Cinco.

L U C I F E R R I S I N G

CINCO

Desangrándose sobre las rizadas olas, el sol hizo su ostentoso debut sobre la línea del horizonte ignorado por una de sus más devotas espectadoras. Muchas veces Taeyeon había sido testigo de la impresionante vista que llenaba las enormes ventanas de su habitación, pero hoy toda su atención estaba centrada en la forma silenciosa e inmóvil de Stephanie Mi Young Fitz. Había tenido serias intenciones de contemplar el amanecer con la mujer de pelo rojo en su cama... "Desde luego, esto no era lo que tenía en mente", pensó irónicamente, su media sonrisa torciéndose en una mueca, mientras observaba a la mujer en la cama.

—Quedará como nueva. Ni siquiera una cicatriz— le aseguró la figura vestida con ropa deportiva mientras se quitaba unos guantes de látex y los echaba en su maletín. — La bala le ha rozado el costado, eso es todo. Toda esa sangre era de una herida superficial. No hay daños graves, pero estará bastante molesta durante unos cuantos días. Intenta que no se mueva demasiado para que no se le salten los puntos. Volveré a quitárselos en una semana más o menos.

—Gracias, Stephen—. Taeyeon sacó un sobre blanco de su bolsillo trasero y se lo alargó al médico. No hizo ningún comentario sobre el contenido del sobre, diez mil dólares en billetes nuevos de cien, al igual que el doctor no había hecho ninguno sobre la mujer herida a la que había acudido a tratar saliendo de un sueño narcótico que la llamada de Taeyeon le había obligado a abandonar.

—Una semana ¿eh?— La pregunta de Taeyeon lo sacó bruscamente de su extraña nostalgia.

Sus ojos parecían preocupados mientras examinaba, una vez más, a la mujer en la cama.

—Estará bien, te lo prometo. Toma, dale dos cada cuatro horas si el dolor es intenso. Y esto debería prevenir cualquier infección— le lanzó dos botes que ella cogió hábilmente.

—Estás un poquito mejor preparado estos días ¿eh?— bromeó sujetándolas en alto.

—Un poquito. Ahora acompáñame a la puerta de este monstruo de casa y déjame dormir un poco— replicó.

 

"Au, au, au, au, au, au...". Tiffany se encontró tristemente devuelta a la consciencia por un dolor punzante en su costado. Recordaba con viveza el aroma especiado de Taeyeon llenando sus pulmones, anticipando el ligero roce de los labios de la mujer mientras comenzaban a descender sobre su boca, y entonces... "nada"... excepto ese dolor agudo.

"Alguien me disparó...", la reportera se estremeció, intentando acomodar su mente a la innegable comprensión. "Lo que significa que alguien disparaba sobre Taeyeon... ¿Consiguieron...?". Sus tumultuosos pensamientos se tranquilizaron ante la visión de la mujer deslizándose en la habitación, evidentemente entera e indemne. Se había cambiado de ropa y llevaba una camisa suelta y un par de Levi’s gastados y descoloridos, que hacían tanta justicia a su esbelta forma como la falda de piel. Iba descalza, pisando suavemente en la gruesa moqueta burdeos. "¿Moqueta burdeos?... O este es el hospital más ostentoso que he visto en mi vida... o no estamos en un hospital...".

—Hola— dijo Taeyeon suavemente—. Me alegra ver que sigues entre los vivos.

—No tanto como yo— dijo Tiffany con voz ronca.

—Bebe un poco de agua— Taeyeon le acercó cuidadosamente un vaso bastante pesado.— No demasiada— advirtió cuando Tiffany bebió ávidamente el líquido, aliviando la dolorosa sequedad de su garganta. El agua fría golpeó con fuerza en su estómago, casi volviendo para arriba y causando una arcada. — Despacio... — Notó las manos frías de Taeyeon contra su piel húmeda, tranquilizándola con una ternura que Tiffany jamás imaginó que la rubia pudiera poseer. — Toma esto para el dolor. Ayudarán— dijo haciendo que tomara dos píldoras y acomodando a la pequeña mujer otra vez sobre la almohada.

—Gracias— Tiffany asintió mientras el mareo cedía. — Mmm... ¿Taeyeon?— preguntó, sus ojos girando alrededor de la habitación, abarcando el panorama del majestuoso océano frente a ella y la sencilla elegancia del mobiliario. — Esto no es un hospital ¿verdad?

—No, — la mujer sombría rió, colocando el vaso y el frasco de las píldoras sobre la mesita de noche— ésta es mi habitación.

Confundida, Tiffany preguntó:

— ¿Por qué no me has llevado a un hospital?

Taeyeon frunció los labios, como contemplando cómo contestar a la mujer herida. Finalmente, dejó escapar un profundo suspiro.

—Porque tienen que informar de las heridas de bala.

—Exacto. Así es como pillan a los malos.

Una sonrisa triste apareció en los labios de Taeyeon mientras asentía.

—Lo sé. Pero ése es el problema, ya ves— parpadeó, apartando la mirada de Tiffany y estudiando el sol que ya había salido por completo e inundaba la habitación con su calor. — Soy considerada como uno de los malos, Stephanie Mi Young. Y, francamente, ahora mismo no me puedo permitir llamar la atención.

Los ojos café de Tiffany se abrieron con sorpresa, asimilando con un shock la brutal honestidad de la mujer. Había esperado evasivas, excusas sobre cómo que no había tiempo de llevarla al hospital. Cualquier cosa menos la verdad... "Umm... ¿y ahora qué digo?".

Unos tranquilos ojos negros se centraron en ella de nuevo.

—Tu herida no es muy grave. Quiero decir, tratándose de una herida de bala. Te ha rozado el costado. Tendrás molestias durante unos días pero aparte de eso, estás bien.

—Lo sabía, ¿sabes?— dijo Tiffany suavemente.

Sorprendida por el non sequitur, Taeyeon levantó una ceja inquisitivamente.

—Que eres uno de los malos. O por lo menos, que eras uno de los malos.

Ahora los ojos negros palidecieron sorprendidos.

— ¿Qué quieres decir?— preguntó con recelo.

Fue el turno de la reportera de sonreír con tristeza. Decidió que una cantidad razonable  de honestidad sería mejor táctica. También aliviaría su creciente sentimiento de culpa por mentir a esta mujer. Este sentimiento había empezado en el Club, cuando se dio cuenta de cuán real era la atracción entre las dos, y había ido aumentando según conocía más cosas de Taeyeon.

— ¡Vamos! Durante un tiempo no es que te mantuvieras en la sombra… ¿No apareciste en la portada de Time con un titular del estilo "Diosa de la Mafia" o algo así?

—Newsweek — Taeyeon contestó débilmente, frotándose el puente de la nariz. — ¿Es por eso por lo que te acercaste a mí? ¿Buscando emociones fuertes?

—No— se apresuró a asegurarle Tiffany. — No— repitió, esta vez más suavemente y negando con la cabeza. — Tu nombre me sonaba familiar, pero no fue hasta que llegamos aquí que lo relacioné. No has sido precisamente comunicativa sobre cómo te ganas la vida y esta casa no es barata. "Y tampoco lo es tu ropa, tu coche o tus perros de pura raza".

Tiffany no estaba segura, pero hubiera jurado que Taeyeon parecía "¿...aliviada...? Na, no puede ser...", con sus palabras. Sin embargo, la rubia asintió, aparentemente aceptando su explicación. Se volvió como para irse y entonces regresó junto a la cama.

— ¿Lo sabías? ¿Y aún así querías qué...?— sus palabras se desvanecieron.

— ¿Me besaras?— Una sonrisa que la mujer del pelo color rojo no pudo controlar se abrió en su rostro y se reflejó en la mueca de respuesta de Taeyeon. — Dios... que si quería... Espero no haber perdido mi oportunidad para siempre.

Taeyeon no respondió a la pequeña broma. En su lugar, se dio la vuelta de nuevo para marcharse, pero regresó junto a la cama una vez más.

—El médico ha dicho que deberías tomártelo con calma durante los próximos días... y... me sentiría mucho mejor si te recuperas aquí. Tómatelo como unas vacaciones gratis. Podrías escribir, contemplar el océano y relajarte— se detuvo un momento para observar la cara alarmada de Tiffany. — Por supuesto, serías libre de ir y venir cuando quieras...— aseguró a la pequeña mujer.

— ¿Por qué?— Tiffany preguntó sencillamente.

La mujer pelirroja podía ver destellos de pensamiento brillando y moviéndose tras los ojos de Taeyeon. Después de un silencioso debate interno finalmente contestó.

—Porque necesito algunos días para asegurarme de que nada de esto te sigue.

Esa verdad terrible se hizo evidente en el dolor punzante del costado de Tiffany, dándose cuenta, de pronto, del peligroso juego que estaba jugando con Kim Taeyeon. El derramamiento de sangre era una consecuencia inevitable de la vida que llevaba esta mujer, y Tiffany se había auto-invitado a la fiesta. La gente que perseguía a Taeyeon no se preocuparía por una baja fortuita como la de Tiffany. "Y entonces, ¿por qué ella sí?".

— ¿Puedes hacer eso? ¿Asegurarte de que no vuelven por mí?

—Probablemente no lo harán en ningún momento. En lo que a ellos respecta eres simplemente una mujer con la que ligué en el bar. Pero querría estar segura— Taeyeon contestó átonamente.

Un silencio pesado se situó entre las dos mientras Tiffany jugaba nerviosamente con la gruesa colcha y Taeyeon contemplaba la vista del océano. Un frío negro se volvió hacia Tiffany encuadrado en una mirada solemne.

—Me... me gustas, Tiffany. No soportaría que... te pasara algo... malo... Especialmente por mi causa—. Una pequeña mueca curvó los extremos de su boca— Y me gustaría otro intento en eso de los besos— añadió suavemente, bromeando.

Una risa sofocada subió por la garganta de Tiffany, creciendo en fuerza al ver la sonrisa de la rubia abrirse completamente sobre su rostro.

—Ah... por fin has revelado tus verdaderas intenciones.

—Tienes razón. Todo esto ha sido una encerrona para conseguir meterte en mi cama.

"Podría haberte dicho que no tenías por qué haberte tomado tantas molestias", replicaron los pensamientos de Tiffany. Dijo en voz alta:

—No me gusta criticar pero, ¿no te parece que esto es un poquito exagerado?— indicó su postura. — Quiero decir, has conseguido tus objetivos, estoy tumbada sobre mi espalda y....— levantó las sábanas y echó una mirada debajo— Sip... estoy desnuda. "¿Estoy desnuda?”

Taeyeon sonrió al furioso rubor sobre los pálidos rasgos de Tiffany.

—No miré. Bueno, no mucho...— Levantó las manos para defenderse contra la mirada amenazadora lanzada en su dirección. — Hey... no pude evitarlo. Tenía que quitarte el vestido para examinar la herida—. Se detuvo y entonces añadió maliciosamente— No es culpa mía que no llevases ropa interior.

— ¡HEY!— protestó Tiffany — No es que tuviera mucha elección. ¿Viste el corte en la espalda de la cosa esa?—. El cálido brillo de los ojos de Taeyeon le dijeron a la reportera que sí, en efecto, la mujer rubia había notado y apreciado todos los efectos especiales de la creación de Vera Wang. Una ligera tensión se posó agradablemente sobre su cuerpo contrastando dulcemente con el latido de su costado. — ¡Vaya!— dijo por fin— Supongo que es por esto por lo que las madres te dicen que no salgas de casa sin ropa interior limpia.

—Bueno, la tuya tenía que haberte dicho que debías asegurarte de que no salías de casa sin ropa interior, punto— rió Taeyeon.

—Claro, tú ríete. La herida aquí soy yo.

Inmediatamente Taeyeon se puso seria.

—Lo siento tanto, Tiffany.

—Ya lo sé. Y aunque nunca me habían disparado antes, y desde luego, espero que no vuelva a ocurrir nunca más, realmente no duele tanto.

—Eso es porque la medicación empieza a hacer efecto.

—Puede ser. Empiezo a verte algo borrosa.

—Antes de que te quedes completamente grogui, dime dónde vives para que pueda mandar a alguien a recogerte algo de ropa. Siento decirlo, pero me temo que la única baja de anoche fue tu precioso vestido.

Cualquier efecto de los sedantes fue inmediatamente contrarrestado por el pánico que inundó las venas de Tiffany ante el pensamiento de Taeyeon en su casa. "Hablando de sucumbir a las llamas... Probablemente acabaría el trabajo que esos tipos empezaron".

—Uh... probablemente no sea una buena idea— Las palabras estuvieron fuera antes de tener una oportunidad para pensar. "Oh, mierda".

La mujer rubia frunció las cejas.

— ¿Por qué no?— preguntó, un tono de recelo asomándose en su voz.

"Piensa, Tiffany, piensa...", aunque empezaba a ser cada vez más difícil mientras el Percodán (analgésico) entraba firmemente en su sistema.

—Yo... yo... vivo con alguien. Pero nos estamos separando. De hecho, se supone que él tendría que haberse ido el próximo fin de semana. Y probablemente es mejor si voy yo misma. O dará por sentado que me estoy acostando con quien quiera que recoja mis cosas—. Era una explicación directamente sacada de la segunda novela que había escrito en la facultad. Love's Eternal Longing contaba el tempestuoso romance de Jack y Sonora, y su destrucción a causa de los celos enfermizos de Jack. Pero no creía que pudiera meterse en líos por plagiarse a sí misma. Especialmente dadas las circunstancias de vida o muerte.

Taeyeon, sin embargo, sólo se había fijado en una parte de su exposición.

— ¿Él?— preguntó elevando sardónicamente una ceja.

—Me estaba engañando a mí misma, ¿vale?— improvisó Tiffany. Aunque eso era cierto. La única relación seria que había tenido con un hombre había sido el último intento de ignorar la verdad, y había durado nueve miserables meses. — Él pensó... Yo pensé...— La medicación estaba actuando con plena fuerza, y se deslizó con facilidad en el recuerdo de los dolorosos y difíciles seis meses en los que había intentado vivir una vida que nunca sería la suya.

 

Tiffany se despertó con un sabor como a goma en la boca y un dolor sordo en el costado. Siguieron unos momentos de desorientación mientras intentaba averiguar exactamente dónde se encontraba. "Taeyeon... la casa de la playa... pistola... Oh, claro... ya está". Lentamente giró la cabeza de lado a lado haciendo una mueca ante la dolorosa confusión. No estaba Taeyeon. "Mmm...". Sus sentidos se agudizaron cuando sus ojos encontraron la nota pegada a la jarra de cristal con agua y cubitos de hielo medio derretidos. La letra era sólida y enérgica, y Tiffany se preguntó ausentemente qué sacaría de ella un grafólogo.

"Bebe mucha agua pero no comas nada todavía. He dejado un chándal para ti sobre la silla. Probablemente te quedará un poco grande pero es lo mejor que he podido encontrar en tan poco tiempo. Puedes tomar más píldoras a las 2:00 si las necesitas. Tengo algunas cosas que hacer pero volveré pronto.

T."

—No comas nada... para ella es fácil decirlo. Me muero de hambre— murmuró Tiffany dándose cuenta de que la hamburguesa que se había comido ayer por la noche cuando volvía a casa desde el periódico, hacía tiempo que había desaparecido en su sistema. Hizo una bola con la nota y la arrojó en la mesita de noche. Se mordió el labio mirando la nota arrugada, la volvió a coger y la estiró, dejándola esta vez más suavemente.

—Waterford ¿eh?— comentó, pasando un dedo por la jarra. Se sirvió un vaso de agua y lo bebió lentamente, satisfecha de que esta vez no intentase volver por donde había venido. — Creo que puede que sobreviva de verdad—. Estirando sus rígidos músculos con cuidado, se deslizó del borde de la cama y se puso en pie con cierta vacilación. Aliviada porque sus piernas la sostenían lo suficiente, se encaminó a la silla y se puso el prometido chandal. — ¿Un poquito grande?

Mirando hacia la cama, supo que probablemente debía volver a meterse entre las sábanas y dormir pero, para ser francos, en ese momento le aguijoneaba más la curiosidad que el costado. Por supuesto, no sabía cuándo volvería Taeyeon pero la nota parecía indicar que no sería hasta bien pasado el mediodía, así que tenía algo de tiempo.

—Oooh, Tiffany... muy mal. Te estás portando muy mal...— La pequeña mujer sonrió burlonamente para sí misma mientras caminaba con cuidado hacia la puerta.

El segundo piso se curvaba literalmente sobre el primero, creando una especie de corredor abierto que miraba sobre el salón principal. Dejando el segundo piso para el final, descendió la larga y curvada escalera hacia las habitaciones principales.

— ¿Como vivir en el cielo? Desde luego no estabas de broma— se maravilló Tiffany. Kim Taeyeon parecía odiar las paredes. De hecho, su casa era un testimonio de luz y de aire. Había ventanas por todas partes que, Tiffany determinó tras una rápida investigación, estaban hechas de capas de cristales reforzados.

—Parece que alguien está preocupado porque la gente tire algo más que piedras— murmuró suavemente. Paseó por la planta baja descubriendo, además del salón y varios cuartos de baño, una cocina, un comedor formal, y un gimnasio. La mayoría de las habitaciones tenían acceso a un largo porche que recorría toda la longitud de la casa, y ofrecía la misma preciosa vista que el dormitorio. Un vistazo fuera le dijo a Tiffany que el porche rodeaba una piscina que parecía fría e invitadora a la cálida luz del sol. Todas las habitaciones estaban bellamente decoradas en tonos azules y grises con obras de arte de muy buen gusto sobre las paredes, pero, de algún modo, a la reportera le parecieron remotas y vacías.

—De acuerdo, admito que no ha resultado ser 'Doña Cálida y Detallista', pero el modo en el que habla de este lugar...

Entornando los ojos, subió de nuevo las escaleras y regresó al dormitorio.

—Esto se le parece más— murmuró absorbiendo los vibrantes colores de la habitación. El rico tono burdeos de la moqueta se acentuaba con los tonos perla de las sábanas y el edredón, y las paredes era de un cálido color crema en lugar del brillante blanco que había abajo por todas partes. "Mmm... me pregunto..."

Las habitaciones del segundo piso confirmaron sus sospechas. Aquí era donde Kim Taeyeon vivía de verdad. Una biblioteca contigua al dormitorio estaba llena, desde el suelo hasta el techo, de tomos encuadernados en piel, y de una acogedora serie de sofás y butacas mirando al océano. Un libro, colocado boca abajo en el brazo de un sillón de piel muy usado, y un plato vacío y una taza sobre la otomana frente a él, eran testigos de la reciente presencia de Taeyeon. "Anna Karenina", notó leyendo el lomo del libro. — Esto sí que es una sorpresa.

Un suave olisqueo de sus manos la sobresaltó y dejó caer el libro, que aterrizó con un golpe sordo sobre el sillón. Una vez que se  aseguró de que su corazón aún seguía latiendo, observó al centinela de cuatro patas. El akita se levantó con la cabeza ladeada y una mirada inquisitiva en los ojos.

—Aggie— murmuró—. ¿Por qué creo que Clytemnestra habría aparecido sigilosamente  y me habría pegado un bocado en el culo?

Aggie movió la cola mostrando su acuerdo, ladrando bajito. Saltó sobre el sofá y se puso cómodo, sacando su juguete preferido de alguna parte de las profundidades del mueble, y dedicándose a morderlo. Tiffany rió ante esa imagen de satisfacción, por alguna razón confortada porque la sombría mujer tuviese esos animales.

—Por lo menos se preocupa por alguien.

Dejó a Aggie masticando felizmente y continuó a la siguiente habitación. Era un dormitorio de invitados de un estilo parecido a los de abajo que no atrajo demasiado su atención. Las siguientes dos habitaciones, dos dormitorios y el baño que los unía, tampoco eran demasiado interesantes. Volviendo sobre sus pasos, entró en la habitación situada al otro lado del dormitorio de Taeyeon. Y sofocó un grito ante la vista.

— ¡Premio...!— Un flamante ordenador descansaba sobre un escritorio gigantesco, en cuyas limpias líneas Tiffany detectó la misma mano que era responsable de la preciosa casa en la que ahora se encontraba. El escritorio miraba al océano y le resultó algo más que sorprendente que Taeyeon pudiera sentarse dando la espalda a una puerta.

—Pero este es su refugio. Nadie viene aquí— comprendió con un sobresalto, estudiando la curvada pared externa que proporcionaba ese despejado panorama. Además del escritorio y los archivos, había varias butacas de aspecto cómodo. En una de ellas descansaba una maltratada guitarra que parecía haber conocido días mejores. Un gruñido sordo le indicó que había encontrado a Clytemnestra.

—Uh... hola— Tiffany hizo una mueca viendo como la perra se levantaba encolerizada.— Quizá esto no ha sido tan buena idea— . Comenzó a moverse poco a poco hacia la puerta pero el animal, gruñendo, se colocó entre ella y su meta. — Tranquila... no voy a hacerte daño— mostró las manos abiertas a la perra— y con suerte tú tampoco me harás daño a mí. ¿Te parece un buen plan?— pero el akita continuó gruñendo, mientras Tiffany, poco a poco, se situaba cada vez más cerca. — Qué suerte. Sobrevivo a una bala sólo para que ahora me acabe devorando el Cujo éste—. Puso los ojos en blanco ante lo absurdo de la situación en la que se encontraba. — He tenido que hacer algo terrible en alguna vida pasada para merecer esto. Si fui tan mala, ¿por qué no me reencarné en un contable o algo así?

Tiffany notó que la perra había dejado de gruñir y ahora la estudiaba con expresión maliciosa. Decidiéndose a aprovechar la ventaja, continuó dirigiéndose al animal en tono despreocupado. Parecía que funcionaba bastante bien.

—Quiero decir, de verdad, ¿qué es lo que he hecho que es tan terrible? Quiero conocer a tu dueña un poquito más ¿es eso algo tan malo?

La perra soltó un gruñido profundo pero a Tiffany no le pareció hostil, más bien una respuesta formal a su pregunta.

—Admito que mis motivos son variados pero, ¿sabes?, ella me gusta—. Recordando el 'casi' beso que habían compartido y la intensa excitación que lo había precedido, sonrió ampliamente. — Me gusta de verdad— repitió.

Clytemnestra se acercó, las ventanas de la nariz le temblaban.

— ¿Qué pasa?— Ahora el akita se apretaba contra sus piernas, olisqueando y moviendo la cola con furia.

La pequeña mujer estaba perpleja, ¿por qué la perra de pronto la aceptaba incondicionalmente? Hasta que se dio cuenta de quién era la dueña de la ropa que llevaba.

— ¿Así que te gusto ahora que huelo apropiadamente?—. Hundiendo la nariz en la camiseta que tenía  puesta, pudo distinguir el aroma, cada vez más familiar, de Taeyeon. El suave olor especiado trajo una sonrisa al rostro de Tiffany. — Supongo que esto quiere decir que hoy no voy a ser el almuerzo.

Aparentemente satisfecha ahora que Tiffany había pasado la prueba del olor, Clytemnestra amablemente se retiró a su butaca. Por un momento, Tiffany acarició la idea de huir de la habitación, pero la tentación del ordenador era demasiado fuerte. Si la casa de Taeyeon le había enseñado algo, era que la mujer sombría era una ciudadana entusiasta de la era electrónica. Sospechaba que el ordenador podría decirle un montón de cosas que una conversación casual no podría.

Cuando giraba la silla de piel del escritorio, un furioso ladrido le hizo dar un paso atrás tambaleándose. No se trataba del gran perro tumbado en el rincón, sino más bien de un spaniel de ojos dulces de pie sobre la butaca.

—Por Dios, otro más— gruñó Tiffany sombríamente. No pudo evitar la carcajada que estalló en su garganta al ver al animal frente a ella. — Tú debes ser Pete.

El perro de tamaño medio era claramente un chucho, pero tenía rasgos inconfundibles de spaniel y de sabueso. Tenía el pelo de un negro aterciopelado que casi lo hacía invisible en la butaca oscura. Ojos color chocolate la miraban, valorando si Tiffany tenía la intención de hacerle daño o no. Pete gimió tranquilamente cuando ella le ofreció la mano. Oliéndola una vez, la lamió con cautela mientras meneaba la suave cola.

—Eres un público mucho más fácil que tu colega de ahí— comentó irónicamente Tiffany. — Muy bien, ahora si puedo hacer que te muevas un segundo para que pueda sentarme y saquear el ordenador de esta traficante de drogas, estaré en paz con el mundo.

El perro, obedientemente, bajó de un salto y Tiffany ocupó su sitio en el sillón.

—Oooh... que agradable—. La silla estaba cómodamente gastada en los sitios apropiados e imaginó que la mujer rubia pasaba muchas horas allí. — Vamos a ver... ¿dónde está el interruptor?

La máquina era un Compaq parecido al suyo. Encendió la pantalla rápidamente y aparecieron tres posibilidades etiquetadas 'JLE', 'Restaurante/Club' y 'Juegos'. Pero más abajo, en la esquina derecha, notó una cuarta etiquetada simplemente Taeyeon. Cada carpeta estaba protegida con un password.

—Piensa Tiffany, piensa— recitó su mantra favorito en voz alta. Normalmente acompañaba esta actividad paseando pero el costado estaba empezando a dolerle, y no sabía cuánto más aguantaría sin el tan necesitado alivio narcótico.

— ¿Cuál es el mejor sitio para esconder algo?— pensó durante un momento. — A simple vista. Así que... si esto es a simple vista... ¿cómo entro?... Passwords... Tres carpetas... ¿Qué usa la gente como passwords? Algo difícil de olvidar. ¿Su cumpleaños?

Tecleó el cumpleaños de Taeyeon e inmediatamente se le negó el acceso.

— ¿Qué más? ¿Nombres de familiares?— Por desgracia ninguna de la información que había conseguido sobre Taeyeon mencionaba nada de una familia. Un suave bostezo perruno a sus pies atrajo su atención hacia el negro montón de pelo acurrucado junto a la butaca.

—Na... — dijo negando con la cabeza— De acuerdo, vamos a intentarlo— y tecleó los nombres de los perros en rápida sucesión. Clytemnestra era la llave  de 'JLE', Agamemnon abrió 'Restaurante/Club', y Pete, por supuesto, abrió 'Juegos'.

Ojeó los directorios, averiguando únicamente que Taeyeon tenía montones de propiedades inmobiliarias y, que tanto Monde como el Club, hacían que ganara puñados y puñados de dinero legítimo. Taeyeon parecía tener tantos negocios dentro de la legalidad, que la reportera se preguntó por qué la mujer estaba todavía involucrada en... otras... ocupaciones. La presencia de Romair Massala la otra noche la había convencido de este hecho. Lo único que la carpeta ‘Juegos’ reveló fue que Taeyeon tenía debilidad por los juegos violentos.

—Como si no hubiera tenido suficiente en la vida real— murmuró Tiffany mirando los juegos, que tenían títulos como 'Postal', 'Duke Nuken' y 'Quake'. Sin embargo, uno de los títulos, 'Gender Wars', le hizo soltar una pequeña risita.— Nada, Pete, nada— le dijo al montón de pelo que se había ido acercando poco a poco y que ahora se acurrucaba sobre sus pies.

Volvió a echar un ojo a la cuarta carpeta situada en la esquina del escritorio.

— Taeyeon ¿uh?. Bueno, no tienes más animales, espero— añadió.— Ya he establecido todos los lazos caninos que puedo afrontar por ahora.

Estudió esa única carpeta aún sin abrir.

—Si mi teoría es correcta, aquí es donde está todo escondido—. Pensó durante un momento, intentando recordar todo lo que sabía de Taeyeon. El ácido sentido del humor de la rubia mujer surgió del fondo de su mente.

—No puede ser— sonrió abiertamente tecleando C-R-I-M-E-N en la ventana del password. El ordenador se detuvo un momento y entonces el mensaje mágico flaseó ante sus ojos: 'Abriendo sesión de usuario. Por favor espere...'.

— ¡Bingo!— cantó Tiffany.

Además de los varios servicios on-line también presentes en las otras carpetas, parecía haber tres directorios principales. Uno parecía algún tipo de diario electrónico, el segundo estaba marcado como 'Comunicaciones', mientras que el tercero estaba etiquetado 'Documentación'. Cruzando unos dedos mentales, Tiffany abrió 'Comunicación'.

Y sintió cómo se le cortaba la respiración cuando se dio cuenta de lo que eran esos archivos, y lo que significaban sus contenidos.

Kim Taeyeon todavía trabajaba para la DEA.

 

 

 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*