Once.

L U C I F E R R I S I N G

ONCE

El Boxster hizo el camino de vuelta a casa en un tiempo récord, pero aún así, el sol había hecho su aparición final sobre el horizonte, abandonando la ciudad en sus diversiones crepusculares. Taeyeon abrió la puerta lateral con manos temblorosas y quitó la alarma como en un sueño. Inmediatamente, los brazos de Tiffany se enroscaron alrededor de su cuello, ese pecaminoso cuerpo confundiéndose con el suyo. "Oh, Dios...", pensó Taeyeon, incoherente. Deshicieron el camino a través de la casa mientras unos hábiles dedos que no pertenecían a Taeyeon, intentaban arrancarle la camisa blanca de los hombros.

— ¿Por qué has tenido que elegir una camisa con tantos malditos botones? —murmuró Tiffany casi inaudible dirigiendo a Taeyeon hacia las escaleras. Finalmente, dando por perdida la pelea, agarró la camisa por los bordes y la abrió por la fuerza. Taeyeon protestó con un pequeño grito cuando los botones saltaron por los aires, pero Tiffany la hizo callar con un gruñido gutural: "Quiero verte... ahora...".

Taeyeon no tuvo ocasión de protestar al sentir unas manos vagabundas que trazaban los músculos que delineaban finamente su abdomen. Quería sentir también la piel de Tiffany contra sí, pero para ello tendría que separarse de la deliciosa boca que invadía la suya con destreza. Se las apañaron para subir la escalera curvada sin romper el contacto, o romperse el cuello, en el ascenso. Taeyeon abrió de una patada la puerta de la habitación, haciendo que los animales volaran despavoridos en todas direcciones.

—Espera... —Dijo Taeyeon con voz entrecortada cuando Tiffany estaba a punto de liberar los pechos de la mujer rubia de su encierro de encaje.

Unas cejas marrones se fruncieron confundidas, pero las manos dejaron su búsqueda inexorable de piel.

— ¿Por qué? —preguntó suavemente— ¿Te estás arrepintiendo?

— ¡No, por Dios! —respondió Taeyeon — Solo... ah... solo que... oh, mierde... Solo quiero tomármelo con calma. No quiero que esto nos sobrepase.

Tiffany sonrió ampliamente mostrando su acuerdo.

—De acuerdo, eso me parece bien.

—Y... quería hacerte una pregunta... — Taeyeon fijó la mirada en las pequeñas manos que reposaban sobre su piel —Si estuvieras... quiero decir... hemos bebido bastante... No...

—No quieres que hagamos nada que yo pueda lamentar luego ¿es eso? — Tiffany agarró a Taeyeon de la barbilla e hizo que sus ojos negros se centraran en los suyos cafés.

—Algo así.

Una risa ahogada surgió de la profundidad de la garganta de la reportera.

—Lo único que lamentaría es no hacer el amor contigo ahora mismo —. Se puso seria y añadió—: A menos que no tú no lo desees también.

—Oh, claro que quiero —prometió Taeyeon fervientemente.

—Entonces no creo que haya nada de lo que tengamos que preocuparnos.

Sus bocas se encontraron de nuevo, esta vez en una lenta y tierna bienvenida. Taeyeon notó que esa agresividad frenética había volado del cuerpo de Tiffany, sustituida por una bruma sensual que las envolvía a ambas. La lengua de Taeyeon trazaba incitantes senderos sobre sus labios y por su cuello, lanzando deliciosos chispazos que hacían estremecerse al cuerpo de la pequeña mujer. Dedos elegantes liberaron la blusa de seda de la falda rojiza y se deslizaron por debajo para explorar los músculos definidos del torso de Tiffany.

—Oh, sí... —murmuró Tiffany — Eres tan maravillosa—. "Con solo abrazarla siento que esto es lo correcto", pensó Taeyeon maravillada. "Y es una sensación mucho mejor de lo que nunca pensé que podría ser."

Comenzaron una pausada exploración que les hubiera llevado horas si no hubiera sido por una sola cosa: sonó el teléfono.

—Deja que salte el contestador —murmuró Tiffany.

Y Taeyeon lo hubiera hecho pero se trataba del penetrante sonido de su línea privada. La línea que no tenía contestador. La línea de la que nadie tenía el número excepto Sunny. La línea que no significaba otra cosa nada más que complicaciones. Gruñendo, hundió el rostro en el cabello del dulce olor de su compañera.

—Tengo que contestar —. Con una resolución que desesperadamente deseó no poseer, rompió su abrazo y agarró el auricular del lugar donde descansaba sobre la mesilla. Los ojos de Tiffany se abrieron con sorpresa al ver que el teléfono blanco en la misma mesa permanecía intacto.

—Kim —gruñó Taeyeon en el teléfono.

—Tenemos problemas —informó el tono cortante de Sunny —. Te espero en la oficina—. Click.

Taeyeon dejó cansinamente el auricular y se sentó en la cama, apoyando la cabeza sobre las manos.

—Deja que adivine... Ha surgido un problema...

Hubo un silencio aterrador, y después Taeyeon levantó la cabeza muy lentamente. Los ojos que hacía unos momentos habían brillado con un vivo, vibrante negro, ahora eran un yermo pálido y descolorido que parecía helar todo lo que miraban. Instintivamente Tiffany retrocedió ante la dureza de la mirada, y Taeyeon agachó otra vez la cabeza con una tristeza desgarradora.

—Sí... —dijo esquivando los ojos de Tiffany —. Yo... tengo que marcharme.

Un destello de miedo apareció en los ojos de Tiffany, y Taeyeon se preguntó si esto sería lo que finalmente aterrorizaría a esta exquisita mujer. Pero para sorpresa de la mujer rubia, en lugar de huir, Tiffany colocó unas tentativas manos sobre las de Taeyeon.

—De acuerdo —dijo Tiffany con calma—, aquí estaré cuando regreses.

— Fany... —sus ojos regresaron a la mujer pelirroja frente a ella, y esta vez estuvieron rodeados de una débil pero inconfundible calidez—, puede que esto no sea... una buena idea.

—Mi elección, ¿recuerdas? A menos que no me quieras aquí.

Esa valentía tan dulce amenazó con desgarrar el aliento de los pulmones de Taeyeon. Sus instintos le decían que discutiera, que hiciera que Tiffany se marchara antes de que sufriera más daño del que ya había sufrido. Pero carecía del coraje suficiente para discutir con esta mujer que quería convertir en su amante. "Deja que vea qué ocurre", pensó aturdida.

—Muy bien —accedió. Echó una mirada a su aspecto a medio vestir y sintió un profundo dolor por cosas casi a su alcance y ahora perdidas. —Tengo que ponerme en marcha —dijo levantándose con un movimiento fluido al tiempo que su cerebro finalmente empezaba a funcionar. Apartando ese dolor a un lejano rincón de su alma, al lugar donde aún vivía Heechul, comenzó a sacar ropa del armario metódicamente y a echarla sobre la cama.

Tiffany observaba aturdida cómo un pantalón de cuero y una camisa de seda negra aterrizaban sobre la colcha, seguidas por un par de botas y un cinturón negro de aspecto siniestro.

Taeyeon vaciló un momento porque sabía que Tiffany aún estaba mirando, después se encogió de hombros mentalmente y sacó la Sig Sauer de su lugar en la caja fuerte junto con un cargador de repuesto. Ambos también aterrizaron sobre la cama.

Los pantalones de hilo cayeron en un montón a sus pies, salió de ellos y deslizó el cuero sobre sus piernas. Extendió la seda sobre sus hombros, abotonándola con rápida precisión y metiendo los faldones en el pantalón. Después las botas seguidas del cinturón. Dejó la pistola para el final, deslizando el clip en su sitio con precisión experta. Colocó este último objeto a su espalda en la cintura de los pantalones, su peso un incómodo recordatorio de lo que era.

Levantando la vista, se encontró con que Tiffany permanecía inmóvil en el mismo punto en que Taeyeon la había dejado; en su rostro una mirada aturdida e impotente. Cubriendo la habitación con largos pasos, alargó una mano como para tocar a la reportera, pero sus dedos no alcanzaron a la pelirroja, y no volvieron a intentarlo.

—Lo siento —susurró, y desapareció. Una quimera persiguiendo a otros habitantes de su reino adumbral.

Un sentimiento enfermizamente familiar brotó en las entrañas de Taeyeon mientras regresaba hacia el Boxster, y agitó la cabeza con fuerza lamentando haber pensado que las cosas podían llegar a ser diferentes. El día podía haber sido reservado para la luz, para Tiffany, y la alegría que la acompañaba. Pero Taeyeon había cometido el grave error de olvidar que el día siempre pasa y cuando la noche cae una vez más, trae la oscuridad con ella.

El distrito comercial estaba desierto en esa noche de domingo cuando Taeyeon dejó el coche en su plaza del garaje subterráneo. Cromo y cristal se elevaban en industrial súplica hacia las deidades de la tecnología mientras el ascensor la llevaba hasta las oficinas de JLE Limited en el piso veintisiete. Se adentró en el silencio antinatural de un santuario abandonado, y caminó con paso suave y sin hacer ruido sobre la lujosa moqueta negra. Sus visitas aquí eran más regulares que las que hacía al Club, ya que las oficinas eran el centro de sus operaciones legales. En consecuencia, una gran oficina en la esquina llevaba su nombre grabado sobre una placa de plata. La puerta estaba abierta y entró sin hacer ruido.

Como su casa, esta oficina era un testimonio de la aversión de su ocupante a los espacios cerrados. Las dos paredes exteriores eran ventanas desde el suelo hasta el techo. Las persianas se abrían ahora para permitir la entrada a hurtadillas de una luz de luna teñida de neón que salpicaba de manera inquietante los contenidos de la habitación con un fracturado halo. Supo inmediatamente que no estaba sola. Una sombra se sentaba cómodamente sobre la superficie de su inmenso escritorio de mármol y jugaba despreocupadamente con un pequeño globo pisapapeles de Tiffany’s.

— ¿Dónde está el fuego? —preguntó Taeyeon, luchando para evitar que su tono traicionara los impulsos enfrentados de su corazón y de su sangre. El dulce sabor de la boca de Tiffany estaba todavía en sus labios, y el ardiente deseo que la mujer del pelo rojo había inspirado no había hecho más que intensificarse con la llamada de Sunny. Su cuerpo nunca dejaba de responder a las rápidas, y con frecuencia violentas, medidas que su vida requería, y aunque la concentrada energía de la acción iba reemplazando gradualmente las delicadas sensaciones de la excitación ual, había un deje inconfundiblemente sensual en las palabras que surgían de su garganta.

Ojos color azafrán oscilaron sobre la figura oscura recortada contra el marco de la puerta. Taeyeon sintió su evaluación y el breve comienzo de la sorpresa en ellos mientras la examinaban. Sin embargo, el tono de Sunny fue puramente de negocios cuando se dirigió a Taeyeon.

—Diego Arrga ha decidido cambiar de equipo —dijo con total naturalidad.

— ¿Diego? — Taeyeon recorrió mentalmente las miríadas de rostros de la gente que hacía sus negocios ilegales tan vastamente exitosos—. ¿El colombiano?

—El mismo. Parece que no le gustó demasiado que te cargaras a dos de sus putos hace seis meses.

—No tenían que haberla cagado de esa manera — Taeyeon se encogió de hombros—. ¿Está intentando venderme? —preguntó dubitativamente. Una sola mención de su nombre al condado de Dade o a la DEA, y Arrga habría sido enviado a Baekhyun. Y, si ese fuera el caso, el colombiano estaría esperando con impaciencia en un calabozo hasta que Baekhyun pudiera hablar con ella.

—No, decidió ver qué era lo que Romair Massala tenía que ofrecer.

Taeyeon no pudo controlar una elevación sorprendida de sus cejas.

—Imposible —dijo rotundamente.

—Aparentemente, no —replicó Sunny. Aunque ella había sido una de las que más se habían beneficiado de ello, el poco control que Taeyeon ejercía sobre sus empleados había sido siempre la manzana de la discordia entre ellas. Sunny era la indiscutible segunda de a bordo de Taeyeon, y había llegado a serlo porque había demostrado la habilidad, no sólo de ejecutar las órdenes de Taeyeon, sino también de ir más allá, anticipando problemas y ocupándose de ellos antes de que las cosas pudieran complicarse.

Taeyeon pasó una mano agitada por su pelo.

— ¿Cómo lo averiguaste?

Sunny se rió, un tono extraño y apagado en su voz.

—Lo creas o no, Romair vino a decírmelo.

Las alarmas reverberaron a través del cuerpo de Taeyeon, erizándosele  el pelo de la nuca.

— ¿Romair fue a decírtelo? —preguntó. Una calma mortal inundaba su voz.

Sunny pareció no perturbarse por el brillo amenazador que chispeaba en los ojos de su jefa.

—No es que hayas estado lo que se dice asequible, Taeyeon. Él y yo hemos estado intentando localizarte desde ayer por la tarde. He estado llamando a tu línea privada cada treinta minutos durante las últimas seis horas.

Había algo en la explicación que a Taeyeon no le gustó, pero no encontró nada extraño a lo que pudiera agarrarse. Había estropeado su segunda reunión con Sunny la tarde anterior en favor de Tiffany, para pasar tiempo con ella. Los dos últimos días habían estado llenos sólo con la mujer del pelo rojo, y ahora mismo deseaba inútilmente que esa fuera la situación.

—Bueno, ¿y cuál es su historia? —preguntó Taeyeon bruscamente, apartando sus dudas por el momento.

—Diego llamó a uno de los lugartenientes de Romair, un tipo que se llama Santiago, pidiendo una entrevista. Dijo que tenía información valiosa para la familia Massala sobre tu organización.

— ¿Qué era lo que ofrecía?

—Rutas de proveedores, correos, horarios.

—Pero él sólo tiene acceso a los suyos, y son mínimos —objetó Taeyeon.

—Sus "mínimas" rutas valen más de diez millones de dólares, Taeyeon.

—Aun así — Taeyeon quitó importancia con un gesto de la mano—. Eso no es nada dentro de todo lo que se mueve.

—No cuando perteneces a un Cártel que ha perdido la mitad de sus negocios —argumentó Sunny —. Además, los Massala no saben que todos tus proveedores están individualizados. Probablemente piensan que tienen acceso a toda la información. Y está el pequeño beneficio añadido de jugársela a la mujer que, para empezar, consiguió de ellos muchas de esas rutas de proveedores.

—Cierto —murmuró Taeyeon pensativamente—. Pero, ¿por qué Romair renuncia a todo eso?

—Se lo pregunté. Dijo que él y tú teníais un nuevo acuerdo, y que no iba a traicionarlo — Sunny estudió la forma oscura de Taeyeon —. Supongo que le has causado una impresión mucho mejor de la que pensabas.

—Puede que no — Taeyeon se mordió el labio, ausente, mientras paseaba a lo largo de la oficina—. ¿Se han visto ya Romair y Diego?

—No. Por eso estaba Romair tan ansioso por ponerse en contacto contigo —echó una mirada a su reloj—. La reunión es dentro de una hora. Quiere que estés allí.

—Déjame adivinar... quiere que esté allí, así él puede entregarme a Diego personalmente.

—Eso es exactamente lo que dijo.

—Seguro —bufó Taeyeon —. ¿No resulta esto un poco, demasiado, conveniente para ti? Quiero decir, tenemos un Cártel con el que hemos estado enfrentados desde el primer día... ¿y dos semanas después de que alcanzáramos un  "nuevo acuerdo" alguien de mi organización quiere desertar? ¿Algo que no había sucedido... nunca?

— ¿En qué estás pensando? —preguntó Sunny vacilante.

—Estoy pensando en que toda esta historia apesta a trampa, Sunny. Voy camino de una emboscada —con gravedad, se volvió sobre sus talones y dejó la oficina.

—Si es una emboscada no voy a permitir que caigas en ella con los ojos cerrados —arguyó Sunny vehementemente mientras Taeyeon caminaba a grandes pasos por el corredor oscuro—. O desarmada.

—No voy con los ojos cerrados. Y tengo esto —midió el peso de la Sig en su mano.

—Sí, claro, como que te va a servir de mucho contra una docena de hombres armados.

—No tengo que matarlos a todos, querida. Sólo tengo que matar a los suficientes como para poder escaparme.

— ¿Por qué pasar por todo esto si lo que vas a hacer es huir?

—Porque no puedo creer que Romair piense que no voy a superar esto. Me está poniendo a prueba para ver si tengo cojones para cruzar esa puerta. Y existe la rara posibilidad de que Diego esté desertando realmente y de que Romair simplemente haya decidido aprovechar la oportunidad. Sabe que de ninguna manera correré el riesgo de permitir que Diego revele mis rutas de abastecimiento.

— ¿Y cómo lo sabe?

—Porque él tampoco correría ese riesgo.

Las puertas del ascensor se cerraron suavemente tras ellas, descendiendo hasta el primer piso con eficiente facilidad. Sunny repiqueteaba un furioso staccato con los tacones de sus zapatos y miró desafiante a su jefa.

—De acuerdo, si no te vas a llevar a ninguno de los chicos, yo voy contigo. Necesitas a alguien que te cubra ese culo de listilla que tienes.

Taeyeon echó una mirada a su empleada con muda irritación, pero no pudo suprimir una suave sonrisa ante la lealtad de Sunny.

—No —dijo suavemente.

— ¿Por qué no?

—Si algo me sucede, tendrás que hacerte cargo de todo. Ya lo sabes —replicó Taeyeon, aunque no era más que una verdad a medias. Poco a poco había ido sacando a Sunny de los negocios clandestinos y encomendando cada vez más de sus negocios legítimos a su consumada pericia. Ya que iba a entregar el juego y el tráfico de armas y de drogas a la DEA en cuanto hubiera entregado a Massala, quería que Sunny estuviera limpia y libre cuando eso sucediera. Y eso significaba mantenerla fuera de situaciones como ésta.

Sunny suspiró pesadamente, derrotada, siguiendo a la mujer rubia hasta su coche.

—Sólo te digo que esto no me gusta.

Una mueca se dibujó sobre el rostro de Taeyeon mientras miraba a la mujer.

—He estado en situaciones más difíciles. Además, no tiene por qué ser necesariamente una trampa —una insistente vocecita en la cabeza de Taeyeon repetía que Romair era ciertamente un adversario honorable y llevar a alguien a una emboscada no era digno de él.

"Puede que recibiera la impresión equivocada, pero no creo que pudiera hacer lo que parece que está haciendo... Claro, que fue la noche en que conocí a Tiffany, con lo que mi cerebro podría haber estado completamente enmarañado.... Y, después de todo, Romair podría llamarle justicia poética a tenderme una emboscada... Eso es lo que yo le hice a Enrico".

El roce de una mano en su hombro la sacó bruscamente de esos negros recuerdos. El tacto de Sunny era frío a través de la seda negra, y fue agradable sobre la piel caliente de Taeyeon. Por un breve instante, la mujer oscura fue devuelta a esas largas, sudorosas noches, en las que había explorado incesante los secretos de la mujer leonada con sus manos y con su boca, buscando una forma de hacer añicos aquella calma implacable. Curiosamente, la sensación erótica que normalmente la envolvía en ocasiones como ésta, había desaparecido, reemplazada únicamente por el eco seductor de los dedos de Tiffany trazando inflamados senderos sobre su piel.

—Lo siento, querida, ¿qué decías?

—Decía que no quiero hacerme cargo de nada, así que ten cuidado, ¿entendido?

Agarró la mano de Sunny, reafirmándola antes de deslizarse en el familiar abrazo del Boxster.

—No te preocupes, ¿de acuerdo? —obsequiando a su empleada con una sonrisa chulesca, sacó el coche de su espacio marcha atrás y salió del garaje haciendo un ruido infernal.

 

El encuentro iba a ser en el puerto deportivo, en el cobertizo de atraque 114, y Taeyeon, precavida, aparcó aproximadamente a un cuarto de milla, confiando en que nadie detectara el Boxster en su nicho de sombras. Hizo un camino serpenteante hacia el lugar designado, buscando signos de ocupación reciente, pero la noche estaba vacía de los sonidos sordos que acompañan a los grupos de hombres que matan el tiempo. Unos quince minutos antes de la hora establecida para la reunión, se deslizó en el cobertizo, inadvertida por los tres hombres reunidos bajo la pequeña fuente de luz que iluminaba la calle.

"Vaya... ¿Significará esto que soy Ricitos de Oro? Porque, joder, si esos no parecen los tres osos...", pensó Taeyeon. De hecho, los tres hombres eran de diferentes tamaños y reconoció al del centro como Romair Massala. "Los otros dos deben de ser gorilas... No veo a Diego, pero creo que he llegado un poquito pronto". "¡Bingo!", cantó la mente de Taeyeon mientras la familiar forma del colombiano apareció a la vista. "Muy bien... veamos qué es lo que pasa ahora". Observó a Romair, que discretamente echaba una mirada alrededor buscando otra presencia.

—He oído que tienes algo en lo que yo podría estar interesado —comenzó Romair como introducción.

—Puede —reconoció Diego.

— ¿Sobre la organización de Kim Taeyeon?

—Quizá.

"Oh, vamos chicos... Ésta es la ronda más aburrida que he visto en mi vida de lo de ‘enséñame lo que tienes...’", gruño Taeyeon silenciosamente. "Ha llegado el momento de hacer las cosas un poco más interesantes".

Sin hacer ruido, se deslizó saliendo de la oscuridad justo detrás de Romair y su gorila, y apareciendo frente a Diego como un Ángel Exterminador el día del Juicio Final.

— ¿Alguien está tomando otra vez mi nombre en vano? —musitó Taeyeon en tono agradable, con una ersa sonrisa en el rostro.

Todo el color de sus rasgos, normalmente rubicundos, desapareció, asemejándose de forma asombrosa al cadáver en el que estaba a punto de convertirse.

—Tae... Taeyeon... —balbuceó finalmente.

—Ah, Taeyeon... Qué bien que hayas podido reunirte con nosotros. Por un momento temí que no hubieras recibido mi mensaje.

El colombiano reconoció esas palabras como los últimos clavos de su ataúd y con cierto retraso, intentó liberarse de la trampa. Pegó un salto hacia la puerta, pero Taeyeon le agarró por el cuello y lo lanzó a lo largo del cobertizo, haciendo que el hombre se estrellara contra un par de caballetes.

—Oh, no, nada de eso —reprendió al tipo caído en el suelo. Inclinándose hacia su presa con la gracia de un depredador, observó al proveedor con frialdad—: ¿Sabes? Esperaba algo más de ti, Diego.

Se arrastró desesperadamente hacia atrás, intentando fundirse con los trastos y la basura que llenaban el cobertizo sin apartar los ojos de la Furia vengativa que se cernía sobre él. Incoherencias entrecortadas caían de sus labios cada vez más deprisa mientras Taeyeon se inclinaba y con calma, le levantaba agarrándole por la pechera de la camisa. Diego agitó los brazos en el aire inútilmente, temiendo tocar a la mujer que hervía de furia y que lo sostenía de forma tan poco cuidadosa.

Taeyeon abofeteó con el revés de su mano libre al hombre lloroso, manteniéndole sujeto con un firme agarre de la tela de su camisa. Sus labios arrojaron un lloriqueo, junto con la sangre producida por el golpe.

— ¿Tienes algo que decir en tu favor? —preguntó, estrellando otro golpe sobre su cara. Se oyó el antinatural crujido de huesos haciéndose añicos en la nariz de Diego, y un espumarajo de baba y sangre salpicando la camisa de seda de Taeyeon.

En su visión periférica podía ver a los gorilas asintiendo apreciativamente ante la fuerza del asalto. Sin embargo, Romair permanecía de pie con placidez, con las manos tranquilamente metidas en los bolsillos, como si estuviera esperando a que un socio terminase de hablar por teléfono. Taeyeon sabía que ésta era otra prueba, si se le podía llamar así, para ver cómo trataba a los traidores. Los Massala se enorgullecían de su crueldad, siempre lo habían hecho, hasta que, por supuesto, Taeyeon les ganó en su propio terreno.

— ¿No estás al corriente de los últimos acontecimientos? —inquirió suavemente—. Romair y yo somos ahora compañeros de equipo... — ¡BOFETADA!— Lo que significa, miserable pedazo de mierda... — ¡BOFETADA! —...que lo que es malo para mí... — ¡BOFETADA!—...es malo para él... — ¡BOFETADA!— ¿Entendido?

Una rodilla rápida presionó contra la sección media del colombiano e hizo que éste se doblara. Hubiera vuelto al suelo de no haber sido por la mano de Taeyeon, que lo sujetaba. Un placer familiar, voraz, se abrió paso por sus venas al estudiar los rasgos magullados del colombiano. No le había hecho ni la décima parte de lo que había pensado hacerle, y ya estaba suplicando compasión lastimeramente.

—P-p-po-por favor, para... —tartamudeó Diego, levantando las manos débilmente.

Taeyeon inclinó la cabeza contemplándole.

— ¿Y por qué debería hacerlo? —preguntó razonablemente, tirándole al suelo, donde cayó sin fuerzas—. Estás aquí para venderme... para comerciar con mis rutas de proveedores, mis horarios, los códigos de mis transportes... —un escalofriante crujido acompañó al ruido sordo producido por la bota de Taeyeon contra las costillas de Diego—. ¿Y ahora quieres que no te arranque tu desgraciado pellejo?

—M-m-mi fa-fam-familia... —jadeó.

—Sí, tu familia — Taeyeon se irguió y cruzó los brazos como un maestro disgustado—. Hablemos de tu familia.

—No les hagas da-daño.

Un gruñido de rabia se apoderó de los dibujados rasgos de Taeyeon.

—No voy a tocar a tu familia, Diego. No es mi estilo. Ya conoces las reglas: TÚ me fallas, TÚ pagas el precio. Pero hablemos de lo que pasará con ellos después de que te arranque tu corazoncito de ladrón.

—Nnnoooo... —suplicó.

La estupidez de ese cuadro surrealista alcanzó a Taeyeon de golpe, y se detuvo involuntariamente. Por primera vez en su vida, el clamor de su sistema por la sangre de otros pareció huir; no dejando en su estela nada más que una anhelante, silenciosa tristeza. "¿Así es como ibas a arreglar las cosas?", una voz demasiado familiar se abrió camino en sus pensamientos, "puedes pensar que has cambiado, Taeyeon... pero en el fondo... sabes que entregar Massala a la DEA es simple... aún son negocios como los de siempre... Para arreglar las cosas de verdad, para detener este horror que es tu vida, tienes que hacer frente a algunas cosas realmente desagradables sobre ti misma... Y nunca habías tenido una razón para ello hasta ahora".

—Tiffany... —susurró casi inaudible.

La sutil fuerza de las emociones que esta mujer invocaba en ella era más fuerte de lo que parecía, casi lo suficientemente fuerte como para hacer que bajara el acero bruñido de la Sig Sauer que apuntaba a la cabeza del lloroso Diego. A pesar de sus sentimientos, estaba medio convencida de que Tiffany no era nada más que una aparición divina enviada desde el Cielo para atormentarla con visiones de una gracia que nunca podría tener. Amar a Tiffany significaba dejar pasar la rabia que la consumía y comenzar el doloroso pero inevitable camino hacia la curación. Pero el condicionamiento y diez años de una vida vivida en el ocaso podían más que ese sentimiento naciente, y un velo rojo cayó sobre la palidez de sus ojos.

—Empezaré a curarme mañana... —murmuró salvajemente.

En el impacto, la bala deshizo la cabeza de Diego en minúsculos fragmentos, salpicando por todo el cobertizo cualquier esperanza o sueño que el colombiano pudiera haber tenido.

Para Taeyeon, fue la señal para lo que pareció el Armageddon. El chirrido de cristales rompiéndose y el rugido de fuego automático rodearon a la mujer sombría desde todos los lados. Instintivamente, se tiró sobre el suelo de cemento, cayendo con dureza sobre un codo, con sus pensamientos enfocados solamente en permanecer viva el tiempo suficiente para matar a quien quisiera que estuviera detrás de todo esto. Utilizando el cuerpo de Diego como escudo, fue avanzando lentamente hasta una posición protegida tras unos cajones apilados de cualquier modo. Mirando por encima, observó una ventana lo bastante grande como para servir de escape, pero eso significaba exponer su espalda para poder pasar por ella, sin tener en cuenta el atravesar el cristal. Dio un salto para responder al fuego que intentaba acribillarla. "¿Por qué no se abalanzan sobre mí directamente...?", se preguntó. Entonces, vio a Romair y a su gorila disparando a cuatro de los invasores de traje negro. "¿Qué demonios...?". El sonido de madera astillándose a su derecha concentró toda la atención de Taeyeon en el rechazo del inminente ataque, y con calma, embutió dos balas en el cuerpo de su agresor. Girando sobre sí mismo como consecuencia del impacto, éste se desplomó contra el suelo, a sus pies, y ella recogió su arma. "No es una Uzi... esto es muy raro", le advirtió su mente distraídamente. "Muy bien... Igualemos un poco las posibilidades". Alimentada por pura adrenalina, esquivó con destreza la lluvia de balas y de cristales rotos, agachándose y rodando hasta llegar junto a Romair.

—Desde luego, sabes cómo organizar una fiesta salvaje —gruñó entre dientes, salpicando a sus asaltantes con varias ráfagas y haciendo caer a varios de ellos.

—Te puedo asegurar que estos no estaban invitados en absoluto —replicó Romair con tono grave, liquidando a un pistolero que se aproximaba.

— ¿Ah, no? —gruñó ella, agarrándole por el brazo y arrastrándole detrás de la endeble cobertura de los cajones. El gorila estaba claramente derrotado y Taeyeon hizo una mueca cuando los dos cayeron bajo el fuego de las 9mm. —Bueno, parece que somos sólo tú y yo —lanzó una mirada a Romair. Tenía el traje arrugado y la corbata torcida, pero no mostraba nada del miedo cerval de un hombre no acostumbrado a la violencia—. ¿Confías en mí? —dijo arrastrando las palabras.

— ¿Por qué me parece que no tengo elección?

Taeyeon se encogió de hombros, moviendo a ambos con lentitud hacia atrás y acercándose a la ventana.

—Por supuesto que tienes elección: vivir o morir.

El equipo asaltante había disminuido el fuego y estaban examinando el área, buscando a la pareja.

—Obviamente, elijo vivir –bufó Romair, y Taeyeon le dio unas palmaditas en el hombro.

—Buen chico. Muy bien... Yo te cubro... a la de tres, sal corriendo hacia el rincón más alejado. ¿Ves aquella ventana allí arriba? —esperó hasta que él asintió con un gesto antes de continuar—: Mientras yo los contengo, salta por ella. Probablemente, no será la cosa más elegante que hayas hecho en tu vida, pero la caída no te matará.

— ¿Y tú?

—Con suerte, estarán tan ocupados disparándote que podré rodearles por la espalda y alcanzar esa ventana de allí.

—Y entonces, ¿qué?

—A correr como locos. ¿Preparado? — Taeyeon tomó posiciones y rápidamente esbozó una oración a lo que quisiera que la hubiera mantenido a salvo tanto tiempo—: Uno... dos... tres... ¡YA! —con una velocidad asombrosa, entró en la línea de fuego, atrayendo la atención de los hombres que los buscaban y apañándoselas para reducir el número de atacantes a dos con controladas ráfagas. Romair saltó en dirección opuesta, su cuerpo elevándose y colisionando torpemente, pero con éxito, contra la ventana. Automáticamente, los hombres de negro cambiaron el objetivo de sus disparos hacia el individuo que se escapaba, y Taeyeon corrió hacia la ventana lateral. "Cómo no, la única ventana que aún no está rota. Mierda, esto va a doler", gimió mentalmente al tiempo que comenzaba el salto que la llevaría a la libertad. Girando en el aire para dar primero con los pies contra la ventana, la estridente rotura atrajo de nuevo el fuego hacia ella, y todo lo que pudo hacer fue rezar para que nada acertara en su espalda desprotegida. Las balas agujerearon el marco de madera de la ventana, y una de ellas rozó el brazo de Taeyeon, arañando la carne con un dolor penetrante.

Dando una voltereta, Taeyeon sabía que ahora sus mayores adversarios eran los irregulares fragmentos de cristal que se esparcían a su alrededor. Su camisa de seda ya estaba hecha jirones, pero menos mal que la piel demostró ser algo más duradera. "Tendría que haberme puesto el chaleco", pensó sardónica, cayendo con una limpia flexión y una voltereta que hubieran sido el orgullo de Jackie Chan. "¿Pero quién sabía que iba a hacer de especialista?". Poniéndose de pie, echó a correr hacia la cobertura protectora de la oscuridad. Unos pocos disparos sin éxito la siguieron, pero tuvo la sensación de que esos tipos habían abandonado todo seguimiento. Con todo ese equipo antiaéreo, no es que fueran precisamente vestidos para una persecución urbana. Taeyeon bendijo ese poco de buena suerte mientras corría haciendo un recorrido enrevesado a través de callejones y edificios ocupados ilegalmente. Intoxicada por la adrenalina y la furia, Taeyeon era una sombra llena de ira que viajaba con destreza a través de la noche. Finalmente, alcanzando la seguridad del Boxster, se deslizó en su confort cubierto de piel, respirando pesadamente.

La precariedad de su situación borró por completo cualquier pensamiento lúcido de su mente. Funcionaba sólo por instinto, un animal intentando desesperadamente preservarse a sí mismo, y todas las formidables habilidades de Taeyeon se concentraban ahora en esta tarea. Pilotó el Boxster sin luces a lo largo de varios bloques, para dejar todavía un poquito más de espacio entre ella y el lugar de la emboscada. La policía estaría por todas partes en cuestión de minutos. De hecho, ya podía oír el gemir de las sirenas aproximándose. Tomando deliberadamente una ruta menos directa para mantenerse fuera del camino de los vehículos de emergencia, encendió las luces y comenzó el largo viaje de vuelta a la seguridad.

 

 

 

 

 


Hey!! aquí les dejo otra actualización!! quizás a la tarde les deje otra!! Un abrazo!! 
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Comments

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pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*