En la universidad, Hyuna se pasó el día metiéndose conmigo y luego me dijo no sé cuántas veces que tenía muy mala cara. Estoy segura de que todo se debía a lo mal que había dormido y a los extrañísimos sueños que había tenido. Eran en su mayoría una confusión de imágenes imposibles de descifrar, excepto una que tenía muy clara: los ojos de Ji Yong abrasándome.

Era evidente que no podía explicarle a Hyuna nada de todo aquello. Seguía costándole un montón no mencionar a Chaerin, y por eso yo tenía que evitar hablar de ella. Para consuelo mío, Bom volvía a ser la de antes. Cuando llegamos a casa, se puso a hablar a cien por hora sobre una nueva receta que quería poner en práctica. Fuimos al supermercado a comprar lo que necesitaba, pero estaba tan hambrienta que me comí allí mismo una pera.  A pesar de que insistí en pagarla (y lo hice), la situación hizo que Bom se sintiese de los más incómoda.

Volver con la compra a casa era siempre una aventura, pues teníamos que subir al autobús cargadas hasta los topes de bolsas. Me encantaría que mi madre tome por fin una decisión de comprar un coche, pero no creo que entre de momento en sus planes.

Chae no me había enviado aún ningún mensaje y me esforcé por fingir que me daba lo mismo. Pero durante la preparación de la cena, mientras intentaba ayudar a Bom en la cocina, estuve luchando constantemente contra la necesidad de mirar el móvil, que guardaba en el bolsillo, para comprobar que estuviera encendido o que no me hubiera llegado un mensaje de Chaerin sin que me hubiera dado cuenta de ello.

Después del accidente del corte en el dedo, Bom delegaba en mí sólo los trabajos sencillos, como lavar las verduras, pesar y medir los ingredientes y untar el pan con mantequilla. La cena estaba exquisita. Nos sentamos a la mesa y lo devoramos todo.

—De verdad, tendrías que haber estudiado cocina—le dije a Bom—. Eres estupenda. El mundo debe de conocer tus habilidades.

Seguíamos sentados a la mesa, yo con una pierna doblada junto a mi pecho, una posición que me resultaba más incómoda cuanto más comía.

—Lo sé, una de las tantas cosas en las que soy buena—dijo con un gesto de superioridad y tono medio en broma que hacía gala de su habitual modestia. — No sé, tal vez solo como hobby.  ¿Y tú? ¿Qué tienes pensado ya que te gradúes?—Mi prima conocía muy bien las notas que sacaba e intentaba constantemente que habláramos sobre mi futuro, cosa que yo evitaba en la medida de lo posible.

—No lo sé. Trabajar supongo, tal vez siga especializándome más en leyes, o tal vez algún diplomado de psicología. –Lo había dicho en broma, pero Bom asintió, como si aquello tuviera todo el sentido del mundo.

—Te vendría genial, sabes escuchar y te encanta descifrar la personalidad de la gente. Para ti, todo el mundo es como un rompecabezas y siempre intentas encajar las piezas. — concluyo Bom con seguridad.

—Supongo que tienes razón. —De hecho, por su tono, supe que no lo decía en broma, y realmente me dio que pensar

—Has adivinado mis preferencias uales—dijo Bom en voz baja y sin levantar la vista, por lo que entendí que aún se sentía incómoda hablando del tema, vamos !! es ella la que estudia psicología, no debería ser tan tímida.

—¿Desde cuándo lo sabes?—Volví a acercarme el plato, pero me limité a darle vueltas a la comida. Estaba tan llena que era incapaz de comer nada más, pero cuando me siento incómoda me gusta mantener las manos ocupadas en alguna cosa, y aquello era mejor que morderme las uñas.

—No lo sé. –Emitió un pequeño suspiro y me pregunté si debía cambiar de tema, pero entonces Bom siguió hablando—. Sospecho que… desde que tu lo aceptaste. Me refiero a que cuando me enteré de lo que era ser homoual, me dije: “a lo mejor”es eso. Pero en realidad, fue cuando vi a Chaerin. –Se ruborizó con fuerza, con la mirada fija en el suelo—. Jamás me había sentido tan atraído por nadie.

—Sí, con Chae suele pasar. –No pretendía consolarla con aquella declaración, pero mis palabras sonaron como si me sintiera exasperada.

—Pero tú no sientes esa atracción. –Bom me miró entonces, con una expresión entre confusa e incrédula—. ¿Cómo es posible?

—Me atrae, por supuesto—le expliqué lo mejor que pude—. Pero no quiero o con ella. –Entonces recordé cómo lo había visto la noche anterior, deslizándose con su revelador biquini en el interior de la bañera de hidromasaje.

—Sin embargo…—Bom se agitó con inquietud, insegura de sí misma—. No me gustaría parecer grosera, pero yo sólo pienso en eso.

—Eso no es grosero—repliqué al instante, pero después me retracté—. Sí, bueno, quizá suene un poco grosero, pero sólo porque eres mi prima. No por tus preferencias.

—Incluso Hyuna se volvió loca por ella, y ella nunca se vuelve loca por nadie excepto por sí misma. –Esperaba una explicación por mi parte, pero carecía por completo de ella.

—Yo tampoco lo entiendo—le confesé por fin—. No entiendo ni siquiera qué le ven. Sí, ya lo sé, es atractiva, graciosa y todo lo que quieras…—Me interrumpí, al darme cuenta de que tal vez yo también sentía por Chaerin lo que ellos sentían, pero entonces, de repente, me acordé de Jiyong—. Anoche conocí a su hermano.

—¿Y?—Bom se me acercó.

—Y nada. Es guapo, increíblemente guapo, pero me odia. –Me encogí de hombros, intentando fingir que no me importaba, y me puse de nuevo a juguetear con la comida del plato.

—¿Te odia? ¿Por qué? —mi prima no podía creer que alguien fuese capaz de odiarme. Tal vez fuera más agradable de lo que me imaginaba.

—La verdad es que no lo sé. –Me dolía incluso físicamente recordar la mirada que me había lanzado Jiyong cuando salí de la bañera de hidromasaje.— Creo que ni siquiera tuve oportunidad de dirigirle la palabra.

—Y entonces ¿cómo sabes que te odia?

—Si hubieses visto cómo me miraba…—Me estremecí sólo de pensarlo y decidí que ya habíamos hablado bastante de Jiyong y Chaerin. Me levanté para recoger la mesa.

—No entiendo, Dara—murmuró Bom cuando recogí el plato.

—No hay nada qué entender—repliqué con ligereza.

Cuando ella cocinaba, yo solía encargarme de recoger las cosas y lavar los platos, pero aquell