación, tanto en las paredes como en el suelo. A la persona que vive aquí ya no le importa nada. Los pósters están medio rotos. El espejo está resquebrajado. La ropa está tirada, abandonada. Hay sombras por todas partes. Los libros yacen de cualquier modo en las baldas, como los dientes torcidos de una boca mal cuidada. En algún momento, debió de abrir un bolígrafo y agitarlo porque, si te fijas bien, se ven lágrimas de tinta, secas, pequeñas, por el techo y por las paredes.   Accedo a sus recuerdos y me quedo sorprendida al ver que ha llegado hasta aquí sin que nadie lo note, sin un diagnóstico. La han abandonado a sus propios recursos. Y, por lo visto, no son suficientes.   Intento volver a dormir, pero el cuerpo no me deja.

Salgo de la cama dos horas después. Se representa a la depresión como una nube o como un perro, ambos negros. Para algunos, como en el caso de Krystal, la nube negra es la más conveniente de ambas metáforas. Está rodeada por ella, inmersa en ella y es incapaz de ver una salida. Lo que tiene que hacer es contenerla y conseguir que se convierta en un perro negro. El perro la seguirá allá adonde vaya, siempre estará ahí... pero, al menos, será un ente separado que la seguirá atado con una correa. Voy a trompicones al lavabo y me doy una ducha.

   —¿¡Qué haces!? —Es una voz de hombre—. ¿¡No te duchaste anoche!? Me da igual.

Necesito sentir que el agua golpea mi cuerpo. Lo necesito para que empiece el día.   Cuando salgo del lavabo, el padre de Krystal está en el pasillo, mirándome.  

—Vístete —dice con el ceño fruncido.    Me sujeto mejor la toalla.   Una vez me he puesto la ropa, recojo los libros del colegio. En la mochila hay un diario, pero no tengo tiempo para leerlo. Tampoco tengo tiempo de consultar el correo electrónico. Aunque está en la habitación de al lado, percibo que el padre de Krystal la está esperando.

  Están solos. Accedo a los recuerdos de Krystal y descubro que ha mentido a su padre para que la lleve al colegio. Le dijo que habían trazado de manera diferente la ruta del bus del instituto. No quiere sentirse atrapada en el autobús con los demás chicos. Y no porque abusen de ella —al fin y al cabo, bastante ocupada está abusando de sí misma como para darse cuenta de lo que hacen los demás—. El problema es el confinamiento, la imposibilidad de huir.   No es que el coche de su padre sea mucho mejor pero, al menos, en él solo tiene que lidiar con una persona. Hasta cuando nos movemos, el hombre es incapaz de exudar impaciencia. Siempre me ha fascinado la gente que es consciente de que algo va mal pero que se empeña en ignorarlo, como si así fuera a desaparecer. Es gente que prefiere no tener que enfrentarse a ello aunque, no obstante, el resentimiento lo sufre igualmente.   «Necesita tu ayuda», me gustaría decirle a su padre, pero no es cosa mía. Especialmente, porque no estoy seguro de que vaya a reaccionar bien. Así que Krystal permanece callada todo el camino. Por la respuesta de su padre al silencio, me hago a la idea de que sus mañanas siempre son así.

Krystal tiene acceso a Internet en el móvil, pero sigo preocupada porque puedan dar conmigo después de la metedura de pata que tuve con Suho. Así que camino por los pasillos y asisto a las clases a la espera de una oportunidad. Tengo que empujar más para conseguir que Krystal saque el día adelante. En cuanto bajo la guardia, el peso de la vida entra a hurtadillas y empieza a tirar de ella. Sería muy fácil decir que me siento invisible; pero no, me siento dolorosamente visible y completamente ignorada. Hay personas que hablan con ella, pero es como si estuvieran fuera de la casa, hablando a través de una puerta cerrada. Tiene amigos, pero solamente son gente con la que pasar el tiempo, no con la que compartirlo. Hay una bestia falsa que toma la forma del instinto e insiste en lo banal que es todo lo que sucede.   La única persona que intenta llegar a mí es Lena, la compañera de laboratorio de Krystal. Estamos en clase de Física y la actividad consiste en crear un sistema de poleas. Ya lo he hecho antes, así que no me cuesta mucho. Lena se sorprende de todo lo que está participando Krystal. Me doy cuenta de que me he dejado llevar; este no es el tipo de cosas que entusiasman a Krystal. Pero Lena no deja que pare. Cuando murmuro una disculpa y me aparto, insiste en que siga:  

—Se te da bien. ¡Mucho mejor que a mí! -Mientras lo dispongo todo bien, ajustando las inclinaciones y buscando los diferentes puntos de fricción, Lena me cuenta lo del baile, que está a la vuelta de la esquina, me pregunta si tengo planes para el fin de semana y me dice que quizá vaya a DC con sus padres. Parece interesada por mi reacción, lo que me lleva a pensar que no es habitual que la conversación llegue tan lejos. Pero dejo que hable. Dejo que su voz contrarreste las palabras mudas e insistentes que emanan de mi mente rota.   Acaba la clase y cada una nos vamos por nuestro camino. No vuelvo a verla en todo el día.         

 Paso la hora de la comida en la biblioteca, frente a un ordenador. No creo que nadie me eche de menos en el comedor —aunque quizá sea eso lo que le gusta pensar a Krystal—. Parte del proceso de hacerse adulto consiste en descubrir que tu sensación de la realidad no está basada por completo en lo que piensas. Me doy cuenta de que la mente de Krystal no le permite llegar a esa conclusión —ni a nada parecido—; y me pregunto cuántos de mis pensamientos estará bloqueando también.   Entrar en mi cuenta de correo electrónico es una bocanada de aire fresco que me recuerda que, en realidad, no soy Krystal. Y lo que es mejor: ¡tengo un mensaje de Tiffany! Me alegro hasta que leo lo que pone:    

 T,   ¿Quién eres hoy? Resulta muy extraño preguntarte esto, pero... tiene sentido. Bueno, si es que algo de esto lo tiene, claro.   Ayer fue un día duro. La abuela de Khun está enferma y en vez de admitir que está preocupado, la emprende con el mundo. Intento ayudarle... pero es difícil.   No sé si quieres que te cuente esto... porque sé lo que piensas de él. Si prefieres que no te haga partícipe de esa parte de mi vida, vale. Aunque no creo que sea lo que quieres.   Cuéntame cómo te va. Tiffany

 Le respondo y le cuento por encima lo que le sucede a Krystal.

Al final, le pongo:     

 Quiero que seas honesta conmigo. Aunque me duela. Y aunque preferiría que no doliera.   Un beso, T

     Acto seguido, cambio de cuenta y veo que Suho me ha respondido:    

  Sé que no me he equivocado. Sé lo que eres. Y voy a descubrir quién eres. El reverendo dice que está trabajando en ello.   Quieres que dude de mí mismo, pero no soy el único. Ya lo vas a ver.   Confiesa ahora, antes de que demos contigo.      

Me quedo más de un minuto mirando la pantalla, intentando asumir que el Suho que conocí aquel día es capaz de escribir algo con un tono así. Me parecen dos personas muy diferentes. Me pregunto si existe la posibilidad de que alguien se haya hecho con su cuenta de correo electrónico. Y, ¿quién será «el reverendo»?   Suena el timbre: ha terminado la hora de la comida. Vuelvo a clase y la nube negra vuelve a embargarme. Me cuesta concentrarme en lo que me cuentan. Me cuesta entender por qué es importante. Nada de lo que me enseñan aquí va a restarle dolor a mi vida. Ninguno de los que está aquí va a restarle dolor a mi vida. Ataco mis cutículas con precisión despiadada. Es la única sensación que me resulta genuina.        

  El padre de Krystal no viene a recogerla al instituto, aún está trabajando. Decide volver caminando para evitar el autobús. Me siento tentada de romper este patrón, pero hace tanto tiempo que no coge el autobús que ya ni siquiera sabe cuál es el suyo. Comienzo a caminar.   Nuevamente, me embarga el deseo mundano de llamar a Tiffany por teléfono para llenar la siguiente hora, vacía de por sí, con el sonido de su voz. Pero, lo único que tengo es a Krystal y su percepción

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Comments

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Leyla_quiroz #1
Chapter 35: final feliz!!!!
Leyla_quiroz #2
Chapter 30: por favor has un final feliz te lo ruego!!!!!
taeny-love
#3
Chapter 29: Te amaría mucho sj pusieras un final feliz para el Taeny :''') serías mi ángel
Ashleychoi92 #4
Chapter 29: Khe? Algo se rompió dentro de mi, ya recorde porque es que no leo comentarios, de igual manera gracias por actualizar
∪ˍ∪
SoneAguilera #5
Chapter 28: Descargue el libro original... No lo he querido leer, talvez después de terminar este fic
Dwarf0807 #6
Soy una maldita spoiler. Odienme, pero leí el libro del cual inspiraron este fic. Es un final no feliz para ambas. Me gustaría que ésta adaptadora, intente hacer unos capítulos propios, donde cambien el final original.
-Yiime- #7
Chapter 27: Oh Dios . Te gusta el sufrimiento ehh. Actualiza pronto n.n
Marivarela17 #8
Chapter 27: Perfecto el cap, me encanto, pero me gustaría que algún dia tae pudiera quedarse en un cuerpo
Leyla_quiroz #9
Chapter 27: actualiza pronto!!!!!
Sin_TaeXD
#10
Chapter 27: SUBEEEE!! XD me gusto que tae no lo hubiera hecho con tiffany, involucrando en el acto a jackson. Me pareció demasiado perfecta su decisión, puesto que ella solo quería estar con tiff de una manera en la cual solo estuvieran presentes ambas, sin que fuentes externas permanecieran allí también. Sabia que de alguna manera estaba mal, e incluso esta bien que llegue a tener sus dudas acerca de lo que están haciendo, porq me imagino que ella quisiera estar con tiff de una manera normal, en donde tiff se enamorara completamente de ella y solo de ella, no de cuerpos de otras personas. Pero por favor autora espero que muy pronto haya algún tipo de solución para esto, como que tae un día despierte en su cuerpo real, porque sino ¿cuando la historia acabara?, seria muy doloroso que tae jamas llegue a vivir su propia vida y que al mismo tiempo no pueda estar con tiff, eso significaría que el mismo ciclo jamas terminaría :(