Capítulo 24: Paseo en Avión.
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)Me estás tomando el pelo ―gritó Pharzuph con malvado regocijo. Parecía joven y eufórico, a lo máximo incluso.
Yerin parecía que podría vomitar.
―Ella está esposada.
―¿Encontraste la espada?
―No, señor. La revisé y a sus pertenencias, pero no encontré nada.
Pharzuph juró.
―Ella debe haberla escondido en algún lugar. No tiene importancia. Vamos a conseguir que nos lo diga. ―Su confianza se frotó contra mí como papel de lija, y no podía dejar de sentirme mal al pensar en sus métodos de tortura―. Buen trabajo, Yerin. Lograste lo que más de quinientos Legionarios rondando no pudieron hacer ayer por la noche. Ellos registraron cada maldito bar, club, y hotel cerca de la Costa Este. ¿Dónde demonios la encontraste?
Yerin no me miraba. Todo en ella gritaba pesar.
―Tenía un grupo de compañeros de su viejo pueblo, que siempre festejaban en una casa del lago. Pensé que tal vez regresaría con ellos, y estaba en lo cierto.
Pharzuph experimentó otro ataque de espeluznante y orgullosa risa, antes de conseguir calmarse.
―¿Dónde estás ahora?
―Nuestra antigua casa.
―Excelente. Voy a llamar de inmediato a una cumbre de emergencia en Las Vegas. Es nuestro lugar más seguro, y siempre estamos buscando una excusa para visitar la ciudad del pecado, ¿no?
Yerin soltó una risa seca y rodó los ojos. ¿No acababan de estar en Las Vegas? ¿Qué podría ser tan genial sobre una ciudad?
―Muy bien ―dijo Pharzuph―. Nos vemos en el aeropuerto en dos horas.
Yerin y yo intercambiamos miradas alarmadas y sorprendidas.
―Er, no es necesario que vueles hasta aquí, padre. Voy a reservar nuestros vuelos y entregarla en la cumbre.
―Ah, sin duda es necesario. Quiero ser el que la escolte en la cumbre esta noche. ―Podía oír la sonrisa en su voz, y me di cuenta que esto era acerca de los derechos de fanfarronear por capturarme y entregarme―. Te veo en el avión.
¿Tres horas y media en un avión con Pharzuph? Me rasqué los brazos, los que se sentían como si tuvieran arañas arrastrándose.
―Vamos a estar ahí ―dijo Yerin, colgando. Me miró―. No vamos a ir.
―¡Yerin!
Tiró su teléfono en la cama y metió las manos toscamente a través de su cabello.
―¿Qué he hecho?
Me agaché hacia mi mochila y saqué mi celular, luego envié mensajes de texto de nuestro código de emergencia previsto para cada uno de nuestras aliadas, para hacerles saber que la profecía estaba empezando. Mi mano temblaba y titubeé un poco por lo incómodo de las esposas. No podía creer que esto estaba sucediendo finalmente. Yerin se estaba volviendo lo suficientemente loca por ambas, así que tuve que mantener la calma. Inmediatamente borré los mensajes y metí el teléfono en mi bolsillo.
Ella se volvió hacia mí, desesperada.
―Eunbi…
―¡Alto! ―La inmovilicé con una mirada seria―. No más. ¡Sácalo de tu cabeza, Yennie! No estamos huyendo. Esto está sucediendo, así te guste o no. Es el momento de mostrar tu cara de jugadora y prepararte para patear algunos culos.
Me miró fijamente, con la boca abierta. Yo estaba un poco sorprendida de mí misma. Mi padre probablemente se habría golpeado el pecho con orgullo si me hubiera escuchado decir todo eso.
Esperé a que Yennie discutiera de nuevo, pero en lugar de eso tragó y me dio un sencillo asentimiento.
―Tienes razón. ―Se quedó allí un momento más, todavía un poco aturdida. Entonces se acercó, me tomó por las esposas, y me llevó al cuarto de baño, encerrándonos―. Es más creíble si te mantengo a mi vista ―explicó. Entonces empezó a quitarse la ropa mientras se dirigía a la ducha y la encendía.
Retrocedí contra el fresco lavabo y observé cómo cada pieza de tela caía de su cuerpo al suelo. Debería haber apartado la mirada, o fingir no estar interesada, pero no pude. Yerin era solo… cielos.
―Estás probando mi auto-control, amor. ―Debió haberse dado cuenta de mi mirada fija.
Aparté la vista, pero le dije:
―Estás pasando con gran éxito.
Ella gruñó bajo en su garganta, y mi cuerpo se tensó.
―Realmente debes meterte en la ducha ―le dije.
Ante eso, finalmente entró, cerrando la puerta de cristal nublado. Dejé escapar un suspiro y me relajé contra el lavabo. Un texto llegó a través de mi celular, disparando mi cuerpo a un estado de alerta, pero me relajé cuando vi el nombre de Umji. ¡En camino a España! Y revisa mi vista... Tomó una foto de sí misma y atrapó a los dos chicos junto a ella en el trasfondo, españoles de cabello oscuro, agradables a la vista. De ahí su sonrisa taimada. Sonreí, sintiéndome emocional, y contesté: Espero que España esté preparada para ti. <3 Grandes abrazos, xoxo.
Borrar.
Mantuve mis ojos apartados cuando Yennie salió de la ducha y se secó, aunque podía sentir su mirada en mí. Me quedé en el cuarto de baño mientras ella entraba en la habitación y se vestía, luego me uní a ella.
Se veía hermosa en su ajustadísimo pantalón negro y una limpia blusa abotonada, una de un tono pálido de azul que iluminaba sus ojos. Algunos de sus botones superiores estaban desabrochados, y su largo cabello aún estaba húmedo.
―Te ves bien ―le dije, lo que era un eufemismo, pero estaba tratando de tomarlo con calma.
Ella no respondió o me miró mientras se ocupaba de meter su billetera y demás documentos en su bolso. Su ansiedad, la conducta rígida le daba una apariencia en extremo enojada, la cual esperaba que trabajara a su favor frente a Pharzuph.
La mirada de Yerin de repente se levantó, por encima de mi cabeza, y yo giré. Dos demacrados y horribles susurradores habían entrado volando. Cuando vieron lo cerca que estaban de mí, ambos silbaron y se movieron hacia Yennie. Una expresión de molesto disgusto cruzó su rostro ante su cercanía.
―Nos estamos yendo ahora. No necesito a ninguna maldita escolta.
Órdenes son órdenes, gorgoteo uno de los espíritus hacia nosotros telepáticamente, lanzándome una mirada sospechosa.
Yerin gruñó en voz alta y metió mi mochila en el interior de su bolsa de lona, junto con unas pocas cosas suyas para viaje. Entonces agarró mi brazo y me sacó de la habitación. Yo sabía que tenía que actuar en frente de los murmuradores. Traté de alejarme de Yennie.
―Déjame ir ―dije.
Me dio un tirón acercándome más y me empujó hacia adelante en frente de ella. Los dos espíritus nos rodearon, observándome con recelo y pareciendo disfrutar del hecho de que estaba esposada y sometida por alguien que ellos creían que estaba de su lado.
―En serio. ¿A dónde me estás llevando?
― Cállate ―dijo Yennie―. No me hagas amordazarte.
Hacía un espectáculo de lucha de vez en cuando, mirando a Yerin,
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