Jessica PDV

Grité y me abalancé en busca de Jadyn, pero Donghae me lo impidió tirando de mí con la fuerza necesaria como para elevarme del suelo. Pataleé intentando soltarme, incluso estuve a punto de morderle, pero esquivó mis dientes, me empujó contra él y me soltó una bofetada que me lanzó al suelo.

Me di de bruces y enseguida me arrepentí del gemido que solté porque provoqué que Jadyn se removiera y le dieran una patada para detenerlo.

Me sentí como si me hubieran clavado un puñal. Estaba arrodillada, le sangraba el labio y tenía una pequeña brecha en la frente y otra en el pómulo. Encorvaba la espalda para sobrellevar el dolor, pero no le dejaban. Dos hombres le sostenían por los brazos. Tiraban de ellos como si su intención real fuera arrancárselos del cuerpo. Otros dos hombres más aguardaban tras ella, en posición de ataque.

Malditos cobardes. Tuvieron que capturarle entre cinco tíos porque era el único modo de vencerle.

Jadyn escupió la sangre que se había amontonado en su boca y soltó un quejido, grave y profundo. Hice una mueca, temiendo que le hubieran roto una costilla o que las lesiones fueran más graves de lo que parecían.

—¡¡¿Qué has hecho?!! —chillé, levantándome con furia.

Donghae soltó una carcajada y chasqueó los dedos. No comprendí lo que significaba aquel gesto hasta que vi como pegaban a Jadyn de nuevo. Esta vez en las costillas.

Donghae me retuvo.

—Cada vez que hables, cada vez que te muevas, significara más dolor para ella — dijo Donghae—. Ahora voy a soltarte y quiero que te quedes bien quieta. Por el bien de tu querida Jadyn, te aconsejo que hagas lo que te digo.

Asentí entre lágrimas, temblando y completamente concentrada en Jadyn. Debía obedecer para evitar consecuencias más graves y porque no resistiría que volvieran a pegarle.

Donghae comenzó a caminar a mí alrededor de forma aterradora. El viento azotó su cara cuando se colocó tras de mí y comenzó a hablar.

—¿Sabes el poder que tiene ahora un simple chasquido de dedos, cariño? — preguntó mostrándome como su dedo corazón se unía al pulgar, lentamente. Por suerte, no produjo ningún ruido. Todavía—. Puede suponer un puñetazo. — Chasqueó los dedos y uno de sus hombres le dio a Jadyn un puñetazo en la cara. No jadeó, ni gimió, y supe que estaba aguantando para que yo no me alarmara. Exhalé al escuchar el golpe—. O una patada. —Volvieron a golpearle.

Tuve una violenta sacudida. Ese era el resultado de nuestro encuentro. El resultado del amor que sentía por ella.

—Basta —jadeé—. ¿Por qué haces esto, Donghae?

—¿Qué porque lo hago? —Se acercó a mí, me cogió de los hombros y comenzó a zarandearme. Jadyn gruñó—. ¿Tienes la desfachatez de preguntármelo? ¿Crees que no te he visto? Dios, Jessica, eres una ingenua. Mira lo que has provocado con tu estúpido emperro en ella —masculló.

Apretó mi brazo cuando me arrastró hacia sus hombres, me empujó, asegurándose de que terminaba arrodillándome, y cogió mi cara para que mirara a Jadyn.

—¡Mira a tu querida Park!

Jadyn negó con la cabeza mirándome fijamente.

—No escuches, Jessica. No caigas en su trampa —susurró costosamente—. No es nada, lo prometo.

Que me prometiera no hizo más que empeorar mi estado. Sabía que no era cierto. ¡¿Cómo no iba a estar sufriendo?! ¡¿Por qué demonios me mentía?!

Solté el aire, gimiendo, llorando, provocando las risas de todos.

—¿Por qué decidiste quererme? —pregunté entre lágrimas.

—Si alguna vez… has creído…que me arrepiento…estás muy equivocada —farfulló.

—Sencillamente, espectacular —se mofó Donghae antes de levantarme. —Jadyn, ¿qué te parece si dejamos que Jessica sea testigo del final? ¿Eh, amiga?

Empalidecí y me estremecí como nunca antes al entender lo que Donghae quería decir con aquello. Me rodeé y busqué su mirada para suplicarle. Haría cualquier cosa con tal de liberar a Jadyn.

—¡Donghae, por favor…! ¡Haré lo que me pidas! —me desgarré la voz, y el alma.

—¡Cállate! —Gritó —¡No intentes ser complaciente, porque no te creo!

Miró a uno de sus esbirros y este estampó su pierna contra la cara de Jadyn antes de que le soltaran los brazos. Cayó bruscamente al suelo dejando que su cabeza impactara con fuerza después de que un pequeño hilo de sangre saliera de su boca.

Forcejeé con Donghae para poder detener aquello, pero fue inútil.

Jadyn se acercaba peligrosamente a la inconsciencia y yo no podía hacer nada.

—Por favor… Basta—supliqué mareada por el llanto. La saliva comenzaba a pesar dentro de mi boca y, la fuerza de los brazos de Donghae en torno a mi torso, me estaba asfixiando.

—Contémplale y comprende que si no eres mía completamente, no serás de nadie. —masculló. Me empujó hacia el coche dejando a Jadyn convulsionando tirado en mitad de la Torre Namsan.

Tiffany PDV

Caminaba de un lado a otro, frotándome las manos y mirando cada pocos segundos el reloj. Ya habían pasado diez minutos desde que Boa se había ido y el tiempo cada vez pasa más lento. Estaba muy preocupada con lo que estaría pasando allí abajo.

De pronto, el teléfono sonó. Con el sobresalto en el cuerpo, me acerqué a la mesita y descolgué impaciente.

—¿Diga? —Lo primero que escuché fue un ronquido balbuceante—. ¿Disculpe? ¿Quién es? —pregunté extrañada.

¿Qué demonios era aquel gorgoteo? Fuera quien fuese la persona que estaba al otro lado de la línea, le costaba hablar y mucho. Tal vez era un borracho o algún tipo de broma estúpida.

—Torr…torr… —tartamudeó.

—Escúcheme bien —dije con brusquedad. Si querían asustarme, lo habían conseguido—, no sé quién es, pero le juro que…

—Jadyn… —susurró tan débil que apenas le escuché.

Por un instante, dejé de respirar y sentí una fuerte punzada de dolor en la cabeza. ¿Acaso habían capturado a Jadyn?, ¿le habían hecho daño? Tal vez por eso no había aparecido en todo el día por el Edificio.

—Si le has hecho algo —me abalancé hacia delante—, te arrancaré la cabeza con mis propias manos. ¡Lo juro! —mascullé haciendo que crujiera el teléfono entre mis dedos. De le preocupación, pasé a la furia.

—Soy…yo… —me interrumpió, tosiendo violentamente.

Dios mío…

—¿Jadyn? ¿Dónde estás? ¿Qué pasa? —Casi grité.

—Ven… —musitó—… Torre.

Su móvil cayó al suelo, pero pude escuchar un gemido que le llevó a la inconsciencia.

Solté el teléfono y salí corriendo hacia la puerta. Me precipité por las escaleras ignorando que la velocidad podría hacerme caer. No tenía tiempo que perder. Torre… ¿Qué significaba aquello? Una dirección, sí, pero ¡¿cuál?! ¡¿Qué demonios le había pasado?!

Casi me estampo contra la puerta del piso de Yunjin. Llamé fuertemente.

Sabía que interrumpiría algo muy importante, pero no tenía elección. Jadyn necesitaba a su familia.

Me abrió Yuri, con los ojos llenos de confusión y aturdimiento. Boa ya había hablado y causó el desconcierto que ella mismo había pronosticado.

—¿Qué ocurre? —se obligó a preguntar Yuri al verme jadeante.

—Jadyn…

No hizo falta decir más.

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Aquel Audi R8 rugió derrapando por las calles.

—¿Estás segura de que se refería a la Torre Namsan? —pregunté.

Yuri apretaba el volante de su coche con las dos manos, con los ojos completamente fijos en las carreteras y al borde del abismo. Para ella, su prima era su propia vida. Nadie osaba interponerse entre ellas, y la veneración que sentía la una por la otra ni siquiera podía describirse; casi escapaba a la comprensión.

Por eso no era de extrañar que Yuri estuviera conduciendo como si el resto del mundo no existiera. Solo tenía u