El vaho cálido de un aliento con olor a o le hizo cosquillas en la nariz. La resaca le punzaba en las sienes, insistente y aturdidora. La chica a su lado en la cama dormía, y la expresión relajada e inocente en su cara casi la hizo sentir culpable, casi. Se sentó, mirando a todas direcciones en busca de las pantis negras que le habían sido arrancadas apenas unas horas antes. Localizó su indumentaria prenda por prenda y se vistió rápidamente. Le echó una última mirada a la desnuda mujer en la cama y, moviendo con cuidado la manija de la puerta, salió de la habitación y de la casa.

Había sido una noche movida. Las calientes sábanas de las que se acababa de zafar, habían sido mudos testigos de lo que habían incendiado. Lo hacía a menudo, ir a algún bar, conocer alguna chica y dormir con ella. Luego se iba sin dejar atrás más que el olor de su piel en la otra. Esa colección de experiencias la habían mantenido flotando. Su recién adquirida soltería había llegado indeseada y súbitamente a una vida que no estaba aún bien organizada. No creía que fuera a sentir tal cosa, hasta que esa mujer de cuerpo menudo y andar gatuno salió como entró de sus días. Era como un aturdimiento, el que se siente luego de un golpe en la cabeza; primero la oscuridad, la incertidumbre, después la náusea, el mareo y al último la lenta recuperación, pero aun sintiendo que no se sabe dónde se está. Así se sentía entonces, como perdida, anestesiada. Unos meses después de que la dejara, con más desilusión de la que había comenzado y una interrogante sobre quién era sin ella, Taeyeon era libre de intentar encontrarse en la carne fragante de un cuerpo diferente todas las noches. Esta, en especial, había sido una noche amena, la chica era simpática y estaba agotada. También era cierto que había querido poseerla desde que la vio, no solo ualmente, por un momento de verdad había deseado conocerla a fondo. La desnudez de ese cuerpo resultó igual de desconcertante, abrumadora, y era tan suave y olía tan bien, que el primer beso fue como una explosión de sentidos.

— ¿Noche pesada?
—Algo así—Taeyeon sonrió a su amiga, Sunny, quien había puesto un café en su escritorio. Horas después de su encuentro nocturno, se sentaba tras su escritorio metálico y negro, en su oficina de paredes vacías en el despacho de diseño que dirigía.
—No eres la única que se fue de fiesta anoche, la chica nueva también.
— ¿Ya llegó? —no estaba muy interesa en nada con el dolor de cabeza que parpadeaba tras sus ojos.
—Sí, justo como ordenaste, jefa—se burló Sunny—. Supongo que vendrá a presentarse ¿quieres que mande por ella para que la conozcas?
—Preferiría no ver a nadie en un rato, en realidad mi vista está un poco trastornada aún...
—Vaya cruda—Sunny le dio un trago a su propio café—. Perdona, te lo hice bien fuerte.
—Ya... veo— Taeyeon terminó de despertar con ayuda del amargo intenso.
—Bueno, tengo que revisar el proyecto del rediseño del despacho de abogados, te dejo la lista de proyectos pendientes y de los nuevos encargos, procura no vomitarles encima.
—Ja, ja –una risa sarcástica— olvidas que soy tu jefa. Vete a trabajar, lacaya, y vigila que la nueva no cague nada.
—No te preocupes por Steph, lo hará bien.
—Eso espero.

Taeyeon leía con el ceño fruncido. Pasos se acercaron a su oficina y entraron, se detuvieron frente a su escritorio.
—Un momento...
—Está bien, sólo venía a presentarme, soy Stepha...— la chica se congeló con la mano medio extendida. Taeyeon apartó la vista del monitor de la computadora. Unos intensos ojos marrones reflejaban su sorpresa, que luego se convirtió en una horrible sensación de incomodidad. La mujer que había dejado esa mañana en una cama antes anónima, plácidamente dormida, estaba ahora parada frente a ella. Por un juego de circunstancias, sus vidas acababan de colisionar, por segunda vez. De todas las personas, ellas; de todos los lugares, este.

NOTA:

Texto reciclado, años de antigüedad, rescatado de mi desaparecido blog.

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