QUINCE.

L U C I F E R R I S I N G

QUINCE.

Taeyeon había mantenido un silencio hermético sobre el lugar al que se dirigían, diciendo sólo—: Tú lo has querido.

Y había permanecido igual de resoluta en su rechazo a compartir la ducha con ella. Y ahora, mientras el agua fría corría sobre su cuerpo aún excitado, Tiffany admitió en privado que ducharse por separado era la única posibilidad que tenían para lograr salir de la casa esa noche. Sólo pensar en la combinación del agua cayendo, el jabón y las sabias manos de Taeyeon, hacía volar otra ráfaga de fuego por sus venas... “Uau... nena...”, murmuró Tiffany para sí misma, abriendo aún más el grifo del agua fría. Abrazándose bajo el ahora congelado chorro, agitó la cabeza furiosamente para eliminar esas ideas de su mente. “Después, Fany... haremos todo eso después...”, se prometió mientras salía de la ducha y comenzaba a secarse con una toalla.

Secándose el pelo con brusquedad, se deslizó dentro de los vaqueros que Carmina le había lavado y doblado cuidadosamente, y sacó una camiseta del montón en el armario. Se la había metido ya por la cabeza cuando se le ocurrió una idea mejor. Tirando la camiseta sobre la cama, fue hasta el dormitorio de Taeyeon con una sonrisa traviesa en su rostro.

Taeyeon estaba todavía en el baño, se podía oír el silbido del secador de pelo y, más débilmente, su agradable contralto cantando algo inidentificable. El sonido trajo otra sonrisa al rostro de Tiffany cuando se dio cuenta de que no era la única afectada por la calidez que se enroscaba en su vientre. Espiando por la puerta medio abierta del armario, cruzó la habitación y comenzó a husmear a través de las filas de camisas colgadas.

— ¿Buscas algo? —inquirió secamente una voz a sus espaldas.

La cabeza de la reportera dio una violenta sacudida al oírla, golpeándose en el pecho y constriñendo sus pulmones de miedo. Aunque sólo la habían pillado en la más mundana de las actividades, se dio cuenta de que las posibilidades para algo mucho peor aún existían.

— ¡Joder! La próxima vez llama a la puerta, ¿quieres? —dijo Tiffany haciendo una mueca, dándose la vuelta y esperando que su voz no se quebrara.

—Estás en mi armario —señaló Taeyeon, su tono ligeramente cortante. Su dureza hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de la reportera.

—Bueno... sí... — Tiffany echó una mirada a su alrededor—. Je, je, je... Desde luego que sí lo es... Estaba buscando algo que ponerme —hizo un gesto hacia su torso desnudo.

Los ojos de Taeyeon examinaron perezosamente la figura frente a ella, extendiendo un dedo para trazar delicadamente el encaje que protegía sensualmente los pechos de Tiffany. Inspirando bruscamente ante la caricia, Tiffany tomó nota mentalmente para preguntar después a Taeyeon cómo se las había apañado para “adivinar” la talla con tanta precisión.

—No lo sé —dijo Taeyeon arrastrando las palabras—. Como que me gusta bastante lo que llevas ahora — enganchando el mismo dedo en el centro del Women's Secret, sacó a Tiffany fuera del armario.

“La caja fuerte”, comprendió al captar un apagado gris plomo con el rabillo del ojo, “me está apartando de la caja fuerte”. Entonces, su mente fue silenciada por la cálida sensación de las palmas de Taeyeon cubriendo sus pechos, y por el sabor hambriento de su boca descendiendo sobre la suya propia. Taeyeon la besó lánguidamente, minuciosamente, avivando de nuevo el fuego que la ducha fría había sofocado. La reportera gimió, utilizando sus propias manos para apretar más las palmas de Taeyeon contra sus pechos ya totalmente excitados.

—Creía que no querías que llegáramos tarde... —logró decir Tiffany jadeando cuando la boca de Taeyeon comenzó a deslizarse hacia abajo por su cuello.

—Pues entonces no deberías torturarme así —gruñó Taeyeon, con su lengua danzando sobre el pulso frenético en el cuello de su amante.

— ¡Ah!... ¡Oh! —los brazos de Tiffany se enroscaron alrededor del cuello de Taeyeon, notando distraídamente que ésta se había trenzado el pelo—. Ah... creo... que... ¡OH!... soy yo la que... Oh, Dios, sí... está siendo torturada... —gimió cuando los dientes de Taeyeon juguetearon con sus dolorosamente sensibles pezones a través de la fina tela de su sujetador. Las manos de Taeyeon agarraron la gruesa tela de los vaqueros de Tiffany y tiró de ella hacia sí.

Los dientes y labios vagabundos se detuvieron y Taeyeon hundió su cabeza en la delicia del pecho de la mujer del pelo rojo.

—No tienes ni idea de lo que me pasa con sólo mirarte —dijo suavemente, levantando la vista para mirar a Tiffany.

—Si es algo parecido a lo que pasa a mí, creo que me hago una idea bastante clara —contestó Tiffany irónicamente.

—Tienes razón —admitió Taeyeon, sonriéndose—. Bueno... —exhaló profundamente, acariciando por última vez los fuertes músculos del estómago de Tiffany —. Vamos a ver qué te pones —dio un paso atrás, cruzando los brazos y evaluando a su amante—. Una camisa, ¿eh?

—Sip.

— ¿Ya se te han acabado las nuevas?

—Nop —unas cejas claras se fruncieron formando una pregunta sin palabras—. Me gustan más las tuyas. Huelen... bueno... a ti.

Eso provocó un ligero sonrojo en la mujer rubia, que dejó caer los brazos en señal de rendición e hizo un gesto a Tiffany para que se acercara al armario: —Sírvete tú misma —sonrió.

Tiffany caminó de vuelta hacia el armario, notando que Taeyeon no hizo ningún movimiento para seguirla. Sacó una camisa negra y la sostuvo delante de ella. Echó una mirada dubitativa a Taeyeon, que negó con la cabeza ante el color oscuro contra la piel clara de Tiffany. Varias otras camisas fueron desechadas en este intercambio silencioso, hasta que encontró una camisa Oxford blanca y muy usada, con rayas verdes que la atravesaban. Viendo a Taeyeon sonreír ampliamente cuando la sostuvo en alto, Tiffany se rió y proclamó en broma: — ¡Tenemos un ganador, amigos!

Era un poco más pequeña que alguna de las otras camisas que había visto y pudo meterla fácilmente en los vaqueros. La dejó abotonada baja, liberando el largo de su pelo rojo del cuello: — ¿Qué te parece?

—Estupenda —replicó Taeyeon con una sonrisa—. Me da la sensación de que debería cambiarme —miró a su indumentaria dubitativa.

Tiffany examinó despacio la forma oscura de su amante. Taeyeon llevaba una camiseta blanca sin mangas y unos vaqueros gastados que se adaptaban con familiaridad a la forma de sus poderosas piernas. Las costuras deshilachadas en los bolsillos y un pequeño desgarrón en la rodilla, indicaron a Tiffany que eran sus favoritos desde hacía mucho. A la reportera le gustó la última encarnación de la mujer rubia que estaba contemplando: —Estás absolutamente preciosa.

Taeyeon soltó una carcajada burlona: —No.

—Oh, sí... —la contradijo Tiffany, eliminando la distancia entre ellas—. Pareces la perfecta chulita, todo vaqueros ajustados y actitud hosca —en su mente podía ver con facilidad a una Taeyeon más joven e incluso más desafiante, luciéndose en el bar de Nickie o pasando con la Triumph haciendo un ruido infernal, libre del asfixiante agarre de su madre.

Una ceja rubia se alzó escéptica—: Na, los macarras de verdad llevan botas, no zapatillas deportivas —bromeó Taeyeon—. Ni siquiera llevo calcetines.

Permanecía sólo a un pelo de distancia de su amante y podía sentir profundamente en su estómago la conexión que la unía a Taeyeon. Su fuerza casi la dejó sin aliento, y se maravilló por cómo esta mujer le afectaba como nada que hubiera conocido antes.

—Bueno, iba a decir que a tu ropa le faltaba algo... pero no son las botas.

Una perezosa medio sonrisa se extendió sobre el rostro de Taeyeon: — ¿Y qué es?

—Esto... — Tiffany levantó la mano y se quitó el diamante de su oreja izquierda, deslizándolo hábilmente en el agujero vacío del lóbulo derecho de Taeyeon —. Perfecto— rió, dando un paso atrás para admirar su trabajo—. Espera... una cosa más —giró alrededor de su amante y liberó la melena de Taeyeon de su confinamiento—. Mucho mejor —murmuró, pasando sus dedos por su rubia abundancia.

Taeyeon se dejó mimar pacientemente, una mirada inescrutable en sus ojos—: ¿Has terminado? —preguntó cuando las atenciones de su amante se hicieron más lentas y se convirtieron en pausadas caricias.

—Nunca —susurró Tiffany, besando su línea favorita a lo largo de la clavícula de Taeyeon.

—No estás haciendo esto nada fácil —musitó Taeyeon con aliento irregular, su cuerpo respondiendo a la sensual atención.

El beso terminó abruptamente, haciendo volver a Taeyeon con brusquedad del umbral de un lugar deliciosamente cálido. Parpadeó abriendo los ojos para enfocarlos en su amante, que se mordía el labio pensativa, con una ligera insinuación juguetona en su sonrisa

—Tienes toda la razón —asintió Tiffany contundente—. ¿A qué esperas? Vamos.

Para sorpresa de la reportera, cuando llegaron a la cocina Taeyeon llamó con un silbido a los perros y le dijo a Pete que se quedara. La pequeña bestia lloriqueó suplicando ser incluido, clavando unos tristes ojos marrones en su dueña.

—Oh, venga, vamos, Tae. No puedes dejarle aquí.

Taeyeon ladeó la cabeza levantando una ceja al chucho, que movió la cola ansiosamente.

—Pete —advirtió—. Sabes que lo único que harán será mangonearte. ¿Recuerdas la última vez que fuimos a ver a Cassandra? —Clytemnestra ladró con aprobación y Pete bajó la cabeza un poco—. Ajá —asintió Taeyeon —. No quiero que vuelvan a usarte como un mordedor —dijo seriamente, agachándose para rascar un par de caídas orejas. Tiffany observó todo el intercambio con una apenas disimulada diversión ante la gravedad del tono de la mujer rubia—. Pero si prometo traerte una bolsa enorme llena de sobras, ¿te quedarás? —Pete ladró para mostrar su acuerdo—. Buen chico —un último rascado detrás de las orejas y Taeyeon estuvo de pie otra vez, poniendo los ojos en blanco ante la carcajada que se le escapó a Tiffany —. Se disgusta si le dejamos solo —dijo Taeyeon a modo de explicación mientras abría la puerta de atrás del Explorer para que entraran los Akitas.

Sinceramente, Tiffany prefería el Explorer al poderoso Porsche que Taeyeon conducía normalmente. El Explorer estaba cómodamente descuidado, con restos apenas visibles de pelo de perro en las alfombrillas, y algunos objetos de camping y toallas de playa disputándose el sitio en el espacioso interior. El Boxster, e incluso el Jaguar que descansaba silenciosamente en el garaje, eran más bien parte del aura que Taeyeon creaba para gente como Romair Massala. Aunque sabía que la inquietante traficante de drogas y su risueña amante de ojos negros eran meramente diferentes aspectos de la mujer de la que Tiffany se iba enamorando profundamente, la reportera no podía evitar desear que Taeyeon pudiera dispersar todas las sombras que todavía envolvían su vida.

Los treinta minutos de viaje pasaron rápidamente, y pronto estuvieron entrando por un sendero arenoso que conducía a un restaurante de aspecto destartalado que estaba situado directamente en la playa. Los sonidos de risas y música llegaban fácilmente hasta ella desde el porche, y se sorprendió al ver el número de coches aparcados en la arena sin orden ni concierto alrededor del edificio. Los perros brincaron alegremente cuando Taeyeon les dejó salir del Explorer, pero permanecieron obedientemente al lado de su ama. —Muy bien, chicos — Taeyeon acarició la piel de Aggie—. Id a buscar a Cassandra.

Los perros ladraron con aprobación, se lanzaron alrededor del edificio y se perdieron de vista. Un ladrido les dijo que los perros habían encontrado lo que buscaban. Momentos después, Tiffany vio tres formas blancas corriendo a lo largo de las olas.

—Son de la misma camada —explicó Taeyeon.

—Claro... Agamemnon, Clytemnestra y Cassandra. Pero, espera, ¿no terminaron matándose unos a otros?

—En realidad, según la mitología griega, Clytemnestra mató a los otros dos, y después su hijo la mató a ella —corrigió Taeyeon, tomando la mano de Tiffany en la suya.

— ¿Y les pusiste sus nombres a tus perros? —y aunque Tiffany agitó la cabeza con incredulidad, una sonrisa creció en su rostro ante la intimidad del gesto de Taeyeon.

—Fue idea de Heechul —dijo Taeyeon encogiéndose de hombros, recordando el brillo en los ojos de su compañero mientras miraban a los cachorros de Akita retorciéndose en la cesta de mimbre. Había decidido regalarle a María un perro por su cumpleaños porque nunca había tenido uno cuando era pequeña. “Todas las familias necesitan un perro, Ángel... Te dije que iba a tenerlo todo: esposa, niños, una casa... también tengo que tener un perro.” Arrastrando a una resacosa Taeyeon a casa del criador, había estado hablando con gran excitación de los mejores aspectos de los Akita: lo leales y confiables que eran, y también unos buenos perros guardianes. Sólo escuchando con media oreja mientras él y el criador discutían sobre lo mejor de la camada, Taeyeon había dejado caer su cuerpo dolorido al lado de la cesta jugando con tres cachorros. Sus gracias incluso habían traído a su rostro la sombra de una sonrisa mientras el más seguro del grupo se liberaba de su hermano y de su hermana y trastabillaba hasta el regazo de la mujer oscura. Taeyeon rascó vacilante las orejas del cachorro mientras el Akita se abalanzaba como una fiera sobre la mano libre de Taeyeon. Levantó la vista tímidamente para encontrarse a su compañero con una divertida mirada clavada firmemente en ella.

—Así que te llevaste uno también, ¿eh? —bromeó Tiffany.

—Me llevé dos —contestó Taeyeon —. Era Clytemnestra la que se me tiró a la mano. Ella era realmente lo mejor de la camada, y el caso es que Aggie, como que iba con ella. El criador decía que eran inseparables. El par de veces que había intentado separarlos, ambos habían formado tal escándalo, que incluso había asustado a algunas personas que habían querido comprar a Clytemnestra. No quería separarlos, pero parecía que no iba a tener otra opción. Heechul no podía llevarse a los dos cachorros, así que terminó quedándose a Cassandra.

— ¿Te quedaste con los dos para que pudieran estar juntos?

Taeyeon se encogió de hombros con indiferencia, pero no pudo evitar el bonito rubor que subió desde su garganta—. Bueno... sí... Aggie parecía tan triste sentado en la cesta mientras jugaba con Clytemnestra. Pensé... qué coño, que así podrían hacerse compañía cuando yo estuviera fuera.

—Eso es muy dulce —viendo el ceño fruncido de Taeyeon, Tiffany estalló en carcajadas—. Oh, vamos, Kim. Eres taaaan arisca... Claro, que esto no me está mostrando nada que yo no sepa ya.

— ¿Y de qué se trata? —preguntó Taeyeon con una mal disimulada sonrisita, haciendo que se detuvieran frente a una señal hecha con gastados trozos de madera arrastrados por el mar hasta la playa, en la que se leía: Barrido del Mar. A pesar de las miles de cosas que podía haber dicho para seguir con la broma, Tiffany optó por una verdad pura y dura que dudaba que Taeyeon se hubiera permitido oír alguna vez.

—Tienes buen corazón. Lo que pasa es que lo mantienes demasiado encerrado dentro de esa actitud glacial para que nadie, incluyéndote a ti, pueda llegar a verlo nunca.

Ante estas palabras tan dulces Taeyeon se quedó totalmente inmóvil, maravillada por cómo esta mujer podía ver a través de ella con tanta facilidad. Parecía que Tiffany podía ver exactamente todo de lo que había sido capaz Taeyeon y después, sacar a la luz la ternura que Taeyeon pensaba que había enterrado muy profundamente dentro de sí.

—Ven aquí, tú... —dijo la mujer rubia, abrazando con fuerza a Tiffany. Acomodándose cada una en los brazos de la otra, una tranquila calidez rodeó a la pareja, haciéndolas totalmente ajenas a las miradas curiosas de los clientes que salían y entraban del restaurante.

Un profundo suspiro atravesó el cuerpo de Taeyeon mientras susurraba suavemente: —Es absolutamente imposible que alguna vez pueda merecer la mirada que hay ahora mismo en tus ojos, así que simplemente daré gracias a lo que sea que haya arriba porque estás ahora aquí conmigo.

Tiffany sonrió y depositó un beso dulce sobre su mejilla. —Estás equivocada... —hizo alzar la cabeza a Taeyeon para que sus ojos se encontraran—. Te mereces esto y mucho más.

Sus labios se enredaron una vez más en un tierno intercambio que era una promesa para esa noche y muchas más que tendrían que venir. Un sordo retortijón del estómago de Tiffany las sobresaltó e hizo que se separaran.

—Hablando de corta rollos... — Taeyeon puso los ojos en blanco.

— ¡Hey! —la pelirroja golpeó alegremente, con el dorso de la mano, el liso abdomen de Taeyeon —. ¿Qué puedo hacer si has hecho que se me abra el apetito?

—Así que es culpa mía, ¿no?

— ¡Absolutamente! —declaró Tiffany —. Esta es mi versión y a ella me agarro.

Taeyeon se echó a reír de la pura alegría de estar en presencia de la pelirroja. Sin darse cuenta, Tiffany había arrullado, hasta dormirlos, los demonios que mantenían el alma de Taeyeon bajo sus garras. Y había mostrado a Taeyeon una visión fugaz de lo que podía haber sido su vida sin la Agencia o todos los recuerdos que marcaban sus sueños. La gloriosa visión llenaba a la ex agente con una intensa necesidad de sentir más, y sabía sin ninguna duda que Stephanie Fitz era una droga mucho más adictiva que ninguna de las que ella hubiese vendido jamás. La mera idea de intentar apartarse de ese poco tiempo de gracia que Tiffany le aportaba, era horrenda, y un escalofrío recorrió su cuerpo ante tal pensamiento.

— ¿Estás bien? —el movimiento no había pasado desapercibido para Tiffany, que todavía descansaba entre sus brazos.

—Absolutamente —se hizo eco Taeyeon—. Parece que yo también tengo apetito.

Tiffany se dio la vuelta en el círculo de su abrazo, de modo que ahora uno de los brazos de Taeyeon rodeaba sus hombros con tranquilidad. En lo que concernía a la reportera, se iba a quedar ahí toda la noche, al diablo las apariencias. Estaba en compañía de la mujer más bella, fascinante y sensual que había conocido nunca y, con franqueza, a Tiffany le importaba un soberano bledo quien lo supiera. “A mamá le daría un ataque... Y a papá le daría un paro cardiaco.” La visión de la cara de consternación de sus padres trajo una mueca diabólica a su rostro y se permitió una pequeña risa a sus expensas.

La pareja dio los primeros pasos hacia las escaleras de madera de la entrada principal cuando la señal de madera captó la atención de Tiffany: — ¿Barrido del Mar? ¿Arrastrado por el mar? —preguntó.

—Sip —asintió Taeyeon —. La historia cuenta que hace cientos de años un barco pirata se hundió aquí, y que el botín está todavía enterrado en alguna parte bajo las dunas. Se supone que el cartel es de los restos del propio barco.

Tiffany miró la madera dubitativa—: ¿Y qué sirven aquí?

—Pan rancio y grog —contestó Taeyeon llegando arriba de las escaleras.

El estómago de Tiffany sonó ruidoso—: Será mejor que no —dijo entre dientes.

Ignorando el ceño fruncido de su amante, Taeyeon se detuvo ante el lugar del maitre y se dirigió a un atractivo joven vestido con una camiseta gris y unos vaqueros de aspecto cómodo. —Marco —saludó con la cabeza, sonriendo—: ¿Cómo estás?

“Muy bien... obviamente, hemos estado aquí antes”, pensó Tiffany.

El joven pareció encantado de ver a Taeyeon, y respondió con una amplia sonrisa—: Estoy muy bien, señora Kim. Gracias —paseó la mirada entre las dos mujeres—. ¿Mesa para dos esta noche?

Taeyeon asintió—: Sí. ¿Está María por aquí?

El chico abrió la boca para replicar, pero una voz detrás de las mujeres interrumpió: —Por supuesto que estoy por aquí. ¿No lo estoy todas las noches? Claro, que si te dejaras ver más que una vez de vez en cuando, probablemente lo sabrías.

Tiffany se dio la vuelta para encontrarse con quien hablaba: era una pequeña mujer latina con unos ojos risueños y una cascada de pelo oscuro cayéndole sobre los hombros. Iba vestida informalmente, con unos pantalones azul oscuro y una blusa de manga corta de color crema que resaltaba el tono oliváceo de su piel. Taeyeon se movió hacia la diminuta mujer, levantándola en un gran abrazo y dándole vueltas alrededor de la entrada.

— ¡Bájame! —protestó María sin mucha convicción.

Taeyeon la dejó suavemente en el suelo, encantada de ver a su amiga—: Lo siento, he estado un poco descuidada... pero las cosas...

—Sí, has estado muy ocupada. Claro, claro, claro... — María desestimó sus excusas con un gesto de la mano—. La misma historia, un día diferente. Baekhyun mencionó que quizá aparecerías esta semana, pero yo no esperaba que lo hicieras —dijo irónicamente. Tiffany notó que la broma parecía algo familiar entre las dos mujeres, como si fuera una vieja historia, y los reproches fueran una forma rutinaria de tomarse el pelo más que expresiones de auténtico dolor. Por lo menos, parecían realmente extasiadas de verse otra vez, y la reportera se preguntó vagamente si debería sentirse celosa de su evidente cercanía.

—Cuando menos te lo esperas, aquí estoy — Taeyeon se encogió de hombros tímidamente.

—Sí, aquí estás. Y tus modales son tan atroces como siempre —golpeó a Taeyeon en el brazo y rodeando su alta forma, miró a Tiffany, señalándola con la mirada—: ¿Nos vas a presentar? —miró de nuevo a Taeyeon y la estudió detenidamente—. ¿Hace cuántos años que te conozco? ¿Seis, siete? Y nunca has traído a nadie para que me conozca. Y ahora que por fin lo haces, te olvidas de presentarnos.

Taeyeon abrió la boca, quizá para argumentar que no es que María le hubiera dado una oportunidad, pero fue interrumpida otra vez.

— ¿Cómo estas? —extendió una mano hacia una asombrada Tiffany que iba atando cabos rápidamente—. Soy María.

“La María de Heechul.... Oh, Jesús...”

Estrechó la mano que se le ofrecía, como atontada. Sus pensamientos eran un rugido tumultuoso al observar la amplia sonrisa en el rostro de su amante. La franqueza en la mirada de Taeyeon llegó hasta el corazón de Tiffany y lo desgarró con violencia en un relámpago de dolor-placer que hizo que quisiera suplicar clemencia a gritos.

—Hola, yo soy Tiffany —consciente de que a la mirada especulativa de María no le había pasado desapercibida la expresión sorprendida de su cara, Tiffany recobró rápidamente la compostura—. Cuando Taeyeon dijo que me iba a llevar a conocer a su familia, pensé que estaba de broma. Me alegro de tener la oportunidad de conocerte —dijo, aliviada porque ahora la sorpresa había pasado a la mujer delante de ella.

María se volvió para mirar a Taeyeon, que permaneció donde se encontraba, con un brillo de diversión en sus ojos. —Baekhyun dijo algo de que tenías una cita la otra noche —comentó una sonriente María a la mujer rubia—. Tendría que haberme dado cuenta de que había algo más que eso.

Taeyeon respondió con una amplia sonrisa y se situó entre las dos mujeres, rodeándolas a cada una con un brazo—. Ya deberías saber que conmigo siempre hay algo más.

—Ese es el eufemismo del siglo —murmuró Tiffany bromeando.

María soltó una carcajada al ver a Taeyeon levantar una ceja indignada: —Parece que ésta te ha calado.

Taeyeon lo reconoció levantando elegantemente los hombros. Echó una mirada hacia un lado para encontrarse con unos cálidos ojos cafes devolviéndole la mirada, y le hizo un guiño: —Creo que tienes razón, Mary.

Mientras el trío se movía por el restaurante, Tiffany notó las caras relajadas de los clientes y disfrutó de los deliciosos aromas de los diferentes platos. El comedor era algo más tranquilo que la estrepitosa terraza, que era donde se encontraban el grupo musical, la pista de baile y el bar. Allí la multitud era más joven, pero casi de tan alto estatus como la gente que había en el comedor. Varias parejas bailaban al ritmo de la banda, que parecía estar tocando, sobre todo, reconocibles números uno—. Son bastante buenos —Tiffany señaló con un gesto de la cabeza al cuarteto de músicos.

—Son la banda de la casa desde hace un año y medio —replicó María. Después, mirando maliciosamente a Taeyeon, añadió—: Puede que si se lo pides a Taeyeon muy amablemente, suba a tocar con ellos esta noche —viendo cómo Taeyeon entrecerraba los ojos y fruncía el ceño de forma amenazadora, se escapó del brazo de la mujer rubia—. Oh, mira, allí están Baekhyun y Didier. ¿Por qué no os sentáis con ellos y en un momento voy yo? —lanzando una última sonrisa pícara a su amiga, se deslizó de vuelta a la cocina.

Taeyeon gruñó algo incomprensible y se volvió para mirar a su acompañante, que la contemplaba expectante—. Oh, no... no, no, no, no... —negó enfáticamente con la cabeza—. Esta noche, no... —viendo que la expresión de Tiffany no había cambiado, sus hombros se hundieron ligeramente—. Quizá después, ¿vale? —intentó salir del paso. Tiffany seguía estudiándola, sin pestañear—. Oh, por Dios, ¿puedo tomarme una copa antes? —suplicó por fin, admitiendo que había perdido.

—Claro —concedió Tiffany alegremente ahora que las cosas habían quedado claras—. Y hasta puedes tomarte dos o tres.

—Vaya, gracias —dijo Taeyeon entre dientes, conduciendo a su compañera hacia la mesa del rincón donde Baekhyun y su compañero, Didier, estaban sentados—. Hey, chicos, ¿estáis esperando a alguien en particular o se puede sentar cualquiera? —rió ante las caras de sorpresa de los dos hombres.

— ¡Taeyeon! —aulló Didier efusivamente—. Hace mucho tiempo, señorita...

— ¿A quién estás llamando señorita? —gruñó Taeyeon.

—Tú eres demasiado guapa para ser un hombre, así que debo estar hablando contigo —replicó él.

Sonriendo ligeramente, la mujer rubia sólo les estrechó la mano y puso una silla para Tiffany. Dejándose caer en la que había junto a su amante, sonrió ampliamente—: Supongo que tienes razón. Tú tampoco estás demasiado mal, D. Para ser un hombre, quiero decir.

—Gracias, supongo —durante el corto intercambio, Tiffany había estado estudiando intensamente a los dos hombres. Baekhyun, según reconoció por su fisgoneo no autorizado, era el contacto de Taeyeon en la DEA, un antiguo compañero de los que empezaba a considerar “Los Antiguos Malos Días de Taeyeon”. No tenía ni idea de quién era el otro hombre y observó sus rasgos con una expresión indiferente. Era un hombre compacto, bien musculado, con ojos color chocolate, con pelo negro y cortado casi al , y piel bronce resaltada por el blanco de su polo—. ¿Y a quién tenemos aquí? — Tiffany se dio cuenta, ruborizándose, de que tres pares de ojos estaban puestos en ella, esperando una respuesta.

Taeyeon recogió el relevo de la conversación suavemente: —Ésta es Stephanie Fitz... Fany, estos son Didier Cassanello y Baekhyun Weck. Ten cuidado, Didier es italiano y cree que eso le convierte por defecto en una especie de Gran Amante. Y Baekhyun... es tan tieso como el palo de una escoba. Me costó tres años hacer que se bebiera una sola cerveza.

—Y mírame ahora —remarcó irónicamente Baekhyun, haciendo un gesto con el vaso en su mano.

—Sólo necesitabas que alguien te sacara de esa especie de ética laboral puritana en la que andabas metido —bromeó Taeyeon.

—No funcionó —replicó Didier —. Todavía me persigue para que ponga el punto de cada i, y el palito de cada t.

— ¿Trabajáis juntos? —preguntó Tiffany, un tono inocente en su voz. Sentía curiosidad por cómo los presentaría Taeyeon.

—Son compañeros en la Agencia —respondió sencillamente Taeyeon, notando con una sonrisilla las expresiones de sorpresa de Baekhyun y Didier —. Cuando yo llevaba placa, no quería cargar con nadie.

Fue una declaración sencilla, reflexionó Tiffany, pero una que tenía mucha importancia, ya que sacando a la luz su conexión con los dos hombres, Taeyeon les decía a sus amigos que era alguien en quien podían confiar. La reportera estaba asombrada por la admisión que Taeyeon le proporcionaba en esa parte oscura de su vida, y eso la decidió a empezar a aclarar ese nido de serpientes que eran las mentiras que todavía había entre ellas. Tiffany tomó suavemente la mano de Taeyeon, que descansaba en el brazo de la silla, y entrelazó sus dedos con los suyos. Devolvió la sonrisa a Didier, que las miraba sonriendo con cara de tonto. La cara de Baekhyun era hermética, pero la reportera creyó atisbar un ligero deje de mala cara, que ocultó rápidamente. Cualquier intento de observación más allá, fue interrumpido por el sonoro tono barítono de la voz de Didier.

— ¿Cómo una niña buena como tú ha acabado con una tipa huraña como Taeyeon?— Taeyeon y Tiffany intercambiaron una mirada, estallando en carcajadas simultáneamente.

— ¿Qué? ¿Qué he dicho? —preguntó Didier desconcertado por sus carcajadas.

—Lo siento —se disculpó Tiffany intentando tomar aire—, pero es que parece que todo el mundo acaba preguntándome alguna variación de lo mismo.

—Eso es porque parece una niña buena —explicó Taeyeon con una sonrisita—. “Parece” es la palabra clave.

— ¡Eh, tú! —para sorpresa de los dos hombres, Tiffany dio una palmada a Taeyeon en el brazo—. Ten cuidado —advirtió juguetona.

—Oh, mira cómo tiemblo —se burló Taeyeon.

—Pues deberías. Soy kickboxer. Tócame las narices y te dejo fuera de combate.

—No sé tú, Taeyeon, pero estoy preocupado por ti —ofreció Didier sinceramente.

Taeyeon puso los ojos en blanco y movió la cabeza tristemente—: ¿Por qué me he prestado a esto? Tengo que estar loca.

—Debe ser amooooor —canturreó Didier.

—Cállate —gruñó Taeyeon como una fiera, pero el ligero rubor que iluminó sus rasgos fue visible para todo el mundo.

  —Tío, oh, tío —se rió Didier—. No me lo puedo creer —levantó su copa en un brindis—. Señoras y señores... el mejor partido del mundo está ahora fuera del mercado. ¡Enhorabuena!

Tiffany echó una mirada a Taeyeon, que tenía una sonrisa de desconcierto sobre el rostro. Varios pares de ojos curiosos se habían centrado en la bulliciosa mesa, y la mujer que normalmente se enfrentaba al fuego hostil con despreocupada facilidad, ahora se retorcía incómoda ante el escrutinio e intentaba hundirse aún más en su silla. La reportera dio un pequeño apretón a la mano de Taeyeon y la rubia ofreció una intensa y excepcional sonrisa a su pareja.

—Tú te alegras de que esté fuera del mercado porque no podías soportar la competencia —replicó Taeyeon, sin cuestionar su afirmación, un movimiento que no pasó desapercibido para Tiffany.

—Eso no te lo discuto —accedió Didier alegremente.

Moviendo la cabeza con arrepentimiento, Taeyeon liberó la mano de Tiffany y se levantó—: Bueno, si vas a hacer un brindis por nosotras, supongo que lo mejor es que pida algo de beber. ¿Queréis otra, chicos?

Tanto Baekhyun como Didier asintieron—: Afirmativo. Sam Adams, por favor —informó el agente italiano.

—Vale. Ahora vuelvo.

— ¿No me vas a preguntar qué quiero yo? —preguntó Tiffany con cara de falsa inocencia.

Taeyeon se detuvo un momento; después sonrió sensualmente con la determinación de que si caía, al menos lo haría luchando—: Ya sé lo que quieres.

Dándose la vuelta mientras un intenso rubor sofocaba el rostro de la reportera, caminó elegantemente a través de las mesas sin mirar atrás ni una sola vez. Un silencio divertido se asentó sobre la mesa mientras Tiffany observaba el avance de Taeyeon a través del restaurante.

—Está realmente bien, no te lo discuto —dijo Didier tranquilamente.

— ¿Se me ha puesto cara de idiota increíble?

Didier le contestó con otra sonrisa—: Digamos que no hay duda sobre el objeto de tus afectos —se inclinó hacia delante, con una expresión conspiradora en su rostro—: Si te sirve de consuelo, ella tenía la misma expresión cuando te miraba.

—Desde luego que sí —dijo Baekhyun arrastrando las palabras, rompiendo su silencio—. ¿Sabes? Estoy bastante sorprendido —miró a su compañero—. Siempre pensé que si el Arcángel sentaba alguna vez la cabeza, sería con María.

Los ojos de Didier se abrieron incrédulos—: Na... —intentó negar esa afirmación con un gesto de la mano—. Sabes perfectamente que las cosas no son así entre ellas.

Baekhyun simplemente se encogió de hombros—: Puede que sí y puede que no. Pero ahora sin Heechul... —clavó una intensa mirada en Tiffany —. ¿Te ha hablado de él?

— ¿Su compañero? —replicó Tiffany suavemente—. Sí. Me lo ha contado todo —dijo sin más.

Notando la clara irritación en la voz de Tiffany, Baekhyun se disculpó sin demasiado entusiasmo: —Lo siento. Es que... Taeyeon nunca ha sido del... tipo casero.

— Baekhyun... —advirtió Didier.

—Oh, venga, D… Conoces la historia tan bien como yo. ¿Por qué esta niña tendría que sufrir porque el Arcángel piensa que puede cambiar? —agitó la cabeza—. Eso, sencillamente, no es posible.

—Deja de llamarla así —interpuso Tiffany dulcemente.

— ¿Mmmm? —los dos hombres se quedaron mirándola, observando la seria mirada de fiereza en el rostro de la pelirroja.

—Su nombre es Taeyeon. No el Arcángel. No El Diablo —“vale, ahora ya tengo vuestra atención.” Tiffany sonrió tristemente ante su sorpresa—. Sí, lo sé todo sobre eso otro también. Y dejadme que os diga algo: sé exactamente quién es y lo que ha hecho. No soy una niñita inocente a la que van a acabar haciendo daño — Didier asintió aprobador, mientras Baekhyun seguía mirándola boquiabierto ante la repentina dura actitud de la reportera—. Tienes razón, Baekhyun... ella no va a cambiar. Está sacando a la luz una parte de sí misma que gente como Enrico Massala y la de la Agencia ayudaron a enterrar. No es el diablo, Baekhyun. Pero gente como tú la han hecho creer que lo era.

—Amén —murmuró Didier mientras se hacía el silencio en el trío.

Baekhyun estudió a la pelirroja un momento más, asintiendo casi imperceptiblemente. —Espero que tengas razón, Stephanie. De verdad que sí. Ahora, si me perdonáis, creo que necesito aire —se excusó, a pesar del hecho de que estaban sentados fuera con la brisa fría del océano despeinándoles.

Tiffany miró cómo se marchaba, con una expresión pensativa en la cara—: Creo que le he cabreado —dijo secamente.

—Olvídalo — Didier le quitó importancia con un gesto de la mano—. Baekhyun es... —buscó una forma de describir a su compañero y la incómoda relación que siempre había tenido con la mujer rubia—. Está algo rayado con el Arc... con Taeyeon —se corrigió con  una sonrisa estrambótica—. Tal y como ha dicho Taeyeon, es un hombre de compañía estricto. La Agencia por encima de todo, incluso de Dios y la patria, aunque son los siguientes en la lista.

—Parece Oliver North —dijo Tiffany entre dientes.

Si Didier oyó el comentario, lo dejó pasar—: Taeyeon siempre fue una transgresora. Pero era una transgresora con resultados, así que la Agencia hacía la vista gorda con algunas de sus... proezas —soltó un suspiro de frustración y pasó una mano por su pelo corto—. Tienes que entender cómo era Taeyeon por aquel entonces...

—También lo he visto —dijo Tiffany en voz baja, recordando esa noche y la pálida malevolencia que brillaba en los ojos de su amante. “Pero tiene que ser sólo una fracción de lo que era”, reconoció de pronto Tiffany, estremeciéndose al pensarlo.

—Eso asustaba a Baekhyun. Joder, nos asustaba a todos... pero él era su compañero, aunque durante poco tiempo. Entonces, él la cagó y casi hace que les maten a los dos. Ella le salvó el culo y le cubrió las espaldas, pero todo el mundo supo lo que había pasado. No sé qué vio esa noche, pero fuera lo que fuera, le afectó de verdad. Tras aquello, fue como si ella no pudiera hacer nada mal nunca. Dios, y cuando ella se pasó al otro lado... le jodió bien jodido. Nunca... entendió... lo que Heechul significaba para ella porque la Agencia siempre lo había significado todo para él.

—No pudo aceptar que Heechul fuera más importante para Taeyeon que cualquier operación, daba igual lo seria que fuera —terminó Tiffany por él.

La sorpresa revoloteó en el rostro del agente—: Joder, de verdad, te lo ha contado todo, ¿no?

Tiffany simplemente le miró sin decir nada.

—Sip, supongo... —Didier se encogió de hombros cansinamente—. Yo no lo entiendo para nada. Había algo... especial... en el vínculo de Taeyeon con Heechul. Pero incluso él la temía —estudió muy cerca de la mujer del pelo color rojo—. Sin embargo, tú no la temes —moviendo la cabeza, terminó su cerveza—. Supongo que es por eso por lo que significas tanto para ella, ¿eh?

—Eh, tú —Taeyeon asomó la cabeza tentativamente por las puertas de la cocina, esquivando por poco a un camarero que salía disparado con una bandeja bastante cargada.

—Ven aquí antes de que alguien se golpee y acabe sin sentido —le regañó María, aunque sus ojos bailaban divertidos.

Taeyeon pasó a toda prisa a través de las puertas siguiendo a María hasta su oficina, que estaba justo en la esquina de la gran cocina industrial donde se afanaban un chef y dos ayudantes. Normalmente, María supervisaba las operaciones en la cocina, haciendo incursiones esporádicas al restaurante para saludar a amigos y asegurarse de que todo iba sobre ruedas en el bar. Sin embargo, a veces, le gustaba entretenerse en la cocina creando platos nuevos y probarlos con sus amigos, que hacían de conejillos de Indias para sus exploraciones culinarias.

Barrido del Mar llevaba funcionando casi diez años, y María había sido su principal propietaria durante tres de ellos. Ella era la primera ayudante del chef cuando conoció al chico de los ojos brillantes que luego se convirtió en su marido, y a la inquietante mujer a quien reconoció como el espejo del alma de éste. Al final, se había hecho cargo de la cocina, y entonces, con la ayuda financiera de Taeyeon,  compró el lugar inmediatamente a los dudosos personajes que lo habían tenido hasta entonces. Ahora, el restaurante daba beneficios saludables y aunque María había ofrecido devolverle el dinero a Taeyeon, ésta sabía reconocer una buena inversión cuando la veía y mantuvo intacta la sociedad. El arreglo funcionaba para ambas mujeres, cementando el vínculo entre ellas, incluso aunque su relación era a veces tirante al máximo.

— ¿Dónde está Jessie? —preguntó Taeyeon, mirando alrededor de la oficina en busca de su ahijada de diez años—. Esperaba poder verla esta noche.

—Va a sentir mucho no haber visto a su tía Taeyeon —comentó María —. Hace muchísimo tiempo desde la última vez que viniste a verla.

—Mea culpa —reconoció Taeyeon —. Las cosas... han sido una locura —levantó las manos ante la mirada exasperada de María —: Ya sé que digo eso todo el rato, pero, de verdad, últimamente ha sido mejor que no haya estado por aquí demasiado —“Palabras clave para ‘no era seguro estar conmigo'.”

—No quiero oír nada de esa mierda —replicó María cortante, dándole la espalda a Taeyeon y poniéndose a revolver entre algunos papeles.

Vacilante, Taeyeon colocó sus manos en los delgados hombros de María, aplacando su visible enfado—: Se acabó, María —susurró suavemente—. Tengo algo... preparado. Si entrego a este tipo... saldré libre y limpia.

Era algo que Taeyeon no había dicho nunca antes en voz alta, especialmente a María, ya que su palabra para la esposa de Heechul la obligaba. En el fondo, Taeyeon no había creído nunca antes que pudiera realmente dejar todo eso, no importaba lo mucho que una parte de ella desease hacerlo. “Las cosas son ahora diferentes”, se reconoció por fin a sí misma, sabiendo que sin la aceptación incondicional de Tiffany, tal cosa nunca podría haber sido imaginable, y mucho menos posible.

Bajo las manos de Taeyeon, María tomó aire, estremeciéndose, y se volvió para enfrentar el oscuro océano de los ojos del alma gemela de su marido. La sinceridad inquebrantable en la mirada de Taeyeon hizo llegar el mensaje de la mujer rubia de una forma que las meras palabras no hubieran podido hacer—: Santa Madre... es de verdad —musitó, lanzando sus brazos alrededor de la rubia figura que la hacía parecer realmente pequeña.

Taeyeon hundió el rostro en el fragante alboroto del cabello de María, su corazón encogiéndose y desencogiéndose al ritmo de los silenciosos sollozos que podía oír llegar de la mujer de su compañero.

—Shh... —canturreó Taeyeon suavemente.

— ¿Qué ha cambiado? —preguntó María, levantando unos ojos llorosos hacia Taeyeon y estudiando la cálida llama negra que ardía allí—. ¿Es ella? —dijo refiriéndose a la mujer del pelo rojo que estaba sentada fuera.

Taeyeon no pudo evitar la dulce sonrisa que acudió a su rostro ante la mención de Tiffany. —En parte —reconoció—. Es algo que llevo intentando hacer desde hace bastante tiempo, pero... —otra brillante sonrisa de la inquietante agente bañó a María —. Es como si me hubiese devuelto la vida... y me hubiera hecho creer que puedo dejarlo. Yo... nunca antes había creído realmente que podía hacerlo —sus pensamientos volvieron a todas esas largas noches que compartió con Heechul, en las que él había intentado valientemente, y en vano, convencerla de eso mismo. Taeyeon no sabía por qué Tiffany había sido capaz de llegar tan fácilmente a su interior y devolverle su alma... pero había funcionado—. No lo sé, Mary. ¿Qué puedo decir? Me ha devuelto la luz del sol.

María rió suavemente, abrazando con fuerza a Taeyeon otra vez—: Jamás pensé que vería esa mirada en tus ojos.

—Ni yo, Mary —susurró Taeyeon —, ni yo.

 

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Comments

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pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*