Me arrancaste el corazón y yo me disculpé por mancharte la camiseta con mi sangre.

Tiffany POV

Hasta que las palabras “Te anhelo” “Te echo de menos” “Cuídate” pierdan su color, al igual que mis memorias junto a ti, vas a permanecer en mi corazón.

Hasta que no desee oír las disculpas “Lo siento” ”Me equivoqué” “Perdóname” escapar de tus labios, siempre pensaré en el tiempo que pasé contigo, tan feliz pero al mismo tiempo tan miserable.

¿Cuándo seremos capaces de vernos con normalidad; con una sonrisa mientras nos preguntamos sobre la vida?

¿Cuándo? ¿Cuándo podremos?

Cuando doy vueltas y vueltas en la calle que recorríamos juntas parece que nuestras pequeñas memorias me saludan y no puedo retener el llanto que escala por mi cuello.

Me siento sola e infeliz y las noches se me hacen eternas, porque a pesar de no haberte tenido a mi lado durante ellas, sentía que estabas conmigo de una forma u otra.

Pero ahora me has abandonado y soy incapaz de sentirte, incapaz de respirar.

Abracé mi cuerpo con las sábanas, intentando absorber toda la calidez que me ofrecían. Mis ojos estaban pendientes de la pequeña llama que coronaba la vela; temblaba y se ondulaba, pero sin apagarse. El olor que desprendía se estaba extendiendo por toda mi habitación; frutos rojos.

El fuego era tan bueno pero al mismo tiempo tan cruel. Nos ofrecía calor, luz, la cocción de nuestros alimentos; todo aquello que fue necesario para vivir y evolucionar, el fuego formó gran parte de ello. Sin embargo sabía lo que éste causaba cuando se volvía contra nosotros; casas derribadas por las llamas, bosques abrasados…

Las personas éramos exactamente iguales al fuego. Podíamos formar parte de cosas hermosas pero también de desgracias. Y es que a veces era inevitable, sí, éramos humanos y podíamos cometer errores.

No obstante, había guerras en las que uno tenía la oportunidad de decidir si luchaba o no, si iba bien protegido y con todo su arsenal.

Y es que el amor no era muy diferente a eso.

Era un oponente; tu enemigo.

Podías decidir lucharlo sin armadura y sin armas, confiando en poder unirte a él; pero eso suponía estar expuesto al dolor.

Había algunos que iban con el corazón en la mano, quizás porque nunca antes habían experimentado el desamor o simplemente porque eran así de valientes.

Y otros que decidían prepararse, protegidos ante cualquier daño que el amor les pudiese infligir. Pero no lo tenían tan fácil, porque éste siempre escondía un truco bajo su manga.

Y eso en el lenguaje del ajedrez equivalía a un jaque mate.

Es muy difícil rechazar a una persona cuando sabes perfectamente lo que se siente cuando estás en su lugar, pero no puedes obligarte a que te guste; es así de simple.

Todos deberíamos nacer con un reloj de amor; que cuando llegase al minuto cero, significase que nos encontraríamos con nuestra media naranja. Ahí, justo delante de nosotros.

Y es que no tendríamos que hacer absolutamente nada más que vivir nuestra vida. Podríamos evitar salir con personas que nos causaran daño, que nos dejaran marcados antes de conocer a la adecuada.

Eso que conocemos ahora como desamor, rechazo y sentimientos no recíprocos no existiría. Solo amor y más amor, el mejor que pudieses tener.

Pero ahora, viendo como sus ojos se llenaban con tristeza y sus hombros de hundían en decepción, me daba cuenta de que eso nunca ocurriría. Los humanos debíamos experimentar el daño tarde o temprano, no podíamos vivir siempre en una burbuja de felicidad.

Es más, el dolor era como un escultor y nosotros su obra maestra viviente; cada vez que alguien nos hería, él se encargaba de retocarnos, cambiándonos poco a poco.

Suspiré, dejando el ramo de flores encima de mi mesa.

No era el primero que se me declaraba y sabía que tampoco el último. Intentaba declinarlos de la manera más suave posible y aunque sabía que a la mayoría solo les gustaba por mi exterior, sentía pena por ellos.

Un rechazo es difícil de superar y más si de verdad está enamorada de esa persona.

Esbocé una sonrisa triste; era patética.

Después de tanto tiempo aún seguía queriéndola como antes; sin decrecer pero sin aumentar.

“¿Otro?” Despegué la cabeza de la mesa, quitando mis ojos de las coloridas flores para mirar a un Dan con expresión guasona.

“Así es.” Se sentó en la mesa, cruzándose de brazos. “Pero ya sabes que no voy a cambiar de opinión. Al menos por ahora…”

Asintió con la cabeza. “Lo sé, yo también fui uno de ellos, ¿recuerdas?”

Le sonreí. “Si estuviese preparada tu serías el primero en mi lista.”

Se sonrojó y se me escapó una pequeña risita; verlo tan vergonzoso era divertido, contando que aparte de estar fuerte, me sacaba dos cabezas. “Uhm, gracias.”

“De nada.”

“Cuando termines ven a mi despacho, vamos a comentar un poco los diseños antes de presentarlos en la reunión.”

“Allí estaré.”

“Perfecto.”

Puede que ese día nunca llegue, quién sabe lo que me puede durar esto.

Taeyeon POV

Sonreí, terminando de cortar las fresas y ensartándolas en un palo largo para sumergirlas en la fondue de chocolate caliente. Las primeras que hice ya se habían secado y tenían una pinta muy apetecible.

Tenía el día libre y decidí expandir mis conocimientos culinarios para sorprender a Jieun. No tardaría mucho en llegar.

La semana había sido un poco dura por el tema de mi padre y ella, pero lo dejamos todo hablado y acordamos no decir nada a nadie. Era lo mejor que podíamos hacer por el momento.

“Sé que estás enfadada y dolida, pero lo mejor es olvidarlo o al menos ignorarlo por ahora. Si te enfrentas a tu padre y él, por el motivo que sea, descubre que he vuelto, puede ser peor.” Tragué los sollozos que luchaban por salir de mi garganta y asentí.

“De momento haré todo lo posible por ignorarlo, pero lo de olvidar… me pides demasiado. No puedes cavar un hoyo gigantesco y pretenderlo tapar con solo un grano de arena.”

“Lo sé, y creo que puedes suponer que mis sentimientos hacia él no son muy positivos que digamos. Pero si sigue creyendo que todo sigue igual que antes, no nos supondrá ninguna preocupación.”

Suspiré. “Tienes razón, no podemos permitir que lo descubra…”

 Era muy difícil contener las ganas de meterme en el coche, conducir hasta casa de mis padres y ametrallarlo con mis palabras. Casi imposible, pero conseguí lograrlo; al menos durante estos cuatro días que habían pasado desde que lo descubrí.

Sé que los padres siempre querían lo mejor para sus hijos y que hacían todo lo posible para conseguirlo, pero había maneras y maneras. No todas eran las correctas, quizás la que creías que era la mejor resultó ser la peor de todas.

Puse las fresas con el chocolate ya seco en el plato, intentando que mantuviesen el equilibrio. Terminé justo a tiempo, cogiendo la venda negra y metiéndomela en el bolsillo para ir a recibirla en la puerta.

“Bienvenida a casa.” Le besé los labios fugazmente y le sonreí. “Quiero que pruebes algo, pero lo vas a hacer con los ojos vendados, ¿de acuerdo?”

“Oh, cuanto misterio.” Dejó el bolso encima de la mesa y se quitó la chaqueta y la bufanda. “Cuando quieras.” Le cubrí los ojos y le até detrás de la cabeza, moviendo la mano delante de ella para asegurarme de que no veía nada.

“Puedes sentarte, no hay necesidad de que estés de pie.” Reí, ayudándola a encontrar la silla. “Ahora vuelvo.” Caminé hasta la cocina, cogiendo el plato para traerlo hasta la mesa. “Muy bien, allá vamos. Abre la boca~”

Cogí la primera y le acerqué, sonriendo al ver como pegaba un gran mordisco a la fresa. “Hmm, el gusto del chocolate eclipsa el fruto que la cubre. ¿Qué es?” Preguntó.

“Fresa.” Empezó a toser, escupiendo la fresa de inmediato.

“¡T-Taeyeon, soy alérgica a las fresas!” Abrí los ojos de par en par y por un segundo creí que había perdido el control de mi propio cuerpo.

“¿Qu-qué?” Su tos estaba aumentado y además parecía que le costaba respirar.

VAMOS, MUÉVETE IMBÉCIL.

Eso pareció despertarme y corrí hasta la habitación, sacando la inyección de adrenalina del cajón. Le clavé inmediatamente en el muslo y en pocos segundos volvía a intentar recuperar la respiración.

Mis piernas temblaban y no me pude mantener en pie, simplemente me dejé caer al suelo.

¿Qué he hecho?

¿Cómo se me puede haber olvidado una cosa así de importante?

La he puesto en peligro.

“Lo siento…” Me tapé la cara con las manos. “Lo siento muchísimo…”

Puso su mano en mi cabeza. “No pasa nada, es normal que puedas olvidarte. No nos hemos visto durante mucho tiempo.”

Moví la cabeza. “Sí que pasa cuando es una cosa como esta.” La culpabilidad no tenía intenciones de abandonarme. “Ni siquiera sé cómo pude haberlo olvidado.”

¿A quién había confundido con Jieun?

¿A quién le gustaba la fresa?

¿A quién le—

Tiffany.

Ese incidente no fue el primero que sucedió, sino que fue seguido por muchos más. Y es que todos tenían una cosa en común.

Tiffany.

No sé como había ocurrido, pero no me la podía sacar de la cabeza por más que lo intentase. Y si lo conseguía hacer ni que fuese por un minuto, cualquier cosa me hacía pensar en ella.

“Uhm… ¿Señorita Kim se encuentra bien?”

La veía delante de la mesa, sentada en su silla frunciendo las cejas mientras miraba los papeles. Era tan adorable.

“¿Señorita Kim?”

Todo se esfumó, como si fuese humo disuelto por el viento.

 Ya no estaba donde solía estar, yo la había echado fuera del trabajo y también de mi vida. Pero por alguna razón aún estaba presente en mí día a día; parecido a un recordatorio que no podía permitirme olvidar.

“Lo siento Hwanhee, me perdí en mis pensamientos.” Sonreí educadamente, pero no de forma sincera y volví a mi despacho.

Se me hacía muy raro ver a la nueva secretaria en vez de a Tiffany.

No obstante, ese era el precio que debía pagar por mis actos hacia ella. Eso es lo que le pedí.

Cada una por su camino.

Lo peor de todo es que fue a pique y empezó a interponerse en mi relación con Jieun.

“¿Qué quieres que hagamos?” Sonreí ante su pregunta, moviendo las cejas de arriba abajo. “No me refería a ese tipo de cosas Taeyeon.” Hizo ver que se enfadaba y lo primero que hice fue abrazarla.

“No he dicho nada…” Me miró con escepticismo.

“No lo niegues, sé cómo piensa tu cabecita ertida.” Dijo, hundiendo su dedo índice en mi frente.

“Aw, no es justo…” Hice un puchero, sabiendo que no podría resistirse. Y tenía razón porque terminó besándome.

No era nada fuera de lo normal, todas las parejas se besaban y nosotras éramos una más. Pero cuando se separó de mi no la vi a ella, sino a Tiffany.

Tiffany y sus carnosos labios, un tanto enrojecidos por el beso.

Tiffany y su pelo alborotado por mis manos.

Tiffany y su arrugada nariz cuando sonreía.

Tiffany y sus preciosos ojos brillantes.

Tiffany, Tiffany y más Tiffany.

“¿Taengoo?” Mis ojos dejaron de proyectar la imagen de Tiffany encima de la de Jieun y todo volvió a la normalidad.

No entendía por qué me pasaba esto.

¿Por qué ahora y no antes?

Y es que la culpa no era de Tiffany, sino mía por pensar en ella mientras estaba con el supuesto amor de mi vida.

Me sentía terriblemente culpable por lo que me pasaba. No podía estar con Jieun sin que mis ojos vieran a Tiffany en ella, en los gestos similares que hacía o las palabras que usaba frecuentemente.

Todo esto me dejó tan confusa que ni sabía qué pensar.

¿Acaso estaba enamorada de Tiffany y no de Jieun?

¿Se había apagado finalmente la llama entre nosotras, quizá mucho antes de que regresara a mí y yo no fui capaz de darme cuenta?

Y es que estaba tan centrada en recuperarla, en volverla a tener a mi lado, que no me di cuenta de mis sentimientos por Tiffany. Los ignoré, no les di la menor importancia y ahora estaban furiosos conmigo. Habían tomado finalmente el control de mi mente con imágenes y recuerdos de ella.

Dolía darme cuenta de que no estaba enamorada de Jieun, sino de Tiffany. Dolía porque era injusto para ambas. Dolía porque estaba con una persona que creía que quería y dolía aún más saber que dejé escapar la que me tenía enamorada.

No me enamoré de Tiffany al instante, no desde un principio. Sino que fue similar a cuando intentaba dormirme; poco a poco y después todo de golpe.

Tiffany POV

Me encantaba pasear por la ciudad cuando era época navideña.

Estábamos a tan solo dos semanas de Navidad y ya se podía ver a la gente pasear por las calles de la ciudad con los brazos cargados de bolsas. Había algunos que no iban tan tranquilos, pero bueno, siempre habría gente que dejaba las compras para última hora.

Las luces estaban en todas partes, literalmente. Enrolladas en los árboles, colgando de los balcones, en los escaparates de las tiendas…

Me sentía como una niña viendo todo ese ambiente.

Siempre disfrutaba de la Navidad. Veías a la gente feliz, también un poco estresada, pero eso era normal. Pensar un regalo para todos tus seres queridos era una tarea difícil, sobre todo si no tenías mucha imaginación.

Entonces salían los típicos regalos clichés; una colonia, una bufanda, una tarjeta regalo con un saldo que gastar… Era realmente difícil parecer sorprendido porque ya te lo esperabas. Tú y todos los demás.

Pero aunque fuesen regalos poco pensados, tenías que estar agradecido. Porque la Navidad trataba de eso, de estar agradecido por lo que teníamos; por las amistades, la salud, un techo bajo el que vivir, un trabajo que nos diese de comer…

Estaría agradecida al amor si tuviese pero parece que no va a ocurrir pronto.

Quería fingir que no me importaba en absoluto, sin embargo no er