En cuanto me desperté, bajé en pijama, con el cabello alborotado y los ojos legañosos. Teddy estaba recostado en el diván leyendo un libro y Leslie estaba sentada casi a sus pies, entretenida haciendo un puzzle. Había oído la ducha en el cuarto de Chaerin y debía de seguir allí pues, de lo contrario, estaría ocupado facilitándome la conversación. 

—¿Pasa algo? —me preguntó Teddy, a la vez que levantaba la vista del libro. 

—¿Va todo bien, cariño? —intervino Leslie, que también me miró con cara de preocupación. 

—¿Cuándo regresa JiYong? —pregunté. 

—No lo sé seguro. —Teddy se incorporó hasta quedarse bien sentado —. ¿Quieres que lo llame para averiguarlo? 

—¿Qué pasará cuando vuelva a casa? —Me crucé de brazos, intentando hacerme la dura aun siendo consciente de que tal vez estaba haciendo el ridículo—. ¿Qué pasará? 

—No lo sabemos con exactitud —respondió Teddy con cautela. 

—Me odia. —Me dolió el simple hecho de pronunciarlo en voz alta, pero eso no cambiaba nada—. O, si lo prefieren, odia lo que siente por mí. Y su actitud no cambiará cuando vuelva a casa, ¿verdad? 

—La verdad es que no entendemos lo que sucede entre ustedes. No sé qué decirte —respondió Teddy de manera evasiva. 

—¿Qué intentas averiguar? —preguntó Leslie.

—Si JiYong no me quiere, ¿qué sentido tiene convertirme en vampira? — pregunté. Intercambiaron miradas pero ninguno de los dos me ofreció una respuesta inmediata—. ¿Esperan que haya cambiado de idea como por arte de magia cuando regrese? 

—No, la verdad es que no —reconoció Teddy con sinceridad. 

—Entonces ¿qué sentido tiene todo esto? —Hice un gesto señalando mi entorno, preguntándome qué sacarían ellos alojándome en su casa y paseándome por ahí. 

—¿Todo el qué? —Chaerin acababa de bajar la escalera saltando y había entrado en el salón, pasándose la mano por el pelo mojado. Dibujé interiormente una mueca de fastidio. Si había iniciado aquella conversación en ese momento era porque ella no estaba presente. 

—Quiere saber qué pasará cuando regrese JiYong —le explicó Teddy al ver que yo no tenía intención de responderle. 

Inquieta, cambié de posición y miré a Chaerin, que de pronto se había puesto muy nerviosa. Me miró de arriba abajo y se volvió hacia Teddy y Leslie en busca de ayuda.  Teddy había dejado el libro sobre el diván y Leslie sonreía sin saber muy bien qué decirnos. Era evidente que carecían de una buena respuesta. Todo aquel asunto se había puesto en marcha solo y,  aunque en realidad no había ningún plan para alterarlo, no existía un motivo concreto para seguir adelante con ello. 

—No me querrá, Chaerin —dije, compungida—. ¿Qué sentido tiene mi cambio? 

—¿Y qué sentido tiene el cambio de cualquiera, en general?—espetó Chaerin, y apartó la vista—. Vamos, Dara. ¡Nada de todo esto tiene sentido! 

—¡Debe tener un sentido! —grité, sorprendida por el temblor de mi voz. Empezaba a comprender lo que estaba diciendo, lo que estaba rechazando, y por la expresión de asombro y dolor de Chaerin, adiviné que también ella estaba cayendo en la cuenta—. ¡Si todo esto va a destruir la vida de mi prima, tiene que haber un motivo! 

—¡No vas a destruir su vida! —Chaerin se rascó la frente y cerró los ojos—. ¿Y si JiYong no cambia nunca de idea? ¡Espero que no sea así! ¡Ellos te quieren aquí! ¡Yo te quiero aquí! 

—¿Y es ése un motivo más para someterme al cambio? —Le lancé una dura mirada. Mi cabeza deseaba recordar el beso con Chaerin, pero no se lo permití, pues cabía la posibilidad de que Chaerin reaccionara a la alteración en el ritmo de mi corazón.  —Eso no tiene sentido. 

Chaerin fingía no entender nada, pero el rápido movimiento de sus ojos acabó convenciéndome de que lo pensaba de verdad. 

Aquel beso había sido increíble, y el riesgo de repetirlo era enorme. De no haber entrado Leslie en la habitación, Chaerin habría acabado mordiéndome, y no podíamos contar con que, cada vez que estuviéramos solas, ella fuera a entrar en el momento justo. 

—Chaerin, que me quede aquí no es bueno para ninguna de las dos —le dije, con lágrimas en los ojos. 

—¡No! —insistió con pasión Chaerin—. ¡Eso es una estupidez! No tengo ni idea de qué pasa. ¡No tengo ni idea de por qué tu sangre está destinada a él, pero es un error! ¿Entendido? ¡No tienes por qué ser para él! ¡Y tiene que haber un modo de solucionarlo! ¡Llevará su tiempo, pero disponemos de toda la eternidad para encontrarlo! ¿De verdad deseas echar todo esto por la borda porque en este momento no tengo la respuesta? 

—¿Por qué me lo presentaste? ¡Esto no habría sucedido si no lo hubiera conocido! ¡Todo esto habría carecido de importancia! ¿Por qué me empujaste hacia él? 

—¡Nunca te empujé hacia él, jamás! —Dio un paso hacia mí pero al instante cambio de idea y entonces fui yo la que retrocedió. Chaerin respiró hondo—. Yo no tenía ni idea de que sucedería todo esto. Sabía que no estaba reaccionando correctamente contigo y que ellos creían que estabas destinada a JiYong. Y no me di cuenta de que yo...—Se interrumpió y se quedó con la vista fija en el suelo. 

—Las dos conectaron de un modo especial y nadie se dio cuenta de ello — explicó Teddy—. Hasta que Chaerin empezó a sentirse amenazada por JiYong no nos dimos cuenta de lo que estaba pasando, y por entonces ya era demasiado tarde. —Se levantó poco a poco y se acercó a nosotras con la intención de aminorar la tensión. —Aquí nadie intenta presionarte para que tomes la decisión, pero Chaerin ha dicho cosas que son muy ciertas —prosiguió Teddy—. Tu cambio no tiene que ver con JiYong, y tampoco tendría que ver con ella. Si así lo decides, tienes un futuro a nuestro lado. 

Movió afirmativamente la cabeza, mirándome, y acto seguido dirigió a Leslie un leve ademán. Leslie se levantó y ab