* * *POV Tiffany * * *

Tiffany no estaba dispuesta a esperar por sus metódicas explicaciones. Apostaba que una larga lista de excusas revoloteaba en la punta de su lengua. Taeyeon había estado furiosa y perdió el control. La privación del sueño la llevó a acercarse a ella y al diablo con las consecuencias. Ahora que la policía la había mojado con un balde de agua fría, habría dejado ir la idea y decidió que no iría en pro de los intereses de ambas el dormir la una con la otra. Después de todo, estaba en el contrato. Después de todo, este era un matrimonio de negocios.

Después de todo, esto no era real.

La neblina ual se disipó y la dejó con un persistente dolor sordo. Consideraba al policía como el Destino… su Madre Tierra finalmente interviniendo para echarle una mano.

—Tiffany…

—No. —Levantó una mano y Tae se quedó en silencio, esperando. Tiffany supo, en ese mismo momento, que tenía emociones muy peligrosas por Kim Taeyeon. Desordenados sentimientos de la vida real. Tomó la verdad como una dosis de amarga medicina y enfrentó el hecho con la cabeza en alto. Si ella dormía con la rubia, las cosas cambiarían para ella, y permanecerían iguales para la pequeña. Ella se enamoraría, y Tae pasaría un buen rato. Ella tendría el corazón roto al finalizar el año, y la rubia se alejaría sin mirar atrás. Otra pieza de información la golpeó como un knock-out en la cabeza.

Si Tae lo pedía, iría a la cama con ella.

Prácticamente se estremeció de la vergüenza. No tenía control sobre sus hormonas cuando ella la tocaba. Ni siquiera podía prometer que nunca consideraría la oportunidad en el futuro. Pero sabía una cosa… la única forma en la que iría a la cama con su esposa es si élla se lo rogaba. La quería loca por ella, ardiente y explosiva y tan cachonda que sólo un toque la empujaría por el borde. Como esta noche. Pero ya no quería más excusas por el mal humor, la falta de sueño o el alcohol. Quería o apasionado, fabuloso y sin rodeos con la cabeza de Tae clara y sus ojos en ella. Sin pensar en Nana. Y sin pensar en ponerle fin al celibato.

Necesitaba que la deseara sólo a ella.

Ese era el proverbial último clavo en el ataúd. Porque esta noche, ella todavía no estaba convencida de que Tae quisiera a su esposa en su cama.

Sin entusiasmo, se felicitó a sí misma por ser tan lógica como Tae. Si no podía dormir con ella, iba a tener que seguir alejándola y caminar la línea entre la amistad y el deseo. Estaba cansada de luchar. Así que en un giro, eligió la honestidad. Justo como un ponche caliente… la medicina bajaba mejor con un poco de licor.

—Tae, lo lamento. —Se empujó en toda su estatura y se envolvió a sí misma en una nube invisible de dignidad—. Me equivoqué al esconder esos perros de ti. Tendrás todo limpio y los llevaré de regreso al refugio en la mañana. Si ellos me necesitan de nuevo, te lo diré y estoy segura de que podremos resolverlo.

—Phany…

La peliroja continuó en una arremetida. 

—Y sobre lo que sucedió aquí. Está bien. Quedé atrapada en el momento al igual que tú, y he escuchado que la ira a veces se convierte en pasión, y enfrentémoslo, ambas estamos ualmente frustradas. Estos episodios están obligados a suceder. Y no quiero hablar de eso… estoy harta de hablar hasta la muerte de esta relación de negocios. Sólo se trata de dinero así que necesitamos apegarnos al contrato. ¿De acuerdo?

 * * * *  Pov Taeyeon * * * * 

Tae luchó por mantener la compostura ante el discurso de su esposa. La comezón entre sus omóplatos le advertía que ella ocultaba mucho más de lo que revelaba. Supo que este momento podría convertirse en un cuarto de dólar y no en una moneda de diez centavos si ella daba un paso lejos de su curso lógico trazado.

Alejó el persistente pensamiento y la observó. Mientras los días pasaban, se daba cuenta de que ella se había vuelto más hermosa para ella. La luz brillaba en sus ojos, en su sonrisa y en su mismo corazón. Sus diálogos abrían puertas que Tae creía que habían estado cerradas, pero el resultado era un extraño flujo de emociones con las que no se sentía cómoda… y nunca lo haría. Tiffany era una mujer que necesitaba una relación segura. Demonios, era una mujer que merecía una. La rubia  sólo podía darle o y amistad. No amor.

Tae había tomado la decisión hacía años atrás. El precio era demasiado alto.

De modo que Tae observó el frágil hilo entre ellas romperse de nuevo con una mezcla de emociones y demasiado maldito arrepentimiento.

Forzó un asentimiento y una ligera sonrisa. 

—Disculpa y explicación aceptadas. No más análisis.

Tiffany le devolvió la sonrisa pero sus ojos permanecieron distantes.         

—Bien. ¿Por qué no vas arriba mientras yo limpio?

—Te ayudaré.

—Prefiero hacerlo sola.

Tae se trasladó hacia las escaleras y estudió al pequeño perro negro  en la esquina. Un cuerpo pequeño y delgado. Rostro tierno . Los ojos caninos la miraron hacíando  eco de su pasado… montones de dolor y nadie con quien contar. Su pelaje  simple vista se veía que era suave pero se notaba que estaba sucio y poco cuidado. Definitivamente un solitario, como un pequeño niño en un orfanato arrojado en medio de lindos bebés pequeños. Probablemente atrapado tratando de robar comida. Probablemente sin familia o niños o vínculos. El perro permanecía en silencio al pie de las escaleras y la observaba subir.

Tae recordó el verano en que había encontrado a un viejo perro callejero en los bosques. El perro estaba muerto de hambre, con el pelaje grumoso y los ojos sin esperanzas. Tae lo había arrastrado a casa y no paró de ofrecerle comida y agua. Eventualmente lo cuidó hasta que se volvió saludable e hizo un amigo.

Se las había arreglado para esconderlo de su madre por un tiempo puesto que la casa era tan grande, y el ama de llaves aceptó mantener el secreto. Entonces un día cuando llegó a casa de la escuela y fue a buscarlo, notó que su padre había regresado de un viaje de las Islas Caimán. Supo inmediatamente que su perro no estaba ahí. Cuando confrontó a su padre, el Sr Kim  se echó a reír y le dio un empujón. “No hay perdedores en esta casa, camarada. Tal vez si consiguieras un perro real como un Pastor Alemán. Ese perro callejero no era bueno para nada y de hecho se cagó en la casa. Me deshice de él.”

El Sr Kim se había alejado, y Tae recordó la lección de nuevo. Nunca encariñarse. Élla había pensado en ese perro cada día durante años, y entonces finalmente lo bloqueó donde el pensamiento no pudiera molestarlo nunca más.

Hasta ahora.

Por segunda vez en la noche, Tae vaciló, deseando darle una oportunidad a algo pero demasiado temeroso de las consecuencias. Su corazón se movió de un tirón con nostalgia, inquietud y confusión. Luego les dio la espalda a su esposa y al  pequeño perro y cerró la puerta tras ella. 

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muy corto verdad pero el tema es que el tiempo no a sido nuestro aleado ultimamente intentamos mantener el ritmo pero no  lo estamos logrando .

K&M

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