Veinte.

L U C I F E R R I S I N G

En cuanto entró en el pequeño dormitorio, Tiffany se dio cuenta de la magnitud de las acciones de Taeyeon la noche en que se conocieron. Podía haberla traído aquí arriba con la excusa de “centrarse en la realidad” y seducir a la reportera, que sabía exactamente el poco esfuerzo que le habría costado. Su cuerpo había estado respondiendo a Taeyeon desde el momento en que había puesto los ojos en la bella traficante de drogas. Pero, en vez de eso, Taeyeon había aceptado la petición de Tiffany sin dudar de ella, abriéndole su casa, y finalmente su vida. Y aunque Tiffany no había faltado a la verdad desde aquella primera noche, la mentira que dio lugar al nacimiento de su relación era una mentira hiriente.

El silencio en esas habitaciones era genuino, y para Tiffany el golfo que las separaba parecía inabarcable. Apoyándose contra la recia puerta de roble, observó a Taeyeon recorrer la habitación con pasos furiosos pero medidos. El vestido de terciopelo se le ceñía como la sangre a una herida.

— Taeyeon... —vaciló.

— ¿Por qué? —un áspero sonido gutural. Una pregunta arrancada de los jirones del alma de Taeyeon.

—Yo... no sabía —replicó, incapaz de explicar que no tenía idea de que esta mujer podría ser la que llegara a poseer su alma.

—Saber ¿qué? —preguntó Taeyeon con dureza—. ¿Qué es eso que precisamente tú no sabías?

—Que me enamoraría de ti —susurró despacio.

Taeyeon se balanceó ligeramente mientras su cuerpo absorbía el impacto de esas palabras que entraban golpeándola.

—No digas eso —ordenó sombría, avanzando hacia Tiffany.

—Te amo.

Las palabras eran la única cosa a la que Tiffany se podía agarrar en la vorágine en la que se encontraba. Como reportera había aprendido que la mayoría de las verdades eran relativas dependiendo del enfoque de la historia, de quien hablase, y de sus motivaciones. Sin embargo, también había aprendido que había algunas verdades que era fundamentales, verdades que habían constituido los cimientos de los individuos, de filosofías, de naciones.

En algún momento a lo largo de esas semanas, la certeza de saber que estaba enamorada de Kim Taeyeon, se había convertido en la base de todo lo que Stephanie Miyoung Hwang era.

Fuera lo que fuera que había pasado, Taeyeon tenía que saberlo.

—Te amo.

Taeyeon dio un paso acercándose más, una mirada furiosa sofocaba la noble elegancia de sus rasgos.

—Te amo.

Taeyeon estaba justo delante de ella, sus cuerpos casi... tocándose dolorosamente.

—Mientes.

Había una amenaza auténtica en esos ojos negros... y notó con asombro, que podía ver la pálida llama ardiendo con algo que parecía sospechosamente miedo puro. Ya antes había jugado (y ganado) con aquellas expresiones inexplicables que pasaban por la mirada de la mujer rubia. Ahora era el momento de hacerlo de nuevo.

—Te amo, Tae —repitió, levantando una mano firme apenas para acariciarle la mejilla.

El sonido de cristal rompiéndose las rodeó cuando el puño de Taeyeon destrozó el cuadro que había justo a la derecha de la puerta. Algo dentro de Taeyeon pareció romperse también, y cerró los ojos, incapaz de tocar a la reportera, pero incapaz igualmente de apartarse.

—Shh... —tranquilizó Tiffany, pasando la mano por los músculos tensos como cuerdas del brazo de Taeyeon y apartándolo del cristal destrozado—. No pasa nada... —. Los dedos de Taeyeon todavía estaban curvados en un puño, y lentamente, Tiffany los fue abriendo quitando con cuidado los fragmentos de cristal. Pequeños cortes motearon la piel, y las heridas se llenaron de sangre—: Siempre te estás haciendo daño, Tae —murmuró, agarrando la mano entre las suyas y presionando la palma suave contra sus labios.

—No —susurró Taeyeon, sentía en todo su cuerpo el dolor producido por el asalto de las sencillas palabras de Tiffany—. No puedo hacerlo —. No podía dejar pasar la traición y la rabia, y simplemente aceptar la cascada de luz que esa declaración de amor derramaba sobre ella. ¿Cómo podía aceptarlo como verdad cuando podía ser tan fácilmente una mentira como las otras palabras lo habían sido? De forma desconcertante, su cuerpo persistía en considerar real ese sentimiento líquido, y como falsa la furia helada del pasado.

La verdad, ahora podía verlo, se encontraba en la forma infinitamente tierna en la que Tiffany estaba sacando fragmentos de cristal de su mano, en el pulso tembloroso visible en el delicado cuello de la reportera y en la valiente resolución necesaria para abofetear en la cara a una asesina y exigir respeto. Taeyeon intentó negarlo una vez más, sabiendo que aceptar el amor de Tiffany significaba, a cambio, rendirse ante el suyo propio. Si Tiffany decidía traicionarla de nuevo, Taeyeon sabía que no sobreviviría—: No puedo hacerlo... —. Abrió los ojos a brillantes campos cafes frente a ella.

—Sí que puedes —advirtió Tiffany, manteniendo sus ojos cuidadosamente fijos en Taeyeon. Un silencio temeroso se detuvo entre ellas, y la reportera aspiró profundamente, odiando que sus próximas palabras fueran necesarias—: Siento haberte mentido.

La respiración de Taeyeon se le quedó atascada en la garganta, una roca en su faringe que bloqueaba el paso del aire. Rechazó con todas sus fuerzas el impulso de huir, de marcharse, de estar en cualquier otro sitio menos perdida en los ojos de esa mujer.

—Yo también siento que me mintieras —replicó con voz ronca, la garganta en carne viva por el esfuerzo para respirar.

—No sé cómo podría arreglarlo. O qué más puedo decir.

“En realidad, ¿qué más hay que decir?”, pensó Taeyeon.

Podía aceptar el amor de Tiffany o no. En ese momento todavía era posible salir de la vida de la reportera, aunque sabía que su alma nunca se recuperaría. De cualquier manera, ahora sabía que nunca podría regresar a lo que había conocido en el pasado, al corazón oscuro de la vida que aún bombeaba sin cesar en el piso de abajo. El miedo apareció con su emblema bien alto, y con su viscosa opacidad abriéndose camino por su garganta, intentando sepultarla. Ceder al miedo o luchar para alcanzar la luz que se le estaba ofreciendo.

“¿Qué opciones tengo?”

—Dime que me amas—dijo Taeyeon con voz espesa, apoyando la frente contra la de Tiffany.

—Te... —el asombro hizo que tropezara con las palabras—, te amo.

—Dilo otra vez —ordenó Taeyeon.

—Te amo.

—Otra vez —estaba utilizando la verdad para eliminar de sus pulmones el olor a podrido de las mentiras, del miedo y de la rabia.

—Te amo.

La poderosa fuerza de la boca de Taeyeon encontrándose con la de Tiffany aplastó la última declaración. Probó el metálico sabor a sangre en los labios de su amante, sabía que era por el golpe que le había dado antes. Su lengua eliminó con reverencia los trazos de su propia violencia y busco entrada penitente en la boca de Tiffany. La reportera le franqueó la entrada con alegría, rodeando con sus brazos el cuello de Taeyeon, acercándola más aún.

—Te amo—murmuró, las palabras distorsionadas y apagadas por el beso.

La boca de Taeyeon exigía atravesando a Tiffany mientras buscaba reclamar el amor que la reportera ofrecía tan libremente. Obligó a la lengua de Tiffany a que abandonara su timidez hasta que estuvieron explorando las bocas de cada una con abandono en un beso incendiario que amenazaba con inmolarlas allí donde se encontraban.

Sus manos estaban en todas partes, notando distraídas las prendas tan poco familiares que la reportera llevaba y desvistiéndola rápidamente. Quería a Tiffany desnuda frente a ella, tan receptiva y llena de deseo como Taeyeon lo había estado esa misma mañana.

—Dios, eres preciosa— se maravilló Taeyeon, viendo caer del cuerpo de la reportera la última pieza de encaje. Tiffany quedó atrapada entre la madera fría de la puerta y el calor volcánico de Taeyeon. —Tan preciosa —repitió. Tomó las manos de Tiffany en las suyas, guiándola hacia la cama—: Túmbate —ordenó con voz ronca.

Sus ojos eran de un vibrante violeta mientras observaba a Tiffany obedecer su petición. Tiffany se tumbó expectante sobre la extensión oscura del edredón, esperando que la gloriosa visión de la forma semi bronceada de Taeyeon emergiera de su cautividad. El terciopelo se separó con reluctancia de la piel, abrazando el largo del cuerpo de Taeyeon mientras se deslizaba lenta pero inexorablemente hacia la gruesa alfombra.

—Ven aquí —murmuró Tiffany, estirando sus brazos esbeltos a modo de invitación.

—No —replicó Taeyeon tranquilamente, mientras sus propias manos recorrían las curvas de las piernas de Tiffany, sus fuertes dedos tanteaban los músculos definidos de sus muslos—. Mío— susurró con fiereza.

Rindiéndose a la necesidad no expresada de Taeyeon, Tiffany se recostó en la cama y dejó descansar sus brazos por encima de su cabeza. Los dedos de Taeyeon trazaban el contorno de su cuerpo en un gesto de posesión, se movían sobre sus caderas y su estómago, pechos y hombros. Largos dedos abrasaban la piel, dejando marcado su deseo en los huesos y los músculos. Tiffany se arqueó hacia esas manos autoritarias, presionando su carne en el abrazo y ansiando tener el cuerpo de Taeyeon contra el suyo propio.

La boca de Taeyeon siguió a sus manos a través del paisaje del cuerpo Tiffany, confirmando con el gusto lo que el tacto ya había comunicado a su cuerpo tembloroso. Tiffany era ligera y cálida, sal y musgo, y se encontraba de buen grado a merced de las exigencias de la mujer rubia. Taeyeon se colocó sobre ella para sujetar con firmeza las piernas de Tiffany y mantenerlas juntas a la altura de las rodillas. Inclinando la cabeza hacia el pezón dolorosamente despierto justo debajo de su boca, gimió en lo profundo de su garganta cuando su lengua sintió su dureza. Tiffany gimió agradecida por el contacto, hundiendo las caderas en el colchón, a punto de enloquecer por el tacto hipnótico de Taeyeon.

Con su propia excitación fluyendo entre sus piernas, Taeyeon buscó llevar aún más allá el deseo de la mujer pelirroja, atacando un pecho cada vez. Su boca era un voraz instrumento de placer, dedicado a una sola tarea. Tiffany se agarró al cabecero de la cama buscando algo que la sujetara mientras su cuerpo de arqueaba impotente por el tormento, suplicando más—: Por favor... —jadeó.

—Sí, Fany —susurró Taeyeon —, déjame oírte... esta noche necesito oírte.

Los únicos sonidos en la habitación fueron sus respiraciones cada vez más entrecortadas y los dulces murmullos de placer. En sus mentes y almas, los últimos ruidos del Club se habían quedado fuera, la gente que se divertía había quedado apartada. Ahora el mundo consistía únicamente en sus pieles. El tacto de Taeyeon. La necesidad de Tiffany.

—Tócame.

Era la súplica que Taeyeon había expresado a Tiffany esa mañana, cuando había permitido que la tomara en una rendición final. Ahora era el turno de Tiffany de desnudar su alma y depositar su deseo desnudo a los pies de su amante, confiando en que ésta la conduciría hasta donde necesitaba llegar.

Taeyeon se deslizó hacia abajo por el cuerpo de la reportera con facilidad, y tomando cada una de sus piernas, las elevó hasta colocarlas sobre sus propios hombros, refugiándose en el puerto creado allí. Adoraba este lugar, el tacto íntimo de su mejilla en el muslo de Tiffany, la anticipación de su cuerpo al rojo vivo.

Un gemido escapó de Tiffany cuando los dedos de Taeyeon encontraron el núcleo escondido del deseo de la reportera y lo expusieron a su lengua curiosa.

—Oh, sí... — murmuró.

Para la rubia, esta caricia era la absolución para un alma que no la merecía. Quiso ir más allá dentro de su amante, deleitándose en las paredes firmes que rodeaban sus dedos y su lengua, buscando ese lugar perfecto que podía llamar hogar. Una suave exclamación le indicó que lo había encontrado, y en un instante dedos y caderas se movían a un ritmo inexorable. Cerró los ojos para absorber mejor la sensación del deseo de su amante. “Esto era el aire... esto era su vida... esto era su hogar...

Esto era...

Todo”.

—OH DIOS... TAEEE.... —el clímax que atravesó a Tiffany se clavó en Taeyeon con increíble furia. Se oyó a sí misma gritando como respuesta a las poderosas convulsiones, sintió su cuerpo temblar violentamente, y entonces... de algún modo... había envuelto a la reportera entre sus brazos y estaba murmurando palabras de amor sin sentido en el oído de la pelirroja. Se abrazaron durante un largo y silencioso momento, ambas demasiado abrumadas por la fuerza de su pasión como para decir nada. Depositando un tierno beso sobre la frente de Taeyeon y apartando los mechones empapados, Tiffany dijo con tranquilidad—: Tenemos que hablar.

—Supongo que tienes razón —dijo Taeyeon con reluctancia. Sin embargo, ambas mujeres permanecieron en silencio, sus respiraciones y sus ritmos cardiacos volviendo a la normalidad lentamente. Le gustaba cómo la pelirroja se encontraba estirada sobre ella y odiaba tener que abandonar el momento de paz que habían conseguido crear, pero aún había muchísimas más cosas que decir—: Pensé que se trataba de otra persona, ya sabes —dijo en la penumbra.

— ¿Qué? —la voz de Tiffany sonaba perpleja.

—Tu secreto. Sabía que ocultabas algo —explicó Taeyeon—. Solo que pensé que... que había alguien más. Alguien con quien ibas en serio a quien intentabas herir estando conmigo.

La reportera asimiló la revelación con una inclinación de cabeza. Después se recostó sobre Taeyeon, encendiendo la lámpara que había visto sobre la mesilla de noche—: Quiero verte la cara —observó a su amante con intensidad—. Siempre pensaste que te estaba utilizando—. Había un cierto tono incisivo en sus palabras y una dureza en su mirada que inquietaron a Taeyeon y se encontró a sí misma sintiendo cierto embarazo ante la implicación.

—Lo estabas —la acusación defensiva salió de su garganta antes de que pudiera echarse atrás.

Tiffany se levantó de la cama y la miró con cansancio—: Si eso es lo que piensas todavía, entonces estaba equivocada. No tenemos nada de lo que hablar.

— ¡Espera! — Taeyeon agarró su brazo con suavidad— No era mi intención que sonara así.

— ¿Y de qué otro modo querías que sonara?

—Vuelve aquí ¿vale? —le soltó el brazo y se pasó una mano por el cabello despeinado—. No, espera, deja que abra la cama primero.

Tiffany no pudo evitar la diminuta sonrisita que se curvo en su boca—: Estás muy segura de ti misma ¿verdad?

Taeyeon le regaló una media sonrisa—: No, simplemente pensé que si nos íbamos a pelear mejor ponernos cómodas ¿vale?

—Vale, está bien —accedió, dejando que Taeyeon la empujara hasta el lugar donde se encontraba antes. Antes de darse cuenta, estaba arropada cómodamente en los brazos de su amante una vez más, y ambas sentadas con la espalda contra un generoso montón de almohadas apoyadas contra el cabecero de la cama. — ¿Ya podemos pelearnos? —preguntó, aunque Taeyeon había conseguido apagar el enfado que de nuevo había comenzado a bullir entre ambas.

—Ya podemos pelearnos —asintió Taeyeon —. Déjame empezar otra vez. Sí, pensé que me estabas utilizando... porque si no era sí, no podía entender qué demonios podías querer conmigo. Si hubiera pensado con claridad me habría dado cuenta de que eras una reportera en el momento en que no saliste corriendo de la casa pegando alaridos después de que te disparasen.

—Pero ¿por qué no te diste cuenta? —preguntó Tiffany con calma.

Taeyeon hizo una larga pausa, preguntándose cómo poner voz a la tumultuosa avalancha de sentimientos que había comenzado casi en el primer momento en que vio a la pelirroja. —Porque quería que tú quisieras estar conmigo— dijo finalmente.

Tiffany contuvo la respiración bruscamente ante la admisión—: ¿Eso querías?

—Oh, sí —rió Taeyeon con cierta tristeza—. Al día siguiente de que te dispararan, iba en el coche pensando en esa historia absurda que me contaste sobre un novio. Recuerdo que pensé que no tenía ningún sentido —. Se inclinó para saborear brevemente los labios de su amante—: Y después recuerdo muy claramente que me importó una mierda—. Otro beso le devolvió el valor que le empezaba a flaquear—: Así que de algún modo, es culpa mía que la mentira continuara. No quería oír la verdad.

—Para ahora mismo —ordenó Tiffany—. Por Dios, ni se te ocurra asumir la responsabilidad de esto—. La miró directamente a la cara—: Lo que yo hice estuvo mal. Intentar manipularte para conseguir tu historia estuvo mal ¿Te enteras?

Taeyeon miró los fieros ojos cafes de su amante y suspiró suavemente—: Fany, en comparación con todo lo que yo le he hecho a otras personas, lo tuyo ni siquiera cuenta.

—Entonces perdóname—.

Las palabras cayeron sin pensar de los labios de Tiffany, y se puso pálida al darse cuenta de lo que acababa de decir.

“Perdóname... ¿Es tan simple?”, musitó Taeyeon para sí. Pensando en todos los años que había pasado hundida en una rabia insaciable, los años perdidos y sola... la necesidad de tener a alguien cerca que entendiese, aceptase y perdonase... La mente de Taeyeon recorrió a toda velocidad los recuerdos. Y entonces la sensación de la mujer envuelta en sus brazos caló muy hondo... la alegría de despertarse con ella, el brillo en esos ojos cafes dorado que aliviaban dolores tan profundos que había creído grabados en su alma para siempre.

—Te perdono —dijo simplemente.

Tiffany se quedó con la boca abierta—: ¿Qué?

—Te perdono —repitió Taeyeon, enviando una cascada de besos bailando sobre la mejilla de su amante—. Te perdono... te perdono... te perdono...

Sus bocas se enredaron y danzaron, un perezoso fuego acariciando el interior de sus vientres.

—No puedo creerlo —murmuró Tiffany. Las palabras eran un suspiro elaborado más que otra cosa, pero aún así no escaparon al fino oído de Taeyeon.

— ¿Qué es lo que no puedes creer? —preguntó, deteniendo sus atenciones.

Tiffany parpadeó mareada, intentando recobrarse de las caricias de los labios de Taeyeon. Miró fijamente al negro de los ojos de su amante que latía con dulzura, y aspiró profundamente—: ¿Estás segura de que ya no estás enfadada conmigo?

Taeyeon se levantó y dio algunos pasos antes de girarse para mirar a Tiffany —: Yo... yo no... soy demasiado lista para algunas cosas, Fany. Muchas de las relaciones que he tenido no han durado más de lo que tardaba en volver a vestirme—ante el estallido de risa de Tiffany, sonrió ligeramente—. No sé cómo hacer esto... —gesticuló varias veces señalando a Tiffany y después a sí misma—… de hablar—. Dio unos cuantos pasos más, como si intentara recopilar palabras dispersas para hacer que Tiffany entendiese—: Cuando entré en el estudio y te vi allí sentada, me quería morir —dijo sombría—. No sabía que se podía sentir tanto dolor y no estar sangrando por ningún sitio—. Tiffany hizo un gesto de dolor ante la simple declaración, sintiendo el daño en su propio corazón. —Y quise que tú te sintieras igual que yo. Por eso te pegué. Aunque lo único que conseguí fue sentirme aún peor. Pensaba que si podía hacer que te sintieras tan mal como yo, entonces no pasaría nada. El dolor no sería tan inmenso —murmuró, cerrando los ojos al recordar la sensación de su mano golpeando la delicada piel de Tiffany.

—Te traicioné. No te culpo...

— ¡No! — Taeyeon abrió los ojos de golpe— ¡No! —repitió con fuerza— No tenía ningún derecho a pegarte. Y mucho menos a apuntarte con una pistola —negó con la cabeza—. Puedo estar mal, pero hasta eso llego.

Sin embargo, Tiffany no iba a dejar que Taeyeon cargase con el sentimiento de culpa que compartían sobre la espantosa confrontación en el estudio—: Siempre he sabido que por las razones que sean, la violencia es tu primer instinto. Y fue un riesgo que asumí mintiéndote como lo hice —. Tiffany quiso alcanzar su mano y atraer a Taeyeon, tranquilizar esa mirada que amenazaba con apartarse de ella. Tenían que enfrentar este último obstáculo y superarlo, porque de otro modo Tiffany sabía que el miedo a la violencia de la otra mujer destrozaría cualquier esperanza que tuvieran de reconstruir su relación. Estudió a su compañera un rato más antes de decir sus siguientes palabras—: Eso no quiere decir que disfrutase el que me lanzaras al otro lado de la habitación.

La vergüenza coloreó los rasgos de Taeyeon de un brillante escarlata—: Lo siento tanto —susurró.

—No vuelvas a hacerlo más —dijo Tiffany dulcemente.

—Nunca — Taeyeon agitó la cabeza con énfasis. Buscó como pudo las palabras para describir el dolor candente que la asaltó en el momento en que vio a Tiffany peinando sus archivos privados. En ese momento supo que era algo más que la rabia de la mentira. Era el dolor profundo y absolutamente extraño de quien veía todos sus sueños y sus esperanzas reducidos a cenizas en un solo y desgarrador instante. Viendo a Tiffany en ese momento, la había asaltado la furia del desposeído, aullando porque tras mostrarle cosas infinitamente preciosas, se le decía que no eran para gente como ella. Su alma había gritado agónica con cada maltrato hacia la pelirroja, pero había sido incapaz de detener su instinto básico de aniquilar cualquier cosa que le hiciera daño. Empujada por un poder más fuerte que el de su formidable fuerza de voluntad, cruzó la habitación y envolvió a la reportera en un abrazo salvaje, su cuerpo transmitía un arrepentimiento mucho más profundo de lo que jamás podrían comunicar las palabras.

La piel de Taeyeon contra la suya era salvia para el corazón maltrecho de la reportera. Podía sentir sus músculos temblando, y se maravilló de nuevo de la fuerza en el alma oscurecida de Taeyeon —: ¿Y ahora hacia donde vamos? —preguntó bajito, su aliento era una cálida ráfaga de aire contra el cuello de Taeyeon.

La mujer rubia liberó a Tiffany de su abrazo y se sentó junto a ella en la cama. Para ella la respuesta era simple: la conclusión inexorable a la que había llegado ayer. Ahora dijo las palabras en voz alta—: Tal y como yo lo veo... ¿qué otra opción tengo?—. Sus dedos trazaron un camino sobre los rasgos de Tiffany, absorbiendo la suavidad cálida de la piel clara de sus mejillas. Viendo que una de sus cejas se contraía ante la respuesta, intentó explicarse—: Puedo perdonarte, aprender a confiar en ti de nuevo, y podemos intentar averiguar que es lo que realmente hay entre las dos. O puedo agarrarme a todo el odio y mis antiguos hábitos con los que he vivido siempre. Y honestamente, Fany, ahora me doy cuenta de que eso no es vivir.

—Puedes cambiar de vida sin mí en ella —replicó.

Taeyeon observó a la mujer junto a ella durante un largo momento—: Quizá —asumió—, pero la verdad es... que no quiero.

—Entonces... — Tiffany dejó salir la palabra, una feliz expectativa se iba formando en sus venas— ¿Qué es lo que quieres?

Taeyeon no vaciló, ni pestañeó, ni siquiera lo pensó—: Tú —dijo simplemente.

La palabra fue sellada con un beso dulce que prendió en las astillas de su deseo que siempre acechaba cerca de la superficie cada vez que estaban cerca. Por ahora, las dudas habían desaparecido, los pesares disipados... y no había nada que se interpusiera entre ellas. Una luz brillante que parecía bañar el largo de sus cuerpos mientras Taeyeon se movía con suavidad sobre su amante y Tiffany respondía de igual modo.

Tiffany sintió que las manos de Taeyeon comenzaban a recorrer su cuerpo una vez más. Sabiendo que una vez que empezaran a hacer el amor, cualquier conversación se perdería para el resto de la noche, tomó con reluctancia esos elegantes dedos con sus manos, deteniendo su exploración—: Todavía tenemos cosas... — otro beso dulcemente erótico la interrumpió—... de las que hablar... —gimió cuando la boca de Taeyeon empezó a abrirse camino sobre su mandíbula hacia el pulso en su cuello—. En serio.

Era un tono al que Taeyeon no podía negarse, y se retiró con una mueca llena de picardía—: Entonces ¿estamos bien?

—Creo que ahora estamos de puta madre —replicó Tiffany, con una risa de alivio que surgía desde dentro—. Pero hay un par de cosas más que necesito decirte—. No le pasó desapercibida la tensión que se apoderó del cuerpo de Taeyeon, aunque ésta hizo un trabajo admirable no cambiando su expresión. La reportera alisó las arrugas diminutas en la ceja de Taeyeon, dejando que sus dedos trazaran el corte afilado de su mandíbula—: Shh... —la tranquilizó—. No es nada malo.

Los músculos se relajaron bajo sus caricias, y Taeyeon apretó a la reportera un poco más en sus brazos—: Entonces ¿de qué se trata?

—Creo que puedo ayudarte con tu problema.

Taeyeon se rió secamente—: ¿Y qué problema es ese? Ya hemos establecido que tengo docenas.

—Ese que implica gente apuntándote con pistolas.

—Oh. Ese problema —frunció una ceja hacia la otra mujer—. Veamos.

—Bueno... —comenzó Tiffany, mordiéndose el labio— Por raro que pueda sonar, el que yo sea una reportera puede resultar útil.

A Taeyeon ya no le gustó como sonaba eso—: ¿En qué estás pensando? —preguntó con cautela.

—Escribimos una historia. Echamos tanta luz sobre ti que la DEA no puede hacer nada—. Tiffany esperó a la inevitable explosión, la acusación que todavía estaba intentado utilizar a Taeyeon, furia, cualquier cosa.

Lo que obtuvo fue una expresión pensativa en el rostro de su amante.

— ¿Y bien? —preguntó a la mujer rubia.

—Estoy esperando a que termines de explicármelo —respondió Taeyeon con seguridad aunque la tensión en su cuerpo era evidente otra vez.

—Muy bien —esa respuesta le servía—. Sigues trabajando para la DEA ¿verdad?

— ¿Qué quieres decir?

—Bueno, dijiste que estabas de baja psiquiátrica de duración indeterminada y que nunca regresaste ¿cierto?

—Cierto — Taeyeon la miró escéptica— ¿Y?

—Pues... ahora estás de vuelta, intentando atrapar al resto de los Massala. Intentando completar la misión que te encomendaron antes de que algunos canallas en la DEA delataran a tu compañero.

— ¿Crees que puedes presentar los cinco últimos años de mi vida de modo que se entienda de la forma que tú quieres que se entienda, y que además funcione a mi favor y en contra de la DEA? —soltó Taeyeon con sorna— Eso no es posible.

—Escúchame, Tae —Tiffany cambió de posición, sentándose de modo que tuvo a Taeyeon enfrente—. Desde que me hablaste de Heechul, he estado pensando en porqué alguien en la Agencia le delataría así.

— ¿Alguna conclusión? —preguntó Taeyeon con amargura.

—Desafortunadamente, sí. Y todas tienen que ver contigo y tu habilidad única para terminar el trabajo.

— ¿Qué quieres decir?

—Cuando hablaba con Didier la otra noche, te describió como alguien que se salta las reglas pero consigue resultados. De modo que los mandamases miraban para otro lado cuando en otros casos no lo habrían hecho. Mira la misión Massala. ¿Qué dijeron que querían? Resultados. Y no les importó cómo los conseguiste. A alguien le gustaba tenerte al otro lado fuera de control.

Taeyeon abrió la boca como para protestar pero la cerró de golpe—: Continúa —dijo nada más.

— ¿Qué hizo tu relación con Heechul? Te centró, hizo que empezaras a pensar sobre algunas de las cosas que estabas haciendo, hizo que tu trabajo fuera más duro. Te hizo menos eficaz.

— ¿Estás diciendo que alguien sacrificó a Heechul para que yo siguiera siendo eficaz?

—Algo así. Al principio creí que querían librarse de Heechul y de ti. Pero cuanto más pienso en ello, más creo que lo que querían era quitar de en medio la influencia de Heechul sobre ti. Él resulta muerto y tú matas a los responsables de su muerte.

—Rico y el Cartel.

—Exacto. Sin ruido y sin follones —asintió Tiffany —. Pero el problema surge cuando Rico te llama para que te ocupes de Heechul. Quienquiera que lo sacrificase, no tenía modo de saber que tú acabarías siendo la que apretase el gatillo.

Taeyeon palideció ante la cruda descripción, una herida de su alma que nunca llegaría a sanar. Pero las dulces manos de Tiffany la sostenían con suavidad, no dejando que resbalara hacia los errores del pasado. “Quédate aquí” parecían decir esas manos.

Y lo hizo.

Respirando profundamente tranquilizó su corazón tembloroso—: ¿Y entonces qué pasó?

—Control de daños —replicó simplemente Tiffany— ¿Quién te vio cuando llevaste a Heechul de vuelta a casa?

—Nadie —Taeyeon se encogió de hombros—. Mary —. Pensó durante un momento—: Baekhyun apareció porque le llamé —. Inclinó la cabeza hacia su amante—: ¿A qué te refieres con control de daños?

—Ahí es donde cometieron su segundo error. Limpiaron todo tan bien y tan rápidamente que tú comenzaste a pensar y a sospechar. Eso es lo que te volvió contra la Agencia ¿verdad? Quiero decir, si te hubieran hecho ir a dar explicaciones por los hechos que llevaron a Heechul a la muerte, si te hubieran suspendido, si te hubieran dado alguna razón plausible, aunque fuera vaga, de que Heechul perdiera su cobertura, y te hubieran devuelto al servicio después... ¿crees que hubieras sospechado que había algo que no encajaba?

Taeyeon negó con la cabeza—: Supongo que sabes porqué me quieren matar ahora.

Tiffany se encogió de hombros—: Por lo que puedo suponer, el arrestar a Romair Massala debe tener algo que ver.

La mujer rubia pensó durante un momento, su mente sobrecargada con la teoría demasiado plausible que Tiffany le había planteado.

De pronto, se dio cuenta—: Arrestar a Romair tiene todo que ver —dijo con calma.

Cuando Taeyeon no contestó inmediatamente, Tiffany le hizo un gesto con las manos—: ¿Hola? Háblame.

La mujer sonrió irónica—: Perdona, estaba pensando.

—Piensa en voz alta —ordenó Tiffany.

—Cuando Rico cayó, los Massala empezaron a lanzar todo lo que tenían contra mí. Hasta que oyeron que Rico estaba trabajando con los Federales a cambio de un trato para sí mismo.

— ¿Lo estaba?

—Eso era nuevo para mí. Ahí fue como supe que tenía a alguien dentro de la Agencia, pero no pude averiguar quién. Te apuesto un millón de dólares a que Romair sabe quien es.

— ¿Y por eso es por lo que quieren detenerle?

—No —gruñó Taeyeon —. Es por eso por lo que le quieren muerto. Es el escenario perfecto... un traficante de drogas intentando eliminar a otro, y ambos muertos por la DEA en una redada. Y en la Agencia acaban pareciendo unos héroes — Taeyeon lanzó un silbido—. Por eso es por lo que Baekhyun dijo que me estaban presionando para que me reuniera otra vez con Romair. Estaban esperando una oportunidad para pillarnos a los dos.

—Pero tú trabajas para ellos.

—Pero no es oficial. O por lo menos, se supone que no lo es. Podrían negarlo de forma creíble si fuera necesario.

—No, si lo hacemos público antes.

Taeyeon sonrió de forma forzada—: Por eso es por lo que puede que tu plan funcione.

 

Cuando Tiffany se despertó aquella mañana, se encontró con que durante el sueño habían terminado enroscadas la una con la otra, uniéndose para formar una hélice perfecta. Taeyeon era cálida y suave, y Tiffany podía sentir trazas de sueño y o sobre la piel de su amante. Suspiró con satisfacción y apretujándose contra la rubia, murmuró bajito—: Por fin.

—Por fin ¿qué? —dijo una voz desde arriba.

— ¿Estás despierta? —incorporándose y apoyándose en un codo, Tiffany se encontró con un par de ojos negros que la miraban divertidos.

—Sí —replicó Taeyeon sucintamente—. Por fin ¿qué? —repitió.

—Oh, eso —rió Tiffany —. Bueno... es que esta es la primera vez desde que... bueno... ya sabes... desde que nos hemos convertido en... bueno, eso, ya sabes... que he conseguido despertarme contigo. Normalmente desaparecías y alguno de los perros ocupaba tu lugar. Y lo que estaba pensando era que por fin me despertaba junto a ti —estudió el rostro de su amante, sintiendo como un ligero rubor sofocaba sus mejillas—. Estúpido ¿eh?

Una cálida sonrisa se abrió paso en el rostro de Taeyeon y se inclinó para capturar los labios de la mujer pelirroja con los suyos. —Para nada estúpido —corrigió tras el dulce saludo—. Nunca he sido... —vaciló, negando con la cabeza—. No soy demasiado buena en esto de la mañana después.

—Supongo que tendrás que practicar —bromeó Tiffany, no queriendo que ninguna nube oscureciera su mañana desde tan temprano.

—Supongo —estuvo de acuerdo Taeyeon sonriendo—. ¿Te importa?

—En absoluto —le aseguró la pelirroja—. Incluso puedo darte algunas pistas si quieres.

—Creo que eso sería una buena idea —aunque las palabras de Taeyeon eran solemnes, no pudo reprimir el brillo de sus ojos.

Tiffany sonrió abiertamente y con desenfado, encantada de que Taeyeon quisiera jugar.

—De acuerdo —dijo bruscamente—. Es el momento para tu primera lección —cambió de posición hasta que estuvo encima de su amante que ahora sonreía—. Lo más importante es, sin duda, el beso de buenos días.

—Pero si ya te he dado un beso—objetó Taeyeon.

—No cuenta — Tiffany no hizo caso de su protesta—. El beso oficial de buenos días tiene que decir muchas cosas. Tiene que decir: "Buenos días" y "Espero que hayas dormido tan bien como yo". Y por supuesto: "Me alegro de que estés aquí" —mostró Tiffany.

Taeyeon frunció el ceño—: ¿Todo eso en un solo beso?

—Confía en mí. Se puede hacer —y para probar su argumento, se inclinó y depositó un beso dulce sobre su amante, expresando no solo todos los requisitos de un buen beso de buenos días, sino también amor, ternura, y pura alegría de estar con Taeyeon.

—Mmm —respiró Taeyeon —, ya veo lo que quieres decir—. Deslizó los brazos alrededor del cuello de Tiffany, dejando que sus manos recorrieran tentadoras sus hombros desnudos—: ¿Puedo intentarlo yo ahora?

—Desde luego —la animó Tiffany con una sonrisa.

Sus labios se encontraron de nuevo, demorándose aún más en mutuo deleite. Taeyeon mordisqueó delicadamente el labio inferior de Tiffany, disfrutando de la relajante sensación que le traía estar entre sus brazos. Una calidez dorada invadió su alma, curando partes que ella misma había creído dañadas irreparablemente y derramando luz en lugares que creía oscurecidos permanentemente por sus pecados. — ¿Te ha gustado? —preguntó con la voz ronca de deseo.

—Oh, sí —afirmó Tiffany. Presionó su frente contra la de Taeyeon y sonrió—: Aprendes rápido—. Flexionó el cuerpo contra el de Taeyeon, un muslo delgado incitaba suavemente a los de su amante, mucho más musculados. Taeyeon suspiró involuntariamente cuando Tiffany se deslizó casualmente entre sus piernas, su cuerpo encajaba perfectamente en ese lugar como si hubiera sido diseñado específicamente para ese propósito.

—Eso me han dicho —bromeó Taeyeon —. Pero tengo que confesar que en este caso tengo un pequeño incentivo extra.

— ¿Ah, sí? — Tiffany inclinó la cabeza escéptica.

—Sip —fue la respuesta distraída cuando las piernas de Taeyeon se enroscaron alrededor de la cintura de Tiffany, centrando contra sí a la pelirroja con suavidad. Sus caderas comenzaron a moverse sutilmente contra el peso que tenía sobre ella, buscando discretamente un tacto más intenso. Tiffany sonrió con sensualidad y comenzó a devolver la presión. Taeyeon cerró los ojos como respuesta, y un gemido apenas audible salió de sus labios.

— ¿Y cuál podría ser ese incentivo? —bromeó en un susurro.

Taeyeon abrió los ojos y miró con todo su corazón en los intensos campos que se abrían ante ella—: Despertarme contigo todas las mañanas.

Juego. Set. Partido. Cualquier célula en el cuerpo de Tiffany que aún se resistiera, se hizo pedazos con esta tierna declaración de Taeyeon. Se dio cuenta maravillada de que iría feliz hasta lo más profundo del infierno por esta mujer con solo poder despertarse con esos ojos a su lado cada mañana durante el resto de su vida.

Taeyeon vio alarmada como las lágrimas mojaban el rostro de Tiffany—: ¿Qué pasa? —preguntó con dulzura— ¿Qué he hecho?

—Nada, mi amor —riendo suavemente a pesar de la emoción que se derramaba por su cara, Tiffany negó con la cabeza—. No has hecho nada—. Hizo una pausa pensativa—: Bueno, la verdad es que no es cierto. Has hecho algo, pero no ha sido malo en absoluto.

Taeyeon sonrió vacilante—: ¿Sí? —abrazó con más fuerza a la pelirroja, acariciando dubitativa los suaves mechones rojizos— ¿Entonces lo estoy haciendo bien en esto de la mañana después?

—Lo estás haciendo perfectamente —afirmó Tiffany, acercándose para capturar los labios de Taeyeon con los suyos. Taeyeon besó despacio cada lágrima que caía libre de sus ojos, saboreando la sal con un aire devoto de reverencia. Tiffany suspiró con satisfacción ante las dulces caricias, aún asombrada de que todo entre las dos fuera volviendo a su sitio. Una suave sinfonía de deseo comenzó a sonar entre sus sentidos mientras seguían tocándose, acariciándose... y, una vez más, el mundo simplemente desapareció. Manos, bocas, lenguas... iban encontrando certeras las notas de placer a lo largo de sus pieles. Suspiros silenciosos, invocaciones susurradas, súplicas murmuradas sirvieron de empuje a una excitación que crecía vertiginosamente... hasta que alcanzaron el clímax con un suave aliento que se fue abriendo lentamente entre los brazos de cada una.

 

—La segunda cosa importante en el ritual de la mañana siguiente es la ducha —proclamó Tiffany horas después, mirando hacia de la forma de su amante saciada y estirada sobre la cama.

—Supongo que olemos bastante mal —concedió Taeyeon, abriendo un ojo perezoso para examinar sus miembros entrelazados.

—Bueno... —dijo la reportera con una amplia sonrisa—. Resulta que a mí me gusta como olemos, pero otros podrían no estar de acuerdo.

Taeyeon estaba encantada en su posición actual con Tiffany acurrucada cómodamente en sus brazos. En lo que a ella concernía, no había mejor sitio en la tierra. Por desgracia, sabía que a menos que actuaran con rapidez, el mundo real iba a presentarse de la forma más desagradable, y probablemente su entrada iría precedida del cañón de un arma. Sin embargo, aún quedaba tiempo suficiente para alguna broma—: Entonces... ¿no sería una buena idea invertir en un perfume llamado “Agua de Burdel”? —dijo Taeyeon — Pensaba que se suponía que había algo en el negocio este de las feromonas.

Tiffany dejó escapar un suspiro de resignación y tiró del brazo de Taeyeon —: Vamos, tú —. Se dejó arrastrar de la comodidad de la cama y ser empujada hasta el baño—: Trae toallas —ordenó Tiffany.

Cuando regresó, Tiffany se inclinaba sobre la bañera de porcelana, ajustando la temperatura del agua con aplicación. Observando su forma ágil Taeyeon se rió por lo bajo—: Esto es lo que yo llamo una habitación con vistas —. Moldeó su cuerpo más largo contra la piel suave de la reportera, disfrutando intensamente del aroma almizcleño pegado a sus cuerpos. Con un gemido profundo mordisqueó la tierna unión del cuello y el hombro de Tiffany, que respondió con otro gemido. — ¿Te he hecho daño?

Como respuesta, Tiffany se arqueó aún más en el abrazo e inclinó la cabeza hacia atrás para encontrarse con los labios de Taeyeon en un beso devorador que las dejó sin respiración a ambas.

—Supongo que no.

Tiffany abrió los grifos y el agua rugió contra el esmalte. Sin decir una palabra, guió a Taeyeon hacia la ducha, colocándola bajo el chorro. Un brillo seductor iluminó los ojos de Tiffany mientras hacía espuma con el jabón—: Me moría de ganas de hacer esto contigo —confesó.

— ¿Lavarte las manos? —preguntó Taeyeon haciéndose la tonta.

Esos ojos cafes se entrecerraron y brillaron un poquito más ante la broma.

—Créeme, Taeyeon. No te interesa jugar de este modo.

— Y ¿qué modo es ese? —dijo la mujer rubia con una sonrisita.

—Tú lo has querido — Tiffany se encogió de hombros y apartó a Taeyeon de un pequeño empujón, de forma que ahora ésta se encontraba detrás del chorro de agua.

La ducha ocupaba un espacio generoso, dejando mucho margen de maniobra; y la reportera parecía decidida a utilizar cada milímetro para sacar de quicio a Taeyeon. Dejó el jabón en su sitio y procedió lentamente a enjabonarse, ignorando a la sensual figura que tenía frente a ella. Consciente de la intensa mirada negra que observaba ávidamente cada unos de sus movimientos, Tiffany, con toda tranquilidad, extendió el jabón por los brazos y el torso, ignorando sus pechos deliberadamente, aunque se moría por las caricias de las manos hábiles de su amante. Despacio, pasó las manos por los muslos, sus propios dedos trazando los músculos definidos. Apoyándose en el borde la ducha se enjabonó las pantorrillas, cambiando el peso de una pierna a la otra. Cuando le dio la espalda a Taeyeon y comenzó a deslizar las manos por las curvas de sus caderas hacia las nalgas, ésta gritó pidiendo clemencia.

—Tú ganas —susurró Taeyeon con voz pastosa en su oído, envolviéndola con sus largos brazos desde atrás. Se hizo con el jabón y comenzó a recorrer la esbelta figura de Tiffany con suavidad.

—Eso ya lo he hecho yo —dijo la reportera con una risa gutural.

—Creo que has pasado por alto algunos puntos.

Jugaron bajo el agua durante un largo y lujurioso rato, deleitándose en la sensación resbaladiza de sus cuerpos. Tiffany agarró el champú, una mezcla de color blanco lechoso con un limpio aroma a hierbas—: Arrodíllate —ordenó.

Taeyeon arqueó una ceja—: No sabía que fueras ese tipo de chicas.

—Eres una ertida, Kim Taeyeon. Quiero lavarte el pelo y asi no es facil.

—Qué pesada —murmuró Taeyeon entre dientes. Se arrodilló y permitió que la pelirroja echara el champú y frotara hasta hacer espuma.

Cuando Tiffany acabó, se arrodilló frente a ella y deslizó los brazos alrededor de la cintura de Taeyeon —: Échate para atrás —ordenó. Taeyeon vaciló un momento, después flexionó los muslos y se inclinó hacia el chorro, aclarándose el pelo con las manos. Los fuertes brazos de Tiffany rodeaban su cintura sujetándola con fuerza. El pequeño ejercicio de confianza no pasó desapercibido para ambas—: ¿Has terminado? —preguntó Tiffany después de un momento.

—Sí —. Taeyeon se incorporó y puso los brazos sobre los hombros pálidos de su novia—: Ahora te toca a ti—. Tiffany le pasó el champú y miró a Taeyeon con expectación—: Antes tenemos que ponernos de pie. Mis rodillas están machacadas—. Taeyeon sonrió ampliamente y la ayudó a levantarse.

Continuaron el juego hasta que el agua empezó a salir fría.

— ¡Uf! —farfulló Tiffany, saliendo de debajo del chorro— Supongo que esto significa que se ha acabado el tiempo de juego ¿no?

Taeyeon cerró el grifo y salió de la ducha—: Ten cuidado —advirtió, ofreciéndole la mano. Tiffany sonrió ligeramente ante el gesto tierno y dejó que Taeyeon la ayudase. —Ya está — Taeyeon se ató una toalla alrededor de la cintura y comenzó a secar la piel de Tiffany con suavidad.

—Eso puedo hacerlo yo —protestó la reportera sin mucha convicción.

—Ya lo sé — Taeyeon le apartó las manos de un cachete—. Pero quiero hacerlo yo ¿de acuerdo?—. Sus manos fueron dulces mientras quitaba el agua de los mechones rojizos, y le secaba las gotas de agua de los ojos con pequeños toquecitos. Cuando terminó, examinó su forma ágil con ojos de admiración—: Terminado—. Indicó la puerta cerrada—: Ahí tienes un albornoz que puedes usar.

Riéndose, salieron del baño al aire frío de la habitación encontrándose con una Sunny expectante que sostenía un montón de papeles en la mano. Como Taeyeon estaba ocupada secándose el pelo con una toalla, Tiffany vio a la ejecutiva primero y gritó asustada.

Taeyeon levantó la cabeza de golpe, sus ojos se fijaron instantáneamente en el origen de la alarma de Tiffany. Su boca se torció en una mueca de disgusto cuando vio la mirada de su ayudante. Sunny, con toda claridad, no era una excursionista feliz.

Iba impecablemente vestida, como siempre. Una falda corta de color gris y una chaqueta cruzada imitaban el atuendo tradicional de los banqueros. Debajo, por lo que Taeyeon podía ver, no llevaba absolutamente nada más. Un zapato clásico de salón de color negro, daba golpecitos en el suelo, marcando un ritmo incesante y silencioso—: Me alegro de que aún sigas aquí —dijo sin preámbulos—. Así puedo hacer que eches una mirada a estos documentos y los firmes antes de que tenga que volver a la oficina.

Como si Tiffany ni siquiera estuviera allí. Como si la propia Taeyeon no estuviera desnuda y chorreando agua sobre la moqueta. Taeyeon levantó una ceja dubitativa a su asistente, frunciendo los labios ligeramente. Sunny y ella habían representado esa escena docenas de veces. De hecho, Taeyeon la había utilizado una o dos veces para librarse de alguna conquista particularmente insistente en pasar allí la noche. Su ayudante la retaba a que tratara a Tiffany de la misma forma. La retaba a decir que esta vez no era diferente de las anteriores. Cuando ambas sabían sin ninguna duda  que lo era totalmente.

— Sunny —mantuvo un tono suave en sus palabras, pero la advertencia que contenían era inconfundible—, tengo una invitada.

La expresión de los ojos de la ejecutiva claramente decía: “¿Y qué?”

Taeyeon apretó la mandíbula. No estaba de humor para danzar al son de su ayudante. Volviéndose hacia Tiffany, preguntó con calma—: Fany ¿me disculpas un momento? Tengo que hablar con mi empleada —. Arregló la toalla alrededor de su cintura y cruzó la habitación a grandes pasos hacia la puerta que llevaba a la oficina. Con frialdad, hizo un gesto a Sunny para que la precediera—: Después de ti.

Cerrando la puerta con la suficiente energía para llamar la atención de su asistente, Taeyeon se giró para enfrentarla—: ¿A qué cojones estás jugando, Sunny?

—Nos sentimos un poquito butch hoy ¿verdad? —preguntó Sunny secamente—. Es pasado el mediodía —continuó—. No me había dado cuenta de que todavía tenías compañía.

—Y una mierda — Taeyeon le espetó su escepticismo con un rugido furioso.

Unos ojos azafrán se medio cerraron mientras estudiaban el elegante largo de su jefa, y obviamente disfrutando  de cada segundo de su examen. Taeyeon se sentó en el borde del escritorio, repentinamente incómoda de su casi desnudez y de la proximidad de su asistente. Su cuerpo siempre había sido el campo de batalla donde habían tenido lugar sus juegos de poder, y se había deleitado en utilizarlo para romper el control de Sunny, tentándola con cosas que podía mirar, pero solo tocar de vez en cuando. Ahora, las tornas se habían cambiado, y los ojos de Sunny estaban viendo miles de cosas que Taeyeon no quería que viera. — ¿Por qué estás tan molesta? —contraatacó Sunny—. He interrumpido tus citas antes y nunca te había importado.

“¿Por qué?...” Su propia mente se hizo eco de la pregunta. ¿Qué es lo que eso le ofrecía? ¿Creía sinceramente que podía ser absuelta de sus pecados? “¿Por qué?” ¿Por qué luchaba con tanta fuerza por una paz que podía ser que nunca se le concediera?

“Te amo...” Palabras que jamás había oído antes y que, si se rendía al fuego helado de sus venas, nunca volvería a oír. “Te amo...” Unos ojos negros aguantaron la mirada de ojos azafrán con auténtica resolución. Cada gramo de fuerza que había dedicado a ser un ángel, un demonio, una espantosa figura de venganza, brillaba ahora en su mirada—: La amo.

La declaración detuvo a Sunny de una forma que la negación nunca hubiera podido. Se estremeció ligeramente, más un escalofrío que otra cosa, pero Taeyeon lo percibió, y en ese instante supo la verdad. Sus manos dejaron libre a su ayudante mientras ésta daba un paso atrás. La máscara ligeramente sardónica regresó a los rasgos de la mujer leonada—: ¿Lo sabes?

—Sí.

— ¿Estás segura? —levantó la mano, la brillante evidencia sobre sus dedos contradecía la afirmación de Taeyeon.

Su mirada se endureció aún más, si esto era posible—: Puedo follar con cualquiera, Sunny —los ojos de su asistente se entrecerraron ante el final de la frase que quedó en el aire. “Incluso contigo” dijeron los ojos de Taeyeon. Las palabras quedaron colgando espesas en el aire entre ellas, junto con el rastro tenue de la excitación de Taeyeon. En ese momento fue por la estocada final—: Pero solo la amo a ella.

Juego finalizado.

Sunny señaló con la cabeza a los documentos sobre la mesa, sus movimientos ahora se habían vuelto desgarbados, cosa rara en ella—: Aún así, necesito que firmes esas facturas de alcohol.

—Me ocuparé de ello antes de marcharme —indicó Taeyeon, sabiendo que no se dirían nada más.

La ejecutiva asintió y se encaminó hacia la puerta que llevaba al corredor principal del tercer piso del Club. Con la mano en el picaporte, se dio la vuelta para mirar a su ex-amante—: Espero que sepas en lo que te estás metiendo—. Taeyeon vio un desconcertante despliegue de emociones oscilar sobre el rostro de su asistente en ese mínimo instante. Tristeza, desilusión, y rabia en conflicto con algo que jamás antes había visto en Sunny: amor. Lo que había entre ellas siempre había sido un deporte sangriento, y se preguntó si por fin había descargado un golpe mortal.

Sunny se había marchado antes de que Taeyeon pudiera decir nada, dejándola sola en la habitación preguntándose qué demonios pasaría a continuación.

 

Durante la ausencia de Taeyeon, Tiffany había encontrado el secador de pelo y había domado su pelo recalcitrante en una cola de caballo mucho más manejable. Descubriéndolo en las profundidades del diminuto armario, se puso un polo de color marrón oxidado con rayas verticales verde pálido. Recuperó sus vaqueros del montón de ropa junto a la puerta y los estaba recogiendo cuando Taeyeon regresó a la habitación. Notando la mirada distraída en sus ojos, colocó una mano con suavidad sobre su antebrazo—: ¿Te encuentras bien?

—No estoy segura —confesó—. Le he contado a Sunny lo nuestro.

—Apuesto a que ha sido como una monja que de pronto se despierta en una casa de putas —murmuró sombría. Cuando Taeyeon no respondió, continuó—: Es obvio que tu asistente siente algo así como... un sentido de la propiedad sobre ti. Estoy segura de que no le ha hecho ninguna gracia el ser desahuciada de ese lugar en tu vida.

—No sabes de lo que hablas —replicó Taeyeon con dureza, evidentemente no queriendo hablar de lo que había sucedido en la otra habitación. Esperando poner fin a la conversación, añadió—: Sunny y yo fuimos amantes durante más de un año, casi dos. E incluso cuando estábamos juntas, siempre hubo otras... cantidad de ellas —se encontró así misma incapaz de controlar el rubor que encendió sus rasgos ante la cruda declaración.

—Seguro que las hubo —replicó con aspereza, imaginando sin esfuerzo las legiones de mujeres que sabía que Taeyeon se había llevado a la cama. La noche anterior la había estado observando durante un buen rato antes de aproximarse; emitía un glamour seductor sobre todo el mundo, y cada cuerpo que le se ofrecía en silencio había provocado un doloroso desgarro en el estómago de la reportera. —Pero, Taeyeon, ¿alguna de ellas significó algo para ti? Estoy segura de que a Sunny le dijiste que no un millón de veces, pero ¿lo hiciste porque preferías estar con otra? o ¿lo hiciste simplemente por que querías controlar la situación?

Taeyeon permaneció en silencio, atrapada en esos ojos cafes. No había manera de escaparse de esta conversación—: Tienes razón —dijo con aspereza—. Era un juego entre nosotras. Ella intentaba obligarme a admitir que la deseaba, pero nunca la dejé que me tuviera completamente. Esas otras mujeres eran una forma de provocarla —bajó los ojos hacia la moqueta, incapaz de sostener la intensa mirada de Tiffany por más tiempo.

Su voz era insoportablemente amable —: ¿La querías, Taeyeon? —preguntó. No añadiendo la que tenía en mente “¿La quieres aún?”

Taeyeon abrió la boca, la cerró, y la volvió a abrir—: No es tan sencillo. No podría explicarlo en esos términos. Cuando conocí a Sunny, no me importaba nada. No era capaz. Me relacionaba con la gente de dos formas: poder y o. Sunny responde a esas cosas en mí.

A Tiffany no le pasó desapercibido el presente en la última afirmación de Taeyeon —: ¿Incluso ahora? —insistió.

—Incluso ahora —respondió Taeyeon sin inmutarse—. Siempre ha habido algo entre nosotras... pero está relacionado con la persona que no quiero volver a ser nunca más —dejó escapar un profundo y tembloroso suspiro, la única evidencia de su lucha interna.

—Rompiste con ella cuando volviste de Cartagena ¿verdad? —preguntó Tiffany comprendiendo de repente.

Taeyeon asintió con la cabeza de forma casi imperceptible y levantó la vista para mirar directamente a Taeyeon —: Y no ha habido nadie más hasta ahora —se pasó la mano por el pelo que se iba secando rápidamente—. No quería que nadie más... sufriera... por mi culpa —. La cara de Taeyeon era pura desolación y tristeza al enfrentarse a las ruinas que su paso había hecho de la vida de otra gente.

Tiffany deslizó en silencio los brazos de Taeyeon sobre sus hombros y la envolvió en un abrazo para consolarla—: Todo eso ya se acabó.

—No del todo —replicó Taeyeon, recordando a ambas lo que todavía estaba por venir.

—Saldremos de ésta — Tiffany levantó la cabeza para mirarla con seriedad—. Y después, tú y yo vamos a solucionar todo esto —dio unos suaves golpecitos en la sien de Taeyeon —. ¿De acuerdo?

Una sonrisa irónica cruzó por los labios de Taeyeon —: ¿Vas a arreglarme, Dr. Freud?

—Na — Tiffany desechó la idea con un movimiento de la mano—. No estás estropeada. Lo que ambas necesitamos es un pequeño... reajuste.

Taeyeon reprimió un estallido de risa—: Reajuste ¿eh? Bueno, vale— revolvió el pelo rojo de Tiffany y se fijó en su ropa con una sonrisa—. Ya me has robado otra camisa ¿eh?

 

 

 


Y yaa llegamos al final de esta maratón xd ... como pueden ver esto está comenzando a llegar a su fin prontito... joo
Mil disculpas nuevamente! 
Un abrazo!!!! 
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Comments

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pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*