Capítulo 3: Día loco.
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)Después de calmarme y desarrollar el suficiente coraje para regresar a mi habitación revuelta, le marqué a Yerin en el video chat y le conté todo. Podría no haber mostrado ningún color emocional, pero la mirada asesina en su rostro lo dijo todo. Frotó las palmas con fuerza sobre sus ojos, luego clavó los dedos en su cabello.
―Se reunirán en Las Vegas esta noche. Debe haber enviado a alguien antes de empezar. Te quiero fuera de ahí.
―Lo sé ―dije―. Vamos a ir a un hotel. No es que me pueda ocultar por mucho tiempo, pero al menos podemos hacerlos esforzarse si andan tras de mí. Quiero decirle a papá, pero temo mandarle un texto mientras se encuentra en la reunión.
―Espera un poco y ve si se pone en contacto contigo.
Asentí y me mordí el labio.
―¿Estás bien? ―preguntó.
―Sí, pero me asustó mucho ―admití―. Entonces me sentí decidida, e hice caso omiso del miedo, así que estuve bien.
―Bien. Me alegra que no te quedaras inmóvil. Y Tiff es una estrella de rock bajó presión, ¿sí? ―Sus palabras fueron ligeras, pero una ira seria se aferraba a sus rasgos.
―Sí. Lo es.
―¿Qué quería Joo?
Le conté todo el asunto sobre Joo y Umji, pero no pareció sorprendida. Los Neph estaban acostumbrados a ver relaciones desmoronarse. De hecho, ellos eran la causa de muchas rupturas.
―Estarán bien, cariño ―dijo.
―Sí ―susurré.
Mi plan había sido quedarme despierta esa noche charlando con Yerin, aprovechando cada segundo que teníamos, pero me sentía nerviosa luego del ataque, como si permanecer quieta fue muy peligroso.
―Deberías irte ―dijo Yerin, leyéndome la mente.
Me le quedé mirando en la pantalla, su apuesto rostro con leves líneas de preocupación entre sus ojos.
―Te amo ―dije.
Su cabeza se ladeó y la línea de preocupación se alisó.
―También te amo.
Esas palabras, en esa voz, de esa boca, me provocaron muchas cosas.
Besé mis dedos y toqué su mejilla en la pantalla. Hizo lo mismo, y con renuencia, nos desconectamos.
No tomó mucho tiempo que Tiff y yo agarráramos nuestros bolsos de emergencia con todos los objetos esenciales y saliéramos de la ciudad. Nos detuvimos en un hotel a una hora de distancia.
Nos entretuvimos jugando Skip-Bo y Yahtzee. Nos estaba empezando a dar sueño cuando mi teléfono sonó. Mi corazón golpeó contra mis costillas cuando vi el número de teléfono de papá.
―¿Hola?
―¿Dónde estás? ―Su voz fue baja y calmada.
―Un hotel en Georgia.
―¿Sola?
―Con P.
―Separadas. Desde aquí en adelante, tienen que estar juntas tan pocas veces como les sea posible.
―Está bien. ―Miré a Tiff, que se sentaba frente a mí en la cama, observándome y respirando superficialmente mientras esperaba noticias―. Algo sucedió esta noche.
―Adelante.
Le conté sobre el atacante y su frustrado intento de robarse mi ropa interior. El inquietante silencio de mi papá fue como una bomba de tiempo.
―Mantente alejada del apartamento. ―Su voz rasposa y llena de violencia me dio escalofríos.
―¿Nadie está trabajando en la zona de Atlanta esta noche? ―pregunté, refiriéndome a los demonios.
―No. Todos se estarán esparciendo en la mañana, pero mantén los ojos abiertos. Me pondré en contacto pronto.
Colgué y miré a Tiff.
―Quiere que nos separemos esta noche. Iré por ti en la mañana.
Su barbilla tembló por un segundo antes de carraspear y asentir.
―Por favor, ten cuidado, Eunbi. Quiero que tomes el arma.
Alcanzó su bolso, pero la detuve.
―No. Guárdalo tú. He estado entrenando con cuchillos y siempre tengo alguno conmigo.
Tiff me abrazó con fuerza, y partí con un nudo en mi garganta.
Manejé sin propósito o dirección. Cuando mi teléfono sonó, me puse feliz de ver el número de Nayeon.
―Estamos en Atlanta. ¿Dónde te encuentras? ―preguntó.
Tomé una decisión de último segundo y dije:
―Iré por ti. ―Normalmente me quedaba en las afueras de Atlanta y evitaba los centros de las ciudades debido a Pharzuph y el pesado conteo de susurradores, pero los demonios se encontraban en Las Vegas esta noche, así que la costa estaría despejada. Acordamos un hotel y cuando me encontré con las gemelas en el vestíbulo una hora después, apreté a Nayeon alrededor de sus delgados hombros. Planeé darle a Eunha un abrazo rápido, si me dejaba, pero para mi sorpresa ella se aferró cuando intenté soltarla.
―¿Sowon está muerta? ―preguntó con una voz seca.
―¿Qué? ¡No! ―Me aparté, y cerró los ojos, suspirando de alivio―. Lo siento tanto, Eunha. No quise asustarte. ―Bajé la voz―. Fue Flynn.
Las hermanas se vieron simultáneamente abatidas y aliviadas por la noticia de a quién habíamos perdido. Nayeon se alisó su traje de azafata y soltó un enorme suspiro.
―Vamos ―dije―. Tengo que conseguir una habitación, y les contaré todo.
Las chicas y yo nos pusimos cómodas en la habitación del hotel, y les conté toda la historia de L.A; desde yo quedándome en la casa de Yerin, a Yennie y Yuju yendo a Siria a salvar a Chaeyeon, a la isla, y luego el ataque en mi apartamento hoy. Omití el hecho de que Sowon tenía novia y que pronto sería obligada a casarse por órdenes de su padre, porque no creía que Eunha pudiera soportarlo.
Se quedaron sin habla por un largo rato.
―Está empezando ―dijo finalmente Nayeon.
―Sí ―susurré.
En un raro momento de camaradería extendí mi puño y Eunha lo chocó, causando que Nayeon dijera:
―¡Aww! ―Eunha puso sus ojos en blanco.
Mi teléfono sonó, una vez más haciendo que mi corazón subiera hasta mi garganta. ¿Siempre sería así de ahora en adelante? ¿Una constante inquietud?
Solté un suspiro cuando vi la pantalla.
―Es Joo.
Los hermosos ojos grises de Nayeon se pusieron enormes cuando respondí. Se escuchaba conmoción en el fondo.
―¿Qué vas a hacer esta noche? ―preguntó él.
―No mucho. ―Le guiñé un ojo a Nayeon―. ¿Qué sucede?
―No lo sé. No quiero ir a casa luego del trabajo y estar solo. Pensé que quizás si ibas a una fiesta o algo, podría engancharme e ir contigo.
Comments