Dieciocho.

L U C I F E R R I S I N G

"Había oído hablar del mal aliento matutino... pero esto es demasiado", se quejó Tiffany mientras su mente se iba despertando lentamente. El suave y rítmico jadeo parecía estar centrado directamente sobre su cara, y la reportera abrió ligeramente un párpado para enfrentarse al origen de su tormento. Los dulces ojos pardos de Pete la miraron fijamente sin pestañear, la boca abierta en un estúpido gesto canino. Dos patas se balanceaban sobre el pecho de Tiffany mientras esperaba pacientemente a que la pequeña humana abriera ambos ojos. "Esto no es lo que tenía yo pensado para la mañana siguiente", pensó enfadada. —Fuera, Pete —gruñó, apartando al chucho de su pecho. Se estiró lujuriosamente, su cuerpo gloriosamente dolorido por el o que ella y Taeyeon habían compartido.

Taeyeon había completado la apertura de su alma consumiendo a Tiffany una y otra vez con la boca y las manos, evocando una respuesta que Tiffany había supuesto que sólo podía surgir de la febril imaginación de novelistas románticos como ella misma. Taeyeon había sido a ratos salvaje, a ratos exigente, a ratos tierna y reverente, como si considerase que su unión era una consagración de esa extraña nueva vida en la que se estaba embarcando. Y también hizo recordar a la reportera que ella aún tenía que contar su verdad. Aunque temía lo que pasaría cuando le confesara a Taeyeon las circunstancias de su encuentro inicial, sabía que era algo que no podía posponer mucho más.

—No es algo que esté deseando hacer —le dijo a Pete. La pequeña bestia permanecía a los pies de la cama, la cabeza ladeada mirándola solemnemente—. Pero tengo que hacerlo, colega —continuó Tiffany —. Me ha dejado entrar en su mundo ¿te lo puedes creer? Puede que no crea en sí misma, pero cree en mí—. Observando detenidamente al perro negro, se dio cuenta del significado de sus últimas palabras. "Oh Dios... cree en mí... y está todo construido sobre una mentira". Tiffany cerró los ojos ante el pensamiento de lo que podría ocurrir, la seria posibilidad de que Taeyeon la echase de su vida. O peor.

—No —dijo en voz alta, como si al hacerlo las palabras se convirtieran en realidad—. Por lo menos me escuchará... y haré que comprenda... —. Dio voz al pensamiento—: Tengo que hacerlo —. Estar sin Taeyeon ya no era una opción. Del mismo modo que había hecho confiar a Taeyeon en que tenía un alma que merecía ser salvada, ésta le había hecho a Tiffany comprender que tenía una vida que merecía la pena ser vivida... Era un regalo deslumbrador para la mujer pelirroja... un regalo que Taeyeon no era consciente de haberle entregado.

No se dio cuenta de que la ducha había estado corriendo hasta que el ruido se detuvo. Momentos después, apareció Taeyeon con una toalla envolviendo sus caderas y frotándose vigorosamente el largo cabello con otra.

—Juro por Dios que me lo voy a cortar cualquier día —gruñó, echando la masa rebelde sobre un hombro.

—Por encima de mi cadáver —dijo Tiffany sonriendo, y dejando que sus ojos vagabundearan apreciativamente sobre su forma aún mojada.

—Ah... La Bella Durmiente se despierta —una brillante sonrisa se abrió sobre el rostro de Taeyeon al ver a la pelirroja arropada cómodamente entre las sábanas —. Pensé que ibas a dormir todo el día.

— ¿Todo el día? —protestó Tiffany estirando el cuello para mirar el reloj—. Apenas son las siete de la mañana. ¿Qué haces levantada tan temprano?

—Aunque me encantaría quedarme a vaguear contigo —bromeó Taeyeon secándose aún más el pelo con la toalla—, tengo sitios a los que ir y gente a la que ver. Incluyendo una reunión a las nueve para la que tengo una pila de informes que leer y que he estado posponiendo. Si no llego a la oficina pronto no voy a saber de qué estoy hablando.

Tiffany la miró pensativa—: Eso suena sospechosamente a lo que hacen los banqueros —dijo—. Además, había imaginado que tus horarios serían algo más... irregulares...

Taeyeon emitió una carcajada —: ¿Quieres decir que pensabas que todo lo que hacía era tratos a medianoche en callejones oscuros? Es cierto, hubo un tiempo en el que estaría metiéndome en la cama a esta hora; pero en algún momento a lo largo del camino acabé poseyendo legítimamente lo que parece ser la mitad de Miami —movió la cabeza—. Dirigir todo este follón lleva más tiempo que...

— ¿La otra parte de tus negocios? —suplió Tiffany estirándose lánguidamente, plenamente consciente de la mirada de su amante sobre ella.

Unos ojos negros se quedaron fijos sobre la radiante extensión desplegándose ante ellos. Taeyeon tragó convulsivamente, una acción que no pasó desapercibida para la mujer que se sentaba erguida en su cama. —Esa es una forma de llamarlo —replicó con voz ronca, moviéndose inconscientemente hacia la intoxicante visión.

Encantada con la reacción de Taeyeon, Tiffany sonrió con aire de suficiencia—: Por lo menos ven aquí y dame un beso de buenos días como Dios manda —ronroneó.

De buen grado, Taeyeon cerró la distancia que las separaba, sentándose con cautela en el borde del colchón.

—Eso no es aquí —reprochó Tiffany, agarrándola del brazo y haciendo que se echara sobre su regazo—. Esto es aquí—. Pete soltó un aullido ante el movimiento repentino y salió correteando de la habitación.

—Pero estoy mojada —avisó Taeyeon, intentando que el agua no gotera sobre las sábanas.

Una mirada lasciva y juguetona creció en el rostro de Tiffany: —Eso esperaba —bromeó admirando el ligero rubor que iluminaba las facciones de su amante. Su mano comenzó a hacer un lento reconocimiento de los hombros de Taeyeon, siguiendo despacio las gotas de agua que caían sobre sus clavículas y hacia  su pecho.

Gimiendo ligeramente ante la caricia, los labios de Taeyeon se encontraron con los suyos en un dulce intercambio matutino. —Buenos días —murmuró, el pulso de su garganta se elevó visiblemente cuando una mano pequeña cubrió su pecho izquierdo, pasando el pulgar sobre un pezón que se iba despertando rápidamente.

—Oh...

— ¿Te gusta esto? —murmuró Tiffany, sus labios le acariciaban el lóbulo de la oreja.  Con su mano libre atrapó el otro pecho de Taeyeon y afanosamente logró hacerlo despertar del mismo modo que a su compañero.

Taeyeon gimió al sentir la tensión comenzando a crecer en su vientre. Apoyando todo su peso en el brazo derecho extendido, su mano izquierda se hundió por sí misma en el pelo de Tiffany. Depositó besos hambrientos a lo largo de su cuello: — ¿Tú que crees? —dijo con voz ronca.

—He sido yo quien ha preguntado — Tiffany acentuó su afirmación clavándole  los dientes en el pulso tierno del cuello. La mujer soltó un pequeño aullido ante el contacto pero su cuerpo aceptó la brusquedad, pidiendo más silenciosamente—. O ¿debería considerar esto como una respuesta? —dijo la reportera maliciosamente. Sus manos continuaron recorriendo toda la musculosa extensión del torso de Taeyeon, revelando la forma de la mujer bajo sus dedos. —Échate, amor —murmuró. 

—No... puedo... —suspiró Taeyeon, hundiendo la cabeza en el hueco del hombro de Tiffany — Tengo que... oh Dios... —gimió cuando las manos de la reportera regresaron sobre sus pechos—; me tengo que ir...

Tiffany interrumpió el detenido examen que su boca realizaba de la cálida piel de su cuello para fijar sobre ella una severa mirada—: No tienes que estar en ningún sitio hasta las nueve... —. Deslizó una mano más hacia el sur, acariciando la suave curva de la cadera de Taeyeon con movimientos delicados.

—Lo sé... pero... —. El tacto suave como una pluma de los dedos de Tiffany quebraron sus palabras. Con un experto giro de la mano, Tiffany apartó la toalla de la cintura de Taeyeon, dejando ese magnífico cuerpo desnudo ante sus ojos.  Y cada nuevo roce  de esas manos las acercaba más a la maraña de vello que protegía el haz de nervios de su centro. Involuntariamente, sus piernas se separaron ligeramente con la esperanza de atraer más cerca las enloquecedoras caricias.

—Pero nada — Tiffany silenció sus objeciones. El brillante destello café de sus ojos se encontraba ahora velado por una ardiente excitación. Necesitaba que Taeyeon sintiera la verdad que su cuerpo decía. Necesitaba hablar un lenguaje que ella entendiera sin ninguna duda, sin importar lo que pasara después. —No te vas a ir de aquí hasta que no tenga tu olor en mis dedos y tu sabor en mi boca —murmuró, agravando la voz en un sensual sonido gutural—. ¿Entendido?

Taeyeon tomó aire para responder pero se encontró los labios cubiertos por una boca ávida decidida a devorarla. Tiffany apartó el brazo en el que se apoyaba y el movimiento consiguió eficazmente que quedara tumbada en su regazo con las caderas colocadas en el borde de la cama. —Espera... —fue más un gemido que una protesta, y Tiffany sonrió al ver la vibrante confusión reflejada en el rostro de Taeyeon — Yo... Tú...

—Sí, Taeyeon. Te. Quiero. Así—. Se rindió a la tentación de esos labios llenos una vez más, inclinándose y besándola concienzudamente, arrancando un profundo gemido de su garganta. —Déjame tenerte —susurró—. Por favor.

Unos ojos negros se suavizaron ante la dulce súplica, después centellearon de deseo no satisfecho. —Sí —contestó con voz espesa, levantando una pierna para apoyar el pie sobre el colchón, una invitación a su amante para que llegara muy dentro.

El corazón de Tiffany se desgarró ante el gesto, inflamándose en el interior del confinamiento de su jaula mortal con la visión de esta exquisita mujer abriéndose a su tacto. Tomando un aliento irregular, colocó con mano temblorosa una almohada bajo la cabeza de Taeyeon, dejando que la otra repartiera caricias una vez más sobre sus pechos.

La respiración de Taeyeon era entrecortada, y el agua fría de la ducha se mezclaba ahora con ligeros trazos de transpiración, haciendo brillar su piel de porcelana. Para los ojos de contadora de historias de Tiffany, Taeyeon brillaba con luz tenue y elegante, un ídolo dorado que el mundo aún estaba por conocer. —Eres impresionante —murmuró depositando besos suaves, como ofrendas de su devoción a lo largo de las líneas afiladas de su rostro. Sus bocas se encontraron, y succionó suavemente la lengua de su compañera, provocando un quejido mudo en la mujer extendida sobre ella. Deslizó el brazo izquierdo alrededor de los hombros de Taeyeon, acunándola, mientras la otra mano continuaba su veneración de las curvas de sus pechos.

El beso se hizo más profundo cuando la excitación germinada floreció en un estallido a través del cuerpo de Tiffany: —Oh, Dios... —gimió la reportera perdida en el poder de las sensaciones que solamente tocar a esta mujer provocaban en su interior.

Separándose para intentar recuperar el aliento que el deseo embriagador que la atravesaba le había robado, alzó la mano para acariciar el rostro de Taeyeon: —Eres tan preciosa —murmuró.

—A tus ojos —replicó Taeyeon serena, besándole la palma. Sus largos dedos se entrelazaron con los de Tiffany, más pequeños, llevando sus manos unidas hacia abajo a lo largo de su cuerpo. —Tócame —susurró mientras presionaba los dedos de ambas contra su mismo centro.

Ambas mujeres ahogaron un grito en ese momento, detenidas en el fuego líquido que descubrieron juntas. "Tan mojada...", pensó Tiffany, mareada, trazando el hinchado perfil del o de Taeyeon, muy consciente  de los dedos que todavía se enroscaban en los suyos. Emitió un gemido sordo ante la visión de la mano de Taeyeon hundida en su propia humedad y brillando con su profuso deseo.

— ¿Qué sientes? —murmuró.

—Oh... Dios mío... —gimió Taeyeon —; como si me tocara yo misma... pero... no —dijo mecánicamente.

—Muéstramelo —susurró Tiffany, ardiendo por saber qué historia contaría sobre sí mismo el cuerpo de Taeyeon —. Enséñame cómo te tocas a ti misma.

Taeyeon gruño incoherente, echando la cabeza para atrás y arqueando la espalda:

—Por favor.

—Estoy aquí, mi amor... Guíame.

Vacilante, Taeyeon flexionó las manos contra su o, sus dedos buscando instintivamente los puntos que conocían tan bien. Otro secreto sobre la mujer rubia que se desplegaba ante la mirada sobrecogida de Tiffany. Las caderas de Taeyeon dieron una sacudida ante el conocido tacto y aún así desconocido—: Por favor... —susurró otra vez.

Perdida en la inmediatez del deseo de su amante, Tiffany permitió a sus manos seguir el ritmo lento marcado por el cuerpo de Taeyeon. Juntas perfilaron cada curva y remolino de su centro, pasando ligeramente sobre el corazón y permaneciendo únicamente durante un breve instante sobre el diminuto botón acurrucado allí. Juntas se hundieron en el cuerpo de Taeyeon, el paso fue fácil para sus dedos entrelazados gracias a  la esencia que lo inundaba. Juntas llegaron a lo más profundo de las paredes resbaladizas,  y los músculos de Taeyeon comenzaron a temblar y a contraerse a su alrededor.

—Oh... Dios... mío... —jadeó Taeyeon —; eres... tan... maravillosa...

—No, somos... —corrigió Tiffany con una dulce sonrisa que Taeyeon no pudo ver—, somos maravillosas.

Los ojos negros estaban cerrados, pero Tiffany podía ver su vehemente necesidad en la tensión pintada en el cuerpo de Taeyeon. Sus propios músculos estaban rígidos por empatía erótica, y un pulso ardiente latía entre sus piernas. Aumentó mínimamente el ritmo de sus manos, buscando satisfacer el ansia de sus cuerpos. Taeyeon dijo entre dientes arqueándose mucho más en su abrazo—: No... pares.

—No —la tranquilizó Tiffany —; no hasta que pares tú...

Moviéndose al ritmo constante marcado por sus manos, casi en la cima de la pendiente antes de iniciar la caída libre hacia la liberación, Taeyeon abrió los ojos... para encontrar la mirada ardiente de Tiffany centrada en ella. Con un rugido salvaje dio el último paso, lanzándose con ferocidad hacia la deliciosa presión. Y Tiffany pudo ver cómo los últimos vestigios de contención de Taeyeon saltaban libres mientras se rendía al placer de sus caricias combinadas. Un solo gemido "Fany...", escapó de sus labios cuando echaba la cabeza hacia atrás, perdida en esa última, gloriosa caída.

Taeyeon apartó la mano, los músculos de su brazo temblaban por el esfuerzo y el clímax. El corazón le latía frenético en el pecho, como si intentara unirse al resto del cuerpo. Los dedos de Tiffany empezaron a moverse hacia fuera, pero Taeyeon cubrió rápidamente la pequeña mano con la suya—: Por favor... —murmuró con la garganta ronca por la respiración entrecortada—, quédate... dentro de mí.

Tiffany sonrió con dulzura—: ¿Quieres que... —comenzó a moverse suavemente sobre el centro de Taeyeon una vez más.

—No —contestó Taeyeon vacilante—, sólo quiero... sentirte dentro mí—. Sus ojos negros lanzaron una rápida mirada a lo largo de su cuerpo hacia sus manos unidas y regresaron, casi tímidos, a mirarla—: ¿Te parece bien?

A Tiffany le llevó un momento darse cuenta de que esa era la primera vez que Taeyeon expresaba un deseo específico. Su cuerpo siempre comunicaba fácilmente lo que quería, guiándola sin palabras, pero ni siquiera una sola vez Taeyeon había dicho: "Esto es lo que quiero de ti...".

—Desde luego — Tiffany sonrió radiante, un rayo incandescente de felicidad la sofocaba con su calor. Se inclinó y depositó un beso suave sobre su frente.

Todavía podía sentir los convulsiones atravesando ligeramente el cuerpo de Taeyeon, y de vez en cuando un diminuto temblor pasaba a través de los músculos en su estómago. Flotaron durante unos momentos en sus miradas hasta que Tiffany susurró—: Gracias.

Taeyeon se rió, su respiración todavía no era regular —: Creo que soy yo quien debería darte las gracias. Esta es una manera alucinante de dar los buenos días —. Se dio la vuelta en los brazos de Tiffany y ésta se dio cuenta de que la mujer estaba todavía estirada sobre su regazo, mitad en la cama y mitad fuera de ella. De mala gana, su mano izquierda dejó su cálido refugio y vino a reposar sobre el corazón de Taeyeon.

—Seguramente no estás cómoda —dijo Tiffany con una mueca.

—Seguramente no lo estaría —concedió Taeyeon con una sonrisa irónica—, si hubiera un gramo de tensión en mis músculos. Sinceramente, me siento como un guiñapo ahora mismo.

—Bueno... — Tiffany examinó cuidadosamente a su relajada amante con un brillo travieso en sus ojos—, la verdad es que ahora mismo pareces bastante un guiñapo.

—Por tu culpa —acusó Taeyeon de buen humor.

—Pero tú me has ayudado— dijo Tiffany con una sonrisita. Hábilmente metió el brazo derecho bajo sus piernas y le giró el torso, moviéndola con suavidad de su regazo y tumbando todo el largo de Taeyeon junto a ella en la cama.

— ¡Hey! —gritó Taeyeon, sorprendida al encontrarse... recolocada... tan eficientemente—. Eres más fuerte de lo que pareces —remarcó.

—Estaba chupado —bromeó Tiffany, haciendo un gran espectáculo de frotarse las manos una junto a otra. Se estiró contra la figura de Taeyeon, adorando la forma tan natural en que sus cuerpos se entrelazaban. —Bueno... ¿dónde estábamos? —murmuró, besando la perfecta unión de la base de la garganta de Taeyeon con sus clavículas.

—Estábamos... —gimió Taeyeon —, hablando de cómo yo tenía que prepararme para una reunión—. Agarró la cabeza de la reportera entre sus manos y fijó sobre ella una mirada seria pero que no parecía para nada arrepentida—: Y ya voy a llegar tarde.

— ¿Y? —la pelirroja parpadeó inocentemente—. ¿No eres la jefa?

—Eres incorregible —inclinó la cabeza para un beso rápido—, pero me tengo que ir—. Se sentó resuelta aunque su cuerpo comunicaba claramente su renuencia.

—En realidad no quieres.

—No —admitió Taeyeon alegremente—, pero tengo que hacerlo—. En un solo  y elegante movimiento estuvo levantada y fuera de la cama, escapándose estratégicamente del tentador alcance de su amor.

—Lo sé —accedió Tiffany con una sonrisita—, pero tengo que protestar o pensarás que no me importa.

Taeyeon solo meneó la cabeza, riendo silenciosamente, y desapareció en las profundidades de su armario. —Mira... —dijo, apareciendo minutos después con un traje de hilo de color crema, y colgándolo en el perchero—, si tienes... —vaciló—, algo que hacer hoy...

La reportera captó enseguida lo que Taeyeon quería decir—: Sí— dijo despacio, mirándola fijamente—, de hecho tengo algo que hacer.

La otra mujer dejó caer la mirada y asintió—: Vale. Pues... siéntete libre de utilizar el Jag o lo que sea... —su voz se fue apagando insegura, y se dio la vuelta.

Con la mirada fija en cualquier cosa menos en la reportera, no vio a Tiffany levantarse de la cama y cruzar la habitación—: Tengo que hacer una cosa— reconoció la pelirroja, tomando la barbilla de Taeyeon y fijando esos increíbles ojos negros sobre sí misma—. Pero yo... —ahora fue su turno de sentirse insegura—, quiero regresar esta noche y hablarte de ello.

Taeyeon dejó escapar un aliento que Tiffany no sabía que estaba conteniendo—: Me gustaría que lo hicieras —admitió, la tensión fue desapareciendo de su rostro mientras deslizaba los brazos alrededor de la reportera y la atraía hacia sí.

—A mí también —susurró Tiffany, su cuerpo dolorido con la conciencia de que esa podía ser la última vez que Taeyeon la mirase con esa expresión. Había cosas en Kim Taeyeon que nunca pensó que podría ver en ella. "Bueno, de la mujer que yo creía que era Kim Taeyeon ", se corrigió Tiffany. "Es mucho más de lo que pensaba; mucho más de lo que nadie piensa, especialmente ella misma".

Se abrazaron en un espacio perfecto, donde el mundo consistía solo en cada una de ellas y el aire que respiraban. Artículos periodísticos, tratos de negocios, y señores de la droga estaban en otro universo, lejos de la existencia sutil en la que flotaban en ese momento.

Sin embargo, el mundo tenía su forma de hacerse notar, y Tiffany, de mala gana, le permitió filtrarse entre ellas y romper su abrazo. Un beso tierno pasó suavemente entre sus labios.

 —Le diré a Carmina que haga algo especial para cenar —murmuró Taeyeon.

Tiffany suspiró con satisfacción, el equilibrio recobrado milagrosamente por la proximidad de Taeyeon. Sobrevivirían a la verdad, se aseguró a sí misma. "Mira a lo que hemos sobrevivido hasta ahora... Nosotras... hu... qué gracioso... nunca pensé..." Deteniendo sus divagaciones, echó una mirada a su amante con una sonrisita—: Hazme un favor... déjala que vaya a la compra antes. Le hará mucha ilusión.

Taeyeon se rió, moviendo la cabeza:

—No lo entiendo. ¿Por qué querría ir a la compra?

—Ni siquiera intentes entenderlo, Tae. Simplemente déjala —bromeó.

—Vale, vale... — Taeyeon levantó las manos en señal de rendición—. Cancelaré el pedido semanal y dejaré que sea ella la que haga la compra.

—Genial —palmeó el hombro de Taeyeon bruscamente—. No te arrepentirás. Y ahora... —echó una mirada pesarosa al traje que colgaba cerca—, creo que tienes que empezar a moverte.

Mordiéndose el labio, Taeyeon miró el reloj—: Ya llego tarde —asintió, frunciendo ligeramente una ceja—, así que... — un brillo malicioso crepitó en sus ojos, y agarró a la pelirroja en sus brazos— no creo que importen unos pocos minutos más—. Con una carcajada traviesa saltó hacia la cama y se lanzó sobre ella. —Bueno... me parece que hay una serie de requerimientos que tienes que alcanzar antes de que pueda marcharme. Y según mis cuentas, señora, sólo ha cumplido la mitad de ellos.

 

 

— ¿Dónde demonios te has metido?

Taeyeon alzó una ceja inquisitiva hacia la indignada figura de su asistente enmarcada en la entrada de su despacho. La mujer rubia se recostó en su silla de piel y colocó los pies sobre la mesa, dejando al descubierto una larga y semi bronceada pierna. La corta falda negra no era lo que originalmente había planeado llevar esa mañana, pero Tiffany la había visto colgada en el armario y le pidió que se la pusiera en lugar del traje color crema. A Taeyeon no le había pasado desapercibido el brillo sensual en los ojos de la pelirroja y había accedido inmediatamente. "Además," pensó Taeyeon para sí misma con suficiencia, "nunca hace daño mostrar un poco de pierna de vez en cuando".

Desde luego Sunny no parecía demasiado apreciativa en ese preciso momento—: ¿Y bien?— atravesó la puerta indignada y se inclinó sobre la mesa, fulminando con la mirada a Taeyeon —. ¿Dónde demonios te has metido?

Taeyeon frunció los labios pensativa—: Te sugiero que te busques una frase nueva, querida —replicó arrogante—, porque esa suena un poquito... marital... para nuestras circunstancias.

Años de conocer a la mujer de pie frente a ella, daban a Taeyeon un conocimiento singular del lenguaje corporal de Sunny. A juzgar por su postura, su ayudante estaba absolutamente furiosa y mantenía un control bastante precario sobre su calma. A lo largo de su relación, Taeyeon había convertido en un juego el sacar de quicio a su, una vez, amante. Los colegas de Rico la llamaban "La Señora de Hielo" porque rara vez mostraba algo más que una implacable gélida fachada, aunque cuando la provocaban tenía un temperamento explosivo.

El semblante irritado de Sunny se ensombreció al oír la respuesta frívola de Taeyeon. Cruzó los brazos sobre la blusa planchada impecablemente y miró fríamente a la mujer rubia:

—Estoy bastante al corriente de nuestras circunstancias. Pero soy tu socia y cuando no apareces en una reunión, tendemos a tener mala imagen.

La mañana con Tiffany había dejado a Taeyeon de muy buen humor y no pudo resistir pinchar un poco más a su colega—: La última vez que nos vimos eras mi empleada, Sunny. ¿Cuándo te han ascendido a socia?

"Un disparo... ¡¡un blanco!!" Taeyeon se sonrió en silencio, observando cómo los ojos azafrán de Sunny se estrechaban y una vena comenzaba a latir en su sien—: Tengo que mantener la apariencia de que al menos hay alguien al cargo —su asistente replicó de manera cortante—. Ya que has estado tan... ensimismada... las últimas semanas, pues esa tarea ha recaído sobre mí.

"Verme con Tiffany en el Club sí que la debe haber afectado", musitó para sí Taeyeon, recordando la expresión turbada que tenía Sunny aquella noche. De hecho, se parecía bastante a la que tenía ahora mismo. — Sunny —suspiró Taeyeon pesadamente, quitando los pies de la mesa y mirando a su ayudante directamente—, ¿de verdad necesita Miami otro centro comercial?

— ¿Qué? —preguntó la otra mujer, desconcertada por la pregunta.

Taeyeon sonrió brevemente. Sabía que Sunny esperaba que estallara y saliera por la tangente diciéndole que su accesibilidad o su falta de ella, no eran asunto suyo. Era una vieja rutina entre ellas, y Taeyeon decidió que ya era hora de parar el mecanismo.

—Se supone que teníamos que reunirnos con no sé qué ejecutivos para venderles nuestros terrenos para que sus promotores puedan poner más tiendas en alguna parte de Miami ¿correcto?

Sunny puso los ojos en blanco ante tamaña simplificación:

—Más o menos.

—Así que... ¿qué más da? Son solo centros comerciales. No ir a esta reunión no es el fin del mundo. Si quieren los terrenos, negociarán. Si no los quieren, pues no. En cualquiera de los casos a JLE le va a dar igual a largo plazo. No se trata de vida o muerte para nosotras —el pronombre era su oferta de paz hacia la otra mujer. Sunny era su empleada de palabra nada más, y ambas lo sabían.

Sunny siguió mirándola fijamente durante un largo momento, después dejó escapar un suspiro exasperado y se dejó caer elegantemente en la silla situada al otro lado de la mesa de Taeyeon.

—Tienes razón —replicó, una sonrisa irónica suavizaba sus facciones color caramelo—. El centro comercial no es cosa de vida o muerte. Pero hay cosas ahora mismo que sí lo son— miró a Taeyeon de manera significativa—. No es propio de ti saltarte una cita sin llamar antes. ¿Se te ha ocurrido que podría haber estado mínimamente preocupada por lo que podría estar reteniéndote? Con esos promotores no podía escaparme para asegurarme de que estabas ‘divirtiéndote’ y no metida en algún lío serio.

Taeyeon abrió los ojos sorprendida al ser consciente de lo que Sunny le estaba diciendo.

—Oh —respiró—. Sunny... —se pasó una mano agitada por el pelo. Estaba acostumbrada a un montón de cosas de su socia, pero preocupación auténtica no era una de ellas. Sencillamente, era algo que no estaba en su repertorio de emociones aceptables. —Lo siento —dijo finalmente —. Ni siquiera lo he pensado.

—No te disculpes Taeyeon —replicó con ligereza —. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien intentó liquidarte. He olvidado como actuar. Esta es... ¿cuál? ¿La segunda en tres semanas?

—Sí —accedió Taeyeon arrepentida, sin mencionar lo que pasó en el restaurante de Mary —. Como en los viejos malos tiempos ¿eh?—. "De hecho," pensó Taeyeon para sí misma "es peor que en los viejos malos tiempos porque la gente a la que estoy intentando ayudar son los que están intentando matarme. Pero eso tú no lo sabes, querida. Y es más seguro para ti que no lo sepas."

Sunny asintió:

—Es como si estuviera viviendo un mal caso de ‘deja vu’. —. Bueno, si no estabas huyendo de más peligrosos asesinos a sueldo, ¿qué estabas haciendo? O ¿es que te lo tengo que preguntar?

Taeyeon vaciló antes de contestar. Su inclinación al o era una vieja broma, y a veces en el pasado había utilizado historias de sus conquistas para inflamar la pasión de su ex- amante. Las cosas ahora eran distintas... Tiffany era distinta... y no quería que nada de esta pasión brillante se ensombreciera con los juegos que ella y Sunny jugaban. Sin embargo, declarar el asunto zona prohibida sería lo peor que podría hacer. Era necesaria una respuesta de cualquier tipo:

—Ya sabes, lo de siempre —se encogió de hombros, esperando que Sunny lo dejara estar.

Por desgracia, no iba a ser el caso. Sunnt sabía que había pocas cosas que pudieran distraer a Taeyeon de sus negocios y de ganar dinero:

— ¿Alguien que conozco?

—La pelirroja aquella del Club —contestó con despreocupación. Años atrás esto podría haber significado cualquiera de una docena de mujeres que Taeyeon podía haber conocido en sus rondas nocturnas. Sin embargo, en los últimos tiempos había abandonado sus territorios de caza, un hecho que no había pasado desapercibido a la aguda vista de su asistente.

— ¿Te refieres a esa de hace tres semanas?

Al oír la nota de incredulidad en la voz de Sunny, Taeyeon se dio cuenta inmediatamente del serio error táctico.

—Sí —dijo con indiferencia—. Esa.

Sunny dejó escapar un silbido grave, con una mirada burlona en sus ojos.

—Eso es increíble. Viniendo de ti, casi podría considerarse un compromiso de por vida. ¿Qué pasa, Diablo, bajando el ritmo en la vejez?

Los ojos de Taeyeon se endurecieron al oír el viejo apodo, y el aire se hizo más denso entre ellas. La mujer rubia pudo ver la tensión creciendo hasta que Sunny pareció un cable tirante que vibraba con un movimiento contenido. Taeyeon apretó la mandíbula brevemente como respuesta antes de que una sonrisa perezosa se abriera sobre su rostro.

—Nada de bajar el ritmo, querida, simplemente disfrutando plenamente —se burló, sabiendo que la mente de Sunny iba ahora mostrando imágenes de Taeyeon y la extraña pelirroja que había visto con su jefa—. Además —terminó Taeyeon, a punto de zanjar la cuestión—, he tenido el plato bastante lleno últimamente, con alguien intentando matarme y todo eso.

Dejó que su ayudante le diera vueltas a la idea mientras ella se dirigía por el pasillo hacia la zona común y servía dos tazas de té frío. Sunny tenía el aspecto de necesitar refrescarse. Cuando regresó a su despacho, vio que ésta parecía algo menos quejosa, aunque algo más sofocada que cuando la dejó.

—Hablando de lo cual —se volvió a sentar y le ofreció a Sunny uno de los vasos—, ¿has averiguado algo de lo del fiasco del almacén?

—Nada —murmuró Sunny —. La gente de Massala lo dejó todo verdaderamente limpio. Los muchachos no pudieron encontrar nada en el lugar, y nuestra gente en Metro Dade no tiene ni una sola pista. Voy a tantear el terreno en la calle y...

—No —ordenó Taeyeon, secamente. Lo último que necesitaba era Sunny apareciendo en medio de cualquiera que fuese el chanchullo que la Agencia estuviera intentado montar. Para protegerla, Taeyeon había dejado deliberadamente que Sunny creyera que Romair estaba detrás del asalto. Mientras, seguía empujándola hacia el borde de los asuntos más oscuros de sus operaciones, y lo último que quería era que Sunny quedara atrapada en el fuego cruzado de la inevitable confrontación.  Por supuesto, su ayudante no era estúpida y había notado el cambio en sus responsabilidades, y estaba claro que la situación no le agradaba en absoluto.

— ¿Perdona? — Sunny parpadeó con sorpresa.

—Me ocuparé de eso yo misma —. "Déjalo, Sunny... déjalo", la urgió en silencio.

—Taeyeon... yo...

—He dicho que yo me ocuparé de eso —sus ojos negros se enfriaron cuando su mirada se fijó directamente sobre los ojos azafrán de su ayudante—. Y se acabó.

—He oído lo que has dicho —replicó Sunny con la misma frialdad—. Simplemente no lo entiendo.

—No te pago para que entiendas —dijo Taeyeon en tono cortante—. Mantente fuera de esto. No preguntes nada a nadie ¿Está claro?

—Absolutamente—. Sunny se puso de pie, la cólera era evidente en su forma de andar mientras recorría la habitación a grandes pasos hasta la puerta. —Ahora, si me disculpas, tengo que ir a ocuparme de otros ocho millones de cosas para las que tú estás demasiado ocupada.

—Muy bien — Taeyeon la despidió—. Hazlo.

 

Taeyeon pasó las siguientes horas revisando papeles que se habían ido acumulando durante su improvisado paréntesis fuera de la oficina, pero su mente estaba en algo muy diferente. "Algo travieso y pelirrojo, con los ojos más intensos que puedas imaginar." Taeyeon se rió para sí misma. "Se me está yendo la olla." Agitó la cabeza como con arrepentimiento recordando la mañana.

Cuando Taeyeon salía por la puerta, Tiffany le había agarrado la mano y la había deslizado suavemente entres sus piernas, bañando los dedos de Taeyeon en el océano de miel que aún brotaba. Ahora el aroma de su amante flotaba, intoxicante, muy cerca, pero la mujer a la que pertenecía se encontraba demasiado lejos para el gusto de Taeyeon. Moviendo la cabeza ante lo absurdo de lo que le estaba ocurriendo, hizo girar la silla para encarar la magnífica vista de Miami que se extendía tras los ventanales.

Había pasado la mayor parte de su vida en esa ciudad y formaba parte de su mezcla caprichosa e irregular. Los que mandan habían estado peligrosamente cerca de disolver totalmente la ciudad, esculpiéndola en pequeños feudos culturales; pero, la verdad, ella prefería Miami tal y como era ahora. Compartía su herencia mestiza, había salido de uno de sus pequeños enclaves de desposeídos. Siempre le había parecido que la gente iba a Miami cuando no encajaba en alguna forma en sus lugares de origen. El único problema era que ella había nacido aquí en la punta sur de ese continente. El único sitio al que ir desde allí, era el océano.

Le había dicho a Tiffany que lo había visto todo... pero realmente no había visto mucho de nada. Violencia, muerte, crueldad, sí, y mucha de ella causada por su misma mano. Había visto ciudades en México y Colombia donde la única ley era la fuerza, y todo el mundo ofrecía sus servicios a los demonios de ojos negros que esparcían sus dólares americanos como lluvia a lo largo de las tierras baldías. Había visto la parte más oscura del corazón de cada sitio que había conocido, y esta ciudad en la que había nacido no era diferente. Para mucha gente, Miami era una tierra de fantasía de cielos claros, cálidas aguas marinas y luz brillante. Nunca veían que el brillo del neón podía ser nada más que un manto de falsedad que proporcionaba a gente como Taeyeon un camino seguro a través de sus calles. La esfera escondida de callejones, las casas de vecinos y los bares cuyos clientes no tenían nombre, eran la madre que había amamantado a Taeyeon con su pecho.

La rubia no se hacía ilusiones con lo que era o de donde venía. Era una ladrona y una asesina cuyo sentido del honor era como mucho dudoso. Venía del crepúsculo y había viajado por sus dominios durante toda su vida. Esa era la razón por la que nunca había ido a París o a Roma, no porque creyese que no merecía ver la maravillas que contenían, sino porque sabía que las ciudades que encontraría nunca serían los lugares reflejados en los atlas fotográficos que había coleccionado durante años.

Su mente vagó de nuevo hacia la mujer que había dejado en su cama hacía unas pocas horas. "Ella ha estado en esos lugares," pensó Taeyeon, sonriendo al imaginar a Tiffany sentada en la terraza de un café o paseando por algún lugar pintoresco, "y apuesto a que eran bonitos." Se preguntó cómo serían esos paisajes a través de la mirada café de su amante, ser capaz de ver las relucientes posibilidades que existían junto con realidades más sombrías. "Ella ha visto las dos cosas en mí." se dijo Taeyeon, "Y no me imagino porqué, pero parece..., que eso..., no le importa". Taeyeon sabía que había más sobre la pelirroja de lo que se le había permitido ver, y sus pensamientos se volvieron hacia aquello de lo que Tiffany podría estar ocupándose ahora.    

Sabía que el ‘novio’ al que Tiffany había aludido aquella vez y que luego había olvidado convenientemente era una estratagema, pero seguro que había algún amante en alguna parte. "Alguien de verdad...", alguien que tenía algún derecho sobre la mujer del pelo rojo, alguien que podía reclamar para sí mismo a esta persona extraordinaria. "Puede que esté casada," consideró Taeyeon, "y puede que quiera dejarlo. Es posible que esté jugando con él... haciéndole pagar por algo que le ha hecho". Su corazón se encogió violentamente ante el pensamiento de que pudiera estar utilizándola. La lógica descartó la idea, en ningún momento nada de lo que había visto le había indicado que Tiffany pudiera ser tan fría y manipuladora. Pero el hecho era que tenía un secreto... y el saberlo aterrorizaba a Taeyeon. "Vamos, no le des más vueltas." se dijo, "Otras te han hecho lo mismo e incluso cosas peores. Si te está utilizando, ¿por qué esta vez iba a importar más que las otras?".

La respuesta era tan ridículamente simple que no quería ni considerarla, pero sus pensamientos no iban a dejarlo estar.

"La quieres..."

Taeyeon se puso de pie y caminó hacia la ventana, mirando al vasto espacio que la separaba de los transeúntes abajo en la calle.

—Por supuesto que la quiero... —susurró apoyando la cabeza sobre el frío cristal pensando en la mujer que ahora absorbía sus días y sus noches. "¿Acaso tengo otra opción?".

 

—Me marcho, Sunny —avisó a su ayudante que se acercaba rápidamente. Durante horas, había estado luchando contra la urgencia irresistible de irse a casa y tomar a Tiffany entre sus brazos y disolver con amor cualquier duda que la pelirroja pudiera albergar. El darse cuenta de que estaba enamorada de ella había sido aterrador pero ahora el miedo no tenía ninguna posibilidad contra la luz cegadora que había dado calor a su alma en el momento que lo había aceptado. Lo único que quedaba era decírselo y convencerla de que podrían superar lo que fuera que aún se interponía entre las dos.

Si se hubiera parado a pensarlo, se habría reído ante lo absurdo de encontrarse a sí misma en esa situación. Un mes atrás habría sido impensable que hubiera podido permitir a nadie tener la más mínima influencia sobre ella, y mucho menos esto. Lo único que esperaba era significar para Tiffany al menos la mitad de lo que era para ella.

— Taeyeon —la voz de Sunny sonó inoportuna—, tenemos cosas que...

—Me da igual — Taeyeon apartó un puñado de papeles, una sonrisa incontrolable sobre su rostro—. Me tengo que ir.

— ¿Estarás localizable en caso de emergencia?

—No —replicó Taeyeon en tono seco, entrando en el ascensor y presionando el botón del hall. Las puertas se cerraron silenciosamente detrás de ella y no pudo ver la fría ira que descendió sobre el rostro de su ayudante.

La planta baja del edificio que albergaba a JLE Limited estaba dedicada a un grupo de tiendas exclusivas, incluyendo una llamada Joyas Lumac que Taeyeon solía frecuentar cuando la población de su vida romántica se asemejaba a la de una ciudad pequeña. Paseando junto a los distintos expositores de cristal y mármol que mostraban varios objetos, unos pendientes de diamantes y esmeraldas captaron su atención. Pensando que a Tiffany le quedarían absolutamente preciosos, Taeyeon sonrió para sí misma y tocó distraída el diamante que adornaba su oreja derecha.

Entrando en la tienda, un hombre alto y delgado de pelo ralo y gris la saludó con una sonrisa auténtica—: ¿Puedo enseñarle algo, Sra. Kim?

—Michael ¿no? —preguntó Taeyeon, reconociendo vagamente al hombre.

La sonrisa se ensanchó mientras asentía—: Me alegra que se acuerde de mí, Sra. Kim. Hace algún tiempo que no la vemos.

—Un servicio tan bueno es difícil de olvidar —replicó—. Esos pendientes... —hizo un gesto hacia los que había en la vitrina.

—Exquisitos ¿verdad? —Michael se movió apresuradamente para ofrecer los objetos a la inspección de su cliente. Rápidamente extendió un trozo de terciopelo negro sobre la vitrina de cristal y sacó los pendientes en cuestión. Normalmente habría soltado su para vender, pero Taeyeon nunca se había dejado convencer por ese tipo de persuasión. Tenía un ojo infalible para la calidad y la belleza, y el precio nunca era un problema.

Taeyeon examinó despacio las joyas, complacida por su rico color y la talla suave en forma de pera—: ¿Dos quilates? —preguntó.

Michael asintió —: Correcto.

—Muy bien —sonrió—. ¿Me los podéis envolver para regalo?

—Por supuesto, señora ¿Quiere que se lo pongamos en su cuenta?

— ¿Todavía tengo una cuenta? —preguntó—. Sé que hace mucho tiempo.

—Siempre tendrá una cuenta con nosotros, Sra. Kim —le aseguró.

—Bueno es saberlo —replicó irónicamente.

— ¿Dónde quiere que se lo enviemos? —preguntó él—. Y ¿querría que le incluyéramos la tarjeta de siempre? —. Sus dedos hábiles limpiaron los pendientes antes de colocarlos en un cajita negra.

— ¿La tarjeta de siempre? —preguntó Taeyeon frunciendo las cejas.

Michael sonrió con entusiasmo—: Ya sé que hace mucho tiempo, pero todavía tenemos la tarjeta en nuestro archivo. Siempre hacía que la incluyéramos.

— ¿La misma tarjeta? —preguntó arqueando una ceja.

—Sí, señora —replicó, su sonrisa disipándose ligeramente con las arrugas que empezaban a formársele en la frente.

—Dígame, Michael ¿tienen un registro de las compras de todos sus clientes?

Michael parecía no saber qué contestar —: Bueno, Sra. Kim... normalmente no. Pero para los clientes que tienen cuentas en la casa, como usted, hay un registro porque todo va allí.

—Ya veo — Taeyeon asintió —. ¿Puedo ver la mía? —preguntó, empezaba a darse cuenta de algo muy desagradable.

—Le aseguro, Sra. Kim que no hay ningún problema.

—Estoy segura — Taeyeon disipó su preocupación con una sonrisa—. No estoy descontenta con usted o la tienda en absoluto. Solo que... tengo curiosidad... por mis hábitos de compra. ¿Puedo verla?

—Por supuesto. Un momento —. Salió disparado, apareciendo momentos después con una copia de impresora de varias páginas—: Como puede ver, hace bastante tiempo desde la última vez que vino, pero aquí están sus compras de los últimos años.

— ¿Y la tarjeta?

Se la tendió silenciosamente.

Estaba pensando en ti... T.

Taeyeon recorrió las páginas, notando la dirección de Sunny una serie de veces, pero era la única que se repetía. Juró en voz baja ante la lista de mujeres a las que había usado, descartado, y pagado con esos regalos. Y lo que lo hacía aún peor, notó mientras se le revolvía el estómago, era que podía recordar los pendientes y brazaletes que había comprado, con mucha más facilidad que los rostros de las mujeres a las que se los había regalado.

Sintiendo náuseas, Taeyeon devolvió la copia a Michael.

— ¿Eso es todo, Sra. Kim? —preguntó suavemente.

—Sí —asintió, tragando con esfuerzo—. He cambiado de opinión sobre los pendientes. Ya no los necesito.

Años de experiencia profesional hicieron que su rostro se mantuviera inmutable y no se viniera abajo con la desilusión. Inclinó la cabeza asintiendo—: Muy bien, señora.

—Gracias —se dio la vuelta para marcharse, pero se detuvo, la mano en la puerta—: Y ¿Michael? Cancele mi cuenta.

 

 

 

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Comments

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pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*