Las separa un abismo. El campo de batalla ha sido declarado una zona neutral. No hay palabras, ningún proyectil será disparado. No mientras las respiraciones bajan de a poco en su agitación y la euforia del éxtasis sigue ahí, como una luz roja, un indicio. Hay cicatrices en los ambos cuerpos y los miembros lánguidos no se tocan. El sudor que se seca de a poco en su piel la hace sentir vulnerable, sus sentidos, lejos de estar adormecidos por el descenso, están alertas, crudos y receptores del mínimo estímulo. Taeyeon tiene los ojos cerrados. Puede sentir el calor del cuerpo de Stephanie a su lado. Sin mirarla sabe que tiene las manos sobre su abdomen desnudo y que sus piernas están estiradas y derechas; escucha su respiración aún agitada y percibe el olor de su carne húmeda. Siente la boca seca y sabe que Stephanie va a dormirse en cualquier momento, como siempre lo hace. Se imagina a sí misma mirándola deslizarse hacia la inconciencia y después intentando distinguir en el piso la ropa de la que se deshizo antes, con su celular como la única fuente de luz; se imagina que no hará ningún ruido cuando cierre la puerta con sumo cuidado y se levante el cuello de la chamarra para cubrirse el frío de la madrugada. Sin embargo, no se mueve y Stephanie no está durmiendo. Ahora mira el techo familiar de la habitación de Stephanie. Todavía siente en la piel su toque y el sudor le hace arder los rasguños recién adquiridos. Una lima de uñas, Stephanie podría usar una. Dibuja en su mente las marcas que sus mordidas de venganza seguramente han dejado en la piel de la otra. No puede evitar sonreir. Stephanie se mueve a su lado y Taeyeon se sabe observada. El abismo sigue sin ser cruzado. Tienta el piso de su lado de la cama en busca de la almohada y una vez que se hace con ella, acomoda bajo su cabeza. Ya que ha descendido por completo y todos sus músculos se han convertido en gelatina, el sueño es una fuerza difícil de combatir.

Hace unas horas estaban haciendo cualquier otra cosa. En la calle, ante los ojos de todos, Taeyeon miraba a Stephanie pensando que podría tomarla en frente de todos y no le importaría que vieran. Stephanie le devolvía las miradas predatorias con el mismo ánimo carnal. Nadie más que Stephanie parecía notar la intensidad en los ojos de Taeyeon. ¿Sospecharían sus amigos las citas regulares entre las que creían eran solo amigas? ¿Siquiera le importaba a Taeyeon que el mundo supiera que compartían un vínculo que les era exclusivo a las dos? Decidió que no y dejó que sus ojos le comunicaran a Stephanie la siguiente actividad que, en privado, llevarían a cabo en el dormitorio. Todo eso volvió a la mente de Taeyeon mientras fingia no sentir cómo los ojos de Stephanie la taladraban con preguntas no dichas.

Fuera de esa habitación habían títulos, pero dentro de ese cuarto todas esas palabras perdían significado. Eso se decía Taeyeon siempre que sentíal a urgencia de imponer un contrato entre ellas. Se decía que no era necesario nombrar algo que no podía expresarse en palabras sino con acciones. Mientras besaba a Stephanie se recordaba que no era necesario poseerla más alla de esa cama.

Comenzó a enfriarse. Los ojos de Stephanie la mantenían consciente. El abismo, intacto, mantenía también el silencio. La resolución de dormir en su propia cama borró de su mente los cuestionamientos. A punto de levantarse, fue detenida por un brazo rodeando su cintura, Stephanie había hecho desaparecer el abismo. En esa cama, desprovistas de ropa, solo eran Taeyeon y Stephanie.