Día 6.024
CADA DIA
Al día siguiente, no me despierta ninguna alarma. Cuando abro los ojos, me encuentro una madre —la madre de alguien, mi madre— sentada al borde de la cama, mirándome. Le da pena tener que despertarme pero enseguida me doy cuenta de que esa pena es parte de otra pena mucho más grande. Me toca la pierna con suavidad.
—Es hora de levantarse —dice como si pretendiera que la transición del sueño a la consciencia sea lo más tranquila que se pueda—. He colgado tu ropa en la puerta del armario. Saldremos de aquí dentro de unos 45 minutos. Tu padre... está muy triste. Todos lo estamos. Pero para él es mucho peor, así que... necesita su espacio. -Mientras habla, no soy capaz de concentrarme en quién soy y en qué está pasando. Pero en cuanto se marcha y veo el traje negro colgando de la puerta del armario, todo encaja. Mi abuelo ha muerto y estoy a punto de asistir a mi primer funeral.
Le digo a mi madre que ayer me olvidé de comentarles a mis amigos que me cogieran los deberes y me meto en el ordenador a toda velocidad para decirle a Tiffany que es muy posible que hoy no podamos vernos. Por lo que sé, el funeral se celebra al menos a dos horas de aquí. No obstante, no vamos a quedarnos allí a pasar la noche. Mi padre ha pasado casi toda la mañana en su dormitorio, pero aparece por la puerta justo cuando estoy pinchando el icono de «Enviar». No es que parezca que está triste, es que parece que acaba de perder la vista. Sus ojos transmiten una sensación de pérdida tal que se transmite al resto del cuerpo. Lleva la corbata puesta, pero el nudo está flojo.
—Mark —dice. Me llamo «Mark». En su boca, en estos momentos, ha sonado como un cántico o como un grito de incredulidad. No sé cómo reaccionar. Llega la madre de Mark.
—Cariño —y abraza a su marido durante unos instantes antes de ponerle bien la corbata. Luego, se gira hacia mí y me pregunta si estoy listo. Limpio el Historial, apago el ordenador y le digo que solo me falta ponerme los zapatos.
Apenas hablamos durante el viaje. En la radio suenan las noticias, pero creo que hemos dejado de escucharlas después de la tercera curva. Imagino que tanto la madre como el padre de Mark están haciendo lo mismo que yo: acceder a recuerdos del abuelo. En la mayoría de los recuerdos que encuentro no habla nadie. Silencio y horas sentados en una barca de pesca a la espera de que algo tire del sedal. La imagen en la que está sentado a la cabecera de la mesa durante Acción de Gracias, trinchando el pavo como si fuera un derecho de nacimiento. Cuando era más joven me llevó al zoo; lo único que recuerdo es el tono de autoridad de su voz mientras me hablaba de los osos y de los leones. No recuerdo ni los osos ni los leones, solo la sensación que me creó acerca de ellos. También veo la muerte de mi abuela, que tuvo lugar antes de que entendiera qué era la muerte. Para mí, es un fantasma que hay al fondo de los recuerdos, pero estoy seguro de que es mucho más prominente en los recuerdos de mis padres. Ahora, mis pensamientos se centran en los dos últimos meses, en cómo fue perdiendo fuelle, en lo raro que me sentí cuando pasé a ser más alto que él. Pero su muerte ha sido una sorpresa. Sabíamos que estaba cerca, pero no tanto. Fue mi madre quien respondió al teléfono. No necesité oír lo que decía para saber que algo iba mal. Fue a la oficina de m
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