Nuevo Comienzo 2
Matrimonio por contratoJessica bajó una humeante taza de té herbal y retiró rápidamente el cappuccino que había tentado a Tiffany los últimos minutos.
—Sin cafeína. El té tiene antioxidantes.
Ella sonrió débilmente.
—Sí, mamá. Pero no creo en un café moka cuando pienso que esté agotada no me va a causar ningún daño.
—La cafeína impide el crecimiento del bebé.
—Lo mismo hace el estrés y no conseguir suficiente dinero para mantener un bebé.
—Hmm, deben ser las hormonas. Estás definitivamente malhumorada.
— ¡Jess!
Su amiga lanzó una sonrisa y arrancó la tapa del té.
—Me gusta molestarte. Asegúrate de no convertirte en una de esas lunáticas heroínas trágicas como a las que a ti te gusta tanto leer.
—Jódete.
—Mejor.
Tiffany levantó la vista hacia ella con verdadero afecto. Ella iba a estar bien. Después de dos semanas lejos de Taeyeon, cada día se convertía en una prueba de fuerza y fortaleza que era demasiado testaruda para no reconocer. Ella había mantenido en secreto la noticia a su familia, pero planeaba revelar la verdad ese fin de semana. Jessica la ayudaría. Y a pesar de que no había conseguido el préstamo para la librería, BookCrazy estaba en un crecimiento constante. Ella sobreviviría.
Tiffany repitió el mantra cada hora de cada día que pasó lejos de la Mujer que amaba mientras su bebé crecía en su vientre. La rubia había tomado su decisión y ella necesitaba enfrentar la realidad.
—El conde me llevó a cenar la otra noche.
Distraída por un buen chisme, Tiffany sonrió y estudió a su amiga.
—¿Y no me lo dijiste?
Jessica se encogió de hombros.
—Nos enfrentamos. Todo lo que hizo fue hablar de ti. Él está enamorado de ti, Fany.
La pelirroja se rió.
—Confía en mí. No hay chispa y nunca la habrá. —Ella chasqueó su lengua con interés—.Ustedes se pelearon. ¿Eh? Es posible que por fin hayas encontrado la horma de tu zapato.
Jessica resopló.
—Eso es ridículo.
Ella frunció los labios con interés.
—Él puede ser el único hombre que consiga manejarte, Jessica.
—El embarazo está deformando tu cerebro.
Por un momento, Tiffany alcanzó a ver pesar brillando en los ojos de Jessica. Ella abrió la boca para decir algo, pero los poetas se alinearon y tomaron sus asientos.
La melancólica música deprimente tocaba a través de los altavoces para ajustar el tono. Las luces eran tenues, la oscuridad cayó fuera. Un zumbido de energía creativa llenaba la habitación mientras los poetas comenzaron a recitar sus pensamientos y sueños en el micrófono. Ella agarró un cuaderno cerca de su pecho mientras miraba a un lado, y se dejó caer de nuevo en el redil de las imágenes reconfortantes. Cerró sus ojos y dejó que sus sentidos se hicieran cargo, agudizando, juzgando, cuando las imágenes fluyeron a través de su mente mientras se filtraban y se mezclaban como óleos en un lienzo.
Hubo una breve pausa mientras los poetas cambiaban.
Entonces ella escuchó la voz.
Al principio, su mente estaba abierta al profundo, y suave tono de la mujer que leía en el micrófono. Cuando su corazón la relacionó, se quedó sin aliento, un miedo indefinible la llenó. Su respiración se enganchó.
Lentamente, se obligó a mirar al poeta que estaba en el escenario.
Su esposa.
Al principio, pensó que su visión le estaba engañando. La Kim Taeyeon que ella conocía no existía en el escenario. En cambio, una extraña estaba frente a ella.
Estaba vestido completamente de rosa . Una gorra rosada estaba hacia atrás sobre su cabeza donde unos extraviados cabellos rubios se escaparon. Llevaba una camiseta rosada con un helado de imagen , pantalones vaqueros, y hasta zapatillas deportivas rosadas. Sostenía una cadena de color rosado en su mano, y ella vio a Ginger sentado a su lado con una tranquila dignidad especialmente de los de pura raza y no de perros callejeros. El perro llevaba un pañuelo rosado alrededor del cuello. Una oreja torcida en un ángulo roto. Su cola se meneaba. Sus ojos mantenían la mirada encantada que ella. Apuntalado delante de sus patas delanteras, un cartel mostraba las palabras: VUELVE A CASA.
Ella parpadeó una vez, dos veces, entonces se dio cuenta que la escena frente a ella era real.
Tae mantenía una hoja de papel de cuaderno entre sus dedos. Aclaró su garganta. Tiffany mantuvo su respiración mientras su voz se dispersaba a través del micrófono y llegaba a sus oídos.
—No soy una poeta. Pero mi esposa sí. Ella me enseñó a buscar lo extraordinario en la simplicidad. Me enseñó acerca de los sentimientos, la verdad, y las segundas oportunidades. Verás, nunca me di cuenta de que una persona podía seguir dando todo sin pensar en tomar. Phany, cambiaste mi vida, pero tenía demasiado miedo para tender la mano a ello. Creí que no era lo suficientemente buena. Ahora me doy cuenta de la verdad.
Tiffany cerró los ojos con desesperación mientras lágrimas se filtraban de sus ojos. La mano de Jessica agarró la suya. Su esposa quería que volviera. Pero, elegir ese camino era como el famoso poema, un factor desconocido. Ella entendió mejor su oscuridad, sabía que si volvía con la rubia estaría a salvo. Ella lo haría por su cuenta. La oscuridad le hizo señas como una vieja amiga. En ese momento, ella tenía su propia elección. Y que Dios la ayudara, no tenía fuerza para intentarlo de nuevo.
Abrió sus ojos.
Bajos murmullos y comentarios llegaron hasta sus oídos. Se quedó mirando al hombre que amaba y esperó que hablara.
—Te amo, Tiffany. Te quiero y quiero a nuestro bebé. Quiero a a los perros porque he llegado a amarlos también. También me di cuenta de lo que no quiero. No quiero vivir mi vida sin ti. No quiero estar sola nunca más. Y no quiero creer que no merezco tenerte. Y juro a Dios, que pasaré el resto de mi vida haciendo esto por ti.
Su labio inferior tembló.
La mano de Jessica apretó las suyas.
—¿La sigues amando?
Se ahogó con su respuesta.
—Me temo que no puedo hacerlo más.
Los ojos de Jessica ardían con una ferocidad que arrojaba chispas.
—Sí, puedes. Puedes hacerlo de nuevo, y otra y otra vez. Si la amas lo suficiente.
Su esposa dio un paso hacia abajo del micro y se dirigió hacia ella. El muro cuidadosamente construido se sacudió en sus cimientos.
—Siempre fuiste tú. Me has hecho sentirme completa de nuevo.
Y entonces, se arrodilló ante ella y puso sus manos contra su vientre.
—Mi bebé —susurró—. Tenía miedo de no tener nada que dar. Pero tengo. Y quiero dártelo todo a ti.
El muro tembló con una fuerza demoledora y se estrelló alrededor de ella.
Tiffany hizo su elección.
La levantó y entró en sus brazos. La rubia la mantuvo cerca, su boca en su oído, sus manos alrededor de su espalda, mientras susurraba su promesa de nunca herirla de nuevo. Una ronda de aplausos rompió el silencio, con gritos fuertes y choques de manos.
Jessica sonrió.
—Ya era hora de que entrarás en razón, hermana mayor.
Tae tomó a su hermana y la atrajo dentro del abrazo. Su cara reflejaba una ligereza y paz que Fany había vislumbrado antes, pero nunca había visto brillar.
—Espero que sepas que tengo la intención de ser madrina de este bebé.
Fany se rió.
—Dios nos ayude si es una niña. Irá vestida con ropa de cuero para bebé y llevará ropa interior explosiva.
—Y si es un niño, le enseñaré la manera apropiada de hacer feliz a una mujer.
Tae puso un beso en los labios de su esposa.
—Oh, tendrás ambos, Jess. Creo que voy a llevar a mi esposa a casa y comenzar a practicar en un segundo.
Los ojos de Tiffany se agrandaron.
—¿Un segundo? Primero tengo que superar las náuseas matutinas, el aumento de peso y el parto.
—Pan comido. Voy a estar allí durante todo el asunto.
—Sólo si vistes esa camiseta Rosada.
Tae sonrió.
—En realidad, he pensado en tus argumentos sobre el refugio. Puede que tengas razón. Quizás merecen otro voluntario .
Ella levantó sus ojos hacia el cielo.
—Gracias, Madre Tierra —susurró.
Tiffany tomó nota mentalmente para darle el libro de hechizos a Jessica. Algo le dijo que la vida de Jessica estaba a punto de cambiar. Y necesitaría toda la ayuda que pudiera conseguir.
Como si supiera lo que estaba pensando, Tae la besó.
—Vamos a casa.
Ella envolvió sus brazos alrededor de ella y le permitió conducirla de nuevo a la luz.
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