Capitulo XXXIII
#2 TraicionJessica PDV
Entré en el palco cuando el primer acto llegaba a su fin; la gente aplaudía eufórica con el espectáculo. Tomé asiento sabiendo que Donghae me observaba curioso. Ya no quedaba nada de la amabilidad que había mostrado antes. Pero, lo que realmente me puso en alerta, fue que empleara la misma sonrisa que su esbirro.
Tragué saliva y forcé una sonrisa cruzando las manos sobre mi regazo. Un error muy grande, porque yo nunca le había sonreído. Mucho menos después de lo sucedido.
—¿Mejor? —preguntó Donghae.
—Un poco, gracias. —Hablarle comedida, me sentenció.
Su mirada avellana destelló, se acercó a mí y acarició mi cuello con un solo dedo. Mi piel no pudo remediar tensarse, pero no quise prestarle atención a ese detalle. Había otras cosas que requería mayor vigilancia. Acarició mis labios y suspiró.
—¿Dónde has estado todo este tiempo? —Esta vez empleó un tono más duro e impaciente .
—En el servicio —titubeé.
—¿Casi una hora? —dijo incrédulo. Se alzó de la silla y me indicó que le siguiera con la mirada—. Ven conmigo.
No era una petición ni una sugerencia. O lo hacía o me arrastraría si era necesario. Me levanté obligando a mis músculos y salí de allí con el estómago encogido. Nadie dijo nada mientras recorríamos las pasarelas y bajábamos las escaleras.
Me detuve en cuanto llegamos al vestíbulo. No estaba dispuesta a avanzar más hasta que no me dijeran algo. No soportaba especular y mucho menos que Donghae y Sungmin se miraran de aquella forma.
No fui consciente de que había un tercer hombre hasta que le noté empujarme. Reanudé la marcha, esforzada por lo empeños de otro de los guardias de Donghae.
—Sube —me ordenó.
Vacilante, entré en la limusina. Mi cuerpo se preparaba para lo peor.
—¿Adónde vamos? —Quise saber intentando mantener el tono firme.
—Es una sorpresa —respondió Donghae, siniestro—. Tranquila, te gustará mucho más que la ópera.
Apreté la mandíbula para controlar el repentino temor que me había producido su tono tan tenebroso. Mi corazón no dejaba de latir con fuerza, tanto que hasta me entraron ganas de vomitar, y no podía controlar la respiración. Lo que iba a suceder les divertía y aquello me produjo escalofríos.
Unos minutos más tarde, nos detuvimos junto a la Torre Namsan. Observé los movimientos de Donghae totalmente desconcertada, no comprendía que hacíamos allí. Aquella parte de él la conocía, pero los resultados solían variar. Tendía a ser un tipo bastante imprevisible.
Sungmin abrió la puerta y Donghae me cogió del brazo y me arrastró para que saliera. Tropecé con uno de sus pies y me precipité hacia el suelo, pero él evitó la caída empujándome hacia arriba. No le costaba manejarme a su antojo, aunque eso ya lo sabía desde hacía algún tiempo.
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