Cuando me desperté, Chaerin se había marchado. Me acerqué a la habitación contigua para ver a Bom. Aparentemente seguía igual. Estaba acostada en la cama, pálida y espantosamente menuda, pero al menos su respiración había mejorado un poco. Leslie seguía clavada en su puesto junto la cabecera de la cama y me explicó que mi prima no se había despertado todavía. Me vestí y me reuní con Teddy para tratar con él los aspectos prácticos de la actual situación. Bom no podía regresar a casa en aquel momento y yo no quería mantenerme alejada de ella. Mi madre siempre estaba fuera, tanto por su trabajo como por su adicción al juego, pero si estábamos varios días sin pasar por casa se daría cuenta de que sucedía algo raro. Teddy me aconsejó que fuera a casa, recogiera algo de ropa y le explicara a mi madre que íbamos a pasar unas breves vacaciones con ellos. Chaerin regresó de su misterioso paradero y se ofreció a acompañarme a casa. Antes de subir al coche con Chaerin, Teddy me había repetido no sé cuántas veces que Bom se encontraría bien. Pero yo estaba convencida de que el estado de mi prima empeoraría en cuanto yo me fuera.

—Tranquila, se encontrará bien —volvió a decirme Chaerin en cuanto nos incorporamos a la autopista.

—¿Y tú cómo lo sabes? ¿Acaso la has visto hoy? —Me quedé mirándola. Me había dolido despertarme y no encontrarla a mi lado y, además, no me había dado explicaciones acerca de su ausencia.

—Sí, en cuanto me he despertado he ido a ver cómo estaba. Teddy me ha dicho que todo iba bien. Por lo que parece, el cambio está funcionando. —Su anterior sentimiento de culpabilidad había aminorado ya que, por lo visto, existían muchas posibilidades de que Bom sobreviviera al trance.

—¿Y cuándo te has despertado?

—Hace un rato.

—¿Dónde estabas? —le pregunté.

—Tenía que comer. —Se movió incómoda en su asiento.

Después de tanto tiempo, creo que aún esperaba que yo huyera corriendo como una histérica cada vez que mencionaba que se alimentaba de sangre. No me había acostumbrado a la idea, pero tampoco me provocaba repulsión. O, como mínimo, no la repulsión suficiente como para mandarla a freír espárragos.

—¿Y…has buscado alguna chica? —Mi estallido de celos sirvió, extrañamente, para tranquilizarla.

—No. En casa estábamos bajos de reservas y he tenido que ir al banco a buscar sangre. Con Bom vamos a requerir más cantidad. —Lo dijo restándole importancia, y me di cuenta de que yo todavía no había asimilado lo que estaba sucediendo. Bom necesitaría beber sangre.

—¿Cuándo tendrá que empezar Bom a alimentarse de ese modo?

—Pronto, creo. —Me miró de reojo para valorar cómo estaba llevándolo. Y supongo que conseguí poner buena cara porque Chaerin continuó con su explicación—. Al principio comerá mucho. El cambio te exprime, prácticamente, y de entrada le costará calibrar de forma adecuada su sensación de hambre.

—Me cuesta creer que todo esto esté pasando — refunfuñé. Cerré los ojos, me recosté en el asiento e intenté que Chaerin no se diera cuenta de lo asustada que estaba.

—No será tan terrible como te imaginas —dijo Chaerin—. Yo no estoy mal, ¿no te parece?

—¿Y qué pasará?

—No puedo decírtelo con total seguridad.

—¿A qué te refieres con eso de que no puedes decírmelo? Eres un vampiro. Sabes lo que es ser vampiro —argumenté con incredulidad.

—Sí, pero cada caso es distinto. —Me di cuenta de que no quería hablar del tema, pero yo seguí mirándola hasta que la forcé a continuar—. Los conceptos básicos ya los conoces. No sé qué más quieres averiguar.

—Quiero averiguar detalles sobre el proceso de cambio — le aclaré—. ¿Qué es lo que conlleva exactamente?

—No lo sé —respondió Chaerin. Reí con sorna—. ¿Qué pasa? La verdad es que no lo recuerdo y nunca he sido testigo del cambio de nadie más.

Resultaba imposible adivinar si me mentía o no, pero me parecía ridículo que no fuera capaz de recordar el suceso más importante de su vida, sobre todo teniendo en cuenta que no hacía mucho tiempo de ello. Habría podido comprender que Teddy lo hubiera olvidado, pero dieciséis años era una fecha relativamente reciente.

—¿Cómo es posible que no lo recuerdes?

—¿Acaso recuerdas tú tu nacimiento? —contraatacó Chaerin.

—No, pero yo no tenía veinticuatro años en el momento en que sucedió eso.

—Bueno... —Suspiró.

Aparcamos enfrente de mi edificio pero permanecimos sentadas en el coche, como si Chaerin estuviera buscando un modo de explicármelo.

—Leslie recuerda muy bien su cambio, y me parece que Jiyong también. Pero yo no lo consigo. El mío es completamente nebuloso, como si fuese un sueño que hubiera tenido hace un montón de tiempo. Supongo que no consigo recordar muy bien el dolor.

—¿Así que es doloroso? —pregunté, pese a no saber muy bien si en realidad quería conocer la respuesta.

—Piensa que tu cuerpo muere —dijo Chaerin en voz baja—. No en su totalidad, pero lo bastante como para que lo percibas. Pero dura sólo unos días, y después todo es maravilloso.

—¿Pueden hacer alguna cosa para mitigar el dolor?

—Harías mucho mejor en hablar de todo esto con Teddy — dijo.

—¿Crees que he tomado la decisión correcta?

—Creo que has tomado la única decisión que podías tomar —me aseguró Chaerin solemnemente. Y me obsequió una sonrisa torcida, intentando animarme

—. Vamos. Subamos a preparar unas cuantas cosas y después nos largamos de excursión a mi casa.

—Hablas como si fuera un tema mucho más divertido de lo que en realidad es —murmuré, y salí del coche.

—¡Oye, ya sabes que cualquier rato que pases conmigo es divertido! —dijo Chaerin, saliendo también.

—Sí, claro, lo de anoche fue para morirse de risa. —Lo dije como una broma, pero la expresión herida de Chaerin me dio a entender que le había llegado mucho más hondo de lo que era mi intención—. Perdona, no quería decir eso.

—No, si tienes razón —dijo bruscamente, y entró en el edificio por delante de mí.

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El apartamento estaba como siempre, pero no sé por qué me pareció más pequeño. Por suerte, mi madre estaba trabajando. Me habría costado mantener una conversación con ella en aquellas circunstancias. Habría sido muy duro decirle que Bom no iba a volver a casa, incluso contán