Capitulo VI

Instinto
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Al principio pensé que lo que corría hacía nosotras era un oso pardo gigante. Luego, cuando pasó bajo la luz de una farola, vi que no era más que un enorme perro color marrón. En el otro extremo del parque había una zona reservada especialmente para el paseo de perros, por lo que no me habría parecido una extraña situación si Chaerin no se hubiera puesto nerviosa. 

− No es más que un perro − le dije, confiando en que mis palabras la relajaran.

− Sé perfectamente lo que es. − Me dio la impresión de que estaba inmersa en un debate interno, dudando entre echar a correr o permanecer quieta, pero el perro se aproximaba a toda velocidad, decidiendo por ella. – Mierda!!.

El perro empezó a gruñirnos, pero ni siquiera con eso dejo de correr. Babeaba y echaba espuma  por la boca y sus ojos tenían una mirada desquiciada e intensa que jamás había visto en un animal. Se abalanzó de repente sobre Chaerin sin que ella lo provocara. Chaerin extendió un brazo hacía atrás, en un intento de protegerme del perro, y el otro hacia delante, para bloquear el ataque.

El perro apretó sus mandíbulas en el brazo, que emitió un tremendo crujido. Aquel sonido me heló la sangre y no pude evitar ponerme a chillar. Chae, con un veloz movimiento, consiguió agarrar el perro por el cogote. 

—¡Ve al coche, de prisa!— gritó. Se había arrodillado sobre el lomo del perro y lo mantenía contra el suelo, sujetándolo además por el cuello. Su brazo estaba lleno de sangre y el perro no cesaba de gruñir e intentaba morderla.

Me quedé paralizada, mirando boquiabierta la escena.

—¡Dara! ¡Vuelve al coche!

—¿Por qué?— Sentía náuseas, pero no quería dejar allí sola a Chaerin. Sabía que, si me iba, ocurriría algo, aunque no tenía ni idea de qué. 

—¡Dara! ¡Haz lo que te digo!...¡Sandara ve al coche, ahora!— Gruñó Chaerin.

La adrenalina recorría mi cuerpo y mis pies obedecieron encantados en cuanto eché a correr hacía el coche. Antes incluso de llegar allí, oí el gañido del perro y se me revolvió el estómago. El corazón me latía de una manera irregular y sentía náuseas. Conseguí llegar al coche y tuve que reprimir el impulso que me empujaba a seguir corriendo. Me derrumbé en el suelo, respirando con dificultad.

Cuando vi que Chaerin se acercaba, me incorporé y corrí hacía ella, pero me detuve en seco.Una parte de mí deseaba abrazarla, pero otra parte era consciente de lo que acababa de hacer y estaba asustada. Intente ignorar las irracionales lágrimas que rodaban por mis mejillas.

—¿Qué has hecho, Chae?— Me seque las lagrimas— ¿Qué le has hecho al perro?

—Dara…— Cerró los ojos, como si le doliese ver mi reacción—. No tenía otra elección. Lo has visto con tus propios ojos. ¡Ese perro iba a matar a alguien! ¿y si hubieras estado aquí sola, o con Bom?

Lo que estaba diciendo era cierto. Aquel perro estaba loco, y seguramente rabioso, e incluso antes de salir corriendo de allí sabía que Chaerin acabaría matándolo.  Pero eso no cambiaba nada. Cuando veía a un animal sufrir, por el motivo que fuese, siempre acababa llorando, y más si de una forma u otra yo estaba implicada en el suceso. Chaerin había matado al perro para protegerme.

—¡Me da igual!— grité, aunque al instante deseé haberme callado. Me parecía injusto enfadarme con ella porque me hubiera salvado la vida, pero no podía evitarlo. Chaerin  avanzó hacía mí con torpeza, como si quisiera abrazarme, pero en seguida se dio cuenta de que la rechazaría si lo intentaba. 

—Dara…— dijo Chae, respirando hondo y apartando la vista. Su expresión era agónica y se retiró unos pasos de mí—. Todo se ha complicado demasiado.

—¿Y ahora de qué me hablas?

Noté un cambio, y el terror se apoderó de nuevo de mí. A pesar del disgusto que me había llevado por lo del perro, en ningún momento había sentido odio hacía Chae, ni siquiera me había enfadado con ella.

—¡De esto!— Chaerin pasó por mi lado sin mirarme—. ¡De todo! Todo esto es una estupidez. Yo soy una estúpida.

—Pero ¿De qué hablas?— Corrí tras ella, preguntándome qué podía haber hecho yo que fuese tan terrible. Intente tocarla, pero apartó el brazo antes incluso de que me diera tiempo a acercarme.

—Te llevo a casa.— Habíamos llegado al coche, pero Chaerin no había entrado aún en él, a la espera de que yo lo hiciese primero. Se había parado allí y se negaba a continuar andando. 

—¡No!— insistí—. ¿Por qué?

—¿por qué?— Rompió a reír, pero era una risa sin humor que me provocó escalofríos nerviosos. Entonces avanzó hacía mí, tambaleándose, y su voz sonó más ronca de lo que jamás habría imaginado que podía llegar a ser—. He matado un perro para salvarte la vida… ¡Y tú me miras como si fuera un monstruo!

Se frotó la sien y vi que tenía la mano ensangrentada. Había olvidado por completo que el perro la había mordido.

—Chae, no pienso que seas un monstruo— Me expliqué, sin levantar la voz— Sólo que no me gusta que muera nadie.

—A nadie le gusta, Dara—replicó fríamente Chaerin. Se mordió el labio y movió la cabeza de un lado a otro, y a continuación murmuró—: Esa condenada cosa tenía la rabia, no lo dudes. Iba a morir de todos modos.

—Lo sé—Tragué saliva—. No sé qué he podido hacer que te haya molestado de esta manera, pero lo siento. En ningún momento he pretendido ofenderte. Y no me parece justo que me alejes de tu vida sólo porque he llorado por un perro.

—No es eso, no se trata de que hayas llorado— Se ablandó un poco, pero seguía distante—. Ha sido por cómo me has mirado.

—¡Lo siento!— insistí—. ¡Estaba en estado de shock! EL perro ha llegado corriendo y te ha atacado y entonces…, no sé. Lo siento. Ha sido solo porque era un perro. ¿Recuerdas cuando atacaste a aquellos hombre en el garaje? Entonces no lloré.

—No, no lloraste— reconoció Chaerin. Daba la impresión de que empezaba a ceder. Me acerqué un poco más a ella, y me fijé entonces en la manga rasgada de su camiseta y en la sangre de la mano.

—Tendríamos que ir al hospital— dije.  

—¿Por qué?— Chae me miró, con una expresión de terror en sus ojos—. ¿Te ha hecho daño? Creía que había impedido que…

—No, yo estoy bien—dije, interrumpiéndola, y vi que se relajaba de nuevo—. Me refería a ti. El perro te ha mordido.

—Ah, no pasa nada.— Agitó el brazo rechazando mi sugerencia, y se acercó al coche, como si entrando en él pudiese huir de mi mirada inquisitiva—. No es gran cosa.

—Sí que lo es— dije, avanzando—. Tienes la camiseta rota… Y toda esa sangre. Además, tú lo has dicho, seguramente ese perro tenía rabia. Necesitarás la vacuna.

—Iré mañana. No es tan grave.— Chaerin había retrocedido hasta el punto de quedarse pegada a la puerta. Intenté tocarle el brazo pero se apartó.

—¡Chaerin!— dije muy sería, y ella soltó un suspiro de exasperación.

—No es grave, en serio— repitió, y al final me dejó que le tomara el brazo.

La sudadera estaba empapada de sangre, igual que su mano, lo que me hizo dudar de su afirmación. Con mucho cuidado, le subí la manga y sofoqué un grito. Allí no había más que tres pequeñas marcas de dientes. Eso era todo. Tres marcas rojizas y algo inflamadas, tan pequeñas casi como alfileres. Y ni siquiera sangraban, además. El brazo estaba cubierto de sangre y el origen de todo estaba, al parecer, en aquellas marcas de dientes. Tenía sangre, pero apenas había herida.

—Ya te he dicho que no era grave—Chaerin retiró el brazo en seguida y se bajó la manga.

—¿Cómo puede ser?— Me quede mirándola.

—Sangro con facilidad. Soy hemofílica— respondió Chaerin y, no sé por qué su respuesta me provocó una sonrisa socarrona.

—No, eso es imposible— dije, negando con la cabeza—. He oído el crujido del hueso cuando ese perro te ha mordido. Es imposible que unas heridas tan superficiales como éstas hayan podido llegar hasta el hueso.

—Ha sido todo muy rápido. Es imposible que estés segura de lo que has oído— dijo, tratando de ofrecer una explicación.  

—¡Sé perfectamente lo que he oído!— dije, con mayor convicción de la que en realidad sentía—. Deberías tener unas marcas de mordiscos increíbles, y a lo mejor hasta el brazo roto. ¿Cómo te has arreglado para acabar con ese perro?

—Tú misma lo has visto.— Me miró con escepticismo, pero en sus ojos se estaba gestando alguna cosa que me resultaba imposible adivinar.

—¡Ese perro era enorme, y estaba enloqueciendo!— Me vino a la cabeza la imagen de Chae deteniéndolo con una sola mano antes de aplastarlo contra el suelo. El animal pesaba a buen seguro más de cuarenta kilos, y se le había agarrado al brazo con los dientes—. Es hu

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Comments

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mariajoo #1
Chapter 45: Algún día actualizarán ?
natovida #2
Chapter 45: Complejo, complejo....
Skyth06
#3
Chapter 45: Animo ntp *+*
ChaeraM21 #4
Chapter 43: Y si casi matas a Dara para que CL la muerda y tldla felices?? No? Esto se pone cada vez mas sad ;-; y menos Chaera
Skyth06
#5
Chapter 43: Wtf boom con chae uyyyy
natovida #6
Chapter 42: Golpeen a Dara... Con urgencia....
Skyth06
#7
Chapter 42: Omg coontiiii
rabanne #8
Chapter 41: Estuvo muy bueno ^^ ya hubo Chaera *u* que Dara deje de estar tan ilusionada con Jiyong, que haga algo Chaerin para que le den celos a Dara xD
Esperare el próximo cap
ChaeraM21 #9
Chapter 41: Por fin un poco de Chaera ;-;