Stay away from me!
“El fin de semana más largo de mi vida”
Ella entró en su departamento y cerró violentamente la puerta detrás de ella, sorprendiendo a su compañera de cuarto de cabello negro, que prácticamente salto del sofá y la miro.
“¡ Yahh,Sica!” exclamó
Pero la rubia no le respondió. La morena se levanto de su lugar en el sofa, totalmente desconcertada.
"¿Sica?" “¿Qué haces aquí tan temprano? Ni siquiera es mediodía…”
La rubia simplemente siguió su camino y la ignoró, se dirigió a su habitación y cerró la puerta de golpe, arrojándose en la cama.
Ella literalmente había huido lejos de ese lugar. Había salido de esa casa y casi amenazando al pobre conductor de la limosina que la llevara de vuelta a casa. Y entonces ella le había dicho a él que vuelva y traiga todas sus cosas, prometiéndole una grande y gorda suma de dinero. Así que por supuesto, el hombre estuvo de acuerdo.
Ella cerró los ojos.
Estaba cansada. Estaba demasiado cansada…
Y solo recordar la mirada en la cara de Tiffany cuando ella había salido de esa casa, la hizo sentir muy culpable. Y eso la hizo enojarse consigo misma. ¡Ella no debería estar sintiéndose culpable! ¡No había mentido! Ni una sola palabra que había salido de su boca en esa maldita biblioteca ha sido una mentira. ¡Ni una!
“¡Sica! Sica, ¿Qué sucedió?” escuchó la voz de Yuri desde el otro lado de la puerta “¿Jessica?” Yuri conocia demasiado bien a la rubia como para saber que si no queria hablar no habia quien le haga cambiar de opinion tenia que esperar a que se le pase, al igual que la rubia lo hacia cuando era ella misma quien estaba de mal humor. Pero esto era extraño, Jessica nunca se habia comportado asi, no que ella recuerde. Se le ocurrió algo... quizas esto daria resultado. Siempre recorrian a ella cuando necesitaban consejo.
La rubia solo se quedo acostada en su cama mirando el techo.
No, ella no mintió.
Ella era una chica que jugaba futbol. Era lesbiana. Y era una persona orgullosa y demasiado contundente a veces.
Así que no, ella no estaba mintiendo cuando ella había dicho esas cosas. Y no era buena ocultándolas tampoco. Les había dicho a sus padres que era gay a la tierna edad de catorce años. Su padre se había vuelto loco y enojado con ella, y su madre había intentado convencerla por todos los medios posibles de que era solo una fase de la adolescencia.
Pero a medida que pasaban los años, sus padres habían llegado a darse cuenta de que no, no era una fase, y sí, ella realmente era lesbiana.
Y con el tiempo ellos habían llegado a aceptar eso. Y ahora sus padres la tenían hasta la coronilla con todo clase de preguntas, locas y estúpidas, queriendo que su hija llevara a una chica a casa y se las presentara.
Pero nunca lo hizo. No por más de una noche, de todos modos.
Y entonces ella había dejado de hacerlo, después de que su madre se había encontrado con demasiadas caras nuevas cada fin de semana, y las había expulsaba de la casa mientras la joven chica rubia aún descansaba desnuda en su cama.
Jessica sonrió ante eso. Su madre le había dado bastantes discursos acerca de las responsabilidades y ser respetuosa con los demás. Oh, sí, y ella era respetuosa. Nunca hizo ninguna promesa. A ella solo le gustaba divertirse. Así que más adelante había descubierto que era mejor si ella iba a la casa de la chica designada en vez de llevarla a la suya. Era más fácil alejarse de esa manera, de todos modos.
“¿Jess?” se oyó una suave voz desde detrás de la puerta de su dormitorio.
La rubia frunció el ceño. Pero lo ignoro de todos modos.
Si, era una verdadera jugadora. Le gustaba tener relaciones uales con chicas, desconocidas al azar. Y luego simplemente desaparecer y buscar alguien nuevo.
Así que no, no podía iniciar una relación con Tiffany. Incluso si quisiera hacerlo…
“Jess, por favor, abre la puerta” la suave voz declaró.
Ella la ignoro de nuevo, como una lágrima corrió por su mejilla. Y luego otra. Y otra después de esa.
Y pronto se encontró sollozand
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