Capítulo 10: Preocupaciones en Abundancia.
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)Optamos por quedarnos en la habitación de hotel un poco más ahora que el susurrador se había ido, pero sabíamos que tendríamos que irnos pronto.
Yerin se estiró sobre su espalda y miró con nostalgia a mi regazo, el cual estaba a la altura perfecta para que descansara su cabeza. Me habría encantado pasar mis dedos por su cabello otra vez, pero no quería tomar ningún riesgo. Tenerla ahí conmigo se sentía irreal. Esperaba que me fuera arrancada en cualquier momento. No me había relajado del todo, siempre tensa y esperando un espíritu oscuro o un Neph enemigo.
―¿Qué pasa ahora? ―pregunté.
―Tengo que volver a L.A. ―Su voz reflejaba mi tristeza―. Pero no quiero dejarte.
―Debes estar cansada.
Llevó mi mano bajo las mantas y entrelazó nuestros dedos.
―Dormiré en el avión.
Tenía que ser fuerte, pero después de experimentar lo fácilmente que un Neph podía superarme, la idea de estar sola me asustaba más que nunca.
―No he sabido nada de mi padre ―dije―. Estoy empezando a preocuparme. Ha pasado mucho tiempo sin llamarme con anterioridad, pero nunca cuando las cosas están así de serias.
Yerin suspiró, sentándose y enfrentándome, sin soltar mi mano.
—Tengo noticias sobre eso. Están intentando echarlo de la tierra.
Mi estómago se hundió.
―Padre me hizo volar a Atlanta ayer por la mañana. Me dijo que tú y Belial son sospechosos de traición, y que hay Nephs y susurradores siguiéndolos. Fui enviada con ese maldito demonio para confirmar tu falta de pureza. Imagino que tienen otros rastreadores siguiendo a tu padre, haciéndole sufrir.
Me froté la frente, con el indicio de un dolor de cabeza. Sentí que Yerin me estaba dando la versión abreviada por la forma en que tenía la mirada perdida en sus pensamientos.
―¿Qué más te dijo? ―pregunté. Estudié su rostro serio.
Dudó.
―Dímelo.
―No había nada más sobre tu padre.
Estaba mirando mis manos, sin encontrarse con mis ojos. Me acerqué más y forcé que mi rostro estuviera en su línea de visión.
―No quiero ningún secreto entre nosotras.
―No es un secreto, Eunbi. Solo algo por lo que no merece molestarte.
Crucé los brazos y me senté recta. Ella miró mi rostro severo. Si había algo que no podía aguantar, era que me dejaran en la oscuridad, y ella lo sabía.
Negó, mirando al techo como si estuviera exasperada.
―Digamos que mi padre espera que no te quede ningún rastro de pureza después de nuestro encuentro de hoy.
Había esperado que ese fuera el caso cuando apareció, pero saber lo que significaba, me hacía temblar. La profecía pedía un Neph que fuera puro de corazón. El padre de Yerin le envió para asegurarse de que yo nunca pudiera ser capaz de completar la profecía. Así que cuando la verdad saliera a la luz, algún día, que todavía era pura de corazón, todavía capaz de luchar contra los Duques y enviarles de vuelta al infierno, le echarían la culpa a Yerin. E igual que con Flynn, no dudarían en matarle.
No podía respirar. Tenía que levantarme. Caminé delante de la cama.
―Eunbi…
―Pharzuph te matará tan pronto como me huela, ¿no es así?
―”Morirás en al acto”, fueron sus palabras ―dijo Yerin inexpresiva.
Me detuve y apoyé las manos en el escritorio, dejando que mi cabeza colgara.
Yerin vino por detrás, masajeando mis hombros con sus manos calientes.
―No importa ―dijo con suavidad―. No le verás otra vez pronto, amor. No hasta que sea hora de completar la profecía, y para entonces no importará.
Me volví para enfrentarle.
―¿Pero y si lo veo? Ira por ti directamente. No van a tomar ningún riesgo esta vez, Yennie.
Me sentí atrapada en una red invisible. La vida de Yerin estaba ligada a mi habilidad de usar la espada. Todos estábamos intrincadamente conectados, nos gustase o no.
―Han pasado tantas cosas ―susurré.
―Cuéntamelo todo.
Le conté sobre Marek y Caterina siendo enviados, y el constante bombardeo de susurradores. Habían pasado tantas cosas en los pocos días desde que hablamos. Lo peor de todo era Nayeon; mis ojos quemaban cuando pensaba en ella.
Yerin no tenía ni idea.
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