Ellas

Ficciones

“En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad”

Espantapájaros 8 - Oliverio Girondo

 

No hablaba con ellas en público. Se cuidaba de responderles si había alguien más presente. Nadie más podía verlas y a menudo, deseaba que ella tampoco. Su departamento era un desfile de personalidades, y el que fueran tantas propiciaba situaciones a menudo catastróficas. Cuando era pequeña, la metían en problemas constantemente y gracias a ellas había tenido que ir a terapia durante varios años. Las había de lo más viles y le hacían avergonzarse de sí misma, fluctuaban en sus apariciones y desapariciones; iban y venían como sus estados de ánimo. Su origen le causaba curiosidad, una que no podía satisfacer por falta de fuentes adecuadas. Cuando el terapeuta comenzó a considerar la esquizofrenia, Taeyeon fingió que no podía verlas más y logró hacerlas pasar por amigos imaginarios. Aprendió a ocultar la peculiaridad de sus eternas acompañantes y a aceptar que, si bien no se sentía una persona loca, tenía que vivir con que sólo ella podía verlas y escucharlas. Había veces que verse a sí misma en sus duplicados le producía una extraña sensación de desdoblamiento. El número fluctuaba tanto como sus modos de comportarse. Taeyeon no conocía el silencio.

 

Conseguir trabajo había sido bastante problemático. Su último trabajo era como encargada de una librería que vendía, en su mayoría, libros de segunda mano; había probado trabajos distintos de ese, sólo para darse cuenta de que la aparición de sus personalidades le hacía muy difícil concentrarse, aun cuando se había acostumbrado. Como el lugar nunca estaba atestado, Taeyeon se encontraba en libertad de conversar con sus personalidades sin miedo de parecer loca ante los ojos de nadie y además tenía a su disposición una buena cantidad de material de lectura para distraerse.

—Esta es una buena novela de acción—oyó decir a una de ellas. Era como si hubieran sucumbido al silencio y al aburrimiento, porque siempre que estaba ahí, había muchas menos que de costumbre— ¿La has leído?

—Todavía no—Taeyeon tenía las narices metidas en un libro sobre jardinería.

— ¿Piensas plantar algo? — le preguntó.

—Algo así—se había puesto como meta, si no leer todos, por lo menos un tercio de los miles de libros que tenían en la librería y aquel de jardinería tenía ilustraciones en forma de diagramas muy atractivos sobre toda clase de plantas.

—Qué callado está hoy—comentó otra.

—Es hora de almorzar—dijo Taeyeon, poniendo un post-it amarillo para marcar en dónde se había quedado en el libro.

— ¿A dónde vamos? —ya la esperaban en la puerta.

— Me apetece algo dulce— respondió Taeyeon. Había varios clientes sentados a las gastadas mesas del café a donde solía ir para beber chocolate y acompañarlo con pan casero. Era uno de los pocos que quedaban que no pertenecían a ninguna franquicia famosa, no había WI-FI y la gente no tenía los ojos eternamente pegados a la pantalla de su celular. Estaba ocupado mayormente por personas entradas en años, que iban ahí a leer y relajarse .

—Huele magnífico—una de ellas olisqueó la galleta suave que Taeyeon llevaba en la mano.

Si de sus personalidades se trataba, Taeyeon simplemente no lo tenía claro ¿Estaban vivas sus personalidades? ¿Era ella la única que podía verlas o había otras personas que también tenían que soportar aquella extraña carga? Como no tenía fuentes de investigación más que volúmenes médicos sobre psicopatologías y tumores que causaban alucinaciones, Taeyeon dejó de cuestionar la naturaleza de su condición. El ruido de sus voces sacó a Taeyeon de su ensimismamiento con el chocolate caliente. Estaban hablando de algo que les gustaba o más precisamente, alguien, a juzgar por los comentarios.

—Oh, ¡qué bonita! —decía una y todas asentían.

— ¡Pregúntale cómo se llama!

— ¡Dile que es muy bonita!

— ¡Rápido! ¡Antes de que se vaya!

— ¡Invítala a salir!

Antes de que Taeyeon pudiera ver a la extraña, había salido por la puerta de café y se hallaba atravesando la calle.

— ¡Se ha ido!

— Qué lástima

— Es un excelente espécimen, idóneo para la reproducción—eso hizo que Taeyeon escupiera el trago de chocolate caliente que acababa de tomar.

 

Desde el encuentro con la mujer. Sus personalidades eran más bulliciosas que nunca y Taeyeon no escuchaba nada que no fuera acerca de la mujer. Si lograba dormir era porque había dominado el arte de ignorarlas, pero de día la situación era casi insostenible. Le rogaban que fuera al café para ver si encontraban ahí a la "mujer hermosa", como se referían a ella. Todas se encontraban obsesionadas con ella y no dejaban de pedirle que fuera. Cuando finalmente iba y no la encontraban, no dejaban de manifestar su decepción. Unas semanas después de que sus días estuvieran llenos de una mujer que ni siquiera conocía y en la que no tenía interés alguno, Taeyeon estaba a un quejido de su punto de quiebre.

 

Caminó cansinamente, escuchando murmullos de excitación hacia el café, en busca de la mujer. Esperaba encontrarla y satisfacer la curiosidad de sus personalidades. A Taeyeon le gustaba pensar que, si les gustaba lo suficiente, se quedarían con ella. Imaginándose lo genial que sería que se hubieran ido, Taeyeon no notó que los murmullos de excitación fueron reemplazados por un bullicio festivo. La mujer estaba ahí y todas ellas la rodeaban, pidiendo a Taeyeon que hablase con ella.

— ¿Hola? —la mujer se dirigía a Taeyeon. Sin querer, la había estado mirando fijamente, aun contemplando la idea de que sus personalidades se quedaran con ella.

—Emmm…Hola—se miraron por unos minutos, sin decirse nada, la atmósfera enrarecida creciendo y las personalidades sugiriendo temas de conversación y lugares para la cita perfecta.

— ¿Si?

— Ah… yo— su mente se quedó en blanco, de pronto nerviosa ante la mirada inquisitiva de la mujer—. Me llamo Taeyeon.

—Oh, qué bien—la mujer la miraba perpleja, sin tener idea de lo que quería de ella. Ni siquiera Taeyeon sabía qué quería de ella. Ciertamente no podría hablarle de su problema con sus personalidades.

—Ammm¿cómotellamas?Te-te gustaríato-tomar algo?Esdecirteviaquíelotrodíay-ypenséquepodría invitarteu-u-uncaféo-oalgo—balbuceó en una sola oración, sin apenas respirar y, a juzgar por la cara de la mujer, demasiado rápido.

— ¿Qué?

— Lo siento, lo siento. Olvídalo, discúlpame—y salió lo más rápido que pudo, ignorando las quejas.

 

 

— ¡Lo arruinaste! —una personalidad lloriqueaba, interrumpiendo la lectura de Taeyeon. Había sentido tanta vergüenza que no había vuelto al café, pese a que todas pedían las veinticuatro horas del día que volviera para buscar a la mujer y se disculpara por su torpeza. Sus instintos asesinos se encontraban listos para saltar al cuello de cualquiera de ellas. El revuelo por la mujer y la metida de pata de Taeyeon fueron apagándose poco a poco, hasta que se redujeron a comentarios sobre lo lamentable que era no poder ver a la mujer. Eventualmente, Taeyeon fue capaz de olvidarse del asunto y seguir con su rutina, hasta el día en que tuvo que subir al autobús. Su amiga, Yuri,  la había invitado a comer en su casa, pues quería presentarle a alguien. Hacía tanto que no se veían, que Taeyeon aceptó, sin tomar en cuenta que tendría que tomar el autobús. Para ir a su trabajo, Taeyeon podía caminar, pues estaba a unas cuantas cuadras; sin embargo, la casa de su amiga se hallaba en una zona opuesta de la ciudad.

—Odio los buses—escuchó decir a una de ellas. Taeyeon se hallaba sentada en un asiento inmediato a la salida. Si los demás pasajeros pudieran ver lo que veía ella, se hubiesen sentido claustrofóbicos en un bus lleno de las personalidades de Taeyeon. No estaban armando demasiado jaleo y estaba disfrutando el escenario por la ventana cuando de pronto, el parloteo común de sus personalidades se convirtió en zumbido alto.

— ¿Taeyeon? —casi se lastimó el cuello cuando giró súbitamente la cabeza. La mujer del café estaba ahí parada, mirándola. De todos los autobuses del mundo ¿Por qué tenía que subirse en el mismo que ella?— ¿Puedo sentarme?

Todos los lugares en el autobús estaban ocupados, salvo el lugar a su lado. Se movió hacía la ventana y se cuidó de no rozar a la mujer. El recuerdo del incidente en el café volvió a su memoria y sintió calentarse sus orejas a causa de la vergüenza. Miró hacia la ventana, esperando que sus mejillas no equipararan en color a sus orejas ¿Por qué de pronto hacía tanto calor? Afuera helaba y la gruesa chaqueta que Taeyeon llevaba puesta, comenzaba a sentirse como una prisión. Su pie se movía, como una mínima válvula de escape a la ansiedad, haciendo que todo su cuerpo se agitara. Las voces de sus personalidades constituían un zumbido de lo más molesto y cuyo volumen era difícil de ignorar. Todo eso puso nerviosa a Taeyeon.

— ¿Te sientes bien? —preguntó la mujer. Taeyeon, que aun miraba por la ventana, la miró fugazmente y asintió con la cabeza. Las voces de sus personalidades, aceleradas por la emoción de encontrar a la mujer, adquirieron tonos chillones y aumentaron en volumen. Todas se habían agolpado a su alrededor, y escuchaba sus voces desde todas direcciones en ese lugar cerrado. No sólo tenía vívida en cada fibra de su cuerpo la vergüenza que había sentido aquel día, sino que sus personalidades hacían imposible que entablara una conversación en la que no metiera la pata de nuevo o que siquiera profiriera una oración coherente— Estás sudando profusamente

— ¡Oh!, no es nada —Taeyeon estaba intentando ser cortante y cortés al mismo tiempo.

—Ok…—visiblemente incómoda, la mujer dirigió su mirada a su alrededor, seguramente en busca de otro asiento. Taeyeon calculó la distancia que faltaba para llegar a la casa de su amiga. Prefería caminar lo que le quedaba antes que sentarse ahí, escuchándolas y en ese estado de ansiedad que le deshacía los nervios. Se maldijo por comportarse de un modo tan ridículo, culpó a sus personalidades y su obsesión con la mujer como fuente de ansiedad. Cuando no pudo tolerar más, ni a sus personalidades, ni al modo en que ella misma se sentía, decidió bajarse. Podía esperar que pasara otro autobús que la llevara a casa de Yuri.

—Aquí me bajo—ni siquiera le pidió que se moviera para salir el asiento. Trepó por el respaldo hacía los escalones de salida y tocó el timbre. El chofer manifestó claramente su disgusto por elegir un lugar no designado para bajarse, pero detuvo el autobús y Taeyeon se sintió mucho mejor con el aire frío en su cara.

 

Ellas le alteraban los nervios. No paraban de hablar. Sus voces juntas eran un sonido irritante y creciente ¿Sería asesinato si las desapareciera? Podía tocarlas, y ellas sentían hambre, calor, miedo ¿Podría hacerles daño? ¿Se sentiría culpable si se deshiciera de ellas? ¿Le harían falta?

— ¿Taeyeon? Llevas parada ahí como diez minutos—Yuri la miraba desde la puerta de su casa. El cómo había llegado ahí, permanecería como un misterio, aun después de mucho tiempo.

—Umm…

—Pasa, ¡está helando! —Yuri se hizo a un lado para que Taeyeon pasara y la apresuro para entrar a la sala.

—Oye Yuri, tienes algunas galletas para el chocolate caliente o…¡Oh! Taeyeon—ahí estaba, la mujer del café. Ellas se volvieron locas y Taeyeon no pudo controlar el gesto de incredulidad, lo que hizo sentir incómoda a la mujer. Yuri las miró inquisitivamente.

— ¿Se conocen?

—No—respondió la mujer y, extendiendo su mano tímidamente, dijo— Me llamo Stephanie.

 

 

Stephanie. Stephanie a la hora del desayuno, en mitad de la cena, en cada libro, cada cosa; a todas horas escuchaba Taeyeon ese nombre. Ellas estaban encantadas,  ya no se saltaban su asistencia ni un solo día, tampoco desaparecían. Al principio, Taeyeon quiso no volver al café, pero ellas se habían vuelto tan molestas e incontrolables que iba cada día y cada día ella estaba ahí. Stephanie, con su sonrisa radiante y sus ademanes gráciles que hacían que aunque fuera sólo unos minutos, ellas se quedaran calladas, admirando al ser que tanto las había impresionado. Taeyeon no sentía lo mismo, Stephanie se había convertido en protagonista de sus pesadillas; era el dolor y el remedio. Ellas la evocaban en detalladas descripciones e idealizaciones, en las que Stephanie era poco menos que un ser divino, uno que Taeyeon pintaba como el único modo de tener un poco de calma. No obstante, también le deshacía los nervios que Stephanie tuviera un olor tan enervante, que su risa hiciera estremecerse a cualquiera que la escuchara. Tanto más tiempo pasaba Taeyeon con ella, más exaltadas ellas se volvían, y si intentaba evitar verla, ellas se aseguraban de que la viera de todos modos, en cada segundo despierta y soñara con ella cuando le susurraban en su sueño, enumeraciones de sus características más encantadoras. Stephanie cada vez hablaba más tiempo con ella, la tocaba más, le sonreía más veces, se reía abiertamente y la invitaba a almuerzos en el café, a cenas en su casa y salidas a toda clase de lugares.  La situación era insostenible, iba a volverse loca.

—Tengo algo que decirte—le dijo, mientras Stephanie preparaba un té. Sentada a la mesita en su cocina, Taeyeon las miraba a ellas, hipnotizadas con cada movimiento.

— ¿Si? —Stephanie no se giró para mirarla, así que Taeyeon no podía ver la anticipación reflejada en su rostro, ni el ligero color en sus mejillas.

—No… no puedo seguir así—Taeyeon se encontró con la mirada herida de Stephanie.

— ¿Así?

— Todo está lleno de ti y te veo en todos lados—soltó aquello sin medir el efecto que tuvo en Stephanie. La mirada herida se había ido, siendo reemplazada por algo que Taeyeon no habría sabido nombrar—. Escucho tu nombre en mi cabeza todo el tiempo y me está volviendo loca. No puedo hacer nada bien, revolví los libros en el trabajo y…

Fue incapaz de seguir hablando porque el cabello de Stephanie se metió en su boca, cuando presionó su cuerpo contra el suyo. Tenía que admitir que se sentía bien. Entonces algunas de ellas se fueron. Lo notó al otro día, mientras que revolvía su café, puesto que había menos ruido que de costumbre. La excitación por el contacto con Stephanie seguía latente, pero disminuyeron las ensoñaciones lunáticas de antes. Conforme Taeyeon y Stephanie se acercaban más, las personalidades disminuían. Taeyeon se preguntaba si, efectivamente, Stephanie se las llevaba consigo. De modo que continuó viéndola, y sus citas aumentaron en frecuencia y los periodos en los que no se veían eran más cortos.

 

El día en que Stephanie le tomó la mano, mientras caminaban. Tres de las personalidades restantes desaparecieron. Así que Taeyeon apretó inconscientemente la mano de Stephanie y sonrió satisfecha. Así fueron desapareciendo, a veces en grupos o de una en una a un ritmo constante. Taeyeon nunca había estado tan tranquila, el murmullo de sus personalidades se había vuelto casi tolerable.

Una tarde en la que la somnolencia era como un velo que nublaba su mente, Taeyeon estaba leyendo una novela tras el mostrador de la librería. Stephanie entró entonces. Estaba cerca y decidió pasar para saludarla. Luego le pidió que le recomendara un libro. Taeyeon salió entonces de su puesto para ir a buscar un grueso volumen sobre plantas, ese que había estado leyendo el día que se encontró con Stephanie por primera vez. Lo mostró a la mujer y comenzó a enlistar lo que encontraba interesante, lo útil que resultaban todas las indicaciones sobre el cuidado de las plantas y las ilustraciones detalladas. Stephanie la miró en silencio, hablar; luego no pudo contenerse y dejó un beso en su mejilla. Fugaz y ligero y Taeyeon la miró perpleja. Stephanie pidió dejar de ser sólo su amiga. Ese día, la mitad de las que quedaban desapareció y no volvieron al otro día. Su número continuó decreciendo conforme Stephanie llenaba más periodos de su tiempo. Hasta que una mañana, Taeyeon despertó y había silencio. Tan sólo escuchaba un leve ronquido. Le tomó unos segundos tomar consciencia de dónde y con quién estaba. Stephanie, a su lado, dormía con la boca abierta y su brazo estaba sobre el hombro de Taeyeon. Todas ellas se habían ido.

 

 


 

 

NOTA

-Stephanie era el dolor y la cura

-Cada quien puede (y debe) sacar sus propias conclusiones sobre las personalidades de Taeyeon

 

Película recomendada El lado oscuro del corazón

 

 

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Comments

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sonelf1509
#1
Chapter 20: Oye, escribes muy bien! Acabado de leerme todos los oneshots y de verdad, todos todos me encantaron!!! Ya quiero leer otro!! no has considerado escribir un fanfic? me encantaría leer algo más largo tuyo!!! :D
saramarmota #2
Chapter 19: jajajajaja que lindo
-taesandara-
#3
Chapter 19: Jaja hermoso! :')
LlamaAmerica #4
Chapter 19: Jajajaja juela esto esta interesante!
LlamaAmerica #5
Chapter 18: Hay Mi TaeNy :c
TaeNy0204 #6
Chapter 17: El link que pusiste en este capitulo no se puede abrir :'(, GENIAL ESTE CAP
yoonyulfan2 #7
Chapter 16: The National ! Muy buena canción, y con taeny mucho mejor, me encanta siempre leer tus ficcs , saludos
scoott #8
Chapter 16: Subidas y bajadas.. Me encanta que al final de todo sus caminos vuelen a unirse.. Saludos ^^
anikpoper #9
Chapter 15: eso fue EXPECTACULAR, GENIAL Y PERFECTO
escritora-nim mi total respeto
-taesandara-
#10
Chapter 15: Wow eso fue interesante y al final Tae si vio a Fany :3