Seis.

L U C I F E R R I S I N G

SEIS

El rugido de los tumultuosos pensamientos de Taeyeon ahogaba los ruidos combinados del océano y el motor ronroneante del Boxster. Cambió de marcha distraídamente a través del tráfico de una mañana de sábado, trazando un camino serpenteante que le indicaría si alguien la estaba siguiendo. Hasta aquí, todo despejado. "Desde luego, habría sido mejor si anoche hubiera sido igual de cuidadosa". Sin embargo, cuanto más pensaba en ello, más se convencía de que quien quiera que disparase, le había enviado una advertencia. Un disparo a muerte habría sido dirigido a su cabeza, y, no importa lo rápido de sus reflejos, no habría podido escapar. Sus instintos la habían hecho reaccionar cuando oyó la detonación del rifle pero, aún así, no habría podido conseguir que Tiffany saliera completamente ilesa. "Ha tenido suerte... He tenido suerte...".

Ni por un momento consideró la idea de que la mujer del pelo rojo hubiera sido el blanco intencionado. "A menos que estos días los críticos literarios estén poniendo precio a las cabezas de los novelistas románticos", rió para sí misma. A pesar de la inesperada profundidad que había sentido en los ojos caramelo de Tiffany, obviamente era una inocente en lo que se refería a situaciones marginales como la que las había visitado la pasada noche. Taeyeon, sin embargo, había pasado una década viviendo en esas sombras, envolviéndose en sus familiares profundidades y pisando sus sombríos corredores con experta facilidad.

Ser un agente infiltrado, reflexionó Taeyeon, era como una esquizofrenia lúcida donde ambas personalidades son conscientes hasta la agonía de la existencia de la otra y de sus actividades. Ni siquiera se podía permitir el lujo de olvidar, ni por un segundo, el plano dual de su realidad. Al final, no fue capaz de servir a dos amos.

Dijeron que se había quebrado, que se había vuelto una delincuente... seducida por el glamour, las drogas y el afrodisiaco del poder ilícito. A sus ojos Taeyeon era la esencia de la ingratitud. Pocos en la Agencia conocían la verdad... que la locura detrás de su caída en desgracia había sido motivada por una traición tan grande que ella difícilmente podía comprender. La brillante agente que había sido Kim Taeyeon se convirtió en una Furia implacable, persiguiendo a aquellos que habían traído ese horror. Nadie mencionaba su nombre. Nadie mencionaba el pasado con la vana esperanza de que permaneciera enterrado. Es decir, nadie con la excepción de Taeyeon.

 

Kim Hee Chul era tan guapo como rubia era Taeyeon, con un pelo negro y alisado, y unos ojos cafes como el aciano que reflejaban calidez donde los de Taeyeon brillaban con su oscuridad. Era la quintaesencia del chico coreano, nacido y crecido en las playas y las olas. Su aspecto risueño y su dulce, dulce sonrisa encerraban una mente perspicaz capaz de hacer malabarismos con las miríadas de capas que eran necesarias para ser un agente infiltrado.

Taeyeon fue escéptica cuando se les emparejó para una misión relativamente sencilla, una transacción y una redada, una especie de misión de entrenamiento para ver qué tal trabajaban como equipo. A la sombría mujer que llamaban el Arcángel, se le había dado un amplio espacio en la Agencia... La facilidad con la que vestía los colores del enemigo les hacía recelosos, y su presencia enfatizaba lo fina que era la línea entre 'nosotros' y 'ellos'. Su arma y su placa la identificaban como un miembro del equipo, pero el movimiento inquieto de sus ojos y el placer mal disimulado que le proporcionaba ser un depredador, les decía que Taeyeon era algo completamente diferente.

A Heechul no parecía molestarle demasiado lo inquietante de Taeyeon, sus respuestas lacónicas y su disgusto por todas las cosas sociales. Su lema parecía ser "sigue preguntando", hasta que Taeyeon finalmente se veía arrastrada hacia conversaciones que se hacían más y más naturales mientras pasaban tiempo juntos.

— ¿Por qué, en el nombre de Dios, ingresaste en la DEA? —le preguntó exasperada una larga noche.

— ¿Por qué no? —replicó con una sencilla sonrisa.

— Porque esta vida es asquerosa. Por eso —contestó de forma seca y directa.

— Entonces ¿por qué para ti está bien si es tan asquerosa?

— Porque... —vaciló antes de continuar— la entiendo. —Una larga pausa— Y ella me entiende a mí.

Heechul sonrió ante la imagen. En los meses en que habían sido compañeros, Taeyeon había adoptado un aire ligeramente protector. Ambos sabían que se trataba de algo más que un agente experimentado cuidando de un novato. Le trataba como trataría a un hermano muy querido y era ferozmente protectora con su inexperiencia.

— Tienes grandes esperanzas puestas en mí. Estoy conmovido —intercambiaron amplias sonrisas. —Y voy a tener todas esas cosas, Taeyeon. Una casa grande y una mujer, y niños, muchos perros y una barbacoa para que puedas venir y mostrarte arisca en reuniones sociales —le tomó el pelo cariñosamente.

Le devolvió la sonrisa, una sonrisa auténtica que alcanzó lo más remoto de sus ojos y los iluminó con la calidez de una suave llama.

— Mujer y niños, ¿eh? De acuerdo, encanto, pero dime: ¿cómo vas a conocer a una chica cuando te pasas el día relacionándote con gente como yo?

— Bueno, siendo honesto, hasta que encuentre a la señorita perfecta, no se me ocurre nadie más con quien prefiera pasar el tiempo —contestó seriamente.

Poco a poco, cada uno se fue convirtiendo en un hilo indispensable en el tapiz de la vida del otro. Comenzaron a pasar tiempo juntos fuera de sus operaciones, y Taeyeon, con cierta inseguridad, caminó en la luz del día por primera vez en más tiempo del que podía recordar. Él la llamaba Ángel, riéndose de la imagen intimidante que la perseguía por toda la Agencia, y se partía de risa ante tal exageración.

— Calma, Ángel, —se reía— es sólo rock'n'roll.

Finalmente Heechul encontró a su señorita perfecta, irónicamente por cortesía de Taeyeon, y la agente estuvo junto a él en la boda, ofreciendo un silencioso adiós a su amistad. Pero eso no ocurrió. María, la esposa de Heechul, no era ninguna estúpida. Así como Heechul alentaba el tiempo de Taeyeon bajo el sol, María podía ver claramente que la mujer evitaba que su oscuridad devorase a su marido. No se trataba sólo de proteger su vida, Taeyeon guardaba con entusiasmo el alma del joven, manteniéndola a salvo para el amor de María. Y María dio la bienvenida a su casa a la mujer rubia, con toda su rabia, toda su violencia y todo su dolor, y llamó al depredador 'familia'. Cuando María tuvo una hija, una anonadada Taeyeon estuvo junto al altar con su amigo una vez más, esta vez sosteniendo entre sus brazos a un bebé dormido, y prometiendo estar ahí si la niña la necesitaba.

Taeyeon agitó la cabeza con furia para eliminar los recuerdos que amenazaban con tragársela entera. Había abandonado la ilusión de estar hecha para ninguna otra cosa que no fuera la tenebrosa vida que ahora abrazaba, lo único todavía familiar a los restos hechos jirones de su alma. Pero algo en la mujer de pelo rojo que había conocido la noche anterior había despertado un inseguro anhelo de conexión. Y ese anhelo estaba matizado por un intenso deseo físico que Heechul nunca había provocado.

"Stephanie Mi Young...". Hizo rodar el nombre entre sus pensamientos, disfrutando la imagen que lo acompañaba: un brillante vestido de color esmeralda acariciando el cuerpo que cubría. Menos agradable era el estado actual de ese vestido, empapado en sangre y hecho trizas por las frenéticas manos de Taeyeon mientras buscaba la herida. "¿En qué estaría yo pensando?", se castigó. Pero su mente, desafiándola, vagó una vez más hacia la promesa de lo que habría ocurrido si las sombras no hubieran interferido. Un doloroso rastro de soledad escapó a la voluntad de hierro de Taeyeon y acarició su conciencia, arrancando un suspiro cansado de la mujer rubia.

— ¡NO! No voy a hacerlo. No voy a arrastrar a nadie conmigo otra vez. Me voy a asegurar de que está limpia y después, se va. ¿Entendido? —se advirtió a sí misma salvajemente, dejando que las palabras desgarraran su garganta mientras corría a través del tráfico del sábado.

Pero un rincón rebelde de su mente le contestó burlándose: "Sí, claro..."

Taeyeon hizo sus otros recados y revisó un par de cosas con Sunny en el Club, ya eran bien pasadas las tres cuando llegaba a casa. Cogiendo un montón de paquetes del diminuto maletero del Boxster, entró en la cocina por la puerta lateral del porche.

— Hola Carmina—sonrió alegremente a su ama de llaves—, ¿cómo está nuestra paciente?

— Podías haberme dicho que tenías a alguien aquí —la rotunda mujer mexicana, unos veinte años mayor que Taeyeon, se quejó mientras se afanaba en guardar la compra.

El pedido llegaba cada sábado del mercado local como un reloj, y casi nunca cambiaba, para disgusto de Carmina. Simple era la forma más caritativa de describir los gustos culinarios de Taeyeon, y la rubia normalmente se sentía satisfecha con comidas abundantes a los que el ama de llaves se refería con desesperación como "platos rústicos". Por otra parte, los años que había sido empleada de la Señora, habían sido los más fáciles y los más lucrativos de la inmigrante, así que no se sentía inclinada a discutir.

Sin embargo, descubrir a la pequeña mujer de pelo color rojo en la cama de la Señora había sido algo como un shock para ella. Hacía bastante desde la última vez que un invitado se había quedado a pasar la noche, y Carmina esperaba fervientemente que esto no fuera una señal de la vuelta a esos días en los que parecía como que pasaba la mayor parte de su día de trabajo cambiando las sábanas de la Señora.

— Está bien. He llegado un poco tarde a causa del tráfico, pero cuando llegué estaba dormida. Se despertó cuando entré en la habitación—. Tiffany se había despertado porque, ante la sorpresa de encontrar a alguien en la cama de Taeyeon, Carmina había dejado escapar un grito que habría resucitado a un muerto o, como en este caso, a alguien fuertemente drogado. Por alguna razón, el ama de llaves no creyó prudente mencionar este pequeño detalle a la Señora.

— Muy bien, iré a ver como está. ¿Podrías hacernos algo de comer? Sé que es tarde, pero estoy muerta de hambre —sonrió abiertamente.

— Vas a estropear la cena —advirtió Carmina, apoyando las manos en sus amplias caderas.

— Na... cenaré tarde. Haznos una sopa o algo así. Hey, ¿qué tal un poco de caldo tlalpeno? —. Taeyeon se marchó subiendo a saltos las escaleras antes de que su ama de llaves pudiera empezar su sermón habitual sobre sus terribles hábitos alimentarios, sin mencionar la bebida.

Taeyeon rió al oír a Carmina, refunfuñando, comenzar su letanía, y paró de golpe en la puerta de su habitación. "Joder, estoy de buen humor... Quizá deba ir de compras más a menudo... Claro que yo no he tenido que hacer todo el trabajo realmente". Empujó suavemente la puerta para abrirla y otra sonrisa se dibujó en su rostro.

— Vaya, vaya, vaya... ¿no es ésta una imagen bonita? —murmuró para sí misma. Tiffany estaba atravesada sobre el gran colchón, compartiendo el amplio espacio con los tres canes. Aggie levantó la cabeza, reconociendo somnoliento la llegada de su ama, y después volviendo el hocico a su cálida posición sobre la pierna del ser humano. Clytemnestra fue algo más entusiasta con su bienvenida, llegando a saltar de la cama y a acercarse a Taeyeon para que le rascara detrás de las orejas. Pero lo que realmente hizo gracia a Taeyeon fue ver a Pete felizmente acurrucado entre los delicados brazos de la mujer, con la cabeza hábilmente colocada debajo de su barbilla.

— Algunos perros son muy afortunados —suspiró. —Vamos, chicos, —susurró suavemente, no demasiado segura de la profundidad del sueño de Tiffany.— abajo —ordenó sujetando la puerta mientras los tres animales salían obedientemente de la habitación.

El movimiento despertó a Tiffany de su siesta y, aturdida, miró a su alrededor.

— ¿Uh? ¿Qu...? ¡Oh! —Sus ojos registraron la llegada de la mujer rubia y chispearon ligeramente. —Hola —murmuró sentándose y frotándose los ojos.

— Hola, —replicó Taeyeon sonriendo ampliamente y sentándose en una esquina alejada de la cama— parece que te has ganado a la colección de fieras en mi ausencia.

— Bueno, durante un rato Clytemnestra pensó que yo era una golosina para perros, pero después de olisquear tu camiseta decidió que no estaba mal —. Tiffany agarró la camiseta que llevaba puesta y señaló con ella. —De otro modo hubiera sido ‘adiós muchacha’.

Taeyeon frunció el ceño.

— Hubiera jurado que cerré la puerta cuando me fui.

La mujer de pelo color rojo se quedó helada, después dejó escapar una risa fugaz.

— No, ha sido culpa mía. Salí a curiosear buscando un libro—. Viendo que Taeyeon seguía con el ceño fruncido, dio más detalles. —El costado me dolía demasiado para poder dormir y todavía no podía tomar más píldoras de la felicidad…— se encogió de hombros — así que quería algo que me hiciera pensar en otra cosa—. Señaló con la cabeza hacia la habitación de al lado —Encontré la biblioteca tras esa puerta y cogí un libro—. Observó a Taeyeon cuidadosamente mientras sus ojos se movían  hacia la copia de "The Fountainhead" sobre la almohada a su lado. — Lo siento.

Taeyeon negó con la cabeza.

— No, yo lo siento —aseguró la otra mujer. —Es que no estoy acostumbrada a tener a alguien... en mi casa —. "Especialmente cuando no estoy. Me estoy volviendo loca". —Has decidido ver qué tal es, ¿eh?

— Pensé que era lo apropiado dada nuestra conversación de anoche.

El brillante miel de los ojos de Tiffany Hwang parecía hacerse más cálido cuanto Taeyeon más los miraba, y la rubia tuvo que agitar su cabeza ligeramente para romper su fuerza hipnotizante.

— Me sorprende que quieras recordar cosas de anoche, considerando como terminó.

La luz bailó una vez más en los ojos de la pelirroja mientras una sonrisa traviesa se encuadraba en su cara.

— Oh, hay muchas cosas de anoche que quiero recordar.

— ¿Ah, sí? — Taeyeon levantó una ceja— Yo también recuerdo un par de cosas…— "Como el brillo tenue de tu piel a la luz de la luna, y cómo la espuma del océano creaba un halo alrededor de tu pelo. Olías como el viento, o quizá el viento olía como tú, acercando tu aroma sólo para torturarme". En voz alta dijo: — Como ese tour que te prometí. ¿Crees que tienes fuerzas? Quizá ayude a eliminar algo de la rigidez de haber estado inmóvil en la cama. Y después podemos hacer una comida tardía con lo que Carmina está preparando.

Tiffany juntó sus cejas ligeramente ante el giro que la conversación había tomado, pero asintió con la cabeza. Dejó que Taeyeon la ayudara a levantarse de la cama y se sintió satisfecha cuando vio que era capaz de mantenerse en pie por sí misma.

— Hey, no tengo vértigo. Soy una chica feliz —sonrió alegremente pero se detuvo cuando oyó la aguda carcajada de Taeyeon — ¿Qué pasa?— preguntó.

Reponiéndose rápidamente, Taeyeon luchó contra la sonrisa que amenazaba con fijarse sobre su cara.

— Uh... nada...

— ¿Qué?

— Nada... sólo que... bueno... mis pantalones... —señaló a la amplia ropa que envolvía a la pequeña pelirroja.

— Sí, ya sé que tengo una pinta ridícula — Tiffany emitió un pequeñísimo y triste suspiro.

— No. Ridícula no —corrigió Taeyeon. —De hecho, estás bastante mona. Parece que tienes menor edad —rió con disimulo.

— Suerte para ti que no los tenga —murmuró entre dientes Tiffany. Pero Taeyeon captó la afirmación y asintió en silencio, "Sí porque me arrestarían por algunas de las cosas que nos imaginé haciendo anoche".

— Afortunadamente, —anunció cogiendo triunfante los paquetes que había dejado junto a la cama— tengo algo que puede remediar la situación. Como te dormiste antes de decirme donde vivías, he traído un par de cosas para ti—. Deliberadamente no había querido seguir con la conversación que habían empezado antes de marcharse. Taeyeon se dio cuenta de que había algo que Tiffany no había querido contarle, pero había decidido dejarlo estar. Por ahora. — No obstante, he tenido que adivinar la talla.

— Tú... ¿has ido de compras para mí?

Taeyeon cambió de postura, incómoda ante la extraña intimidad de la pregunta.

— Uh... no. La verdad es que tengo a alguien que lo hace por mí. Ya sabes... uno de esos... un...

— ¿Un comprador personal? —ofreció Tiffany amablemente.

— Sí. Conoce mis tallas y eso, así que no tengo que preocuparme—. Taeyeon se encogió de hombros tímidamente— No se me dan muy bien estas cosas de chicas... —No acabó la frase, claramente azorada.

— Bueno, como sea que lo hagas, — Tiffany murmuró apreciativamente abarcando de un vistazo la impecable forma en su traje sastre de lino— funciona.

— Gracias —replicó la mujer rubia ladeando la cabeza. Con toda claridad, Tiffany no estaba demasiado traumatizada por lo ocurrido la noche pasada, y eso le resultaba más que un poquito sorprendente. Muchos civiles que conocía estarían ahora mismo huyendo a todo correr por las colinas. Mientras Taeyeon contemplaba a la mujer que le devolvía una sonrisa, sintió con toda certeza que había mucho más sobre Stephanie Mi Young que lo que se apreciaba a simple vista. Apartando temporalmente sus sospechas, dejó las bolsas sobre las revueltas sábanas.

— Esperemos que haya hecho tan buen trabajo contigo. —Empezó a abrir las bolsas, extendiendo la ropa cuidadosamente— No sabía muy bien qué comprarte, así que pedí kakis y cosas de ese estilo. Algunos pantalones cortos y camisetas. Se puede devolver si algo no te gusta o no te queda bien.

Tiffany empezó a acariciar la ropa delicadamente, dando la vuelta con indiferencia a las etiquetas de diferentes diseñadores.

— ¿Kakis? ¿No vaqueros?

— Los vaqueros es lo único que nadie puede comprar por ti, porque sino no quedan bien, ¿no crees? —sus ojos negros brillaron con regocijo cuando la pelirroja asintió con énfasis.

— Sí, desde luego—estuvo de acuerdo. — Hey, todas las tallas parecen correctas. ¿Qué es lo que le has dicho?

— Vamos a ver. Le he dicho que eras como de esta estatura, —Taeyeon colocó una mano a la altura un poco más arriba de su cabeza— y como de este ancho —extendiendo las manos frente a ella ligeramente separadas.

— Mmm... — Tiffany sonrió maliciosamente y cojeó hasta colocarse en el espacio creado por las elegantes manos de Taeyeon. Enroscó los largos dedos de la mujer rubia alrededor de su cintura y escondió la cabeza dulcemente en el hombro de Taeyeon. —Parece que has acertado…— Levantó la vista para encontrarse con una mirada ligeramente alarmada. — Gracias —susurró, envolviendo con sus propios brazos la musculosa figura.

Taeyeon sintió como si una mula le hubiera pateado el estómago y lo hubiera mandado a miles de kilómetros, y el corazón fuera detrás corriendo a toda velocidad para alcanzarle. Sentía el cuerpo de Tiffany cálido y flexible entre sus brazos, con una extraña combinación de erotismo y paz a los que su cuerpo no sabía muy bien cómo responder.

Su incomodidad pudo más que el bienestar que le proporcionaba la ágil figura apretada contra ella y dio un paso atrás, casi sin aliento ante la inesperada intensidad.

— Hum... es lo menos que podía hacer. Teniendo en cuenta que estropeé tu precioso vestido —hizo una pausa y continuó. —Sin mencionar que hice que te dispararan—.

Si Tiffany se sintió desilusionada por la interrupción del contacto, no lo mostró.

— Taeyeon, —dijo, una mirada seria cruzaba sus, normalmente, alegres facciones— podrías haberme dejado tirada en un hospital y desaparecer en la noche. Pero te has hecho cargo de mí, y te has asegurado de que estaba a salvo. Mucha gente en tu situación no lo habría hecho —una suave sonrisa iluminó su rostro, haciendo brillar el apagado caramelo musgoso de sus ojos hacia un luminoso cobre. —Estoy empezando a pensar que no eres tan mala como pretendes.

— Vamos, Ángel... sobreponte a ese gran y malvado ego tuyo —la voz de Heechul la perseguía implacablemente cuando ella intentaba alejarse. —Puedes mostrar ese aire oscuro y meditabundo a cualquier otro, pero yo conozco todo el dolor que llevas dentro. No eres tan mala como pretendes.

Los ojos de Taeyeon se ensombrecieron de modo peligroso ante ese recuerdo y Tiffany retrocedió instintivamente ante la súbita amenaza.

— Estás equivocada —la rubia mujer gruñó.— Soy mucho, mucho peor —advirtió, girando sobre sus talones y desapareciendo, cerrando la puerta de un golpe.

 

"¿¿¿¿Qué coño???". Tiffany había visto el rápido cambio en el rostro de Taeyeon, endureciendo las facciones y transformándolas en afilados planos y ángulos que amenazaban con partirla en dos. "¿Qué la ha puesto así? ¿El abrazo?". Tiffany negó con la cabeza al diálogo silencioso de su mente. Su abrazo había sido impulsivo y aunque los brazos que la habían envuelto no se habían negado, habían sido acompañados por el latido frenético de su corazón. "Si no supiera más cosas, diría que estaba... ¿asustada? No puede ser". El recuerdo fugaz de una mano temblorosa la noche anterior relampagueó ante sus ojos haciendo estallar chispas diminutas de comprensión en la consciencia de Tiffany.

Reflexionó sobre las imágenes, que se multiplicaban rápidamente, que tenía de la mujer rubia. Se preguntó si Kim Taeyeon se había fragmentado a sabiendas en millones de pedazos incomprensibles.

— ¿Pero cómo demonios pueden encajar?— dijo en voz alta— pero, y ¿encajan?

Deslizándose cuidadosamente un suave par de kakis sobre su herida, terminó de vestirse, sin dejar de dar vueltas al misterio que empezaba a descubrir.

Se dirigió al piso de abajo y encontró a Taeyeon cómodamente instalada al sol en una mullida butaca en el porche.

— Hey, hola —dijo Tiffany suavemente. — Lo siento.

Un negro brilloso la recorrió elevando el calor de su cuerpo allí donde se posaba.

— No —replicó Taeyeon. —Yo lo siento. De nuevo —. Dejó escapar un suspiro y se pasó una mano por el pelo en un gesto que Tiffany empezaba a reconocer como característico. — Yo sólo... —meneó la cabeza— No quiero que pienses que soy una buena chica que resulta tener una profesión exótica—. Arqueó una ceja con seriedad hacia la reportera y sostuvo su mirada firmemente. — No lo soy.

Las violentas profundidades de los ojos de Taeyeon se fijaron en Tiffany y no le permitieron liberarse de su firme sujeción. Era como si pudiera ver la sangre que había permeado la vida de la mujer rubia, empapando el interior de su alma destrozada. Finalmente, Tiffany respiró hondo dejando salir el aire lentamente.

— Lo entiendo —dijo por fin.

Ahora la ceja de Taeyeon se volvió inquisitiva pero el implacable gancho negro no cesó.

— Entonces... ¿por qué?

Por alguna razón, pensó Tiffany, dos palabras para abarcar todo lo que estaba empezando a suceder entre ellas no deberían ser suficientes, pero allí estaban, saliendo de los labios de Taeyeon. Sonrió con confianza. Las palabras eran su ocupación y sabía mejor que mucha gente cómo hacerlas valer.

— Hasta que me des un motivo para temerte, Taeyeon, no lo haré…— dijo disfrutando la aguda dentellada del nombre de la mujer en su boca. — Y por lo demás,— hizo un gesto con las manos, casi alargándolas hasta tocar a Taeyeon pero se detuvo, tímida— algo en ti me llama,— hizo una pausa, permitiendo a la mujer rubia asimilar completamente la implicación de sus palabras— y me gustaría saber qué es.

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Comments

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pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*