Capítulo 13: Por las Nubes.
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)Me fui directamente al centro comercial y me quedé de pie frente a los camisones de encaje. Ni siquiera me di cuenta que llevaba una sonrisa tonta y soñadora hasta que una empleada se acercó y preguntó si necesitaba ayuda.
Vergonzoso.
Dije:
―No, gracias. ―Y salí corriendo. Yennie no era el tipo de chica que se dejara impresionar por los volantes, de todos modos.
Mi nervios se estaban erigiendo, unos nervios de la variedad que son monstruosos. No el tipo de ansiedad enfermiza que los Duques me daban, sino unos nervios precarios, danzantes que me hacían sentir mareada y atolondrada. Borracha de anticipación. Drogada por Yennie. Está bien, eso fue increíblemente cursi, pero era el tipo de humor en el que me encontraba.
Mantuve un ojo atento por los susurradores oscuros o espeluznantes chicos Neph. Si alguien o algo intentaban arruinar este increíble plan, mi lado demonio saldría a jugar definitivamente.
Compré algunos artículos de tocador para el viaje y un traje para el día siguiente. Después, por un capricho, decidí comprarme un vestido liviano. Podría no necesitar un vestido elaborado y magnífico, pero tampoco quería decir que me casara en vaqueros mugrientos si no debía.
El vestido blanco tenía una camisa sin mangas atada al cuello y era abierto por detrás, y caía hasta los tobillos en un material sedoso y liviano que me hizo sentir bonita. Estaba contenta de ver que mis moretones prácticamente habían desaparecido. Corrí a la peluquería por un estilo rápido, me cambié de ropa en el baño del centro comercial, y llegué al aeropuerto justo a tiempo. Temblando. Mis dientes estaban casi castañeando.
Las gemelas me estaban esperando en la entrada. Nayeon soltó un chillido emocionado y me dio un abrazo de oso, alabando mi elección de vestido.
―Me gustaría que Joo estuviese aquí ―dijo.
Mi corazón dio un vuelco.
―Yo también. Y Tiff, también.
―Ah, Tiff. ―Eunha sonrió, causando que Nayeon y yo nos detuviéramos para mirarla―. ¿Qué? Es encantadora. Estará triste por perderse esta locura.
―Lo estará ―susurré. Igual Umji. Me hubiera gustado que todos pudieran estar aquí, y esperaba poder verlos y contarles las noticias pronto.
Con un suspiro, Eunha aceleró el ritmo a través de la terminal. Nayeon y yo la seguimos.
―Yennie y Sowon están en el avión ―explicó Nayeon mientras acelerábamos hacia una rampa de salida. Un hombre en uniforme nos había llevado a la pasarela―. Sowon ha estado haciendo todas las revisiones de seguridad y todo eso. Estoy segura de que ya estarán listas.
―No puedo creer que esto esté sucediendo ―le susurré a Nayeon, sintiéndome tímida y temblorosa una vez más.
―¡Lo sé! ―Soltó un chillido y entrelazó su brazo con el mío. Me aferré con fuerza.
Sólo Nayeon podía estar emocionada por mí cuando su situación era tan sombría.
El exterior estaba lleno del sonido de las hélices de los aviones. Fuimos conducidas hacia un precioso jet blanco, más grande de lo que había imaginado. Debería haber sabido que Sowon no se conformaría con una de esas cosas desvencijadas.
―Tengan un buen vuelo ―dijo el empleado del aeropuerto cuando subimos los estrechos escalones del jet.
Di una última mirada furtiva en busca de espíritus antes de que la puerta se alzara y cerrara detrás de nosotras. Cerré los ojos, esperando a que la duda se entrometiera en lo que estábamos a punto de hacer, pero sólo sentí emoción y seguridad. Sólo me quedaba esperar que Yerin se sintiera de la misma manera. Su rostro me diría la verdad.
No estaba segura de lo que esperaba cuando abrí los ojos, pero el interior del avión era más hermoso que el mini-yate que habíamos llevado a la isla de Melchom hace dos semanas atrás. Esa horrible noche se sentía como si hubiese ocurrido hace eones. La vida había continuado, llevándonos a toda velocidad.
Me quedé de pie en el pasillo y pasé distraídamente mis manos sobre el suave cuero de los asientos, perdiéndome en la elegancia mientras las gemelas se movían por delante de mí. El avión tenía seis asientos, con tres filas de asientos color crema a cada lado. El fondo del avión era un área de descanso con un gran televisor y un mini bar. Eunha se tiró en un asiento junto a la ventanilla y cerró los ojos. Mi trance se vio roto entonces, dejando solamente una cosa en mi mente.
Yerin.
Estaba recostada en un banco en la parte trasera del avión, apoyada con una mano detrás de la cabeza. Su emblema roja pulsó salvajemente cuando me miró, y me quedé en el borde de los asientos, conteniendo la respiración. Sólo unos pocos metros nos separaban, pero me quedé inmóvil en el lugar.
No parecía asustada o dudosa, eso seguro. Parecía como si me quisiera, lo cual envió a mi ritmo cardíaco a un frenesí.
Yerin levantó dos dedos y me hizo una seña para que me acercara. Nayeon, que se había sentado frente a ella, carraspeó y se puso de pie, pasando a mi lado con una sonrisa y desplomándose en el asiento junto a su hermana, lejos de nosotras.
Me acerqué hasta que mis rodillas estuvieron tocando las de Yerin y me le quedé mirando. Mi corazón amenazaba con ponerse a bailar en mi pecho.
―Hola ―conseguí decir.
―Hola, tú. ―Su voz suave y ojos oscuros seductores no fueron de ninguna ayuda para calmar mi pulso―. Estás increíble. Me siento como una cerda.
Estaba usando el mismo pantalón corto, camiseta ajustada, y zapatillas que había estado usando todo el día.
Me sentí como una masilla caliente cuando le dije:
―Siempre te ves bien.
Eunha hizo un ruido como de tener arcadas detrás de mí, y Nayeon la calló. Yerin tomó mis caderas, echándome en el asiento al lado de ella. Me levanté el cabello del cuello, sintiéndome demasiado caliente, y mi mano tembló.
Yennie levantó mi mano para besar su palma, luego por señas me habló. No estés nerviosa.
Me obligué a encontrarme con sus ojos, pero se veía tan seria que tuve que bajar mis ojos otra vez. No pude dejar de estar nerviosa. Me acercó a ella y me subí a su regazo, enterrando mi rostro en el hueco de su cuello. Su mano acarició el largo de mi cabello y la caída del sedoso material en mi espalda baja.
―¿Estás segura sobre esto? ―susurré contra su cálida piel.
Sin detenerse, susurró:
―Lo estoy. ¿Tú?
―Sí.
Nos quedamos de esa manera, su brazo rodeándome y mi rostro en su cuello hasta que Sowon dijo que era momento de abrocharse los cinturones y prepararse para el despegue. Yerin y yo tomamos los asientos frente a las gemelas.
Era un poco desconcertante saber que la chica de motocross Sowon estaba a punto de volar nuestro avión. Pero parecía centrada y madura sentada en los equipos con la pequeña puerta abierta para que viéramos. Vi a Eunha apoyándose contra el pasillo y mirando cómo trabajaba ella.
Sowon dijo algo en su micrófono para luego alzar sus pulgares hacia nosotras, y nos sentí siendo empujadas hacia atrás desde el portal. Recé una plegaria mientras nos elevábamos. Fue el despegue más suave que haya experimentado. Yerin levantó las cejas, impresionada.
Cuando nos nivelamos, Nayeon se p
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