Dos.

L U C I F E R R I S I N G

DOS.

El vapor empañaba el espejo oval cuando Taeyeon salió de la ducha. Eliminando la condensación con una gruesa toalla y utilizándola después para absorber el agua que escurría por su fibroso cuerpo, se vio enfrentada a un reflejo ligeramente brumoso. El rostro que le devolvía la mirada desde el espejo era terso y sin rastro de la tensión causada por su profesión. No siendo una persona con tendencia a contemplar los favores con los que había sido agraciada en la lotería genética, Taeyeon se inclinó mientras cogía un secador profesional y lo aplicaba a los gruesos mechones de cabello rubio. Media hora después apartaba el pelo de su cara y aplicaba una mínima cantidad de máscara a sus pestañas. Deslizando su ágil cuerpo en una falda de suave piel negra, metió los faldones de la camisola color burdeos y subió la cremallera. Mirándose en el espejo una vez más, al tiempo que se ponía los zapatos, reprimió un largo suspiro.

— Hora de entrar en escena— susurró al reflejo.

“La verdad es que no tengo ningunas ganas de esto...”.

La noche iba a ser simplemente rutina, si algo en la tumultuosa vida de Taeyeon se podía llamar así. Una sencilla reunión preliminar con la nueva cabeza del Cártel Massala. Una cena y unas copas entre dos socios de negocios.

“Vale, de acuerdo... ¿Entonces por qué las compañías más importantes del mundo no tienen encuentros antes de que sus directores se den la mano?”.

Tras la muerte de Enrico Massala, a la familia le había costado años reagruparse después de la devastadora redada de Taeyeon. Finalmente, el hombre que surgió como el nuevo líder (un primo lejano llamado Romair) tenía una mente más abierta y decía que no tenía deseos de mantener el antagonismo con la mujer que era personalmente responsable de la apropiaciación de la mitad de los negocios de su familia.

Taeyeon, siendo una persona pragmática, había aceptado la invitación para sentarse y hablar. Los seis meses que siguieron a la Masacre Massala, como los periódicos la llamaron, no habían sido agradables para ella. Se había visto forzada a dejar el país durante un tiempo y aún así, miembros furiosos del Cártel la habían perseguido. Había eliminado a más de un asesino a sueldo contratado por ellos. Sólo uno había estado peligrosamente cerca de conseguir su objetivo, pero le irritaba tener que llevar un arma a todas partes. “Hace que ir al gimnasio sea jodidamente complicado...”.

El Cártel se había tranquilizado un poco y hecho más proclive a alcanzar un acuerdo cuando se enteraron de que su precioso Rico había estado colaborando con los Federales a cambio de un trato para sí mismo a costa de todos los demás. Finalmente se hizo una llamada a una tregua para que todo el mundo pudiera volver al negocio y hacer dinero. “Y entonces ese idiota de Brugetti casi lo estropea todo. Tenía que haber seguido el consejo de la Agencia y dejar el maldito caso”. Taeyeon no pensaba mucho en el juicio estos días. De hecho, nadie lo hacía. No con el circo de O. J. Simpson que tuvo lugar justo después, y después de eso, los juicios de los terroristas de Oklahoma. “Nop... soy agua pasada”. Y así era como ella quería que fuera. Mucha gente todavía se la quedaba mirando, no podían evitarlo, pero pocos de ellos sabían quién era. O de lo que era capaz.

El brillante cochecito salió de la curva de la calzada que llevaba a la casa con vistas de Taeyeon. La noche se había llevado el agobio del calor del verano y el aroma salino del agua del mar llenaba sus pulmones. Deteniéndose en el borde de la carretera respiró profundamente disfrutando el silencio y casi deseando estar sentada en su porche, guitarra y bourbon al alcance de la mano, con nada más en su cabeza que decidir si dar o no el corto paseo hasta la orilla del mar. Pero había tratos que hacer y negocios que dirigir. Poniendo el coche en marcha apartó de su mente los pensamientos ociosos y se lanzó a los reconfortantes brazos de la oscuridad.

 

Al otro lado de la ciudad otra mujer se estaba preparando para la noche. Pero al contrario que Taeyeon, Stephanie Hwang estaba ansiosa por poner su velada en marcha. Uno de sus contactos, un elemento marginal en la vasta red de los empleados de Taeyeon, finalmente había informado a la reportera de que Taeyeon iba a cenar en Monde, uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

Mientras los meses pasaban y el furor levantado por el proceso judicial fue desapareciendo, Tiffany siguió intrigada por la misteriosa sangre fría de la rubia. Con su energía y determinación, Tiffany no permaneció mucho tiempo sentada en su mesa y pronto estuvo abriéndose camino a través de la escena del crimen de la ciudad. Era la tarea más frenética de todas, teniendo que estar de guardia por los informes que venían de la comisaría central. A lo largo de los meses había aprendido a dormir con la suave nana del escáner de la policía. Sin embargo, había dado a la pelirroja la oportunidad perfecta para conseguir contactos que servirían de enlaces con Taeyeon. Mantuvo los oídos alerta sobre otros rumores sobre sus actividades, pero hasta hacía muy poco no había conseguido nada.

Hace alrededor de un mes, por fin encontró a alguien que le confirmó, no sólo que Kim jamás había dejado el negocio, sino que además algo gordo relacionado con Taeyeon estaba a punto de ocurrir. Fue entonces cuando Tiffany comenzó a trazar su plan. Aunque la mayoría de los detalles no habían sido resueltos, Tiffany no podía luchar por más tiempo contra la casi abrumadora necesidad de hacer algo con su obsesión por la desconocida.

— Si está cenando en el restaurante, quiere decir que no está trabajando seriamente, como mucho entreteniendo a sus socios. Y eso significa que probablemente terminarán yendo al Club más tarde— le explicó seriamente su soplón—. Preséntate allí  alrededor de la medianoche y dile al tipo de la puerta que Eddie te ha recomendado el sitio. Te dejará pasar y te evitará a la multitud que espera fuera.

Tiffany estudió su vestuario dubitativamente. Aunque disfrutaba las veces que salía a bailar, lugares como el Club no eran paradas habituales en su circuito social. Sabía que tenía fama de ser uno de los sitios más exclusivos de la noche, con clientes bien vestidos, buena música y una cola a la entrada de medio kilómetro. Lo que se le planteaba ahora a Tiffany era la eterna pregunta: ¿Qué me pongo?

No tenía la menor idea de cómo conseguir atraer la atención de Kim Taeyeon. Y si, milagrosamente, lo conseguía, qué hacer una vez eso sucediera. Lucas había sido escéptico en relación a lo que tenía en mente pero había dicho que tenía la suficiente fe en su protegida como para darle carta blanca en esta empresa.

“Es más probable que piense que no conseguiré acercarme a ella ni en un millón de años, aunque eso habrá que verlo. Seguramente tiene razón. Pero por lo menos podré decir que lo intenté. Y quizá así pueda superar todo esto”.

Tiffany frunció sus cejas mientras se sumergía en las profundidades de su ropero,  apareciendo triunfante con el delicado vestido de Vera Wang que su madre le había regalado. Había sido un soborno para que fuera a uno de los incontables bailes inaugurales a los que sus padres estaban obligados a asistir. Tiffany se las había apañado para esquivar todos los demás con excepción de este, y por suerte, todavía conservaba el vestido.

— Tengo que reconocerlo— dijo para sí misma mientras el vestido se deslizaba sobre su cuerpo y se fundía con sus suaves curvas— la vieja tiene buen gusto—. Dio varias vueltas lentamente, examinando la prenda desde todos los ángulos. Era de un vivo verde esmeralda, con un incitante escote redondo que descendía toda la longitud de su espalda, y un provocativo corte a lo largo de uno de los lados. Era un poco atrevido para un baile inaugural (a su padre casi le da una apoplejía al verla) pero era perfecto para una noche en un lugar como el Club. El vestido la haría encajar en el ambiente y al mismo tiempo la diferenciaría del resto de la muchedumbre. Se había preguntado en qué estaría pensando su madre cuando lo eligió para su única hija. Más que nada pensó que a Tiffany se le estaba acabando el tiempo para conseguir un buen partido. “De acuerdo,” se rió Tiffany, “todos sabemos que eso no es algo que vaya a pasar”. Las ‘elecciones vitales’ de Tiffany, como su hermano las llamaba, no eran un tema de discusión muy popular en el hogar de los Hwang, especialmente en un año de elecciones. Así que aceptó con alivio, tanto para Tiffany como para su familia, el trabajo en el Herald.

Suspiró y eliminó la telaraña de recuerdos de sus pensamientos. Mientras pasaba las manos a lo largo de su figura y se contemplaba en el espejo, Tiffany tuvo una sensación poco familiar en el estómago. No sabía si era un destello de anticipación ante la caza o simplemente por la oportunidad  de, finalmente, llegar a conocer a la mujer que había ocupado la mayoría de sus momentos conscientes (y más de unos cuantos inconscientes) durante un largo tiempo.

 

 

— Caballeros...— Taeyeon saludó cortésmente a Romair Massala con una inclinación de cabeza. Le acompañaban dos gruesos guardaespaldas a los que Taeyeon solo consideró como “gorilas”. Cuando el primero de ellos hizo un movimiento como para cachearla, Taeyeon simplemente arqueó duramente una ceja y fijó en él una mirada más glacial que la de un invierno ártico. El “gorila” se echó atrás y miró interrogativamente a su jefe que lo despidió con un gesto. Taeyeon claramente iba desarmada. La fina falda de piel y la blusa de seda no dejaban espacio para ningún escondrijo. Por esa razón había evitado deliberadamente llevar chaqueta, para mostrar que no les temía.

El maître se acercó y sentó a Taeyeon y a Massala. Inmediatamente condujo a los gorilas a una mesa cercana pero no lo suficiente como para que les permitiera oír la conversación. Se mostraron claramente irritados por este giro de los acontecimientos y Taeyeon escondió su diversión tras una lectura detenida de su carta. Les habían sentado en su mesa habitual, un agradable lugar en una esquina desde donde se podía ver todo el restaurante. Taeyeon se acomodó en su asiento mientras observaba a Romair que, a hurtadillas, miraba a su alrededor.

— ¿Viaja sola esta noche?— inquirió con solicitud—. Con toda seguridad una mujer tan bella como usted no debería ir por ahí... ¿sin compañía?

“Quiere saber dónde están mis gorilas”.

 — ¿Por qué no debería? No me divierte mucho viajar con séquito— contestó tranquilamente—. Pero quizá usted sepa algo que yo no sé. ¿Cree que hay una alguna razón para preocuparme?— Taeyeon estudió a su oponente al otro lado de la mesa. Sin duda, Romair Massala era un hombre guapo. Con unos perspicaces ojos castaños y una espesa mata de pelo oscuro y rebelde, emanaba una vitalidad juvenil, así como un sagaz entendimiento. Había salido de los círculos externos de los lugartenientes del Cártel; un primo lejano trabajando en la sombra hasta que la incursión  de Taeyeon había creado un vacío de poder dentro de la familia.

— Señorita Kim... ¿puedo llamarla Taeyeon?

Agradeció con un breve asentimiento cuando Taeyeon mostró su conformidad con un gesto.

— Taeyeon, soy un hombre franco. Y creo que usted respeta la franqueza. Debo admitir que estoy un poco preocupado. Ha habido mucho resentimiento entre los Massala y su organización. De hecho, todavía hay algunos que piensan que tenemos una deuda de sangre con usted a pesar de nuestros recientes acuerdos. Estoy seguro de que ha oído los rumores. Creo que eso debería ser muy... inquietante... para usted.

Taeyeon suspiró pesadamente y sacudió la cabeza. “Maldita sea... ¿Por qué siempre tienen que hacer esto?”.

— Tiene razón, Romair. Aprecio mucho la franqueza. Así que intentaré ser igual de franca con usted. Es muy joven y muy ambicioso, puedo verlo, pero no ha hecho sus deberes— se detuvo un momento y dio un buen sorbo de vino antes de continuar—. Si los hubiera hecho, sabría que este restaurante es mío,— señaló a dos camareros situados a menos de dos metros de distancia atentos a cualquier señal— y que esos hombres no son sólo camareros sino mis empleados.

Taeyeon ofreció una brillante sonrisa que iluminó el negro de sus ojos y que resultaba un irónico contraste con el gruñido amenazador de su voz.

— Había oído que era una persona muy brillante, Romair. Por favor, no me decepcione al principio de nuestra relación.

La sonrisa abandonó sus ojos siendo sustituida por una mirada tenebrosa que parecía más apropiada para una cámara de tortura medieval que para un caro y bien iluminado restaurante francés.

— No intente intimidarme, Romair. Sus gorilas y sus armas no me asustan. Cualquier daño que crea que puede inflingirme se lo puedo devolver multiplicado por diez. ¿Nos entendemos?

Se reclinó en su asiento relajándose en la contemplación salvaje de su presa.

Se hizo una larguísima pausa en la que Romair Massala pudo haber hecho mil cosas, de las cuales el noventa y nueve por ciento hubieran conseguido que le mataran, si no esa noche, cualquier otra. Pero Romair era, en efecto, un hombre inteligente. Inclinó la cabeza hacia su compañera de cena reconociendo tácitamente que su juego había sido descubierto.

— Por supuesto, Taeyeon. Hablaba hipotéticamente.

— Igual que yo, Romair, — le ofreció otra sonrisa, esta vez sin ninguna promesa maliciosa—. Y ahora, ¿quiere que le aconseje algo de la carta o prefiere oír las recomendaciones del chef?

 

 

“Por lo que se ve la recomendación de Eddie no tenía tanto peso como mi soplón creía”, pensó Tiffany con disgusto unas horas después. “Media hora entera de flirteo y casi ni he conseguido llegar a la maldita barra. ¿Por qué no me dijo que había una sala VIP? Si ella está en alguna parte, seguro que es allí y no aquí abajo en el mercado de carne con los trolls”.

A la pequeña reportera la habían piropeado, sobado, y ya empezaba a estar harta del calculado caos del Club. La música latía desde cada punto posible del lugar, martilleando contra el ritmo de su propio corazón. El aire era espeso, con una mezcla de colonias de diseñadores, cigarrillos y puros de dudosa procedencia legal. Tiffany hizo lo posible por contener una arcada cuando una vaharada especialmente penetrante del último esfuerzo aromático de Calvin Klein pasó a su lado. Se volvió a la camarera, con la que había desarrollado una buena relación durante las últimas dos horas, y frunció las cejas. Prestar atención a barmans, camareros, porteros, es decir, a la gente con la que otros se cruzaban sin ni siquiera percibirlos, le había proporcionado más de una vez la información necesaria para enterarse de alguna historia.

— Ponme otra, Barnes— dijo, deslizando su vaso a través de la brillante superficie de mica negra de la barra. Barnes sonrió alegremente a la pelirroja.

— Disculpe la pregunta, pero este no parecer ser exactamente su tipo de sitio, si sabe a lo que me refiero.

Tiffany ladeó la cabeza y observó a la camarera con coquetería.

— ¿Es esta la forma común de preguntar aquello de “qué hace una buena chica como tú en un sitio como este”?

— No tiene nada de malo ser una buena chica— contestó Barnes encogiéndose de hombros y apartándose de la cara unos mechones caoba.— Yo era una buena chica antes de empezar a trabajar aquí— terminó con otra atractiva sonrisa.

— Incluso las buenas chicas a veces se sienten inquietas— musitó Tiffany, más para sí misma que otra cosa, pero los agudos oídos de la camarera captaron la afirmación.

— Sé lo que quiere decir— Barnes asintió—. Aquí hay un montón de gente buscando un montón de cosas— echó una mirada alrededor mientras mezclaba expertamente la ginebra y la tónica en una combinación perfecta. Convirtiendo una corteza de Lima en una pequeña espiral, presentó la bebida ante Tiffany con ademán triunfante.

— Ahí tiene.

— Gracias— contestó Tiffany alargándole un billete—. Todos buscamos algo, ¿verdad?

— Eso es cierto— respondió ella con soltura—. Veo esos preciosos ojos caramelo suyos moviéndose por todo este lugar. ¿Qué es lo que está buscando?— se hizo una sugerente pausa entre las dos, nada intimidante, un momento de disfrute para ambas mujeres—¿Un poquito de marcha?

Tiffany sonrió y comenzó a elaborar una respuesta ocurrente cuando una elegante forma parpadeó en su visión periférica. Girando la cabeza bruscamente, captó el destello de unas largas piernas semi bronceadas que subían la sinuosa escalera. Sus ojos fueron subiendo hasta alcanzar toda su altura, sobre la suave falda de piel, más arriba de la estrecha cintura, en toda la anchura de unos hombros cubiertos de seda, a través de la longitud de un pelo rubio, hasta posarse en dos sombríos ojos que brillaban en su dirección.

La reportera sintió que se quedaba sin respiración y que el corazón le saltaba en el pecho, mientras dejaba escapar un pequeño grito al reconocerla. Barnes rápidamente siguió su mirada y sacudió la cabeza con cautela.

— Oh no, señorita. Créame, no es tanta marcha la que usted busca.

Taeyeon no estaba segura de qué fue lo que le hizo volverse y mirar sobre la irritante multitud. Normalmente iba directamente a la sala VIP e ignoraba el hervidero humano de la pista de baile. Pero por alguna razón, esta noche sus ojos se sentían arrastrados hacia un cálido rayo de luz que iluminaba a una mujer de pelo rojo sentada en un rincón de la barra principal. Y allí encontró otros ojos que se miraban sin vacilar en los suyos. Incluso a esa distancia, su resplandeciente tono café era inconfundible y Taeyeon imaginó que podía ver en ellos puntos dorados. Durante un momento interminable, se rindieron pausadamente al mutuo reconocimiento, ignorando el flujo de cuerpos a su alrededor, hasta que Romair, dándole unos golpecitos en el hombro, rompió su incipiente conexión con la otra mujer.

Giró la cabeza bruscamente hacia el argentino sin molestarse en ocultar la irritación que  traslucía su tono.

— Caballeros, ¿por qué no suben sin mí? Tengo que ocuparme de algunas cosas aquí abajo. Díganle a Sunny que son mis invitados y ella se ocupará de ustedes.

El gorila la miró sospechosamente pero Romair asintió:

— Claro, Taeyeon. Nos vemos arriba— dijo con una sonrisa cómplice y se inclinó hacia ella—. No te culpo. Es toda una belleza— señaló ligeramente en la dirección en que la otra mujer se encontraba.

Taeyeon le despidió con un breve gesto y suavemente volvió la mirada hacia el rincón de la barra.

— Mierda...— murmuró cuando vio que ahora el sitio estaba ocupado por un ruidoso grupo de jóvenes turcos agitando copas de martini en el aire. Reprimiendo un ligero suspiro de decepción, comenzó a buscar por todo el local algún vestigio de la desconocida, cuando otro golpecito en el hombro distrajo su atención de la pista de baile una vez más.

Irracionalmente furiosa por la nueva interrupción de su socio, Taeyeon se giró bruscamente... cayendo directamente en los remolinos cafés de los ojos de la desconocida. De cerca pudo ver que, en efecto, sus iris estaban salpicados de puntos dorados y que había una encantadora franqueza en la mirada de esa mujer que hacía que Taeyeon tuviera la sensación de que le estaba siendo confiado algo precioso.

Dejó que su mirada vagara sobre la esbelta figura frente a ella, embriagándose en el fulgurante brillo del pelo rojo, los hombros definidos y las irresistibles curvas bajo ese vestido que la habrían hecho correr al confesionario más próximo si Taeyeon hubiera sido católica practicante.

Lentamente, la mirada oscura volvió al rostro de la mujer y a la amplia sonrisa que la estaba esperando.

— Hola— dijo suavemente la desconocida—, ¿has oído esas historias que cuentan cómo puede cambiar tu vida el conectar con alguien a través de una habitación abarrotada?

Una suave sonrisita se dibujó en las comisuras de Taeyeon al mismo tiempo que asentía.

— ¿De verdad crees que alguna de esas historias es cierta?

— Bueno, tengo la ligera sospecha de que si empiezas por presentarte, lo averiguaremos lo suficientemente pronto.

 

 

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Comments

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pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*