Domingo - 5:30 am.

Casa de Jessica.

Tras varios golpes en la puerta principal de aquella gran casa, una rubia fastidiada y no tan consciente, se levantó de su cama con pereza. Sobó con ambas manos su rostro, bostezó y se estiró un poco, lo suficiente para soltar tantos quejidos a su vez. Luego de murmurar un par de insultos, salió de su habitación para dirigirse a la entrada, en dónde aún estaba tocando esa persona, con tanta insistencia.

— Mgh, qué es-.

Más, no pudo seguir ya que, unos labios algo hinchados se apoderaron de los suyos. Esta, algo torpe, sólo retrocedió y meneando sus brazos a los lados, logró mantenerse de pie hasta que su ‘novia americana’, se alejó.

— ¡Jessie! ¡Ah, qué excelente noche! — Gritó, aparentemente, borracha. Con pasos tontos, se aproximó hasta el sofá, dónde tomó asiento cómo pudo, dejando sus piernas abiertas.

Al parecer, esas acciones bastaron para que la Jung, salga del poco sueño que mantenía y cierre la puerta con seguro. Giró furiosa y se carcajeó al ver el estado de su novia borracha. Hizo que sus manos se convirtieran en puños y así, se acercó a ella.

— Cierra las piernas, no quiero verte en ese estado.

— Aish, Jessie, qué renegona.

— Mierda, sabes que detesto que me levanten de mi puto sueño.

— Ay, Jessie — Al tenerla cerca, la atrajo de un tirón y con un rápido movimiento, hizo que esta cayera en el sofá aprovechando para sentarse en su regazo — No reniegues~.

— No, Stephanie, bájate — Sus manos se detuvieron en la cintura de la castaña pero, esta con un brinco, ocasionó que Jessica la sujetara de dónde menos quería tocar.

— ¿Ves? Si no quieres dejarme ir — Le echó aquello en cara, esbozando una de esas sonrisas coquetas. Jessica no podía hacer más, había caído otra vez. Así qué, con un gruñido, estrujó el trasero de su novia atrayéndola más hacia sí — Mgh~.

Pero, esa poca excitación, se le fue tan rápido al recordar que ella se había acostado con otro hacia minutos atrás. Eso le bastó para que sintiera coraje y celos, más que todo, celos.
Sonrió, también coqueta y Tiffany, esperando un beso, se acercó sin embargo, no se esperó el movimiento de Jessica, cuyo era empujarla y ocasionar que cayera al suelo. Ya de pie, sacudió su regazo.

— ¿Qué? ¿El chico no te satisfizo?

— Mi