Moonshine

Ficciones

—No me creyeron—ella fijó su vista en algún punto sobre sus hombros. Ninguno de los dos jóvenes quitó los ojos de la expresión de ensoñación en el rostro de la mujer a quien estaban entrevistando. El navío se balanceaba apenas en la quietud del agua. Los iluminaban la lámpara de la cabina de mando y la luz de la cámara de video. Más allá de los límites de cubierta, todo era oscuridad. No hacía viento y además de sus voces, había silencio. Durante algunos minutos, ella no dijo nada más. Contemplando la distancia, como buscando en medio del vacío. Hasta que uno de ellos interrumpió sus pensamientos con una pregunta.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado? —sus ojos lo miraron por un momento, para desviarse de nuevo hacia los recuerdos.

—Humm más o menos unos treinta años, yo acababa de cumplir veintiséis—volvió su vista de nuevo a la oscuridad que los rodeaba. Impaciente, quien sostenía la cámara urgió a la mujer a seguir.

— ¿Qué la hizo tomar una decisión como esa? Dejar todo por vivir en un barco… ¿no fue difícil?

— ¿Quieren escuchar toda la historia? ¿No preferirían que fuera al grano? —hablaba apenas lo justo. Por lo que decían los otros pescadores, habían esperado encontrarse con una mujer loca que estuviera más que contenta de hablarles de sus fantasías. Todo lo contrario, era como si midiera cuidadosamente sus palabras.

—Quisiéramos escucharla—se acomodó la cámara y revisó el micrófono, en espera de que ella comenzara a hablar de nuevo. El otro se preparó para tomar notas mientras intentaba no quitar la vista de la mujer.

—Bueno, para empezar, no era la primera vez que me subía a este trasto. Sólo necesitaba coraje y pasó algo que me dio la cantidad suficiente…

 

***

 

Taeyeon podía sentir las uñas enterrarse en la palma de su mano. Las orejas le ardían y sentía espasmos de ira recorrer sus músculos. En su boca el sabor metálico de la sangre manando de su lengua mordida mantenía una última dosis de cordura. Se imaginó saltándole al cuello, tirando de su escaso y cano cabello, o dejando caer sobre su rostro todo el peso de su cuerpo, en un puñetazo que le hiciera todo el daño posible. La sola satisfacción de aquella imagen ayudó a mantenerla a raya. Su padre parecía mucho más compuesto, de espaldas a ella. Aquello la molestó mucho más que si le hubiera gritado. No iba a detenerla y Taeyeon no estaba segura de esperar esa reacción. Quizá no le importaba, pensó. Había sido así desde la muerte de la abuela; era demasiado para él, también era demasiado para Taeyeon. El eje de la familia ya no estaba. Estaban solos. Lo miró un poco más, mientras freía en una sartén algo que Taeyeon tan sólo podía oler. Aceite quemado y algo picante le hicieron sentir ganas de vomitar.

—Me voy—dijo Taeyeon.

La muerte de su abuela había sido tan sólo el detonador. La abuela le había llenado la cabeza de historias, y Taeyeon las había convertido en ideales. Vivir en el agua, donde de todos modos había sido educada. Lejos del corporativo, de la ciudad; lejos de su padre. Los planes de su futuro que su padre preparó para ella desde que era pequeña no hacían sino amplificar en su mente los deseos de fuga. Se hubiera largado en cuanto tuvo dinero para vivir por sí misma (trabajaba en el corporativo de la familia desde que tenía quince años), ahora que la abuela no estaba, no había motivos para seguir las ambiciones de su padre. Cuando tuvo la edad, su padre se retiró y la dejó a cargo. Con veintiún años, Taeyeon estaba ya al mando del corporativo pesquero más grande del país. Su cuerpo resintió la presión menos que su mente. Su abuela era el refugio, el apoyo y la fuerza impulsadora; eso cuando estaba viva, pues su recuerdo no ofrecía un consuelo suficiente o un motivo para seguir. Él podía quedarse con su dinero y su empresa, Taeyeon se largaba. Calculó que el dinero que tenía podía durarle un par de años. Después podría arreglárselas. El antiguo barco pesquero de su bisabuelo seguía en un almacén que la abuela había pagado en secreto todos esos años. Aunque era muy viejo estaba en buen estado y Taeyeon pensaba usarlo como primera vía de escape.   

Esperaba que él quisiera detenerla. En el fondo, creía que si le daba un ultimátum, como el amago de irse, su padre cambiaría. Entendió con decepción que no iba a ser así. Esa misma noche metió sus cosas en las maletas más grandes que pudo encontrar, las arrastró hasta la puerta en donde la esperaba un taxi y, sin echar ni siquiera una última mirada a la casa, por temor a quedarse, se fue. El olor a aceite quemado y el humo inundaron la cocina en la que su inmóvil padre miraba la sartén cambiar de plata a negro, sin decir nada que pudiera detenerla.

***

 

—Me acuerdo cuánto tiempo pasó desde que le dije que me iba—Taeyeon hablaba con los ojos fijos todavía en un punto de la oscuridad en el agua. Los muchachos escuchaban la historia fingiendo conmoverse—. Cuarenta y tres minutos. Todo ese tiempo tuvo para detenerme.

—Entonces…—el chico del cuaderno dudó unos segundos— dejó todo el dinero y el poder por…

— ¿Por una vida mediocre? —Taeyeon completó con una risita. El chico se aclaró la garganta. —Vine aquí buscando paz, y si soy sincera, nuevas motivaciones. Cuando cada aspecto de tu vida está medido, aprendes a seguir el plan. La noche que dormí aquí por primera vez, no tenía más aspiraciones que el desayuno del día siguiente. Luego mi padre murió.

—Oh…

—El nombre en su testamento era el mío. Se había asegurado, aún muerto, que yo siguiera con lo que había planeado para mí. Solo que él no contaba con que la Taeyeon que se fue de su casa, y la Taeyeon que había vivido dos años sola en un barco pesquero eran personas muy diferentes.

— ¿Qué hizo entonces?

—La regalé. La vendí y doné el dinero. Era libre —eso transformó los rostros de los chicos en expresiones de incredulidad. Taeyeon parecía divertida con sus reacciones, pero no continuo. Una vez más, uno de ellos incentivó la charla.

— ¿Cuándo fue la primera vez?—Taeyeon sonrió abiertamente.

—Estaba esperando que lo preguntaran—se sacó un cigarrillo de la bolsa de su chaqueta y lo encendió. Después de unas cuantas fumadas, continuó—. La vi la primera noche que estuve aquí. Al menos ahora creo que era ella.

***

 

Una botella vacía rodó hacia un costado de la mesa, ligeramente inclinada. La luz amarillenta de la lámpara de gas no iluminaba mucho más que los límites de la mesa misma. Esa iluminación ambientaba los pensamientos en la mente de Taeyeon. Sentía su mente expandirse hacia el espacio marino y oscuro, más consciente de sí misma que nunca. El alcohol adormecía su cuerpo pero no hacía lo mismo con su cabeza. Estaba dolida por lo de su padre y extrañaba que su abuela la aconsejara, aún más, que actuara de elemento conciliador. Sentía ganas de volver a la seguridad de lo conocido. Antes había estado en ese mismo barco, de niña. Recordaba haber disfrutado su tiempo ahí, con los abuelos. Por eso ahora que estaba sola, en medio del mar y con ese silencio que le oprimía el pecho, incluso encontraba razonable aguantar la responsabilidad de dirigir la empresa de su padre. Ahí en ese barco de memorias, una muy borracha Taeyeon cuya cabeza se columpiaba inestable sobre su cuello y cuyos ojos entreabiertos pesaban acompañando una mente que al fin se callaba, hubiera podido ignorar perfectamente la súbita inquietud de las aguas que la rodeaban de no ser por el sonido claro y, en medio de aquel silencio, casi estridente de unos rasguños en alguna parte del casco. Aquel sonido fue una alarma que, efectiva, se abrió paso entre las nubes negras tras sus ojos. La impresión le bajó unos niveles a su borrachera, pero su cuerpo inestable apenas se hizo camino hacia el armario en donde había visto a su abuelo colocar un juego de cuchillos en el más alto estante. Deseó que el estuche de piel en donde los guardaba siguiera allí, mientras aguzaba el oído por si distinguía algún sonido que viniera de la cubierta. No había ningún cuchillo en el último estante, pero sí había una brújula rota y algo peludo que imaginó era una rata. Ignoró el sobresalto que la rata le hubiera causado en un momento más normal y tomando lámpara de aceite con una mano, y con la otra asiendo fuertemente el cuello de la botella sobre la mesa, salió a cubierta con menos valor del que hubiera querido reunir. La poca luz de su lamparilla era una desventaja considerable, pero encender las luces, como estaba deseando ahora mismo, le tomaría tiempo y alertaría al intruso. Cuando escuchó de nuevo el mismo sonido, comprobó con alivio que el sonido no provenía de cubierta ni de dentro del barco. Debido a la profundidad de la zona en la que estaba, pocas cosas podían provocar ese sonido: peces o, peor, personas con intenciones dudosamente buenas. Mientras se debatía entre encender las luces o no, otro sonido, todavía más fuerte, se oyó justo frente a ella. Al diablo, si iba a ser asaltada por lo menos quería que fuera en un barco completamente iluminado. Se apresuró a encender todas las luces, su arma improvisada seguía agarrada fuertemente en su mano, también se prometió a sí misma comprar el sistema de iluminación más poderoso permitido y una buena colección de cuchillos, una pistola no estaría mal. Por los siguientes minutos, un silencio agónico volvió a rodear el barco. Con todo el barco iluminado, y algunos metros a la redonda, podía distinguir la superficie del agua, vacía en todas direcciones. La sobriedad le latía en ambas sienes, igual que la sangre en cada uno de sus tensos músculos. Otra ventaja de la mejor iluminación, era que ahora podía distinguir perfectamente un bastón metálico reclinado en una esquina de la cabina, el de su abuelo, supuso, olvidado ahí hacía quien sabe cuánto tiempo. Salió con sus dos armas y se dedicó a caminar por los límites de la cubierta en busca de la causa del susto. Aquella fue una búsqueda infructuosa, o eso creyó, hasta que un nuevo sonido de algo rasguñando el exterior del barco y un chapoteo a sus espaldas, hicieran que apretara con más fuerza de la necesaria el cuello de la botella, que cedió en su mano. Lo único que alcanzó a ver, fue la aleta caudal más grande que jamás había visto sumergirse en el agua para perderse en la impenetrable oscuridad del mar.

***

 

—Esa noche apenas dormí, estaba asustada. Mi huida de casa, el pez enorme, además de tener que pensar en lo que quería para mi futuro—Taeyeon siguió contando rodando el cilindro que se consumía entre sus dedos—. Lo primero que hice fue ocuparme de equipar el barco.

— ¿Fue entonces cuando comenzó a dedicarse a la pesca?

— Podría decirse… vivía aquí, me pareció la consecuencia obvia.

— Aquel pescador…

—Ah, él, Joon. Tampoco me creyeron entonces, luego de un tiempo, dejé de contar lo que había pasado para decirles lo que ellos querían escuchar.

— ¿Tenía una relación especial con… Joon? —los ojos de Taeyeon, que la mayor parte del tiempo vagaban en la distancia, se clavaron en él.

—No diría especial

—La historia oficial dice que al señor Joonhyun Park lo atacó un tiburón mientras estaba en compañía suya y que no pudieron encontrar más que restos de su ropa y sus zapatos. En los periódicos se escribió que usted estaba en estado de shock, con la ropa llena de sangre del señor Park cuando llegó a tierra para reportar lo que había sucedido. Usted misma confirmó la historia cuando fue dada de alta del hospital, días después. La misma historia se publicó en todos los periódicos del país. Cito “Pescador es devorado por tiburón”, eso rezaban los encabezados—buscó en Taeyeon una señal para seguir, ella lo miraba y asintió con la cabeza. Él siguió—. No hay constancia documental de que los hechos hayan ocurrido de otro modo, y no hubo entrevistas de los pescadores en ningún medio. Cuando nos entrevistamos con algunos de ellos, mencionaron que la mañana del 19 de septiembre de 2012, usted llegó visiblemente alterada al restaurante “El pelícano”, punto de reunión de los pescadores locales, alegando que a Joonhyun Park lo había atacado una criatura que, por la descripción que dio, no se parecía a nada que hubieran visto ¿es así?

—Sí—dijo Taeyeon simplemente.

—Días después usted declararía que lo que atacara al señor Park, había sido un tiburón y que la impresión de presenciar aquello había deformado su percepción de la realidad ¿fue así?

—Sí.

— ¿Podría contarnos lo que sucedió ese miércoles por la mañana? —se hizo silencio. Los muchachos se miraron nerviosamente. La noche estaba refrescando y el viento que habían echado de menos, soplaba ahora levemente. Los dedos que sostenían la cámara se entumecieron. En medio del mar desierto y oscuro, el barco era un punto rojo y azul.

— Joon fue de gran ayuda, me enseñó todo lo que necesité. En cambio le ofrecí amistad, algo que yo necesitaba mucho más que él. Durante ese tiempo, me había ocupado en aprender a pescar, y estaba considerando hacerlo mi socio. Pasaron unos meses sin que volviera a ver aquel pez enorme que me había asustado la primera noche. Joon se ofreció a enseñarme, era el más joven de los pescadores, su barco era de su padre y mucho más grande que el mío. Después me enteré que era uno de los principales proveedores de la empresa de mi padre, quien por entonces no había muerto. Los demás pescadores me veían como una amenaza, una intrusión mandada por mi padre. Así que Joon fue el único que se portó amigable conmigo. Esa mañana nos reunimos temprano en el muelle y luego vinimos aquí en mi barco. Joon quería mostrarme un lugar en donde a menudo pescaba. No había viento, pero hacía algo de frío.

***

 

El líquido caliente entre sus manos ofrecía un alivio mínimo al frío que le entumecía las orejas. Taeyeon y Joon estaban en medio del mar, mucho más adentro de lo que habían estado. Taeyeon esperaba que Joon preparara las redes. Habían tomado un desayuno simple en el barco y ella anticipaba un buen día de pesca en el lugar que Joon había descrito como uno de los mejores. Estaba tan concentrada en calentar sus dedos con la taza caliente, que no escuchó a Joon acercarse. Un brazo fuerte la asió por los hombros y la giró sobre sí misma. Lo siguiente que vio, fue la cara de Joon acercarse peligrosamente a su propia cara. La taza cayó de sus manos y rodó, desparramando el líquido caliente sobre la cubierta. Su mano ahora libre, impactó con fuerza la cara de Joon. Ambos estaban sorprendidos. De pronto, la distancia entre ambos había aumentado.

— ¿Qué haces? —preguntó Taeyeon. Joon la miraba con ojos fríos.

— Eres muy bonita, Taeyeon—su expresión cambió y extendió los brazos hacia ella en modo de súplica. Pero en sus ojos había algo que hizo que Taeyeon se tensara—. Me gustas, siempre me has gustado.

— ¡Eres mi amigo!

—Sé que sientes algo por mí ¡Puedo sentirlo! Juntos podríamos hacer nuestro propio negocio, si nos casamos.

— ¿Qué…?

—No creerás que te ayudé por nada—se acercaba a Taeyeon y ella podía sentir la amenaza en su voz desesperada—. Sé que lo quieres también.

— Joon, detente—sujetó a Taeyeon por los brazos—. Estás lastimándome, Joon ¡Para!

— ¡Cállate! —una bofetada— ¡Harás lo que diga! Luego vamos a casarnos, sabes que es lo mejor para ti.

—Joon, por favor, déjame—intentaba besarla. Los pelillos cortos de su barba le picaban y sus dedos se hundían en sus brazos. Estaba segura de que no iba a poder zafarse de Joon. Su cuerpo se relajó involuntariamente, podía probar sangre en su boca debido a la bofetada de antes. Joon se forzaba sobre ella, estaban solos. Nadie podía ayudarla. Una mano de Joon bajaba el cierre de su chamarra mientras la otra entraba por debajo de su blusa.

— ¡Ahhh! —la presencia de Joon se retiró de su cuerpo en un segundo. Taeyeon alcanzó a ver a Joon, volando sobre su cabeza y aterrizando en el agua. En medio de una espiral de agua roja. Joon gritaba histéricamente. No duró mucho. Su cabeza, congelada para siempre en un grito de horror, se hundió en el agua salada.

Taeyeon no fue capaz de proferir sonido alguno. Ni siquiera cuando su salvadora trepó por el casco del barco. El rojo contrastaba con el blanco imposible de aquella piel. Los ojos oscuros la sondeaban. Los rasgos delicados creaban un conflicto en su mente. El cabello largo y oscuro escurría agua rojiza sobre la cubierta ¿Cómo algo tan hermoso podría ser capaz de hacer algo tan atroz? También estaba el hecho de que aquella criatura la había salvado. Un rápido escaneo visual le permitió identificar la aleta caudal que había adjudicado a un pez de talla grande aquella primera noche que pasó en el barco. Tan pronto como había aparecido, la criatura desapareció por la borda, hundiéndose en la sangre que comenzaba a disiparse en la superficie del agua. Una bota hecha jirones flotaba solitaria en el agua rojiza. Taeyeon echó a andar el motor con la adrenalina llenando su cuerpo, cualquier grito que hubiera podido proferir, atorado en su garganta. Nadie había creído su historia, por más que la repitiera en el restaurante, en la ambulancia que la llevó al hospital, frente a los policías, ni cuando murió en su garganta cuando la sedaron. Lo que había visto era un tiburón, eso fue lo que repitió después, una vez que entendió que nadie creería la otra historia.

 

***

 

—Una sirena—concluyó quien sostenía la cámara.

—Una sirena—confirmó Taeyeon—. Ni siquiera yo lo creía. Es el shock, me dije, estás en shock porque acabas de presenciar la muerte de una persona. La impresión irá apagándose y entonces vas a recordar que un tiburón saltó del mar, los sorprendió y se llevó a Joon.

— ¿Volvió a verla? Luego del incidente ¿no tenía miedo de encontrarse con ella?

— Estaba aterrorizada de volver a navegar, casi regresé con mi padre. Al mismo tiempo, estaba intrigada ¿Realmente era la impresión? Por más que intentaba asociar el suceso con un tiburón, era ella lo que mi mente evocaba. No podía sacar su imagen de mi cabeza.

***

 

“Joon está allá abajo”, pensó Taeyeon, escudriñando el agua, como si de un momento a otro, una mano fuera a surgir de ella. Las imágenes la golpearon como fantasmas que revivían ante sus ojos. Miró a su alrededor, su cuerpo se preparaba para una repetición del suceso. Su corazón latía fuerte y sentía las yemas de los dedos adormecidas. No sabía muy bien qué había venido a buscar, certeza quizá, de que la imagen de ella en su mente fuera producto de la adrenalina. Con esos pensamientos se durmió esa noche.

Los días se sucedieron sin acontecimientos emocionantes, Taeyeon ponía en práctica lo aprendido de Joon, luego contaba mentalmente el dinero que quedaba, que se reducía lenta, pero constantemente. Las noches transcurrían tranquilas, Taeyeon anclaba en el muelle y dormía en un apartamento que había rentado, tenía miedo de estar sola en la oscuridad del mar. Su padre dejó de pedirle que volviese, los pescadores dejaron de interesarse en lo que hacía y ella era capaz de ver el pescado con la competencia de la empresa familiar. Finalmente las cosas estaban en su lugar.

Sucedió que, una madrugada, Taeyeon dormitaba sobre cubierta luego de colocar las redes. Unos audífonos ahogaban el ruido exterior. Se concentró en la música en sus oídos y se olvidó del mundo. En algún punto en sus ensoñaciones, sintió el barco balancearse sobre el agua, se dijo que los peces estarían entrando en la red y aquello atraía a algunos más grandes. Adormecida como estaba, no consideró otras opciones. ¿No había pasado mucho tiempo sin que ocurriera nada? Meses, sin que la criatura que, ahora estaba convencida, había imaginado, se apareciera. Era un día cálido, soplaba una suave brisa que le revolvía el cabello y la música la mantenía en un estado de calma. Nuevamente, el barco se sacudió, “tengo que revisar las redes”, pensó saliendo por un momento de su ensueño, pero no se movió. Se quedó un rato más, columpiándose sobre esa silla que recargaba en la cabina, con las patas delanteras en el aire mientras el respaldo se apoyaba en el muro metálico. Hacía un clima espléndido, podría bucear, quizá. La cubierta vibró bajo sus pies. Por un momento no reaccionó, luego abrió los ojos de golpe. Ante ella, la criatura. Piel blanca, ojos y cabello oscuro, chorreando agua en la cubierta, mirando a Taeyeon atentamente. Sus ojos bajaron para corroborar lo que ya sabía, no había pies, sino una aleta; escamas que se fusionaban a la altura de la cintura con un torso desnudo y terso. Al final de su brazos, membranas entre cada falange terminada en una punta, aguda, filosa. Taeyeon no se atrevía a moverse o respirar. Devolvió la mirada, atónita, la sirena no le quitaba los ojos de encima; miraba sus ojos, su ropa, los audífonos en sus orejas y de nuevo sus ojos. Un último vistazo a sus orejas y se había ido.

La conmoción le duró días, pero no le fueron suficientes para superar la impresión de haberla visto de nuevo. No volvió durante algún tiempo, dando vueltas en su departamento, buscando documentación sobre sirenas, la perdición del hombre. La belleza que usaban para hechizarlos y luego llevárselos, sumergidos para siempre en el mar. En otras historias, las menos tranquilizadoras, los devoraban. Los atrapaban con su canto para que no ofrecieran resistencia. Sin embargo, la había salvado de Joon, y no se lo había comido. ¿Le ocurriría lo mismo a Taeyeon? También intentó hablar de ello con algunos de los pescadores, los que sí hablaban con ella. No, nunca vieron nada extraño, no, claro que nunca se habían visto sirenas. Esa obsesión convirtió a Taeyeon en el blanco de los chismes y comidilla de todos. Su historia inicial de que a Joon se lo había llevado un monstruo resurgió, a Taeyeon la tildaban de loca. La loca de las sirenas. Terminó por hacerse de un equipo de video profesional. Determinada a hacerse de la evidencia necesaria volvió a navegar, aquel lugar en donde Joon había desaparecido. Esperó, al día numero treinta y dos, comenzó a dudar de su cordura. Se resignó y se reclinó en la silla. La cámara olvidada a sus pies, la música de sus audífonos combatía el aburrimiento. El suave movimiento del agua movía el barco. No la escuchó cuando subió a cubierta, tan sólo la vio subir por un lado, como en cámara lenta. Con la misma lentitud, alcanzó la cámara y la dirigió a la criatura.  El aparato salió volando, después de recibir un manotazo. Luego la miró de nuevo, con la misma insistencia que la última vez, observando detenidamente los objetos en sus orejas. Esta vez estaba más cerca. Sus dedos membranosos alcanzaron una bocina de los audífonos y también salieron volando. Cayeron en el otro extremo de la cubierta, junto con su celular. Entonces Taeyeon escuchó el canto y se supo perdida.

Raras veces hablaban, se comunicaban a base de señas. Lo primero que le dijo a Taeyeon, fue su nombre, Stephanie. A decir verdad, Taeyeon no podía pensar claramente siempre que ella estaba cerca. Qué importaba. Con ella era todo maravilloso, era tan hermosa, tan grácil y encontraba a Taeyeon sumamente interesante. Todo lo que Taeyeon poseía en ese barco le parecía interesante, excepto los audífonos, que Taeyeon dejó de usar por miedo a que ella no volviera. Siempre que la visitaba, la pesca era más que buena. Toda clase de peces y diversos animales marinos invadían el barco. Pasaba horas devolviendo peces y despegando estrellas de mar de la cubierta. El olor, era otro asunto, Taeyeon creía oler siempre a agua salada, pero ella no olía a nada que hubiera percibido nunca. Era una esencia que le embotaba el cerebro y le ponía la carne de gallina. Las visitas eran cada vez más frecuentes, hasta que Taeyeon dejó de dormir en tierra.

***

 

— ¿Sigue visitándola?

—Siempre está cerca—aplastó la cuarta colilla en el cenicero frente a ellos—. Están de suerte, chicos.

El silencio fue perforado por un murmullo melódico. El barco se sacudía ahora violentamente. Enseguida se sintieron rodeados.

— ¿Saben? Pocas cosas se obtienen gratis— gritó Taeyeon por sobre el sonido atronador—. ¡Saluden a mi familia!

Estaban por todos lados, en el agua, en la cubierta, acercándose. El sonido les perforaba los oídos, lejos de ser hermoso, era un chillido que helaba la sangre. Todas ellas sonreían. Hermosas y letales. Una de ellas les arrebató la cámara.

—Llegaron muy lejos, tengo que reconocerlo—dijo Taeyeon. Una de ellas la abrazaba por el cuello y los miraba, amenazante por sobre uno de sus hombros—. Obtuvieron su historia y ahora, tienen que pagar el precio. Cada vez es más difícil alimentar una familia tan numerosa como la mía. Sepan que sus muertes servirán a un propósito mayor.


 

NOTAS:

Me tomé muchas libertades al crear a la sirena en esta historia.

No sé nada de barcos ni de pesca y lo escrito aquí se basa en una investigación de lo más superficial sobre el tema ( o sea, wikipedia).

La cabina es en realidad llamada castillo.

Ah, el romance.

 

Pasa saber más

https://www.ucm.es/data/cont/docs/621-2013-11-13-LasSirenas.pdf

 

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Comments

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sonelf1509
#1
Chapter 20: Oye, escribes muy bien! Acabado de leerme todos los oneshots y de verdad, todos todos me encantaron!!! Ya quiero leer otro!! no has considerado escribir un fanfic? me encantaría leer algo más largo tuyo!!! :D
saramarmota #2
Chapter 19: jajajajaja que lindo
-taesandara-
#3
Chapter 19: Jaja hermoso! :')
LlamaAmerica #4
Chapter 19: Jajajaja juela esto esta interesante!
LlamaAmerica #5
Chapter 18: Hay Mi TaeNy :c
TaeNy0204 #6
Chapter 17: El link que pusiste en este capitulo no se puede abrir :'(, GENIAL ESTE CAP
yoonyulfan2 #7
Chapter 16: The National ! Muy buena canción, y con taeny mucho mejor, me encanta siempre leer tus ficcs , saludos
scoott #8
Chapter 16: Subidas y bajadas.. Me encanta que al final de todo sus caminos vuelen a unirse.. Saludos ^^
anikpoper #9
Chapter 15: eso fue EXPECTACULAR, GENIAL Y PERFECTO
escritora-nim mi total respeto
-taesandara-
#10
Chapter 15: Wow eso fue interesante y al final Tae si vio a Fany :3