Diecinueve.

L U C I F E R R I S I N G

Una sola pregunta había consumido a Tiffany desde que Taeyeon se había marchado por la mañana.

"¿Cómo voy a decírselo?"

Taeyeon había concedido todas las demandas de la pelirroja, dejando su esencia salvaje pintada en sus labios, y su olor pegado en sus manos y su cuerpo. Habían hecho el amor hasta que la mujer pelirroja estuvo sin aliento y temblando. Y aún así, Tiffany quería más.

Era así de simple. Quería a Taeyeon. Quería todo lo que había sido, todo lo que era, y, más importante, todo lo que podía ser. La reportera haría cualquier cosa para proteger la más mínima posibilidad de un futuro con ella. Con este fin, estuvo dándole vueltas a todo lo que había averiguado sobre el intento de Taeyeon de rectificar y los hombres que estaban intentando evitarlo. 

"Eso es." se dijo, abofeteándose mentalmente por no haberse dado cuenta antes, "Haz imposible que la maten."

Tiffany levantó el teléfono, marcando rápidamente un número demasiado familiar:

— ¿Lucas? Soy yo.

— ¿Dónde cojones te has metido? —preguntó la voz estruendosa del redactor jefe de local.

—He estado aquí, Lucas. Y menuda historia tengo para ti.

El tiempo pasó volando mientras esbozaba para su jefe solo el más breve de los esquemas de las cosas que sabía. Quería la aprobación de Taeyeon antes de ir más lejos, pero por lo menos necesitaba empezar a trazar las bases con su jefe.

—Espera-un-momento... —bramó—. ¿Me estás diciendo que sigue trabajando para la DEA?

—Exacto.

— ¿Cómo lo has averiguado?

—Deja de hacerme preguntas, Lucas y déjame que te cuente lo que sé. Tendremos todos los documentos que necesitemos cuando llegue el momento—. Bueno, los tendrían si Taeyeon estaba de acuerdo con el plan.

—A ver, deja que me asegure de que lo he entendido bien —gruñó—. Kim está todavía operativa, pero la mandaron de infiltrada sin apoyos, y ahora algún renegado está intentando matarla.

—Más o menos —evadió Tiffany. Era la verdad. "Algo así." Y se convertiría en la pura verdad una vez saliera impresa. La DEA no podría negar la gran mayoría de las alegaciones, y las lagunas en la historia (como los años en los que Taeyeon estuvo trabajando para el otro lado), quedarían eclipsadas por el antes y el después de la historia de Taeyeon. A los ojos del público, Taeyeon se convertiría en una heroína solitaria, luchando contra fuerzas siniestras y oscuras que la rodeaban por todos lados. Y lo más importante: habría demasiada Luz sobre ella como para que se arriesgaran a quitarla de la circulación.

— ¿Por qué me preocupo tanto cuando dices cosas como éstas, Hwang?

—No te preocupes, Lucas. ¡Jesús! Te pones más nervioso que una vieja.

—Si tuvieras algo de sentido común, también tú estarías nerviosa. Estamos hablando del puto gobierno, sin mencionar a la mujer que se ha cargado alegremente a montones de gente.

—No lo hizo alegremente —soltó Tiffany —. No tuvo elección.

A Lucas no pudo pasársele desapercibida la furia en su voz:

—Caramba, Tiffany... tranquilízate —hizo una pausa, y Tiffany casi pudo oír chirriar los engranajes de su cerebro—. ¿Cómo de bien has llegado a conocer a tu sujeto? —preguntó con cuidado.

La reportera aspiró profundamente y exhaló despacio, calmando su genio:

—Lo suficientemente bien como para saber que no es una fría asesina, Lucas. Lo suficientemente bien como para saber cuanto daño le han hecho con todos sus juegos—suspiró pesadamente—. Lo suficientemente bien como para que a veces me preocupe pensar cómo ha sobrevivido tanto tiempo.

Un tenso silencio crepitó a lo largo de la línea telefónica que los conectaba. Sabía que Lucas luchaba por preguntárselo, y finalmente lo hizo:

— ¿Qué ha llegado a significar esta mujer para ti, Tiffany?

Tiffany no vaciló:

—Todo, Lucas —replicó con suavidad—. Todo.

Colgaron poco después, Tiffany prometiendo llamarle para organizar una reunión. Esperaba convencer a Taeyeon de que se sumase a la idea y de que aceptara conocer a Lucas. No culpaba a su jefe por preocuparse por ella. Desde fuera parecía una locura pero sabía que Lucas hubiera hecho lo mismo en su situación.

"¿Qué hago ahora?" Se frotó la frente con una mano cansada, pensando en qué material necesitaría para escribir la historia. Carmina se había marchado muy contenta a hacer la compra hacía una hora, así que estaba sola con los perros. Pasando por el estudio de Taeyeon de camino hacia su habitación, se detuvo ante la puerta abierta.

"Solo revisaré los archivos y refrescaré mi memoria." pensó para sí misma moviéndose hacia el ordenador. Empujó suavemente a Pete para que se fuera de la butaca y se sentó en su lugar. Le llegó un hilo del aroma a cuero almizclado de Taeyeon y cerró los ojos disfrutando la esencia sonriendo para sí misma.

Encendiendo el ordenador rápidamente y tecleando la contraseña, desentrañó todos los secretos de la vida de Taeyeon en la DEA y comenzó a repasar los ficheros.

Con toda su atención puesta en la tarea, estuvo completamente ajena a todo hasta que sintió el frío cañón de un arma contra su cuello, y la presencia enfurecida de Taeyeon sobre ella.

—Dame una buena razón para que no te mate en este mismo instante.

“Esto no puede estar pasando...”

Era el único pensamiento en la mente de ambas mujeres mientras permanecían de pie paralizadas, como en un fotograma congelado por el horror de una confrontación inesperada. Tiffany notaba el frío del arma contra la base de su cuello, pero no sentía tanto el frío como el miedo que agarrotaba su estómago. Comenzaba allí y se abría paso rápidamente por todo su cuerpo. El miedo helado iba sustituyendo el pulso de la sangre cálida que corría por sus venas. Su corazón ya tendría que haberse detenido pero siguió latiendo tenazmente, determinado a salir de ésta. Si encontraba su final a manos de Taeyeon, pensó una parte salvajemente desorientada de su mente, sería, en cierto modo, lógico. Había apostado que podría conseguir que Taeyeon la amara lo suficiente de modo que en última instancia, la verdad no importase. Ahora parecía que había perdido. En el silencio subreal que las envolvía, lloró. No por la vida que iba a perder, sino por la muerte de esa conexión sutil que había logrado, por la parte del alma de Taeyeon que estaba matando con esta traición.

El cañón de la Sig la apremió, y la voz exigió de nuevo—: ¿Y bien? Dime porqué no debería matarte.

Tiffany se pasó la lengua por los labios repentinamente secos, mirando todavía la pantalla del ordenador. —No es... —. El mundo pasó a toda velocidad ante sus ojos cuando se encontró arrancada de la silla de piel y lanzada contra la pared de enfrente. Cayó con dureza contra la esquina de una mesita situada entre las butacas, y la madera se le clavó en la carne entre los omóplatos. Intentando liberarse del impacto, abrió los ojos con cautela.

Y vio las ruinas del alma de Taeyeon en la tierra baldía de esos duros ojos negros.

La mujer que se erguía frente a ella era la personificación de todas las pesadillas que había oído sobre el Arcángel. Esta era la mujer que la DEA había creado, traicionado y que ahora quería destruir. La dulce amante que había ofrecido a Tiffany su alma con manos temblorosas había desaparecido. Se dio cuenta con el corazón encogido de que lo que había en su lugar era bastante, pero bastante peor que el ángel caído que amaba.

—No —advirtió Taeyeon, inclinándose para fijar la mirada aterrorizada de Tiffany con la suya—, no me digas que no te he visto metiendo las narices en mi ordenador, copiando ficheros. Evidentemente soy una verdadera estúpida, pero no estoy ciega—.

—Deja que te explique —la mente de Tiffany volaba frenética, preguntándose cómo podría explicarse. Lo había planeado de forma tan diferente, se suponía que no iba a ser así. Se suponía que todo iba a funcionar entre ellas. Hacía tiempo que había abandonado su meta original, y cualquier pensamiento que hubiera podido albergar de sacar a la luz nada de esto, se había desvanecido con el descubrimiento de esta mujer extraordinaria. Una parte de su corazón gritaba que no era justo, no cuando estaban tan cerca...

“¿Tan cerca de qué? ¿Qué pensaba yo que podría construir sobre una mentira?”

Taeyeon estaba hablando, y Tiffany se preparó para las acusaciones que seguro vendrían a continuación.

— ¿Quién eres? No eres un Federal —gruñó Taeyeon, negando con la cabeza—. Los Federales no se follan a sus objetivos —. Esperó un momento, después añadió—: Al menos no con tanto entusiasmo —Ladeó la cabeza, como considerando las posibilidades—. ¿Trabajas para Massala? —arqueó interrogante una ceja, apretando con fuerza el cañón de la Sig entre los ojos de Tiffany.

—No —dijo Tiffany con voz ronca. Aunque sus pensamientos se iban dando unos con otros en su prisa por correr dentro de su mente, se encontró curiosamente incapaz de hablar.

— ¿Para quién entonces?

—Para nadie—. Como la Sig inundaba todo su campo de visión, no vio venir el golpe. Taeyeon golpeó con fuerza el rostro de la pelirroja con el dorso de la mano, partiéndole el labio.

—¡¡¡No me mientas!!! —. Los dedos de Taeyeon agarraron el material de la camisa de Tiffany, y la levantó de un doloroso tirón.

Tiffany agitó la cabeza aturdida, siendo plenamente consciente de que el control de Taeyeon se iba haciendo añicos. Si escapaba solamente con el labio partido y algunos moretones, mucha gente la consideraría afortunada. “No sé si alguna vez podría levantarte la mano...”, las palabras de Taeyeon de hace unos días se agolparon en su memoria. Forzó sus ojos de vuelta sobre ella y vio la expresión anonada en el negro.

Fue como si el golpe hubiera recordado a Taeyeon sus propias palabras porque sus dedos soltaron la camisa de Tiffany, y dejó caer la cabeza con cansancio.

—Dímelo —pidió débilmente, frotándose la frente como si le doliera mucho.

—Soy una reportera del Herald.

La traición estaba expuesta en esas pocas palabras. Sabía que en la mente de Taeyeon, un reportero del Miami Herald solo podría querer una cosa de ella, y no era su corazón. Cinco palabras y todo lo que había sucedido entre ellas se convertía en una mentira.

Una risa estrangulada escapó de la garganta de Taeyeon que dio unos pasos atrás separándose de su amante.

— ¿Una reportera? —repitió incrédula— ¿Has hecho todo esto por una jodida historia? —la verdad penetró en el alma destrozada de Taeyeon y se alejó de Tiffany. Cuando se dio la vuelta la reportera notó el brillo depredador en los pálidos ojos negros—: Enhorabuena, querida—murmuró en tono bajo—. Has conseguido lo que los Federales, los grandes medios y los periodicuchos, no han podido. Has logrado la historia completa —. Canturreó burlonamente—: o, drogas y rock ‘n’ roll. ¿Qué más podrías pedir? —dijo con desdén. Tiffany recordó aquella noche en el porche cuando vio por primera vez el corazón oscuro de su amante. —Así que dime: ¿qué quiere saber tu público? —su voz descendió hasta convertirse en un peligroso y sensual ronroneo—. ¿Les vas a contar lo que se siente estando dentro de mí? ¿Cuál es mi sabor? ¿Cuál es mi olor? —. Se acercó más a ella, y Tiffany no pudo evitar que un escalofrío de excitación ual surgido del miedo, la atravesara. Unos dedos largos se extendieron para acariciar con suavidad el rostro de la reportera —: ¿Sabes? Todavía tengo tu olor sobre mis dedos —trazó el perfil de los labios de Tiffany, acariciando ligeramente el pequeño corte—. ¿Es por eso que no querías dejarme marchar esta mañana? ¿Querías asegurarte de que tenías todos los detalles?

Sus ojos se encontraban a centímetros de los de Tiffany, y la reportera buscó frenéticamente en ellos cualquier destello de su amante. La mirada negra estaba cruelmente desprovista de toda ternura, y comprendió con el corazón encogido que el cambio de Taeyeon era completo; la mujer que la acariciaba ahora no era más que un animal salvajemente sensual.

— No... —suplicó, todavía esperando encontrar cualquier atisbo de reconocimiento—, no hagas que suene así...

—Así ¿cómo?, querida —preguntó, un tono inocentemente burlón en su voz—, como si se tratara de... ¿una investigación? —frunció el ceño, las palabras habían traído a su mente algo que no quería escuchar. Apartando el recuerdo con un brusco movimiento de cabeza, regresó la sonrisa carnal—: Supongo que eso es todo lo que ha sido. Pero tengo que reconocer que has sido realmente exhaustiva —. Siguió acariciando el rostro de la pelirroja, sus dedos rozaban de cuando en cuando el pelo rojo volcanico.

Tiffany sintió algo desesperado en sus movimientos, como si Taeyeon no pudiera evitar intentar reconectar con ella, a pesar de la mentira. Esperando que aún quedara algo dentro de Taeyeon que pudiera alcanzar, inclinó el rostro hacia la caricia—: No es eso lo que era, Taeyeon. Deja que te explique...

La mano que había estado trazando la suave curva de la mejilla de Tiffany ahora se enroscó alrededor del cuello de la reportera.

—No. Digas. Una. Sola. Palabra —advirtió despacio, apretando suavemente la carne en su mano—. Porque ahora sé que todo lo que sale de esa preciosa boca tuya es mentira.

Tiffany cerró los ojos ante la presión, segura de que para ella todo se había acabado. Una furia silenciosa comenzó a nacer en su interior: hacia ella misma simplemente por no decirle antes la verdad, y hacia Taeyeon por claudicar ante todo aquello de lo que aseguraba que quería liberarse. De pronto, la presión en su cuello desapareció, y abrió los ojos para ver a Taeyeon retirándose de nuevo, esta vez hacia la puerta.

Había una tristeza desoladora en los ojos que sostuvieron su mirada, y a pesar de que su mente gritaba que las cosas no podían ser así, Tiffany no dijo nada.

—Te quiero fuera de aquí para cuando vuelva —dijo Taeyeon suavemente en la creciente oscuridad que la rodeaba—. Y si alguna vez veo algo de esto en letra impresa... créeme, Tiffany, te mataré—. Increíblemente, la frialdad de sus ojos se fundió por un momento y un cálido pulso de vida vibró en su lugar—: No importa que no quiera hacerlo —añadió antes de deslizarse de vuelta a las sombras.

 

Taeyeon no supo hacia donde conducía ni por cuanto tiempo, de lo único que era consciente era de un eco en sus pensamientos: “Haz que pare”. Quería que todo se detuviese... la rabia, el dolor, y, sobre todo, la tristeza abrumadora de que estas maravillosas semanas habían sido una mentira. Ahora no habría redención posible. No había razón para mirar en su interior para buscar la voluntad de cambio.

Como si siquiera pudiera.

Ahora sabía que Tiffany no había visto nada en ella en lo que mereciera la pena creer. De algún modo la reportera había descubierto su debilidad, el doloroso vacío de soledad desde la muerte de Heechul, y lo había explotado con su dulce sonrisa y su mirada de aceptación. “Dime, Tae... dime porqué duele.” Todas las veces que Tiffany le tendió la mano, la abrazó, la escuchó, le dijo que no pasaba nada… Todas habían sido mentira. “¿Qué pensará realmente de mí?”

Taeyeon se rió en voz alta ante lo absurdo de la idea. Había sido meramente un sujeto, alguien a quien diseccionar y exponer sin piedad para el beneficio de la gran área metropolitana. “Por supuesto que algo así alcanzaría el ámbito nacional.” Taeyeon no era ignorante del valor en el mercado de la verdadera historia de su caída en desgracia. No importaba, por lo menos había inculcado en la reportera el miedo al Arcángel, si no a Dios, antes de marcharse. No creía que Tiffany fuera a hacer algo estúpido.

“Tiffany...” Su cuerpo suspiraba pensando en la mujer que le había hecho el amor tan dulcemente esa misma mañana. Esta mujer había superado tan fácilmente las formidables defensas de la agente y capturado la bandera de su alma sin vacilar. ¿Sabía lo que había hecho?

“Basta... por favor... basta...” gritó su mente. Con violencia, precipitó el Porsche a toda velocidad hacia el sol que caía, esperando en vano ser consumida por sus tentáculos moribundos.

En el tercer piso del Club, tras una entrada bien camuflada para los clientes normales e incluso para los VIPs, había una pequeña suite: un dormitorio, un baño y una oficina que tenía su propia entrada. Taeyeon había utilizado estas habitaciones en el pasado como una especie de lugar de encuentro para sus conquistas. Era un buen sistema y evitaba que sus ‘juguetes’ se mezclaran con su vida ‘real’. Ahora se retiró allí, casi como un animal herido que regresa a su guarida abandonada durante largo tiempo para desangrarse en paz.

Bajo el rugido de la ducha no oyó entrar a su asistente. La repentina aparición de la forma de Sunny, ondulada a través de la cortina de la ducha la sobresaltó.

— ¿Qué pasa, querida? —preguntó, de pie bajo el chorro. Esperaba que el martilleo del agua aliviara la neblinosa confusión de sus pensamientos y borrara los vestigios del tacto de quien la había traicionado. Ahora solo quería olvidar, olvidarlo todo, su breve tiempo en la luz, su amor naciente, el poder intoxicante del contacto de Tiffany sobre su piel.

—Paul me ha dicho que te había visto llegar —replicó Sunny simplemente—. No pensaba volver a verte esta noche.

“O en los próximos días...” el final de la frase de Sunny quedó sin decir.

Taeyeon se inclinó hacia el chorro de la ducha, consciente del examen que su ayudante hacía de su forma musculosa a través de la cortina. Las libertades visuales que Sunny se había tomado siempre con el cuerpo de su jefa eran una de las cosas que ésta había encontrado tan atractivas en la mujer color caramelo. La desafiante audacia de su mirada exigía respeto.

—He cambiado de opinión.

El Boxster parecía haber encontrado su propio camino a través de las calles de neón, llevándola hasta el Club y sus poderes de distracción, hasta Sunny con sus ojos ardientes y manos fieras. “Maite puede ayudar... siempre lo ha hecho”, su mente la animó seductora. Podía hacer que Taeyeon olvidara el espantoso dolor que la atravesaba y dejaba su alma hecha jirones.

Cerrando el agua y abriendo la cortina con un movimiento de la mano, capturó los ojos azafrán de su ayudante con una mirada francamente sensual. Un ansia creció en el vientre de Taeyeon, sinapsis largamente aletargadas se encendieron ante el recuerdo del aturdimiento erótico que siempre había disfrutado en las manos de Sunny. Una ceja perezosa hizo un gesto a la otra mujer—: ¿Algún problema?

Sunny pareció desconcertada por un momento, después sonrió suavemente—: Por supuesto que no. Hace bastante que no pasas una noche aquí..., por razones puramente personales.

Cuando Taeyeon salió de la ducha, automáticamente Sunny le tendió una de las gruesas y blancas toallas colocadas sobre el tocador

—Sécame la espalda ¿quieres?— preguntó en lugar de aceptar el ofrecimiento. Gotas de agua resbalaban de sus hombros, cosquilleando sobre las terminaciones nerviosas que habían empezado a despertarse. Por su propia voluntad, el recuerdo de estar frente a Tiffany, agua caliente bajando por su piel, regresó. Fue una imagen que sacudió a Taeyeon con resonante intensidad: la pelirroja debajo de ella, esa boca perfecta conduciéndola poderosamente al borde del o.

Y de pronto, la toalla iba secando el agua, secando los recuerdos. Taeyeon agitó la cabeza brevemente, gruñendo suavemente ante el tacto firme de las manos de su asistente.

—Gracias —dijo, apartándose y dándose la vuelta.

— ¿Algo más? —preguntó Sunny, con el trozo de tela todavía en sus manos.

—Relájate, querida. Va a ser una larga noche—.

Un ligero estremecimiento recorrió visiblemente el cuerpo de Sunny, y Taeyeon se dio cuenta con suficiencia de que aún podía manejar a la fría ejecutiva a voluntad. “Esto puede ser muy divertido”, pensó, ignorando la cruda verdad de que todo su deseo estaba reservado para otra persona.

—Esta noche estás de humor—observó Sunny, mientras sus ojos seguían a Taeyeon que abría el pequeño armario. Siempre una pragmática, Taeyeon tenía guardados ropa y “suministros” por toda la ciudad. Nunca se sabía cuando iba a tener que esconderse o salir precipitadamente.

—De buen humor —corrigió.

—Querrás decir, de humor peligroso —murmuró Sunny, sabiendo que los oídos de Taeyeon no se perderían la observación.

Taeyeon lanzó una sonrisita por encima del hombro.

—Peligroso para algunos —replicó—. Bueno para mí.

—Así es como funciona normalmente —accedió Sunny con una mirada de complicidad en sus ojos.

Taeyeon eligió juiciosamente ignorar el comentario.

— ¿Qué te parece? —sostuvo dos vestidos. Uno era un sencillo y elegante vestido negro, con un corpiño escotado y una falda corta que caería suelta justo encima de su rodilla. El otro era un modelo de terciopelo carmesí que, incluso en la percha, parecía que había sido sacado directamente de un intenso sueño erótico.

—El rojo —respondió Sunny sin dudar.

Taeyeon rió en silencio ante la mirada de su ex–amante y valoró su recomendación. El vestido no tenía mangas, y las finas tiras que lo sujetaban harían que la tela cubriera sus pechos con elegancia, apuntando a la bella plenitud que se escondía debajo. Todo el diseño era una gran provocación: se ajustaría al exquisito largo del cuerpo de Taeyeon, envolviendo sus piernas con familiaridad posesiva, deteniéndose justo debajo de la rodilla. Un generoso corte serpenteaba en ángulo sobre la tela, permitiendo tanto libertad de movimientos a quien lo llevara, como un provocador vistazo a los, de otro modo, secretos escondidos para aquellos bendecidos con la suerte de poder ver. Definitivamente sería una declaración, y cuanto Taeyeon más miraba la prenda, más se daba cuenta de que ésa era la declaración que quería hacer —: ¿Tú crees?

—Desde luego —dijo Sunny asintiendo con la cabeza, y pasándose la lengua por los labios sin darse cuenta.

Taeyeon observó el movimiento con una sonrisa interior —: Entonces el rojo —decidió. “Desde luego que sí... esto va a ser muy divertido”, consideró con un brillo de diversión en sus ojos. Hacía mucho tiempo que no jugaba. Todo lo de esta noche, desde el vestido que llevaba hasta su presencia en el Club y la mujer a su lado, sería una declaración que no pasaría desapercibida ni siquiera por el más ignorante de los observadores.

El Diablo estaba de vuelta.

La fiesta nocturna estaba bastante avanzada en el momento en que hizo su primera aparición. Un pulso licencioso corría por el Club, los clientes respondían sin saberlo a la llama salvaje de la sangre de Taeyeon. Sunny había indicado discretamente a los pincha-discos y a los camareros que dieran marcha esa noche. Así que la música era un poco más sensual, las bebidas algo más efectivas, y la clientela algo más desinhibida mientras la noche extendía su mano y les hacía señas para que la siguieran.

Taeyeon absorbió el espectáculo a su alrededor con una curva satisfecha en sus labios. El hervidero, la ingente masa de gente contorsionándose eran sus criaturas; y se movía con facilidad entre ellos, con una regia inclinación de su cabeza. Rostros vagamente familiares la llamaban, dándole la bienvenida de vuelta a su territorio con ojos agradecidos. Los hombres a su alrededor la saludaban con un movimiento de cabeza, complacidos de deleitarse en el resplandor de su elegancia malevolente. Las mujeres cuyos cuerpos había poseído, y aquellas que deseaban que lo hiciera, la rozaban insinuantes, tentando sus sentidos con su cercanía.

Un baile, una copa, una insinuación: unos brazos esbeltos alrededor de su cuello, el sabor de tequila sobre sus labios, una risa neblinosa navegando placentera sobre sus oídos. Todos aquellos pensamientos no deseados por fin desaparecían aplastados por el firme tacón de la sobrecarga sensorial. Taeyeon caminó entre su gente, el brillo de sus ojos atrayendo a algunos y advirtiendo a otros con su fuerza voraz.

Y allí estaba Sunny…. siempre..., nunca más allá de una rápida mirada. La mujer tenía un olfato infalible para lo que Taeyeon necesitaba y eso era exactamente lo que le daba a su antigua amante, dejándola libre para vagabundear, pero nunca completamente desatendida. La sonrisita satisfecha de su asistente indicaba su confianza en cómo terminaría la noche, pero otros no estaban tan seguros de las intenciones del cazador. En consecuencia, Taeyeon disfrutaba del buffet sensual que se le ofrecía: compartiendo la curva de una cadera o el aroma herbal de un mechón de pelo. La caricia fugaz de una mano cómplice rozaba su piel, pero nadie era lo suficientemente audaz como para buscar su boca. Merodeaba entre ellos constantemente, buscando algo que no se encontraba en la exposición de cuerpos bien vestidos y bien formados.

La gente hablaría sobre esa noche y la inquietud carnal que los había infectado a todos ellos durante meses. Su oscura reina había regresado, y su gente se deleitaba en ello.

 

Quizá esa fue la razón por la que al principio Taeyeon no la vio acercarse. Se trataba de otro glorioso espécimen para que ella lo tomara o no, según dictara su talante. Algo, sin embargo, un destello rojizo, una brizna de su aroma en el aire, identificó lo que había estado buscando, y se dio la vuelta justo cuando Tiffany se plantaba frente a ella.

Un brazo ágil se desenroscó y se oyó el sonido áspero de una palma golpeándole el rostro. El golpe le echó la cabeza para atrás, un hilillo de sangre comenzó a brotar del diminuto corte que el anillo de Tiffany le hizo en la mejilla. La reportera gruñó salvajemente—: En primer lugar: jamás me vuelvas a pegar —se movió como para pegar a Taeyeon otra vez, pero ésta le agarró el brazo en mitad del aire.

—Ha, ha —advirtió, sujetando con facilidad la delgada muñeca—. La primera es gratis, pero la siguiente tiene un coste.

Taeyeon sabía que la sala no podía estar en silencio..., era demasiado grande y había demasiada gente alrededor como para que todos se hubieran dado cuenta. Pero un vacío que rugía de forma ensordecedora llenaba sus oídos, y la habitación se estrechó hasta abarcar solo a la mujer que se encontraba frente a ella. Todo lo que había intentado olvidar tan desesperadamente se plantó con fuerza de vuelta en su conciencia. La sensación de la piel de Tiffany sobre la suya era de una intensidad casi insoportable, aunque ésta estuviera temblando de furia. En ese momento supo que nunca estaría libre de ansiar el tacto de esta mujer, su voz, su cuerpo. Una rabia furiosa ante su impotencia frente a esas emociones se abrió camino en su interior. Una expresión de furioso desdén se formó sobre sus labios.

Tiffany se liberó de su agarre, mirando fijamente a Taeyeon con unos ojos que echaban chispas—: Me debes la oportunidad de explicarme.

Taeyeon estudió a su amante con frialdad—: ¿Qué yo te debo?

—Sí —fue la resoluta respuesta.

Taeyeon hizo un gesto con sorna—: Entonces explícate... ¡No faltaba más!

— Taeyeon... — Tiffany apretó la mandíbula, y parpadeó para eliminar el brillo que apareció de pronto en sus ojos. No era un ruego, no era una exigencia... pero fue algo que la otra mujer no pudo negar.

—Sígueme —dijo Taeyeon con voz ronca, guiando a su amante por la escalera de caracol.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Los demás capítulos los subiré en la noche vale? Tengo un asuntito que resolver por aquí... pero prrrometo hacerlo!
Un abrazo!! 
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Comments

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pilargutierrez #1
Actualiza pronto no nos dejes asi en suspenso actualiza por fabor
abi-21 #2
Chapter 20: Es una grandiosa historia!! Espero q actualices pronto :D
Lari_sone #3
Esperando actualizacion :(
taeny179 #4
Chapter 20: Me flipa la historia, de verdad, es genial como solo Tiff consigue abrirse camino hasta llegar a la real Taeyeon, incluso después de encontrarla cotilleando y haberse pegado mutuamente, aún así ambas vuelven a ser perfectas juntas. Gracias por esta última actualización porque no podía soportar estar mucho más tiempo con el anterior capítulo jajaja Espero que vuelvas pronto :3
BlackLotus77 #5
Chapter 19: ¡¡Vientos!!
Regresaste con todo. Así ni me acuerdo de que no actualizaras hace un shingo y dos montones. ;D
Jajajaja me sigue dando risa tu expresión "Por todos los coños del mundo". Jajajaja xD

¡Qué genial que Fany le haga frente con toda la actitud! lml
PD: Se me cayeron los chones, por el susto, cuando Tae encañona a Tiff.
pinkobssesion #6
La actualizacion para cuando??
Lari_sone #7
Chapter 15: Esperando actualizacion :'(
maria_baby09 #8
Chapter 15: Demasiado hermosa el capitulo ,espero y tae no le pasa nada cuando intente salir del bajo mundo
Skyth06
#9
Chapter 15: Muy bello el cap
gasori #10
Chapter 14: actualización estupenda *-*... te espero pronto :*