— ¿Qué estás mirando tan intensamente? — la voz de Sunny husmeando por sobre su hombro la sobresaltó. Stephanie tomó el pedazo de papel fuera del alcance de su amiga. Siendo su estatura mayor, los brazos más cortos de Sunny no medían lo suficiente para alcanzar la fotografía que Stephanie mantenía lejos de ella.

—Nada, no es nada—Stephanie empujaba a Sunny con el codo.

—Sé que has estado mirando alguna foto todo el día, Hyoyeon me lo dijo ¿quién tiene fotos impresas en estos días? ¿Qué hay en esa foto que te interese tanto? —Sunny preguntó impaciente y destapó el botellín de yogurt para beber que había traído para almorzar.

—No sé

— Me dices que has estado mirado la foto de algún extraño… ¿por qué, exactamente?

—No lo sé, sólo…

— ¿De dónde la sacaste? —la mirada intensa de Sunny la hizo sentir aún más tonta por obsesionarse con la fotografía de una chica que no conocía.

— El libro

— ¿Qué libro?

— El que encontré aquella vez en la bodega

—Ughh ¿te quedaste con ese montón de papel sudado? ¡No sabes dónde ha estado!—Sunny la reprendió. Aquel libro había estado por quién sabía cuánto en aquella bodega. El despacho contable donde trabajaba había pasado por un montón de transformaciones y giros. Del clásico restaurante a agencia de viajes y tienda de ropa de segunda mano, cualquier número de cosas habían pasado por esa bodega. El rastro de tales cambios acumulaba polvo en las cajas que había ahí, junto con mobiliario maltratado. Era ahí en donde iban a pasar el rato, a fumar y dormir la siesta cuando tenían la oportunidad. Una de esas veces, Stephanie había tirado una de las cajas, ésta había desparramado su contenido a sus pies. Mientras recogía lo que había dentro de la caja, vio el libro. La tapa estaba completamente doblada, rizándose sobre sí y el título no se podía leer. El papel estaba amarillento por la humedad y en cualquier otra ocasión, a Fany le hubiera dado asco siquiera mirarlo, pero entonces la foto había caído en su regazo— ¿Qué es tan interesante sobre esa foto?

—Es una chica

— ¿Una chica muy guapa? ¿Es por eso que no le quitas los ojos de encima?

—No, no es eso, son sus ojos, hay algo en ellos que… no sé cómo explicarlo, es inquietante. No puedo dejar de pensar en ella—ahora sí que Sunny la miraba con preocupación. También Stephanie creía que se estaba volviendo loca.

— ¿Puedo verla? —Stephanie dudó ante la petición de Sunny, pero cedió al final. Le extendió el papel y Sunny lo miró con atención. Miró a Stephanie, luego al papel y así siguió, alternativamente.

— ¿Lo ves? ¿No crees que hay algo raro en esa foto?

—Oh sí, hay algo muy raro con esa foto—Sunny se la devolvió lentamente—. No hay ninguna chica en esa foto.

— ¿Qué? —era cierto. La foto en sus manos tenía sólo un fondo en donde se veía una banca de madera vieja, con arbustos detrás, en donde antes había una chica de cabello y ojos oscuros, de piel muy blanca, delgaducha; una que, cuando estaba ahí, miraba a la cámara, impasible—¡Estaba aquí, Sunny! ¡Te lo juro!

—Pues ya no—Sunny estaba en serio asustada por el comportamiento de su amiga—. Mira Fany, creo que deberías deshacerse de esa foto, y del libro también, te estás poniendo muy extraña.

— ¡Pero estaba ahí! —Stephanie miraba la foto, incrédula.

—Es una foto vieja, seguro que, de algún modo confundiste algunas manchas con una chica y…

— ¡No! ¡En serio había una chica ahí!

—Está bien, cálmate ¿sí? A lo mejor se borró con el sudor de tus manos o la humedad o yo que sé—Sunny intentaba calmar a Stephanie—. Seguro que el papel fotográfico era de  mala calidad, después de todo la has llevado contigo por varios días y antes estaba en un libro viejo. Tranquilízate ¿quieres?

—Sí, tienes razón—Stephanie se dio cuenta de que media cafetería las miraba. Metió la foto en su bolso, descuidadamente y dedicó a picar su almuerzo, sin apetito, consciente de que Sunny la veía como esperando que volviera a estallar—. Seguro que ha sido eso…

Tardó un tiempo en olvidarse de dicha foto. Tuvo que deshacerse del libro poco después de que la chica desapareciera de la imagen, cuando le tiró un vaso de agua encima y después no fue capaz de separar las hojas. Ya lo había hojeado exhaustivamente, en busca de indicios sobre la identidad de la joven en la fotografía, salvo una anotación borrosa e ilegible en la tapa vieja, no había ningún otro vestigio del dueño anterior o de dicha mujer. Los días siguieron su curso inexorable y pronto, su cabeza estuvo llena de cosas que nada tenían que ver con el pedazo de papel que había tirado, no sin antes convertir en pedazos, después de rendirse en la pesquisa.

—Oye, Fany, ¿vendrás con nosotros más tarde? —Sunny acomodaba su saco en el respaldo de su silla una mañana de viernes. El sol quemante estaba ya bien alto en el cielo y la luz le molestaba los ojos. Era la quinta noche consecutiva que no era capaz de dormir más de dos horas seguidas y los estragos comenzaban a sentirse, más en su cuerpo que en su mente privada de sueño. Miró a Sunny con un ojo cerrado, intentando encontrar significado a lo que acababa de salir de la boca de su amiga

—Paso—dijo Fany cuando logró descifrar la pregunta—. Iré directo a mi casa, para dormir hasta mañana.

—Oh, quizá deberías ir al médico para que te den algo para dormir—sugirió Sunny, quien ya tenía los ojos clavados en los números de su pantalla—. Si decides ir, estaremos en el Cunning Lingüist porque Yuri quiere ver si se encuentra con esa chica de la otra vez.

—Suerte—Fany se dedicó a teclear para ahuyentar la somnolencia de sus cansados ojos e ignoró al resto del mundo por todo el turno.

Un tic en su párpado derecho fue lo primero que notó una vez despierta. Sentía una ligera incomodidad que su sumaba a lo apaleada que se sentía, aún no lograba dormir. Ya contaba un mes de noches sin sueño y el límite de su cordura era un límite afilado que parecía apoderarse de sus sentidos hipersensibles. También encontraba difícil hacer su trabajo y eso fue el detonante; hizo una cita para el médico y fue a verlo el sábado por la mañana. Físicamente, no había nada malo con ella ¿no era así como comenzaba todo? Pensó Stephanie, mientras se imaginaba como esos protagonistas de película que tienen una enfermedad que descubren muy tarde porque su médico no fue capaz de encontrar nada a tiempo. Aun así le dio una oportunidad al hombre, que tenía pinta de ser abuelito de alguien y cuyas manazas pálidas no eran frías sino cálidas mientras revisaba el movimiento de sus pupilas.

—Me parece que tu ojo derecho tiene un pequeño derrame y está algo irritado, fuera de eso, todo está bien—la mirada decepcionada de Stephanie pareció divertirlo—. Igual voy a recetarte algo para que te relajes y te recomiendo que tomes un descanso del trabajo por unos días, si aun así no puedes dormir, entonces te canalizaremos con un especialista…ah, y necesitas gotas para tu ojo irritado.

Salió de ahí igual de cansada, pero con algo más de paz mental. Si se relajaba, podría dormir, se dijo de regreso a su casa mientras miraba por la ventana del taxi. Pediría comida chatarra, pizza tal vez, comería un montón de porquerías y luego tomaría un baño caliente. Eso siempre le ayudaba. Esa misma noche llamó a su jefa y le pidió descansar el lunes. Obtuvo el permiso gracias a que las bolsas de sus ojos eran notorias aún detrás del maquillaje. Sin nada más que preocuparse, se hundió en el mullido sofá y buscó algo que mirar. Más tarde, luego de un baño perfumado, y algo atontada por el olor de las sales que había añadido al agua caliente, se tomó su tiempo mientras secaba su cabello con una toalla. El tic en el ojo había cedido, pero no la incomodidad que le había sospechar de una infección. Unas gotas y estaba acostada, con la seguridad de que iba a dormirse.

—Woa, ¿qué le pasa a tu ojo? —Fany había logrado dormir, pero su ojo estaba rojo y su párpado hinchado, ahora Sunny lo admiraba, dividida entre la repulsión y la fascinación.

—Una infección—Fany se pusó los lentes de nuevo. Era martes y estaba en la oficina con el único propósito de que su jefa viera con sus propios ojos lo mal que se veía el suyo—. Voy a estar fuera de juego una semana al menos, llamé al médico esta mañana.

—Ughh, se ve horrible de verdad—Sunny aún no podía dejar de mirar a Fany.

—Gracias por el apoyo, te veo luego—y se fue derecha a asustar a su jefa con su ojo monstruoso.

—No se ve tan mal como crees—el médico la tranquilizó. Esperaban que la medicina que había aplicado hiciera efecto. Estaban ambos seguros de que una infección se había apoderado de su globo ocular, convirtiendo su esclerótica en una pelotita roja—. Te aseguro que se pondrá mejor en unos días. Sólo por si acaso, voy a mandarte hacer un estudio. El estrés de la falta de sueño vulneró tu sistema inmune, de ahora en adelante procura lavarte las manos frecuentemente y cuidarte de no tocarte los ojos si estás fuera de casa.

La mandaron a descansar una semana y, aunque no iban a pagarle, estaba feliz de poder concentrarse en sus crecientes problemas de salud. La irritación y dolor en su ojo desaparecieron al segundo día del tratamiento nuevo y ya se sentía mucho mejor. Se iba a tomar el resto de su semana libre para convertirse en parte de su sofá y aprovecharía al fin esa suscripción para ver todas esas películas y series ahora que su ojo estaba mejor. Esperaba que la incomodidad en él desapareciera junto con el dolor. Pero no fue así. Esa madrugada se despertó porque el ojo volvió a molestarle. Se levantó de la cama maldiciendo y fue al baño para aplicarse el medicamento frente al espejo del lavabo. Volvió a acordarse del libro y de la chica. Ahora sabía a dónde se había ido esa joven que tanto la había intrigado. Le devolvía la mirada desde su reflejo. La misma expresión impasible, en la inmutable imagen de la mujer en su ojo.

NOTAS:

De verdad encontré una foto de alguna niña en uno de mis libros. No me salió ninguna niña en el ojo, que quede claro.

Sí, Taeyeon era la chica en la foto.

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