“Cada que me miras se revuelve algo dentro de mí, algo así como un odio iracundo”

-Te lo digo Tiffany…no la soporto- Jessica daba vueltas por cada rincón de sus habitación, mientras sostenía su teléfono móvil con la mano derecha y con la izquierda hacia ademanes incoherentes.

-Pero si la acabas de conocer…no tienes ni veinticuatro horas con ella.

-Exacto, imagina cómo será el día de mañana- La risa ronca de la pelirroja tras el teléfono  se dejó escuchar, imaginando como sería el ánimo de la rubia al día siguiente.

-Sabes que es por tu bien Jessi - la rubia suspiro sonoramente-Te dejo, Taeyeon llego- escucho el sonido característico al cortar la llamada y boto el teléfono a la cama, haciéndolo rebotar dos veces sobre el colchón, suspiro y salió del cuarto. Se detuvo en el pasillo al escuchar el sonido de un taladro dentro de uno de los cuartos contiguos al suyo.

La curiosidad pudo con ella, y sus pies la dirigieron hasta la puerta blanca de aquella habitación, no toco, simplemente abrió con delicadeza la puerta y asomo levemente la cabeza, mirando como la morena colocaba cámaras en las esquinas de la habitación y las sincronizaba a un computador sobre el escritorio.

Rodo los ojos, claro signo de molestia y salió del cuarto, bajando las escaleras y entrando a la cocina, encontrándose con su nana, que le preparaba la cena, al parecer era otra noche de negocios de su padre, a la cual no podía faltar su madre y ella se quedaría en casa, veinticinco años de lo mismo; el apetito se había ido y las ganas de salir a divertirse eran inmensas, pero se desvanecieron al saber que la fastidiosa morena iría con ella, y no se le despegaría por un buen rato.

-Hoy no cenare, ve a descansar, nana.

-Como usted diga, mi niña- la mujer de edad la observo regresar por el mismo camino por donde había llegado, negó mientras emprendía camino hacia los cuartos de servicio de la mansión.

-o-

El ruido de las herramientas a las cuatro con diez la despertó, tomó su almohada y la coloco sobre su cabeza, aminorando el sonido del taladro eléctrico. El sonido se detuvo y cerró los ojos dispuesta a dormir de nueva cuenta.

Abriendo los ojos abruptamente y bufando molesta mientras el ruido incesante del golpeteo de un martillo se escuchaba por los pasillos de la casa.

Salió envuelta en una manta color café, estampada con pequeños copos de nieve blancos, sus pies cubiertos por los calcetines color blanco, se asomaban por debajo de la manta, mientras que la parte superior solo mostraba su rosto, con ojos somnolientos y bostezos continuos. Dio dos vueltas a la izquierda y siguió de frente, para después doblar a la derecha.

Observo a la morena arriba de un banco de madera, mientras estaba absorta en su tarea de colocar las cámaras de vigilancia por todo el pasillo, no se imaginaba que la situación fuera tan extremista como para tener a una loca insufrible colocando cámaras por toda la casa.

Se acercó hasta ella y pateo el banco, logrando que la morena perdiera el equilibrio, pero gracias a sus  habilidades, cayó en pie, aterrizando perfectamente sobre el piso del pasillo con un ruido sordo, mientras miraba sería a la rubia, apretó la mandíbula y recogió sus herramientas.

-Estás loca, son las cuatro de la mañana, a casó no sabes lo que significa la palabra dormir, ¿Eh?- la morena ignoro a la chica mientras se dirigía a colocar las cámaras restantes.

La rubia cabeceaba de vez en cuando, esperando que los sonidos se terminaran para poder ir a descansar. Dieron las seis de la mañana cuando se encontraba reclinada sobre la pared de su habitación, observando como Yuri colocaba la última cámara del pasillo.

-Entre a su habitación- por tercera vez había escuchado la voz de aquella morena, se despabilo con el simple y melodioso sonido de sus cuerdas bocales. Apretó más la manta contra su cuerpo y abrió la puerta