Conociendote Parte 1 (Cap XIII)
#2 TraicionTiffany PDV
El chofer de Seunggi detuvo la limusina en la entrada del hotel Península y advirtió a su jefe, pero este estaba más pendiente de mi absoluta quietud.
—Procura no aburrirle con tanto silencio —dijo refiriéndose al cliente con el
que iba a reunirme—. Odiaría tener que devolverle el servicio.
Se supone que debería haberme sentido herida por el comentario, que tendría que haberle mirado ofendida una vez más, pero no podía dejar de pensar en que, cuando terminara la noche, abandonaríamos Tokio. Jadyn no tendría forma de encontrarme y yo no sabía si volvería a tener oportunidad de hablar con ella.
Sin embargo, puede que fuera lo mejor. Las cosas debía estar en su sitio: él suyo
era Seul y el mío junto a Lee Seunggi. Debía empezar a aceptarlo.
Quise salir del coche cuando el turco me cogió del brazo.
—¿No vas a despedirte? —La primera vez que me dijo eso tuve que besarle, y eso era exactamente lo que estaba esperando ahora. Tragué saliva y obedecí sabiendo que no tenía alternativa. Le besé—. Buena chica.
Cerró la puerta y esperé bajo la nieve a ver como el coche se incorporaba al tráfico y desaparecía. Mientras tanto, maldije, porque tenía los labios maquillados y no podía limpiarme.
No esperé más tiempo, entré y me acerqué a recepción.
—Bienvenida al hotel Península de Tokio. ¿En qué puedo servirla? —dijo la mujer japonesa con una acento inglés extraordinario.
Forcé una sonrisa y le entregué la tarjeta que me había dado Seunggi. La mujer comprendió enseguida porque estaba allí y su amable rostro desapareció. Sus ojos se tornaron acusadores y me hicieron sentir sucia; de ese tipo de suciedad que no puede eliminarse con agua. Me hubiese gustado decirle que no era esa clase de mujer, que estaba allí obligada. Pero seguramente me diría que escapara, y no creería que lo hice una vez y que casi me cuesta la vida.
Contuve el aliento y deseé que aquel reproche mudo terminara cuanto antes.
—Te esperan en el restaurante de la planta baja —me indicó entregándome la rosa que Seunggi había encargado por indicación del cliente—. Sigue este pasillo y, al final, gira a la derecha. No tiene pérdida.
Ella volvió a su trabajo y yo me quedé allí plantada mirándola hasta que mi cabeza asimiló que debía moverme. Caminé lentamente, sintiendo escozor en los ojos y un
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