Capitulo 1. La nada

La luz era casi nula, pero aún así servía para alumbrar las grandes y espesas telarañas que caían de las paredes y el techo de piedra, el suelo de arena estaba inmóvil y una respiración que se hacía cada vez más fuerte era el único sonido distinguible de algo que se moviera en esas ruinas, que sólo acompañaba el viento que ocasionalmente charlaba con las gotas de lluvia y el revolotear del agua estancada, ploc…ploc…ploc el agua que escurría de una de las rocas sobre el charco de agua ahora se unía también a la respiración agitada que se acercaba aún más ahora seguida del sonido al deslizarse en la arena.

Andy corría lo más rápido posible, su respiración era constante, pero jadeante, su cabello caía ahora despeinado sin ningún patrón sobre su rostro, su frente estaba perlada de sudor, y algunos mechones de cabello mojado se adherían a su frente y mejillas, el saco negro y el chaleco del mismo color que habían iniciado su viaje, se habían perdido en algún lugar de ese camino, su camisa estaba ahora marcada con telarañas y tierra en patrones irregulares y escasos, el botón del cuello desabrochado dejando ver el inicio de su clavícula, sus pantalones ahora con un sutil tono gris comenzaban a adherirse a sus muslos, y los zapatos en un inicio negros como el carbón parecían más un color gris perlado por la huella de la arena.

Se detuvo en seco al ver un enorme lago en medio de ese camino, un lago cuyas aguas se veían completamente negras, no sabía si por la oscuridad del lugar o porque llevan más de siglos sin ser movidas de ahí, a pocos metros de este lago un gran árbol de corteza marcada se extendía, con sus ramas por la zona, unas ramas secas, que crujían cada vez que el viento las acariciaba, como pidiendo que dejaran de molestarlas, las espinas que se extendían a través de ellas eran una clara advertencia para cualquier ser vivo que se acercara, las raíces del árbol se extendían entre salientes hasta llegar a la cercanía del lago, Andy miro curioso, atentamente estas ramas que se extendían y cubrían la poca luz solar que quedaba, iluminando por segundos su cuerpo mientras él se acercaba, algo había llamado su atención, la arena comenzaba a ser remplazada por negras rocas de distinto tamaño que parecían dirigirse a una de las ramas más bajas del árbol, a menos de 5 metros de distancia del árbol, piso una rama, que crujió en el silencio sepulcral, que como siempre en este lugar un ruido era seguido de otro aún más extraño, que todo el ambiente se lleno de chillidos de murciélagos que ahora volaban desesperados intentando encontrar un nuevo lugar para dormir y cazar.

Ahora a un metro de ese árbol que había cautivado toda su atención sus pasos eran distinguidos por el crujir de las hojas secas que habían caído alguna vez cuando sus ramas estuvieron bajo el sol, cuando sus espinas aún guardaban agua, hipnotizado por el extraño color de la rama se acercó, desde la distancia podía ver un brillo de un tono cobrizo con reflejos negros que brillaba entre la zona más densa de espinas… un botón… levanto su mano y lo tocó, al instante un brillo más intenso de lo que nunca en el cielo se había visto se desprendió, dejándolo anonadado, sus ojos se abrieron con una sorpresa absoluta y cambiaron al asombro al sentirse despedido por los aires, su vista aún fija en ese botón que ahora su silueta era más grande.

El sonido del agua al caer su cuerpo, resonó en todo el lugar, y como si fueran arenas movedizas el cuerpo de Andy comenzaba a desaparecer bajo el agua, intentó moverse, pero no podía hacerlo, era como si sólo su cerebro funcionara para los movimientos más finos, los de su rostro y los de los dedos, poco a poco  sus ojos se cerraron ante la falta de aire.

Algo tomo su mano con fuerza y comenzó a moverlo a la superficie, se sentía tan cansado que no podía ni siquiera abrir los ojos, lo único que atino a hacer fue a cerrar su mano sobre aquella cosa que lo había sujetado, sintió el cambio de temperatura en su mano extenderse a su cabello y a su rostro, aspiro ruidosamente y tosió con fuerza dos o tres veces, ahora su cuerpo podía moverse, al llegar a tierra se arrastro cuando su mano fue liberada, se incorporo intentando buscar que cosa o quién lo había salvado, no pudo avanzar más y se recosto boca arriba, intentaba mantener abiertos sus ojos, pero se cerraban con mayor vehemencia, poco antes de eso, poco a poco la fuerza del cansancio lo venció y antes de cerrar sus ojos y perderse logro distinguir unos ojos verdes que lo miraban, un largo cabello ondulado, decoraba el rostro de esa persona, y una sonrisa lo acompaño a dormir.