No es malo amar a alguien con todo tu ser. A veces no basta con aportar solo una parte de ti, sino que debes arriesgarte y ponerlo todo en juego.

Porque quién sabe, puede que ganes el premio más valioso que existe en el mundo.

Su corazón.

Taeyeon POV

Si alguien me hubiese dicho que encontraría al amor de mi vida un año después de que Jieun me dejara, probablemente me habría descojonado en su cara. Porque Jieun era a la única chica que quería; hasta que Tiffany probó lo contrario.

La idea que tenía del amor en un pasado era tan diferente a la actual. Eso no era estar enamorada; estar enamorada era sentir que me estaba hundiendo en ella, como si fuese un precioso y vasto océano, me sumergía en las profundidades de su ser.

Y si, de alguna manera u otra me asustaba, muchísimo, pero también era la experiencia más impresionante de mi vida.

Tú eres la persona más increíble  que he podido conocer, Tiffany.

“¿Quieres un poco más de pollo, Taeyeon?” Parpadeé, encontrándome con dos pares de ojos curiosos mirándome.

“Oh, no, no gracias, estoy llena.” Sonreí apológicamente, reposando las manos en mi estómago. Ugh, tendré que hacer una sesión intensa de  gimnasio para bajar todo esto.

“¿Te ha gustado?”

“Por supuesto, estaba buenísimo Señor Hwang.” Asintió con una sonrisa.

“¿Cómo está el perrito?” Preguntó, dejando las pinzas para servir el pollo a un lado.

“Bien, no para quieto.” Solté una risita. “Pero Sunny cuida bien de él.”

“¿El perro de ayer era tuyo?” Miré a Tiffany con las cejas alzadas.

“Claro, ¿de quién pensabas que era?”

“De Sunny, como vi que se llevaban tan bien supuse que era suyo.”

“Entonces supusiste mal.” Le saqué la lengua. “Me lo encontré abandonado en la calle y decidí acogerlo, era demasiado adorable como para resistirse.”

“En eso tienes toda la razón. ¿Y no tiene nombre?” Inclinó un poco la cabeza y me hizo pensar en él.

“Ahora que lo dices, quería que lo decidieses tú.” Me miró sorprendida.

“¿Yo?” Preguntó, señalándose a si misma.

“¿Estás segura de eso Taeyeon-ssi?” Miré a su padre extrañada.

“¿Por qué preguntáis tanto?”

“Bueno, Stephanie suele―”

“¡No te preocupes, me encargaré de ponerle un bonito nombre!” Cuando vi a su padre taparse la cara con las manos supe que había cometido un gran horro. Bueno, lo siento por ti perrito, tendrás que vivir con ello.

“Piénsalo bien, ¿vale?” No quiero que el perro sufra cada vez que lo llamemos. Dios, ¿y si tengo que llamarlo mientras lo paseo? ¡Haré el completo ridículo!

“Claro, tú no te preocupes.” Me sonrió y no me quedó otra que hacer lo mismo. Por favor Tiffany, piensa en el pobre perrito.

“¿Un café?” Preguntó, levantándose de la mesa. Cuando quise ayudarla a recoger todo, movió la cabeza en negativa y me obligó a quedarme donde estaba. Me miraba esperando una respuesta a su pregunta.

“Sí por favor, cargado.”

“Marchando.” Me besó en la mejilla y me sonrojé al ver la discreta sonrisa de su padre.

“Me alegro de veros tan felices.” Dijo, después de que Tiffany fuese a la cocina.

“G-gracias.” Era raro oír eso para mí, después de todo lo malo que me había dicho mi padre sobre mis parejas era algo que se agradecía. “Haré lo posible para que continúe así.”

“Sé que lo harás, lo puedo ver en tus ojos.” Me hubiese gustado tener un padre como él. Que me apoyase y me deseara lo mejor. “Y para agradecértelo intentaré hablar con tu padre. Lo conozco desde hace muchos años y sé que no es un hombre injusto. Pero a veces los padres cometemos errores haciendo algo que creemos que es por vuestro propio bien.” Asentí, mordiéndome la lengua. ¿Qué buenas intenciones podían haber en lo que él hacía? Si no es capaz de aceptarme tal como soy entonces no es mi problema.

“No creo que consigas convencerlo, no desperdicies el tiempo.”

“Al menos déjame intentarlo, no pierdo nada.” Me encogí de hombros como respuesta e intenté esbozar una pequeña sonrisa cuando vi a Tiffany volver con los cafés en una bandeja. No quería que se preocupara.

“Cuidado que quema.” Me advirtió con un guiño que me dejó embobada. Había algo en ella que me hipnotizaba, como si estuviese rodeada de un aura especial.

Escuché como reían y me puse roja. Maldita sea, voy a tener que aprender a controlarlo.

Enamorarse es como saltar desde un rascacielos. Tu cerebro te dice que no es una buena idea, pero tu corazón te hace creer que puedes volar.

“¿Entonces ya sabes cómo llamarlo?”

Hoy era 26 de diciembre, un día después de Navidad; San Esteban. Dijo que no haría nada en especial y decidí invitarla a ver una película en mi casa, porque con el frío que hacía fuera era imposible tener otro tipo de citas.

“Ahá.” Me preparé. De esa preciosa boca podía salir cualquier cosa.

“¿Y bien…?”

“Prince Fluffy.” La miré sin ningún tipo de expresión en mi rostro. Me debes estar jodiendo.

“Uhm, Prince… ¿Fluffy?”

“Así es. ¿Te gusta?” Me miró con ojos de cachorrito y tuve que contener mi sinceridad.

“Me encanta. ¿Pero no crees que es un poco, no sé, largo?” Abrió la boca, seguramente pensando en ello.

“Puede que sí, pero bueno, podemos llamarlo Prince o Fluffy si vemos que junto cuesta de decir.”

“Está bien.” Prince es aceptable, pero Fluffy… mejor que ese lo use Tiffany.

“¿Te gusta tu nombre, Fluffy?” Casi podía ver el sufrimiento en los ojos del pobre perro. Lo sé, lo sé. Tendría que haber escogido un nombre yo, pero ahora lo hecho, hecho está.

“Bueno, ¿vemos la película?” Preguntó, dejando a Prince en el suelo.

“Oh, espera, tengo algo para ti.” Corrí hacia mi habitación y saqué el regalo del armario. Decidí comprarle un pequeño detalle como regalo de Navidad.

“¿Tú también me has comprado algo por Navidad?” Al oírla, levanté la cabeza y vi que también tenía un regalo en sus manos.

“Pensamos lo mismo.” Reímos y me acerqué a ella. “Toma, ábrelo.” Lo cogió y me dio el suyo.

“¿A la vez?” Despedazamos los envoltorios como si fuésemos niñas pequeñas. Hacía tiempo que no me sentía así de feliz.

Había una bufanda y un gorro de color azul. Parecían hechos a mano y no comprados. “Los he hecho yo, ¿te gustan?” Asentí, sonriendo alegremente.

“Me encantan.” Dije, poniéndomelo todo. “¿Y a ti te gustan los guantes?” Se los puso e hizo gestos adorables con ellos. “Tienen unas bolsitas dentro que se pueden calentar, así pasas menos frío.”

“Muchas gracias, me gustan mucho.” Se acercó a mí con una sonrisa tímida y me besó sin darme tiempo para prepararme. Sentí mis mejillas arder al notar sus tiernos labios moverse junto a los míos. Sus dedos, aún cubiertos por el tejido de los guantes, cosquilleaban mi nuca por debajo de la bufanda.

Cuando quise acercarla más a mí, se separó, me besó la mejilla y me miró con los ojos llenos de amor. Me sentía tan afortunada de recibir esa mirada.

“¿Puedo quitármelo ya? Ese beso subió la temperatura de mi cuerpo.” Bromeé, abanicándome con mi mano.

El sonrojo en sus mejillas era encantador. “Yah…” Me dio un suave empujón mientras inflaba los mofletes. Aun así, fue ella la que me desenrolló la bufanda del cuello y me quitó el gorro de la cabeza. “Gracias bonita.” Le agradecí, dejando un beso en la punta de su nariz. Se puso aún más roja y decidió darme la espalda por la vergüenza. “No te escondas, me encanta cuando te sonrojas.” Le susurré, haciéndole cosquillas en los lados hasta que me apartó las manos llorando de risa.

“Vamos a ver la película ya, si no se hará tarde.”

“Está bien. ¿Una de miedo?”

“Ni hablar.” Sentenció, cogiendo una de esas típicas cursis de Navidad. Antes de que pudiese negarme, sacó el disco de dentro, lo puso en mi consola y se tumbó a mi lado. Al menos la tengo cerca de mí.

A veces tenía la sensación de que las cosas iban muy rápido, de que nos veíamos demasiado y que mis sentimientos hacia ella crecían a pasos agigantados, pero después me fijaba en la forma en la que me miraba y todas las preocupaciones se esfumaban porque sabía que sentía exactamente lo mismo.

Tiffany POV

“Vamos, ya queda poco para llegar a la cima.” Me animó, sonriéndome alegremente.

Se la veía tan bien… y yo estaba intentando no desplomarme en medio del camino por culpa  del cansancio. ¿En qué pensabas cuando le dijiste que sería una buena idea ir de excursión al monte? Dios, casi no me siento las piernas.

“La primavera es la perfecta estación para hacer excursiones de este tipo, no pasas ni calor ni frío. ¿No crees?” Preguntó, cogiéndome de la mano para tirar de mi cuerpo.

“Si, pero también es una estación fabulosa para hacer cosas que no requieran tanto esfuerzo.” Soltó una risita y soltó mi mano. Antes de que pudiese quejarme, puso su palma en mi espalda.

“El esfuerzo valdrá la pena, créeme.” Besó mi sien y continuó ayudándome a subir.

Tenía razón, no tardamos mucho en llegar a la cima y las vistas me dejaron sin aliento. El paisaje era tan extenso y bonito que necesité unos cuantos minutos para absorberlo todo.

Sentí sus brazos rodear mi cintura y su cabeza apoyarse en mi hombro. Posé mis manos encima de las suyas y exhalé, relajándome junto a ella.

“¿Y bien?” Preguntó con diversión. “¿Tenía razón o no?” Rodé los ojos.

“Sí, valía la pena estar a punto de morir por esto.” Me pellizcó al oír mi respuesta.

“Eres una exagerada.”

“Pero te encanta.”

“Bueno, eso es discutible.” Esta vez fui yo la que la pellizcó. “Sí, me encanta, pero solo cuando no lo usas en contra de mí.”

“¿Cuándo lo he usado en tu contra?” Le pregunté, frunciendo el ceño.

“¿Te acuerdas de cuando quedamos para tomar un café y llegué diez minutos tarde?” Asentí. “Le dijiste a Sunny que tardé media hora en llegar.” Vi como inflaba las mejillas de manera adorable y reí.

“Puede que tienda a exagerar un poco más de la cuenta, lo siento. Pero TaeTae, ya no tienes edad para hacer ese tipo de cosas.” Las desinfló, ofendida.

“Yah, ¿me estás llamando vieja? ¡Si solo soy dos años mayor que tú!” Solté una enorme carcajada. Era gracioso verla así de indignada.

“Estaba bromeando, Taeyeon-ah. Tienes la edad perfecta.” Cuando vi que aún continuaba con morritos, la besé. “¿Me perdonas?”

“Si me das otro puede que me lo piense.” Sonreí. Batalla ganada.

Te he mirado de mil maneras diferentes y te he querido en cada una de ellas.

“¿Cómo va en el trabajo?” Preguntó, llevándose la taza de café a los labios.

“Muy bien, soy la mano derecha de Dan.”

“Lo sé y espero que se porte bien.” Sonreí ante su clara celosía.

“Ya sabes que desde que le dijimos que estábamos juntas no ha hecho nada. Te respeta muchísimo, Taeyeon.” Aún no la veía convencida. “Pero si tú lo conoces desde hace más tiempo que yo. Sabes perfectamente como es.”

Suspiró. “Ya, pero no puedo evitarlo.”

“¿Tener celos?”

“No, desconfiar de sus intenciones contigo.”

“No tienes por qué preocuparte, soy toda tuya.” Le dije con picardía, sonriendo con satisfacción al verla enrojecer.

Después de que su cara volviese a la normalidad, se aclaró la garganta. “¿Sabes? Están a punto de terminar el hotel.”

“Cierto, Dan me lo comentó. ¿Cuándo planeas ir? ”

“No lo sé, pero espero que puedas acompañarme.” Me sonrió tiernamente y empezó a jugar con mis dedos mientras esperaba mi respuesta. Su timidez la hacía demasiado irresistible.

“Hmm…” Hice ver que me lo pensaba, mirándola por el rabillo del ojo. ¿Cómo puedes ser tan fascinante? Era como si mi alma se mareara cada vez que la miraba. “Por supuesto que iré, TaeTae.” No sería capaz de rechazarte por mucho que quisiera.

“¿De verdad?”

“¿Por qué te sorprendes? Ya sabes que no puedo decirte que no.” Admití con una tímida sonrisa.

“¿No puedes decirme que no?” Se le iluminaron los ojos. “¿Aunque te pida que―”

“Continúa esa frase y te aseguro que eso nunca va a pasar.” Cerró la boca de golpe. ertida.

Si pudiese pedir un solo deseo, desearía poder despertarme con el sonido de tu respiración en mi cuello, la calidez de tus labios en mi mejilla, el tacto de tus dedos en mi piel y los latidos de tu corazón junto al mío…

Sabiendo perfectamente que no sería capaz de encontrar todo eso en otra persona que no fueses tú.

 “¿Te acuerdas de la última vez que estuvimos aquí?” Me preguntó mientras mirábamos el paisaje desde la terraza de la suite presidencial del hotel. Éramos las primeras en estrenarlo y  además, a lo grande.

“Por supuesto, ¿cómo podría olvidarme?” Apoyé mi cabeza en su hombro, observando el suave baile de las olas.

“¿Sabes por qué quise construir un hotel en un lugar como este?” Cambió de tema.

“No tengo ni idea.”

“Era el sueño de Jieun.”

“Oh.” Apoyó una de sus manos en mi cadera, como si me quisiese tranquilizar.

“Pero por otra parte no quería que se desperdiciaran unas vistas como éstas. Son pequeños y hermosos regalos que nos da la naturaleza que se deben aprovechar.” Asentí, perdiéndome en el rojizo color del sol; se tumbaba con delicadeza encima del océano, como si no se importase en absoluto el vaivén de éste.

“Es increíblemente hermoso.”

“Sí, pero no tanto como tú.” Susurró, besándome el cuello con delicadeza. Cerré los ojos, suspirando.

Llevaba tanto tiempo esperándolo, conteniendo esa ardiente sensación en la punta de mi  estómago… Y cuando noté sus cálidas manos en mi abdomen, sentí que me volvía completamente loca.

“Taeyeon-ah…” Estaba ansiosa, pero me tocaba