Lo decía con la intención de consolarme y yo no sabía cómo salir de aquello. Si lo que quisiera era poder odiarme, era todavía peor. Era como si Jiyong tuviera que tomar una decisión.

 —Necesito ir al baño –anuncie. Sabía que no podía reprimir las lágrimas por mucho más tiempo y, de romper a llorar, prefería hacerlo en la intimidad del cuarto de baño. Me levanté, y Leslie me dejó ir a regañadientes.

 —¿Recuerdas dónde está? –Leslie hizo el ademán de levantarse para mostrarme el camino, pero le indiqué con un gesto de asentimiento que sabía cómo ir.

 —En seguida vuelvo –Salí corriendo del salón lo más rápido posible, sin permitir que se dieran cuenta de que me iba de allí para poder llorar.

 De camino al baño tenía que pasar por delante de la escalera, y ya no llegué más lejos. La suave voz de Jiyong me detuvo en seco. Escondida a los pies de la escalera, los oí hablar en su habitación. Jiyong estaba hablando con Chaerin y no parecía enfadado como cuando estaba en el salón. De hecho, me dio la impresión de que estaba más triste que otra cosa.

 —No pretendo mostrarme antipático con ella –estaba diciendo Jiyong,  disculpándose.

 —¡Pero estás siéndolo! ¡Tendrías que haber visto el miedo que le daba venir aquí por tu culpa! –Chaerin sí que estaba enfadada.  Me estremecí al oírle confesar mis incómodos secretos, pero decidí quedarme un poco más para seguir escuchando la discusión.

 —Entonces, tal vez no debería haber vuelto –decía Jiyong con toda razón, como si estuviera convencido de que eso era lo mejor para mí.

—Eres tonto –dijo Chae –A mí me gusta, a Teddy le gusta. Podría decirse que Leslie está enamorada de ella. Y vendrá con frecuencia. No sé por qué quieres llevarnos la contraria en todo.

 — Ninguno de ustedes me comprende, ¿Entendido? –La voz de Jiyong  se había vuelto más seca –Teddy tiene a Leslie, y tú eres demasiado joven. ¡Y esto para Leslie es como una fiesta! .

 —¡Eso no tiene importancia! –Chae estaba exasperada –Vendrá por aquí, así que tendrás que encontrar la manera de sobrellevarlo. Sin hacerle a ella ningún daño.

 —Sabes que no quiero hacerle ningún daño –Jiyong hablaba tan bajito que apenas podía oírlo, pero su voz sonaba inequívocamente sincera.

 —¡Sí, ya lo sé! –Replicó Chae—¡Así que basta ya del tema!

 —¡De acuerdo! –cedió Jiyong.

 La conversación estaba a punto de tocar su fin y oí pasos acercándose a la escalera. No podía permitir que me pillaran espiando, por lo que corrí a encerrarme en el cuarto de baño.

 Cuando salí del baño, tanto Jiyong como Chae habían regresado al salón, Jiyong se mantuvo cordial pero distante. Teddy siguió formulándome preguntas sobre mí, desde a qué se dedicaba mi madre hasta cuáles eran mis programas de televisión favoritos, mientas que Leslie se sentía feliz tocándome el pelo y podría pasarse el resto de la vida así. Cuando Chae anunció que nos teníamos que marchar eran ya más de las once. Incluso con la ansiedad, la velada había transcurrido a una velocidad impresionante.

 Todos nos acompañaron hasta la puerta del garaje, incluso Matilda, lo que de nuevo me hizo sentir cohibida. Me ubicaban sin cesar en el centro de su atención, cuando en realidad ellos eran mucho más atractivos y fascinantes de lo que yo jamás llegaría a ser.

Leslie me abrazó con fuerza y me di