Día 6.016
CADA DIAT, Creo que lo recuerdo todo. ¿Dónde estás hoy? No quiero escribirte un mensaje largo, quiero que hablemos. S
Estoy a unas dos horas de ella cuando leo el mensaje; en el cuerpo de un chico llamado Junsu. Es un fanático de los ordenadores y del diseño informático y su habitación está llena de productos de la marca Apple. Accedo a su mente y descubro que, cuando una chica le gusta mucho —pero mucho—, crea una tipografía y le pone su nombre. Respondo a Tiffany y le digo dónde estoy. Me contesta inmediatamente —debe de estar esperando junto al ordenador— y me pregunta si me va bien que nos encontremos después del instituto. Quedamos en la librería Clover.
Junsu es un encanto. Por la impresión que me da, tiene escarceos amorosos con tres chicas al mismo tiempo. Me paso el día intentando no acercarme más a una que a otra. Que decida él qué tipografía es la que más le gusta.
Llego a la librería media hora antes, pero estoy demasiado nerviosa como para leer otra cosa que no sea la cara de laspersonas que me rodean. Entra por la puerta. También llega temprano. No tengo que levantarme ni que agitar la mano: mira a su alrededor, me ve y, por la manera en que la estoy mirando, lo sabe.
—Hola.
—Hola —respondo.
—Parece la mañana después —me dice.
—Lo sé. Ha pedido café para los dos y nos quedamos allí sentadas, en la mesa, con las manos alrededor de las tazas.
Veo algunas de las cosas de las que me di cuenta ayer (la marca de nacimiento, las pecas en la frente), pero no me importan nada en comparación con Phany al completo. No parece que se sienta rara. No parece que esté enfadada. En cualquier caso, parece que esté en paz con lo que sucedió. La gente piensa que la desaparición del asombro da paso a la comprensión. En el caso de Tiffany, parece que así sea. Todo vestigio de duda ha desaparecido.
—Me he despertado y sabía que pasaba algo. Antes incluso de leer tu carta. No era la desorientación habitual. Tampoco tenía la sensación de haber perdido un día. Es como si... me hubieran sumado algo. Entonces, he visto tu carta y he empezado a leerla. He sabido, inmediatamente, que era verdad. Que había pasado. Me he parado cuando me has pedido que lo hiciera y he intentado recordar todo lo que podía sobre el día de ayer. Estaba todo ahí. No las cosas que olvido habitualmente, como despertarme o cepillarme los dientes, pero sí lo de subir a la montaña, lo de comer con Khun, lo de cenar con mis padres. Incluso tenía recuerdos de haber escrito la carta. No debería tener sentido, ¿por qué me iba a escribir una carta para la mañana siguiente? Pero, para mí, lo tenía.
—¿Me sientes ahí, en tus recuerdos?
—No como tú piensas —niega con la cabeza—. No siento que fueras tú la que lo controlaba todo, ni te siento en mi cuerpo ni nada así. Siento como si estuvieras conmigo. Como si sintiera tu presencia... pero estuvieras fuera de mí —hace una pausa. Sigue—. Es rarísimo que estemos manteniendo esta conversación. Pero quiero saber más.
—Quería que lo recordaras todo. Y, por lo que veo, parece que tu mente me ha hecho caso. -O quizá ella también quisiera recordarlo todo.
—No lo sé, pero me alegro de acordarme. -Seguimos hablando del día, de lo extraña que resulta la sensación. Finalmente, dice: —Gracias por no inmiscuirt
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