Catorce.

L U C I F E R R I S I N G

CATORCE

Suspirando con satisfacción en mitad de un dulce sueño, Tiffany se acurrucó aún más en el pecho suave, tierno, cubierto de pelo...

"¿Cubierto de pelo?"

Aunque a su pesar, sus ojos cafes se abrieron de golpe, y la reportera se encontró cómodamente abrazada a la servicial espalda de Aggie. No se sabía cómo, durante el sueño, la figura musculosa de Taeyeon había sido intercambiada por el largo peludo del akita, ahora tumbado junto a la reportera dormida. Con el ceño fruncido ante este desafortunado giro de los acontecimientos, Tiffany se sentó y se pasó una mano por el pelo revuelto. Contempló el paisaje arrugado de la cama, buscando alguna señal de su amante ligeramente molesta porque Taeyeon hubiera dejado su refugio tan pronto. Entonces, descubrió una nota garabateada apresuradamente en la ya familiar escritura, descansando sobre la otra almohada.

"No muevas un solo músculo... Vuelvo enseguida. —T."

—Esto está mucho mejor —musitó Tiffany llena de felicidad.

Mientras Tiffany volvía a hundirse en un sueño cálido e invitador, Taeyeon estaba sentada en su escritorio sobre su gastada silla de piel, tamborileando con dedos impacientes sobre el teclado. Una idea insistente la había despertado de su satisfactorio sueño y la había estado incordiando hasta que la obligó a deslizarse del abrazo tranquilizador de Tiffany. Cuando oyó los movimientos amortiguados de Carmina abajo en la cocina, se echó por encima una camiseta larga de color azul oscuro, cuyo faldón apenas cubría nada de lo que podía ofender al sentido de lo apropiado de su vieja ama de llaves. Caminó descalza hasta el piso de abajo, y vacilante, asomó la cabeza por la puerta de la cocina.

—Me pareció oírte, Carmina.

—¡Señora! —la rotunda ama de llaves se sobresaltó ligeramente ante la aparición inesperada de Taeyeon, presionando una mano contra su amplio pecho—. ¿Se encuentra mejor?

Taeyeon sonrió ante su forma de preguntar si la noche del demonio había pasado.

—Mucho mejor, Carmina. Gracias —una amplia sonrisa se abrió a lo largo de su rostro, y alcanzó y acarició un impresionante e intenso negro en sus iris, suavizando sus austeros rasgos.

El ama de llaves le devolvió una sonrisa radiante.

—Esa pequeña señorita... es algo especial, ¿verdad?

—Sí que lo es —ratificó Taeyeon de buena gana.

Carmina asintió para sí mima y después frunció el ceño:

—No va a hacerle daño, ¿verdad señora?

La expresión de Taeyeon se hizo seria, y sacudió la cabeza con gravedad:

—Voy a hacer todo lo posible por no hacérselo, Carmina.

Las dos mujeres se miraron durante un dilatado momento, ambas sabiendo de lo que Taeyeon era capaz. El silencio se terminó cuando Carmina se frotó las manos bruscamente y asintió, aceptando las palabras de Taeyeon.

—Muy bien. ¿Y qué está haciendo aquí abajo, medio desnuda en mi cocina?

—Tengo que sacar algo del coche, Carmina — Taeyeon hizo una mueca con desenfado y salió disparada afuera, donde había dejado aparcado el Boxster. Algo de la emboscada la estaba incomodando y había hecho que se levantara y dejara a Tiffany. Se inclinó sobre la puerta del lado del copiloto y cogió la pequeña metralleta que había recogido de su atacante muerto. Sopesándola con la mano, se la llevó dentro de la casa.

Los ojos de Carmina se abrieron como platos ante la vista de ese arma de aspecto siniestro en la mano de Taeyeon. Inconscientemente, el ama de llaves se santiguó, murmurando entre dientes en español.

— ¿Por qué mete esa basura aquí? —preguntó con una irritación hacia su jefa que superaba el sentido común que le decía que no debía enfadar a un asesino con un arma en sus manos—. Dijo que estaba mejor.

Taeyeon pudo ver la preocupación en los ojos de su empleada y reprimió la réplica cortante que acudió a la punta de su lengua. "Hace dos semanas nunca me habría preguntado algo así", pensó Taeyeon para sí misma. "Parece que Tiffany está influyendo en alguien más aparte de en mí." Una diminuta, irónica sonrisa, jugueteó en las comisuras de sus labios. "Y no creo que sea una cosa mala... No, para nada." Suavizó su tono deliberadamente.

—Y lo estoy, Carmina. Unos hombres... intentaron hacerme daño el otro día... Ésta es una de sus armas. Quizá pueda averiguar algo a través de ella, ¿de acuerdo? —esperó hasta que la expresión de preocupación de los profundos ojos castaños de Carmina se suavizó—: No voy a usarla con nadie.

— ¿Lo promete?

—Lo prometo —miró sombríamente al ama de llaves, que amasaba ansiosamente una tortilla de maíz. Con una última breve sonrisa, volvió a subir las escaleras con Pete pisándole los talones—. Ve a ver a Tiffany, muchacho.

Llevó a la pequeña bestia a la habitación y sonrió mientras él obedientemente saltaba sobre la cama y se acurrucaba a sus pies. Mirando a su amante durante un instante más y resistiéndose al impulso de unirse a ella, Taeyeon se movió en dirección contraria y entró en su estudio.

Encendiendo el ordenador y conectándose a Internet, miró el correo. Leyó uno de Sunny confirmando que enviaba a un par de muchachos a la escena de la emboscada para intentar conseguir información sobre la investigación policial; y después, se desconectó. Había llamado a su asistente desde la carretera poco después para hacerle saber que estaba bien y que Diego ya no era una amenaza. Se repantigó en su butaca y poniendo sus largas piernas sobre la mesa, examinó el arma con más detenimiento.

En la oscuridad y con la resaca de la refriega, no se había dado cuenta de la marca, pero ahora, observándola de cerca, vio que se trataba de una H-KMP5, y ese conocimiento hizo que se le helara la sangre. Las H-K eran exclusivamente militares y policiales, conseguirlas en la calle era casi imposible. Incluso aunque no fuera así, la mayoría de la basura de las calles prefería las Tech 9, que eran más rápidas, mientras que los cárteles y los grupos más organizados usaban las Uzi 9mm, más fiables y siempre abundantes. No había necesidad de hacer el gasto y correr el riesgo de obtener Heckler Koches.

"¿Metro Dade? Na...”, desechó la idea tan pronto como le vino a la cabeza.

—Ni de coña ellos habrían organizado algo así —murmuró con humor negro.

Bien es cierto que disparaban como sheriffs de pueblo. Eso sólo dejaba.... "la Agencia". Era la misma rabia nauseabunda que la había agarrotado cuando comprendió que la cobertura de Heechul sólo podía haber sido descubierta por alguien de la Agencia.

Una serie de escenarios pasaron por su mente en una rápida sucesión:

"Uno... preparado de antemano... aparecieron en la reunión independientemente, por su cuenta, no sabían que yo estaba allí, y se lanzaron a la redada. Esto, en el mejor de los casos." Sin embargo, ella sabía que era el menos probable.

"Dos... Sunny me ha vendido". Esa idea le hizo tan poca gracia como la de que la Agencia iba detrás de ella. Le dio vueltas y vueltas, mirándola desde todos los ángulos, a ver si era tan descabellada como parecía. “Sunny ha tenido años para hacerlo... ¿por qué ahora? ¿Qué sentido tiene? ¿Trabaja con Romair? Na... odiaba a los Massalas incluso cuando Rico era el jefe... Y el Cártel nunca pondría a una mujer al timón". Aunque sus instintos le decían que Sunny no la traicionaría de esta forma, mantuvo la idea viva en su mente, sabiendo por experiencias pasadas que la traición venía, la mayoría de las veces, de las fuentes más cercanas.

"Tres... Romair trabaja con la Agencia... No sería tan raro para la familia... Pero, una vez más, ¿qué sentido tendría? Tal y como está, el Cártel está medio paralizado, no tiene influencia. ¿Por qué luchar para conseguir el poder sólo para regalarlo?".

"Cuatro... Diego acudió a la DEA para hacer un trato... Esto tiene más sentido que acudir a Romair... y la Agencia utilizó la información para tenderme una trampa... Esto explicaría por qué Romair parecía tan alucinado como yo cuando esos tipos aparecieron... Esto es más lógico".

Con cansancio, pasó una mano por su cabello despeinado, y se sentó. "Muy bien, genio... ya lo has averiguado... ahora, la cuestión es: ¿qué vas a hacer al respecto?".  Echó una mirada al reloj digital del ordenador, sorprendida porque había estado separada de Tiffany más de una hora. "Una hora demasiado larga por lo que a mí respecta." Movió la cabeza cuando ese pensamiento en particular se asentó. "Oh, vaya... parece que tengo un problema." Aún podía oír a Carmina afanándose en la cocina y decidió que un ataque preventivo era lo indicado.

Se deslizó una vez más escaleras abajo sin hacer ruido y asomó la cabeza por la puerta de la cocina.

—Eh... ¿Carmina?

— ¿Sí, señora?

—Verás... Tiffany y yo, hoy... vamos a... relajarnos —una mueca traviesa se curvó en sus labios cuando vio que Carmina se ruborizaba ante la implicación—. Cuando acabes con lo que estás haciendo, ¿por qué no te tomas el día libre? ¿Qué te parece? Puedes pasar el día con tus nietos, o ir de compras. Yo pago.

Una enorme sonrisa iluminó la cara de Carmina.

—De acuerdo, señora, pero antes les prepararé algo de comer.

—Estupendo. Asegúrate de que lo puedes dejar en la nevera. No estoy segura de cuándo podremos bajar —lanzó un par de sugestivas cejas hacia arriba cuando el ama de llaves le tiró un trapo a la cabeza, que desapareció rápidamente.

— ¡Santa Madre!

Pero todo lo que Carmina oyó fue una risotada gutural que venía de su jefa mientras regresaba con su nuevo amor.

Tiffany había regresado a sus plácidos sueños sin perderse uno solo, y cuando una figura la despertó de nuevo, esta vez era claramente femenina... claramente humana... claramente, su nueva amante.

—Hola —murmuró adormilada cuando Taeyeon se deslizó detrás de ella, sus brazos rodeando a la esbelta mujer. Besos tiernos trazaron líneas a través de sus hombros, y Tiffany no pudo evitar arquearse en la sólida sensación de la mujer que la abrazaba—. ¿Por qué no estás desnuda? —se quejó, sintiendo el suave algodón de la camiseta en lugar de la deliciosa piel de Taeyeon.

—Porque incomoda a Carmina cuando me paseo así por la casa —susurró Taeyeon, mordisqueando el lóbulo de la oreja de Tiffany.

—No la veo por aquí en ninguna parte –dijo la reportera abriendo ligeramente un párpado.

Taeyeon rió y empujó a Aggie fuera de la cama con una mano perezosa, dispersando a los perros que sigilosamente habían vuelto después de que las mujeres se durmieran, cada una en los brazos de la otra. La noche se había llenado con exploraciones de sus respectivos cuerpos, a veces suavemente, a veces con fiereza, siempre apasionadamente y con aire reverente. Tiffany se había sentido silenciosamente consternada al descubrir una serie de cicatrices, antiguas y nuevas, en la piel porcelana de Taeyeon. No porque estropearan la perfección de su cuerpo, sino más bien porque cada marca era la evidencia del dolor que había tenido que sufrir. En un acuerdo tácito no habían hablado del origen de esas cicatrices o de la situación en la que Taeyeon se encontraba en ese momento. Era un tema que ambas sabían que tendrían que abordar pronto si el maravilloso descubrimiento que habían hecho iba a durar más de una noche, pero ninguna de las dos quería estropear la brillante alegría que las consumía.

— ¿Y bien?

—Y bien, ¿qué?

—Pues... que no veo a tu ama de llaves en ninguna parte de la habitación —se giró con destreza en los brazos de Taeyeon para mirar a la mujer rubia, que le devolvió la mirada con ojos juguetones—. Fuera —tiró de la ofensiva prenda, indicando lo que deseaba.

—Siempre estás intentando quitarme la ropa —bromeó Taeyeon —. Primero ayer por la tarde, y luego ahora... —dejó la frase convenientemente sin acabar.

—Me pregunto por qué —replicó con una mueca de suficiencia—. Después de anoche, tendrás suerte si dejo que te la vuelvas a poner alguna vez.

—Ooh... Podría llegar a gustarme. Hey... Esa podría ser mi nueva carrera profesional: esclava ual. Después de todo, una novelista romántica tiene que sacar su material de alguna parte, ¿no?

—Bueno, tú no eres exactamente lo que la editorial Avon tiene en mente, cariño —una ceja indignada de Taeyeon se elevó por sí misma.

— ¿Y por qué no? —preguntó, fingiéndose ofendida—. ¿Es que acaso no soy lo suficientemente rubia, sombría y misteriosa?

—Oh, eres todo eso y más —aseguró fervientemente Tiffany —. Pero creo que tendrían algún problemilla con ciertos... otros... aspectos.

— ¿Mi tortuoso pasado? —ofreció Taeyeon servicial.

—Ah... no.

— ¿Mis desagradables socios?

—Uh... no exactamente.

—Mi temperamento inquietante.

—Um... no precisamente.

—Entonces no lo pillo —planteó Taeyeon burlonamente. Se inclinó sobre el lado de la cama y alcanzó una copia de bolsillo del estante inferior de la mesita de noche. Sosteniendo una copia de "Love's Fevered Embrace", la mostró ante una Tiffany que empezó a ruborizarse repentinamente—: He leído esto y el héroe descarriado y ladrón de joyas tiene todas estas características. Eso es lo que atrae a Elana hacia él al principio y la hace querer ayudarle a redimirse de sus modos de ladrón.

Tiffany enterró el rostro en el frío material de la camiseta azul de Taeyeon, intentando esconderse.

—No me puedo creer que hayas leído uno de mis libros —gimió, sintiendo cómo el pecho de Taeyeon resonaba de risa bajo ella—. ¿Dónde demonios has podido encontrarlo? —unos ojos cafés miraron tímidamente hacia arriba, a Taeyeon, que estaba hojeando el libro con un destello de picardía en los ojos.

—Créeme, no ha sido nada difícil —le aseguró—. Aunque pensé que al dependiente se le iban a salir los ojos de las órbitas.

— ¿Por qué? — Tiffany frunció el ceño —. El libro no es tan malo.

Taeyeon soltó una risilla—: No, no lo es... pero digamos que voy a esa librería desde hace casi cinco años y esto es algo... bastante alejado... de mis usuales hábitos de lectura. Se sorprendió ligeramente cuando compré cuatro novelas románticas.

— ¿Te los llevaste todos? —preguntó Tiffany incrédula.

—Desde luego que sí — Taeyeon sonrió con aire de suficiencia—. Aunque sólo he tenido tiempo de leer éste. Pero hay algo que no acabo de entender —su sonrisa se apagó ligeramente—. La última fecha de publicación es de hace algo más de cinco años. ¿Por qué no has publicado nada desde entonces? El chico de la librería me dijo que todavía se vendían bien, incluso después de todo este tiempo.

El corazón de Tiffany comenzó un cacofónico martilleo dentro de su caja torácica y rezó para que no fuese audible. Se separó del abrazo de Taeyeon, pero los largos brazos de su amante la aprisionaron dulcemente.

—Hey... — Taeyeon pudo ver la mirada de pánico en los ojos cafes y la repentina palidez que se apoderó de los bellos rasgos de Tiffany —. Lo que quiera que sea... no puede ser tan malo.

—No tienes ni idea —murmuró Tiffany, bastante consciente de que la verdad, en el mejor de los casos, la exiliaría para siempre de la vida de Taeyeon. Salir voluntariamente de la vida de esta mujer ya no era una opción. Tendría que pensar en otra cosa.

—Mira... Fany... mírame —insistió Taeyeon, colocando un dedo elegante bajo su barbilla y manteniéndola así—. Ya sé lo que me dijiste cuando te pedí que te quedaras aquí... pero también sé... que hay algo... más. Quiero decir... no soy estúpida. Me he dado cuenta de que no tienes ninguna prisa por regresar a casa.

Tiffany nunca pensó que su corazón pudiera latir tan rápido, pero ante las palabras de Taeyeon, lo hizo... tanto que pensó que iba a estallarle.

—Supongo que pensé que estarías... algo así como huyendo de casa o... no lo sé —continuó Taeyeon, pasando una tentativa mano sobre la mejilla de Tiffany —. Un marido... una novia... algo de lo que quisieras apartarte —se encogió de hombros ligeramente—. Quizá una vida en la que no encajas. Y alguien como yo... bueno, yo ofrezco un buen lugar en el que esconderse durante un tiempo.

Esos ojos negros la contemplaban con una expresión de ternura increíble, y Tiffany quiso gritar ante la transparencia de esa mirada y ante las mentiras con las que ella contestaba. Sin embargo, su lengua permaneció firmemente aferrada al fondo de su garganta dolorosamente seca, incapaz de decir una sola palabra. Si había un momento para decirle a Taeyeon la verdad, ese era éste... pero Tiffany no podía soportar añadir una traición y una pérdida más a la atroz lista de las que Taeyeon ya había sufrido.

Se dio cuenta con un sobresalto de que Taeyeon no estaba tan lejos de la verdad. Toda esta escapada había dejado de estar relacionada con una historia casi desde el primer momento en que había conocido a Kim Taeyeon. En su lugar, se había convertido en este increíble viaje en el que estaba conociendo no sólo a esta mujer extraordinaria echada a su lado, sino, aún más sorprendentemente, a sí misma.

Por decirlo de alguna manera, estaba huyendo de una vida en la que no encajaba, una vida en la que nunca había encajado y en la que nunca encajaría. Aunque se había mudado de Arlington a Miami aparentemente para poder vivir su propia vida, Tiffany nunca lo había llegado a hacer verdaderamente. En los casi dos años que llevaba allí, no había tenido una amante, no había salido con nadie, y sólo de vez en cuando, socializaba con sus compañeros de trabajo en el campo de softball o en el pub del barrio. No tenía amigos cercanos que pudieran hacer preguntas incómodas que ella no quisiera contestar, así que había llegado a ser una experta en organizar su vida dentro de los límites de lo que aparecería como aceptable. Y como resultado, su vida se había convertido en su carrera: lo primero, lo último y lo único. No era extraño que se hubiera obsesionado tanto con Taeyeon: alguien que había construido su vida sin detenerse ante ningún límite.

—Y-y-yo —para su consternación, las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos. Parpadeó furiosamente tratando de contenerlas antes de que Taeyeon pudiera verlas. Demasiado tarde, un dedo largo enjugó las gotas que caían de sus ojos.

—Shh... —la consoló Taeyeon —. No tenemos por qué hablar de ello ahora. Dios sabe que yo misma tengo innumerables secretos. Yo sólo... quería que supieras... que no pasa nada. Quiero decir... —abrazando a la pequeña mujer contra ella con fuerza y besando suavemente el cabello rojo, dejó escapar un suspiro, luchando por encontrar las palabras—: Quiero que sepas que... si quieres... puedes quedarte aquí tanto como lo necesites... tanto como quieras —otra larga y agonizante pausa, y Tiffany pudo oír el rápido martilleo del corazón de Taeyeon —. A m-mí... me gustaría.

Durante un momento eterno, Tiffany se permitió relajarse plenamente en la fuerza de ese abrazo, en las vacilantes palabras de amor que fluyeron más allá de sus oídos y se posaron en su corazón. Sentía los brazos de Taeyeon cálidos y suaves a su alrededor, y sus manos la acariciaban dulcemente de arriba abajo la espalda desnuda, poniéndole la piel de gallina. Besando la superficie cubierta de tela sobre el corazón de Taeyeon, se acurrucó contra su pecho un momento más, y después volvió sus ojos hacia ella con una expresión velada que empañaba su profunda luminosidad.

— ¿Qué quieres decir con eso de que "alguien como tú ofrece un buen lugar para esconderse"? —interrogó suavemente.

Un familiar, débil y revelador rubor, encendió los rasgos pálidos de Taeyeon.

—Sólo quería decir... —echó una mirada a su abrazo y a la habitación que las rodeaba—. Sospecho que esto es casi lo más lejos que puedes llegar en tu vida cotidiana.

—Admito que el que me disparen no está en la lista de mis actividades diarias — concedió Tiffany irónicamente.

Una diminuta sonrisa se dibujó en las comisuras de los labios de Taeyeon —: Espero que no, pero...

Comprendiendo de repente lo que su amante se esforzada por decir, Tiffany colocó sus dedos sobre los labios de Taeyeon.

—Pero nada. No estoy aquí para ganar perspectiva sobre mi vida. No he hecho el amor contigo para investigar mis opciones —una oleada de miedo y rabia pasó por las venas de Tiffany, y deseó fervientemente revelar todos sus secretos a esa mujer. Mirándose en los perplejos ojos negros de Taeyeon, decidió con tristeza que si no podía contarle a Taeyeon la verdad completa sobre por qué apareció en su vida, entonces, por Dios, al menos sería honesta en cuanto a los motivos por los que deseaba estar allí—. Tae... —dijo deleitándose en el duro tono del nombre de la mujer rodando sobre su lengua—. Taeyeon... —repitió, incapaz de expresar la fuerza del deseo, la fascinación y la ternura que se combinaban formando la yesca y las astillas para encender el inconfundible fuego del despertar del amor en su alma.

A ciegas, su boca buscó la de Taeyeon, labios y lengua trazando las emociones que, por una vez, sus palabras fueron incapaces de expresar. Un gemido surgió de lo profundo de su garganta, y enredó sus manos en los mechones rubios de Taeyeon, atrayéndola aún más cerca, como si quisiera empujarla dentro de su corazón para mostrarle lo que había en él. Taeyeon se resistió brevemente contra la fuerza del deseo de Tiffany, pero sólo lo suficiente como para quitarse la camiseta y ofrecerle libre acceso a su piel.

—Oh, sí... —murmuró Tiffany, pasando la lengua por el hueco de la garganta de su amante. Taeyeon todavía sabía al sudor de ambas y a la primera fusión de su o, a deseos largamente prohibidos y a pasiones inexploradas, y Tiffany sintió que se apoderaba de ella una voraz necesidad: urgencia por conocer a esta mujer, por dentro y por fuera, y por terminar su exilio autoimpuesto de no desear las cosas que le habían dicho que no podía tener.

Taeyeon vio un destello febril en esos ojos cafés y como respuesta, surgió el deseo dentro de ella. Con destreza, se dio la vuelta de modo que todo el largo del cuerpo de Tiffany se extendiera debajo de ella. Tiffany gruñó protestando, pero Taeyeon la calmó con expertas manos recorriendo su piel brillante de sudor.

—Por favor... —susurró Taeyeon con voz ronca, su propia necesidad casi abrumándola. Había sido capaz de contener en su mente y en su cuerpo el creciente deseo por esta mujer, convenciéndose de que sólo podría ser una amante transitoria para Tiffany. Estaba persuadida de que la pelirroja nunca podría confiar en alguien tan completamente consumido por la violencia. Las palabras de Tiffany, sin embargo, y la innegable emoción que salpicaba sus ojos cafes, le dijo a Taeyeon que no se encontraba sola en esas profundidades tan poco familiares. Cada rendición que Taeyeon había hecho en estas dos últimas semanas, le había ido llevando hacia ese lugar donde Tiffany había mostrado sus propios miedos y se había rendido completamente a su abrazo—: Por favor... —repitió, su propia voz sonaba desconocida para sus oídos—. Déjame...

Era más que una petición de poner sus manos sobre el cuerpo de la pequeña mujer, lo que ya había hecho más de una docena de veces en el día que llevaban siendo amantes. Era una súplica para reclamar el alma de Tiffany con la suya propia; una admisión de necesidad, de deseo, del nacimiento del amor. Era un zumbido que atravesaba su cuerpo, visible en su mirada y en el suave temblor de sus manos.

Una sola palabra, una abrasadora mirada que no dejaba dudas de que ambas saltaban al precipicio juntas.

—Sí.

Taeyeon rompió lentamente el abrazo, colocándose de rodillas y observando el glorioso cuerpo de Tiffany con una mirada de admiración reverente flotando en el negro de sus ojos. Después se dedicó con alegría a su tarea; al mismo tiempo, la amante y la amada, la suplicante y la diosa, en la íntima unión que estaba a punto de tener lugar.

¿Puede ser posible que el mundo se mueva sólo para dos personas cuando hacen el amor? La lógica dicta la imposibilidad de tal inclinación del eje de la Tierra. Pero mientras la boca de Taeyeon se movía sobre la piel de Tiffany en una ardiente consumación de cosas todavía por decir, ésta sintió cómo su existencia se daba la vuelta desechando la vida en la que había estado subsistiendo para hacer sitio a una nueva en la que viviría de verdad.

Las piernas de Tiffany envolvieron la cintura de Taeyeon, apretando su excitado centro contra la firme superficie del torso de la mujer sombría. — Tae... —gimió.

Escuchando la desesperada súplica en su voz, Taeyeon deslizó sus manos hacia la parte baja de la espalda de Tiffany y la abrazó con fuerza, susurrando palabras tranquilizadoras en su oído —: Te tengo, Fany. Te tengo. Shh...

Los brazos de Tiffany se enroscaron alrededor del cuello de Taeyeon, sus labios buscando y encontrando una tierna seguridad en el abrazo—: Lo sé —afirmó dulcemente la pelirroja.

Una vez más, Taeyeon depositó sus cuerpos unidos sobre el colchón, deleitándose en la sensación de sus miembros entrelazados. Largos, lentos momentos se escaparon mientras sus bocas exploraban la piel de la otra, mordisqueando y saboreando. Taeyeon trazó una línea de besos por el cuello y los hombros de Tiffany, deteniéndose en la bella suavidad de su piel. Le acarició los pechos con manos tiernas, pasando los pulgares sobre sus excitadas cúspides. Tiffany gimió de placer, arqueando la espalda, ofreciendo más piel a ese tacto experto.

Las manos, los dedos, la lengua, la boca, el cuerpo de Taeyeon estaban entregados a sacar de su interior y convertir en un regalo todo lo que sentía por aquella mujer excepcional. Guió el deseo de Tiffany a través de una espiral que se iba intensificando hasta que la mujer del pelo color rojo alcanzó la cima estremeciéndose contra ella, gritando su nombre con voz ronca.

Y el sol estiró largos tentáculos de luz sobre ellas, dejando su jaspeada bendición sobre sus formas luminosas mientras yacían cada una en los brazos de la otra.

—Tienes la oreja perforada dos veces —notó Tiffany, inspeccionando el lóbulo causante de su comentario.

Un ojo perezoso se abrió, mirando a la mujer tumbada sobre su pecho. —Sí. ¿Y?

—No me había dado cuenta —sus rojizas cejas se fruncieron. Cambió de postura sobre el estómago de Taeyeon, ignorando ostentosamente el dramático "Uff" de su compañera mientras se movía, e inspeccionando la oreja izquierda de Taeyeon —. Ésta no lo está.

—Muy observadora —bromeó Taeyeon—. ¡AUH! —se encogió cuando Tiffany le dio un codazo en el costado.

—Te lo merecías —la regañó Tiffany, recolocándose cómodamente sobre ella.

—Hhrmphf... —resopló Taeyeon —. Yo me he dado cuenta en seguida de que tus dos orejas estaban doblemente perforadas —declaró con aire de suficiencia.

—Vaya, Colombo, ¿qué será lo que me ha delatado? —se burló Tiffany —. ¿Puede haber sido el hecho de que llevara pendientes puestos?

—Bueno... ah... Vale, me has pillado — admitió Taeyeon tímidamente, una mueca en su rostro—. Me gusta cómo te quedan esos pequeños diamantes. Son bastante ys.

— ¿Tú crees?

Una sonrisa felina le contestó —: Oh, sí.

Se inclinó hacia delante y mordisqueó el lóbulo en cuestión, y se entretuvo un ratito en un tranquilo examen de la piel del cuello de Tiffany.

Hacía largo rato que la mañana había dado paso a la tarde, y Taeyeon sabía que lo único que estaba haciendo era posponer la inevitable conversación que tendrían que tener sobre lo que le había pasado a Taeyeon en el cobertizo del muelle, y hacia dónde se dirigirían, si es que podían ir a algún sitio, desde este cálido lugar que ahora las cobijaba.

— ¿Y por qué no llevas uno? —se las apañó Tiffany para preguntar mientras la lengua de Taeyeon hacia resbalar por su espina dorsal sensaciones deliciosas.

— ¿Un qué? —murmuró Taeyeon, que había perdido por completo el ritmo de la conversación.

Como respuesta, Tiffany capturó el rostro de Taeyeon con las dos manos y fijó una severa mirada en la mujer rubia.

—Oh, esto — Taeyeon señaló el lóbulo de su oreja distraídamente—. Me hice los agujeros cuando tenía dieciséis años. Un rollo de banda callejera. Fue una idiotez. Yo era una matona.

— ¿Banda? — Tiffany agitó la cabeza incrédula—. ¿Cómo eras de camorrista de adolescente?

La mujer rubia arqueó una ceja irónica—: ¿De verdad quieres saberlo?

Se rieron suavemente un momento, disfrutando de la cercanía de sus cuerpos y del placentero letargo que invadía sus miembros.

—Entonces... —una mirada traviesa bailaba en los ojos cafes de Tiffany —, ¿fue en ese momento cuando te hiciste esto otro? —acarició las delicadas líneas de un tatuaje en la cadera derecha de Taeyeon.

El pulso de Taeyeon se aceleró mientras el dulce tacto amenazaba con despertar su somnoliento deseo una vez más. Echó una mirada a la marca que había llegado a ser una parte más de su cuerpo y que ya ni siquiera notaba—: No... Eso fue algo que sucedió... mucho más tarde —viendo la pregunta en los ojos de Tiffany, añadió—: Es una larga historia. Te la contaré en otro momento, ¿vale?

—Trato hecho —accedió Tiffany, cediendo ante las sombras que bailaban en los ojos brillosos de Taeyeon.

La pareja intercambió besos tranquilos con labios ya familiares, contentas con simplemente mantener contacto la una con la otra.

— ¿Sabes? —murmuró Tayeon —. En algún momento tendremos que salir de la cama.

Tiffany gimió y enterró la cara en el cuello de Taeyeon como respuesta.

—Vamos —invitó Taeyeon —. No me irás a decir que no tienes hambre.

—Sólo de esto... —se acurrucó contra la clavícula de Taeyeon y pasó una mano embaucadora sobre uno de sus pechos. El pezón se tensó de inmediato bajo la palma.

Taeyeon tomó aire ante el ligero tacto—: Eres cruel... —gruñó—. ¿Por qué tengo la sensación de que si tengo que mantenerme a la altura de esta bestia insaciable voy a tener que comer? —echó otra mirada a los ojos brillantes de su amante y añadió—: Muchísimo.

 

A pesar de las tácticas disuasorias de Tiffany, que incluyeron inmovilizar a la rubia contra la cama y atormentarla sin piedad con manos y dedos, el par bajó al fin a la cocina, donde descubrieron que Carmina había creado y dejado en el refrigerador un auténtico banquete para la nueva pareja.

—Le di el día libre —fue el comentario de Taeyeon cuando vio a Tiffany buscando con la mirada a la rotunda ama de llaves.

—Ha sido un detalle.

—Detalle, una mierda —gruño Taeyeon—. Lo que pasa es que no quería que nos oyera —rió—. Además, me puedo imaginar su respuesta si no me hubieras dejado ponerme algo encima —puso los ojos en blanco por un momento, echando una mirada hacia el largo de su cuerpo de porcelana—: Y no es que esto valga.

A petición de Tiffany, Taeyeon llevaba la parte de arriba de un bikini negro con destellos dorados y un chal de seda que ésta le había atado en la cintura al estilo de un sarong, dejando una amplia expansión del suave torso para el recreo de su propia vista. Tiffany vestía un dos piezas verde que Taeyeon había elegido en las primeras compras para ella, con otra de sus camisas por encima. Sonrió ante las elegantes formas de Tiffany moviéndose por la cocina como si fuera suya—. ¿Qué haces? —preguntó, asomando la cabeza por encima de su hombro.

—Preparando una bandeja para llevar fuera. Ve para allá. Te sigo en un minuto —apartó de una palmada las manos errabundas de Taeyeon que le hacían cosquillas sobre las costillas—. Creía que tenías hambre.

—Y la tengo —sonrió burlona—: De esto... —devolvió a Tiffany la pelota con sus propias palabras y deslizó las manos sobre la curva de las caderas de la pequeña mujer.

— ¡FUERA! —ordenó Tiffany, volviéndose en los brazos de Taeyeon con una gran sonrisa en su rostro—. O terminaremos haciendo algo sobre la mesa que avergonzará de verdad a Carmina —besó profundamente a la mujer rubia y la empujó fuera de la cocina.

Momentos después escuchó el sonido relajante de la voz de Casandra Wilson flotando desde los altavoces del equipo de música. El zumbido de la batidora que llegaba desde el porche abierto le indicó que Taeyeon se había hecho cargo del bar, y sonrió anticipando los daiquiris que las esperaban.

—Oh, esto está resultando tan bien... —murmuró con regocijo. El sonido de patas sobre baldosas la alertaron de una presencia canina, y miró hacia abajo para descubrir los tristes ojos de Pete devolviéndole la mirada—: ¿Qué pasa, colega? ¿Te sientes desplazado? —la diminuta bestia movió el rabo hacia ella, y Tiffany le lanzó un trocito de carne de las fajitas que estaba preparando—. Pero no le digas a nadie que te la he dado —advirtió mientras el perro engullía el bocado. Movió la cola otra vez, pero Tiffany negó con la cabeza—: No abuses —dijo, agitando un dedo hacia él. Pete estornudó a modo de respuesta y volvió trotando al porche donde su ama estaba esperando.

—Muy bien — Tiffany refunfuñó—: Las quejas a la dirección —sacó con manos expertas la comida recalentada del horno y la colocó sobre la bandeja que Taeyeon había sacado amablemente de un estante—. Voy para allá... —anunció llevando la bandeja a través de la habitación principal y hacia el porche.

Una sonora zambullida atrajo su atención hacia la piscina mientras dejaba la bandeja en el bar, lejos de los dientes merodeadores de los animales. Taeyeon se había quitado el sarong y el top y estaba cortando el agua en una fina línea a lo largo de la piscina. Apareció en el extremo más cercano a Tiffany, escurriendo el exceso de agua de su pelo rubio. —Dios, qué maravilla... —gruñó llena de felicidad.

Tiffany se había quedado paralizada por la magnífica visión de Taeyeon moviéndose sin esfuerzo a través del agua, y las gotas de agua recorriendo su piel de porcelana hicieron que se le quedara la boca más seca de lo que jamás imaginó que fuera posible. Abrió la boca, pero no salió nada, y simplemente se quedó mirando impotente la poderosa forma de Taeyeon, deseando algo... algo que fuera adecuado para describir lo que la mera visión de esta mujer le provocaba.

— ¿Fany? —las cejas de Taeyeon se fruncieron cuando vio la expresión en la cara de la mujer del pelo rojo—. ¿Tiffany? —caminó rápido y a grandes zancadas hasta donde ésta se encontraba, tomando dulcemente su cara pálida entre las manos—: ¿Estás bien?

La sensación de las manos de Taeyeon, frías por el agua, sobre su acalorada piel, hicieron regresar los sentidos dispersos de Tiffany —: Sí... —dijo, sonrojándose furiosamente—. Yo sólo... —sonrió con calidez—. Estabas tan preciosa. A veces, cuando te miro... —confesó con suavidad—, me quedo sin respiración —se puso de puntillas y capturó los labios de Taeyeon con los suyos, ofreciendo un beso dulce a cambio del exquisito regalo de su belleza.

Ahora fue el turno de Taeyeon de sonrojarse, los pálidos rasgos sólo se oscurecieron ligeramente. —Oh... yo... Mmm... Gracias —terminó finalmente, riéndose con Tiffany de su propia timidez—. Vaya dos, ¿eh? —comentó, recogiendo el sarong y colocándoselo alrededor de la cintura. Una simple ceja hizo la pregunta sin palabras, y Tiffany ató el nudo con habilidad. Cuando Taeyeon se inclinó para recoger el top, Tiffany puso una mano sobre sus dedos para impedírselo.

—Déjalo —pidió suavemente. Luego añadió—: Por favor.

Taeyeon accedió con una inclinación de cabeza y una sonrisa sensual curvando sus facciones. A cambio, deslizó la camisa de Tiffany de sus hombros y la tiró sobre el respaldo de la tumbona. — ¿Preparada para la comida? —preguntó, mirando por encima de los hombros de la pelirroja hacia la bandeja colocada detrás de ella.

—Totalmente.

Comieron como a menudo lo hacen los nuevos amantes, abrazadas sobre una de las cómodas tumbonas, compartiendo bocados y pequeños trocitos. Aunque parecía que consumían más besos que comida, finalmente devoraron la bandeja y la jarra fue quedando peligrosamente vacía. Taeyeon desplegó toda la longitud de su posición y llevó la bandeja de vuelta a su lugar de descanso en el bar. Levantó la jarra vacía y sonrió abiertamente ante el gesto entusiasta de Tiffany.

—Eres una barman cojonuda, Taeyeon. Lo admito.

—Vaya, gracias, señora — Taeyeon se tocó el ala de un imaginario sombrero—. Estará bien tener algo a lo que dedicarme cuando deje el camino del crimen.

Aunque las palabras eran de broma y ligeras, una luz débil en los ojos negros de Taeyeon hicieron que Tiffany se incorporara y estudiara a su compañera con detenimiento—: No lo dices de broma, ¿verdad? —preguntó tras un largo momento de contemplación.

Taeyeon miró fijamente a la batidora que zumbaba suavemente antes de volver su mirada hacia Tiffany.

—Es algo... en lo que llevo trabajando algún tiempo —admitió. Sirvió las bebidas y regresó a la tumbona y, sonriendo, empujó la rodilla doblada de Tiffany —: Además, una peligrosa Traficante de Drogas no es exactamente la clase de chica que llevas a casa para conocer a mamá y a papá, ¿a que no? —añadió despreocupadamente, no queriendo entrar en detalles de sus planes para Massala. La verdad acababa de salir de su boca ahora mismo, y, de repente, lo que deseaba resultaba tan claro que era hasta doloroso. Y eso significaba acabar con esa existencia de pesadilla y comenzar una vida a la luz dentro de las sombras. Taeyeon no tenía la menor idea de si tenía alguna posibilidad de tener éxito, pero tras el día de ayer y esa mañana, sabía, más allá de toda duda, que quería intentarlo—: ¿Qué piensas? —inquirió dejando las bebidas en la mesa junto a la tumbona y mirando a la forma silenciosa situada sobre ella.

—Pienso que si tuviera una familia digna de que la conocieras, te llevaría allí ahora mismo —replicó Tiffany dulcemente, un brillo radiante parecía emerger de los puntos dorados de sus ojos cafes. Taeyeon vaciló ante ese fulgor poco familiar en los ojos de su amante, pero la mujer del pelo color rojo la atrajo hacia sí. Sus manos se movieron a lo largo de los poderosos muslos de Taeyeon, deslizándose fácilmente bajo la seda. Colocó una rodilla entre sus piernas, obligándolas suavemente a que se abrieran un poco más. —Eso es, así... —murmuró mientras sus dedos continuaron haciendo estragos entre los músculos definidos.

— ¿Q-qué? — Taeyeon se aclaró la garganta, preguntándose dónde había ido su voz—. ¿Qué haces?

—Te estoy mostrando lo que siento —sus ojos bronce brillaron—. Por lo general, soy bastante habladora —intercambiaron sonrisas—, ya lo sabes —sentándose, pasó la punta de la lengua por el borde del sarong atado a la cintura, deleitándose en las ondulaciones de los músculos del estómago que aparecían bajo su tacto—. Pero tú estás cambiando tu vida... y parte de las razones son para mostrarme lo que sientes... —un húmedo beso atormentó la carne justo encima del hueso de la cadera de Taeyeon, e, involuntariamente, ésta contuvo la respiración ante la sensación—. Y me gustaría devolverte el favor, ¿te parece bien? —hizo una mueca maliciosa.

—Oh, sííí... —dijo entre dientes mientras los dedos de Tiffany jugaban brevemente con el vértice del deseo de Taeyeon para puntuar la pregunta.

—Muy bien —murmuró—, levanta la pierna, cariño. Eso es... —guió la pierna de Taeyeon de modo que se apoyara confortablemente en el blando cojín de la tumbona y sonrió ante la imagen tan tentadora que ofrecía. La seda del sarong caía abriéndose para mostrar sólo un atisbo de los seductores secretos de la excitación de Taeyeon, y su blancura contrastaba eróticamente con el rosado profundo de su piel—. Eres tan preciosa... —susurró, llenando con docenas de besos la parte interna del muslo de Taeyeon, cada uno ligeramente más intenso que el anterior.

Con los dientes mordisqueó la unión que conectaba la pierna de Taeyeon con el abdomen, y la mujer rubia no pudo evitar el gemido que se escapó de su garganta. Podía oler el comienzo de su propia excitación, y aunque ansiaba simplemente dejarse llevar por el deseo que sentía, Taeyeon se contuvo, a sabiendas de que la pelirroja deseaba conducirla por ese recorrido.

Manos pequeñas salieron de debajo de la seda mientras la boca de Tiffany jugaba con el vello rizado que protegía su centro. Taeyeon sintió cómo los dedos de Tiffany se movían sobre el nudo del sarong. Esperando que la tela cayera, miró hacia abajo, sorprendida al ver que permanecía en su sitio: —Me gusta el tacto que tiene —murmuró suavemente, encogiéndose de hombros juguetona.

Las manos vagabundas se perdieron aún más arriba, encontrándose con unos pezones que se tensaron inmediatamente y que esperaban su atención. Otro gemido gutural, y sus caderas comenzaron a frotarse lentamente contra la boca de Tiffany, una súplica muda para que continuara.

Deslizando las manos hacia abajo a lo largo del cuerpo de Taeyeon, las volvió a esconder bajo la superficie de seda y separó dulcemente los pliegues de los labios internos de su amante. Un gruñido estrangulado resonó en la garganta de Taeyeon, y enredó sus dedos temblorosos en el pelo de Tiffany. Una larga caricia de su lengua se hundió directamente en el corazón de su deseo, saboreando su humedad. Taeyeon echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos contra los rayos del sol, preguntándose cuál de los dos calores era más fuerte: el que caía de lleno sobre ella, o el que surgía desde lo más profundo de su interior. Gimió de nuevo cuando la lengua de Tiffany se adentró aún más en su centro, buscando y encontrando un ritmo intenso, implacable.

Las manos de Tiffany se movieron para sujetar el cuerpo tembloroso de Taeyeon, agarrando sus caderas, y un prolongado gemido ardió en la garganta de la pelirroja, evidenciando lo mucho que estaba disfrutando con la tarea. El sonido de Tiffany obteniendo placer de este acto íntimo llevó a Taeyeon casi al límite, y cuando sintió que sus dedos se unían a su lengua en su exploración, se desplomó en caída libre en una espiral de sensaciones que emanaba de su centro.

Sus manos se agarraron a los hombros de Tiffany, hundiendo sin querer las uñas en la carne mientras se inclinaba hacia delante, abrazando su peso sobre el contacto firme como una roca de su amante. Unos brazos tranquilizadores rodearon su cintura, y la atrajeron hacia abajo hasta que se encontró prácticamente encima de una risueña y satisfecha Tiffany.

—Por Dios... —Taeyeon respiró de nuevo, escondiendo la cara en su cuello y dejando que el pulso en sus entrañas la inundara—. ¿A qué ha venido esto? —preguntó, sin notar la mirada de suficiencia de la peliroja y el brillo pícaro de sus ojos.

—Digamos que ha sido un impulso irresistible —sus manos no dejaron de recorrer la espalda de Taeyeon y sus hombros, rodeándolos para jugar con su pecho.

—Me vale —dijo Taeyeon entre dientes, arqueándose involuntariamente ante las caricias.

Permanecieron en un sensual aturdimiento durante un momento antes de que Taeyeon se incorporase de mala gana—: Debo estar aplastándote.

—Na — Tiffany envolvió con sus brazos a la rubia para que no se moviera—. Me gusta.

— ¿Y si hacemos un trato? —ofreció Taeyeon —. Llevamos los cojines de esas dos tumbonas, los ponemos en ese rincón a la sombra y nos tumbamos con unas bebidas — echó una mirada al sol y después a la piel blanca de su amante—: Me da miedo de que te achicharres.

Tiffany frunció los labios como si estuviera pensando profundamente—: Vale, me parece bien.

Recogió las provisiones mientras Taeyeon hacia un cómodo nido con los almohadones, sonriendo abiertamente cuando Taeyeon se dejó caer perezosa sobre ellos, con una sonrisa juguetona.

—Ojalá tuviera una cámara —bromeó. Era un deseo sincero de congelar ese momento y capturar la plenitud que sentía en ese instante de su vida. Taeyeon había añadido, literalmente, una nueva dimensión a su existencia... una en la que la alegría era posible.

— ¿Ah, sí? —una ceja dubitativa se arqueó en su dirección—. ¿Quieres una foto mía? ¿Así? —ahora, la otra ceja se unió a su pareja en la duda.

Tiffany se detuvo un momento, pensando que ese impulso —congelar, documentar, grabar— había sido su verdadera esencia durante demasiado tiempo. Y había hecho que no viviera esos momentos que tan diligentemente retrataba. Pero todo lo que se refería a Taeyeon era en el momento... no guardaba nada, no reservaba nada para un mitológico día de lluvia. Intentar capturar la esencia salvaje de esta mujer, sería lo mismo que intentar matarla.

—Na... —Tiffany eliminó su deseo con un movimiento despreocupado de la mano—. Me gusta más el tiempo real —dejó las bebidas y el resto de los nachos lejos de la línea de alcance de cualquier miembro que pudiera escaparse de los cojines, y se situó cómodamente apoyada en el cuerpo de Taeyeon —: Oh, esto está muy bien —sonrió.

—Sabía que te gustaría.

La vista que se ofrecía desde su posición era el océano bañando la costa. Y un cielo increíblemente azul homogéneo... "homogéneo como sus ojos", pensó Tiffany, se extendía en el horizonte, y las gaviotas moteaban el cielo y rompían el silencio con sus gritos. Aggie y Clytemnestra saltaban sobre la arena, persiguiéndose desenfrenadamente, mientras Pete retozaba valientemente detrás, intentando seguir a los otros perros más grandes. Podía haber sido una escena de una película o de uno de sus libros, pero, "esto es real... esto es mi vida", pensó Tiffany maravillada. Realmente, no eliminaba los mil y un problemas que rápidamente aparecieron en su mente al sopesar una relación con la complicada mujer que la abrazaba... "pero me hace darme cuenta de lo que podríamos tener..." Sus pensamientos se adentraron en la oscuridad que rodeaba a su amante, y supo que era el momento de hacer más preguntas.

Giró el cuerpo de modo que estuvieran cara a cara. Taeyeon fijó su mirada en el solemne café que se la devolvía y preguntó—: Te vas a poner seria, ¿verdad?

Tiffany se sonrojó un poco y asintió con pesar—: Estaba pensando... preguntándome, realmente... Tae... —jugueteó con un mechón de pelo rubio, inspiró profundamente y exhaló con fuerza—: ¿Qué pasó después de la muerte de Heechul?

Taeyeon permaneció callada durante un largo rato... lo suficientemente largo como para que Tiffany pensara que no iba a contestar. Pero, finalmente, depositó un beso suave sobre la cabeza de Tiffany y suspiró.

—Fue tan doloroso, Fany... Pensaba... Deseaba... Quería simplemente tumbarme allí, junto a él, y morir también. Rico dijo que sus muchachos se ocuparían del cuerpo, pero sabía que lo tirarían en cualquier parte y que nunca lo encontraríamos. Yo... yo no podía hacerle eso a María —se presionó un punto en el puente de la nariz y se frotó los ojos con cansancio—. Así que me ocupé yo... lo tomé en mis brazos... era tan ligero, Tiffany... como un niño pequeño... e intenté no zarandearlo demasiado... Tuve que ponerlo en el maletero de mi coche... porque Rico y los otros estaban mirando... Estaba tan magullado... no podía mirarle la cara... su preciosa cara... Oh, Dios... Se había ido... —las lágrimas que nunca había derramado por su perdida alma gemela, brotaban ahora de sus ojos, y las dejó caer, sin avergonzarse del tono desgarrado de su voz, ni de la agonía visible en su rostro.

El corazón de Tiffany dio un vuelco ante su dolor; y la apretó con más fuerza entre sus brazos, incorporándose ligeramente para que sus cuerpos se sostuvieran el uno al otro mientras hablaban. —No tienes que...

—No... no pasa nada... es bueno, creo... — Taeyeon tomó aliento para tranquilizarse y sonrió temblorosa mientras Tiffany le secaba las lágrimas de la cara—. Nunca había...

—Nunca habías llorado por él —adivinó Tiffany.

—Realmente, nunca había... hablado sobre él —admitió Taeyeon —. María también solía intentar que hablara... pero...

—Lo siento, Tae — Tiffany quiso darse una patada. "Por supuesto que Taeyeon nunca había llorado por él"—. No tenía que haberte presionado.

—No lo has hecho — Taeyeon pasó la mano lentamente por el rostro de Tiffany. —No sé por qué, pero todo... ha salido... así de fácil —se encogió de hombros—: Supongo que era el momento —fijaron sus miradas por un instante y entonces, Taeyeon, para el gran asombro de la reportera, bajó la mirada ruborizándose—: Eso... eso no es cierto —confesó—. Sí sé por qué.

—Dímelo.

Taeyeon sonrió insegura—: Tú —replicó—. Una parte de mí... se siente segura contigo. Siente que puede contártelo. Que lo entenderás.

Tiffany se quedó anonadada ante esa sencilla admisión, y dio gracias en silencio por estar sentada ya en el suelo. De lo contrario, estaba segura de que se habría caído—: ¿Y... estás bien?

Taeyeon asintió—: Sí —contestó sin vacilar—. Lo estoy. Por primera vez en mucho más tiempo del que puedo recordar, lo estoy —la afirmación quedó suspendida entre ellas durante un momento antes de que Taeyeon continuara—: Bueno... ¿dónde estaba? —pasó una mano temblorosa por su pelo—. Llamé a Baekhyun desde el coche y le dije... que teníamos una baja. Sabía que no podía llevar a Heechul a María tal y como estaba... y no podía soportar el dejarle ir... a un hospital... eso habría significado...

—Lo sé —la tranquilizó Tiffany.

—Mientras conducía, en lo único en lo que podía pensar era en cómo podía haber pasado esto... ¿Cómo habían descubierto a Heechul? Y luego, cuando la Agencia barrió la investigación y la metió debajo de la alfombra, supe que tenía que haber sido alguien desde dentro.

— ¿Alguien de la Agencia le delató? —preguntó Tiffany incrédula.

—A veces pasa — Taeyeon se encogió de hombros. —Más a menudo de lo que puedas pensar. No te creerías la cantidad de dinero que pasa por ese sitio. Los agentes infiltrados tienen que crear una fachada de riqueza increíble, para poder ser partícipes de ese mundo. Conducimos Ferraris, vivimos en áticos, vamos de pesca en lujosos barcos... y en realidad, ni siquiera la ropa que llevamos es nuestra. Es difícil no caer en la tentación—echó una mirada a la belleza que la rodeaba—: Yo caí.

— ¿Caíste antes o después de la muerte de Heechul? —preguntó Tiffany, un brillo inquietante bailaba intensamente en sus ojos.

— ¿Acaso importa?

—Importa.

Taeyeon suspiró, cambiando el peso contra la mujer pelirroja. —Después —replicó con calma.

Tiffany asintió ligeramente—: Eso pensaba.

—La Agencia traicionó a Heechul, Rico me obligó a matarle... Quería que ambos pagaran.

—Así que te vendiste. Manteniéndote en la Agencia y con los Massala, tomando el Cártel y haciéndolo tuyo.

Ahora todo tenía perfecto sentido para Tiffany... la agente convertida en delincuente por razones que nadie en la prensa pudo entender. No fue avaricia, no fue ambición... fue rabia, miedo y dolor. Había tantas cosas en Taeyeon que parecían incongruentes... los destellos de ternura, el sesgado sentido del honor... traicionar a una mujer así podría ser tu último pecado. Un pequeño escalofrío recorrió a Tiffany ante este pensamiento, haciéndola consciente con inquietud de su propio engaño.

— ¿Estás bien? —la tensión en el cuerpo de Tiffany era demasiado evidente como para ignorarla—. Quiero decir... Sé que esto es mucho para asumirlo así. Quizá sea demasiado. He hecho cosas espantosas, y no te culparía... —intentó liberarse del sólido abrazo, pero Tiffany apretó los brazos—. Probablemente sea mejor si no...

— ¡Eeh! Espera un momento. ¿A qué viene eso? —preguntó Tiffany, agarrando a Taeyeon por la mejilla y alineando sus miradas—. Ya hemos tratado este asunto. Yo decido lo que merece mi tiempo y mi preocupación. Y tú, mi amor, definitivamente lo mereces. Y deja que te diga algo más que no quieres oír, Kim Taeyeon. Creo que eres una mujer poderosa, increíble y extraordinaria. Y sí, sé que hay demasiadas facetas en ti que volverían loco a Sigmund Freud durante décadas... ¿pero sabes qué? Me importa una mierda. Quiero trabajar todas y cada una de ellas contigo... no importa el tiempo que lleve, no importa lo que cueste, ¿te enteras? Quieres conocer a mi familia... bueno, ¿a que no adivinas, cariño? Yo quiero conocer a la tuya — Taeyeon abrió la boca para hablar, pero Tiffany colocó firmemente una mano sobre ella—: Calla... déjame acabar —advirtió—. No sé cómo empezó todo esto entre nosotras, o por qué, pero francamente, me da igual. Porque es, sin duda alguna, lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Que me disparasen y todo — Tiffany se quedó sin aliento y fue reduciendo la marcha, demasiado conmocionada por su propia audacia como para notar los ojos asombrados y llenos de ternura de Taeyeon —: Pero hay una única cosa que quiero saber, y creo que ya sé la respuesta, pero quiero oír las palabras —pasó unos dedos cariñosos por la mejilla de la mujer rubia—: ¿Sientes tú lo mismo?

Esta vez, los ojos de Taeyeon no desviaron la mirada, no buscaron alguna otra cosa a la que mirar, no titubeó ante la intensidad de los ojos de Tiffany. Una sonrisa perezosa se extendió en su rostro.

—Así que... ¿quieres conocer a mi familia? —preguntó a modo de respuesta.

Tiffany no vaciló ante el non sequitur, convencida de que la llevaría, en última instancia, a donde quería ir. — ¡Sin lugar a dudas! —replicó, su sonrisa igualando a la de Taeyeon.

—Entonces, venga, vamos.

 

 

 


Lo sé!!!!!!!!!!!!!!! Días y días sin actualizar por aquí, pero es que me demoro en transcribir y en acomodar el contexto para que no quede raro y se pueda entender jejejeje pero! Por suerte tengo otro capítulo listo así que más ratito le subo! perdón perdón perdón :c 
Un abrazo!!!! 
 
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*