capitulo 5

YO ANTES DE TI ( Versión TaeNy)
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5

 

 

Verse arrojada a una nueva vida (o, al menos, lanzada con tal fuerza contra la vida de alguien que es como aplastarse la cara contra la ventana) te obliga a replantearte quién eres. O qué impresión causas a otras personas.

Para mis padres, en tan solo unas cuatro semanas me había vuelto un poco más interesante. Ahora era la vía de acceso a un mundo diferente. Mi madre, en especial, me hacía preguntas todos los días sobre Granta House y sus hábitos domésticos, a la manera de un zoólogo que realiza un examen forense de una exótica criatura recién descubierta y su hábitat. «¿Usa la señora Kim servilletas de lino en todas las comidas?», preguntaba, o «¿Crees que pasan la aspiradora todos los días, como nosotros?», o «¿Cómo hacen las patatas?».

Por las mañanas me enviaba con estrictas indicaciones para descubrir qué marca de papel higiénico usaban o si las sábanas eran de cierta mezcla de algodón. Era motivo de gran decepción para ella que la mayor parte del tiempo yo ni siquiera recordara esas misiones. Mi madre albergaba la secreta convicción de que los ricachones vivían como cerdos, especialmente desde que le hablé, a los seis años, de un amigo de modales refinados cuya madre no nos dejaba jugar en el salón «porque levantaríamos el polvo».

Cuando volvía a casa y le informaba de que sí, sin duda el perro tenía permiso para comer en la cocina, o que no, los Kim no fregaban la escalera de entrada todos los días, mi madre fruncía los labios, miraba de reojo a mi padre y asentía con silenciosa satisfacción, como si acabara de confirmar todo lo que sospechaba acerca de los descuidados hábitos de las clases altas.

Como dependían de mi salario, o tal vez porque sabían que no me gustaba mi trabajo, yo recibía un poco más de respeto en la casa. Lo cual no significaba gran cosa: en el caso de mi padre, dejó de llamarme «culo de cerda» y, en cuanto a mi madre, siempre me recibía con una taza de té cuando regresaba.

Para Sooyoung y para mi hermana, yo no había cambiado: aún era el blanco de sus bromas, la receptora de abrazos, besos o enfurruñamientos. Yo no me sentía diferente. Aún tenía el mismo aspecto y vestía, según Mich, como si hubiera sobrevivido a un combate de lucha libre en una tienda de la beneficencia.

No tenía ni idea de lo que pensaban de mí casi todos los habitantes de Granta House. Taeyeon era indescifrable. Para Yuri, sospechaba, yo no sería más que la última en una larga sucesión de cuidadores. Era amable, pero distante. Me daba la impresión de que no creía que fuera a quedarme ahí mucho tiempo. El señor Kim me saludaba con un educado gesto de la cabeza cada vez que nos cruzábamos en el pasillo, y a veces me preguntaba qué tal el tráfico o si me había adaptado bien. No estoy segura de que me hubiese reconocido de habernos visto en otro lugar.

Pero para la señora Kim (oh, Dios)..., para la señora Kim yo era, al parecer, la persona más estúpida e irresponsable del planeta.

Todo comenzó con los marcos de las fotos. En esa casa nada escapaba a la atención de la señora Kim, y yo debería haber sabido que la destrucción de los marcos sería considerada un cataclismo.

Me interrogó acerca de cuánto tiempo exactamente había dejado sola a Taeyeon, por qué motivo, cuánto había tardado en limpiar el desastre. En realidad, no me criticó (era tan cortés que ni siquiera alzaba la voz), pero esa manera parsimoniosa de parpadear ante mis respuestas, sus leves mmmm, mmmm mientras yo hablaba, me dijeron todo lo que necesitaba saber. No me sorprendí en absoluto cuando Yuri me contó que era juez.

Pensaba que sería buena idea si no dejaba sola a Taeyeon tanto tiempo la próxima vez, por muy incómoda que fuera la situación, ¿mmmm? Pensaba que quizá la próxima vez que limpiara el polvo me debería asegurar de que las cosas no estuvieran tan cerca del borde como para caerse accidentalmente al suelo, ¿mmmm? (Al parecer, prefería creer que había sido un accidente). Me hacía sentirme tonta de capirote y, por tanto, me volvía tonta de capirote cerca de ella. Siempre llegaba justo cuando se me acababa de caer algo o me hacía un lío con los mandos de la cocina, o me la encontraba en el pasillo con una mirada levemente irritada cuando yo volvía con el cesto de la leña, como si hubiera permanecido fuera mucho más tiempo de lo que en realidad había estado.

Por extraño que parezca, su actitud me afectó más que las groserías de Taeyeon. Un par de veces tuve la tentación de preguntarle si algo iba mal. Usted me dijo que me iba a contratar por mi actitud y no por mis destrezas profesionales, quería decirle. Bueno, aquí estoy, alegre todo el maldito día. Fuerte, como usted quería. Entonces, ¿cuál es el problema?

Pero Kim Taehee no era el tipo de mujer a quien se le podía hacer ese tipo de comentarios. Y, además, tenía la sospecha de que nadie en esa casa se decía las cosas a la cara.

«Sunny, nuestra última chica, tenía una costumbre inteligente: usar esa sartén para dos verduras al mismo tiempo» quería decir Lo estás poniendo todo perdido.

«Tal vez te apetezca una taza de té, Taeyeon» quería decir No tengo ni idea de qué hablar contigo.

«Creo que tengo unos documentos que comprobar» quería decir Estás siendo una grosera, así que me voy.

Todo ello pronunciado con esa expresión de leve sufrimiento, mientras los esbeltos dedos recorrían de arriba abajo la cadena del crucifijo. Qué comedida era, qué circunspecta. A su lado mi madre parecía Amy Winehouse. Yo sonreía con educación, fingía que no lo notaba y hacía el trabajo por el que me pagaban.

O, al menos, lo intentaba.

—¿Por qué diablos intentas poner zanahorias a escondidas en el tenedor?

Miré abajo, al plato. Había estado contemplando a la presentadora de televisión mientras me preguntaba cómo me quedaría el pelo si me lo tiñera del mismo color.

—¿Eh? No lo he intentado.

—Claro que sí. Las aplastas y luego las ocultas con la salsa. Te he visto.

Me sonrojé. Tenía razón. Estaba dando de comer a Taeyeon mientras ambas mirábamos las noticias del mediodía sin prestar demasiada atención. Su madre me había pedido que le sirviera tres tipos de verduras en cada plato, aunque ella había dejado muy claro que no quería comer verduras ese día. No creo que me pidieran preparar una sola comida que no estuviera nutricionalmente equilibrada casi hasta la exasperación.

—¿Por qué intentas darme zanahorias a escondidas?

—No lo intento.

—Entonces, ¿no hay zanahorias ahí?

Contemplé los diminutos pedazos naranjas.

—Bueno..., vale...

Taeyeon esperaba, con las cejas alzadas.

—Hum... Supongo que pensé que las verduras te sentarían bien.

Era, en parte, por deferencia a la señora Kim, en parte por la fuerza del hábito. Estaba acostumbrada a dar de comer a Sungmin, para quien había que reducir las verduras a puré y ocultarlas entre montones de patatas o trocitos de pasta. Cada vez que comía un pedacito era una pequeña victoria.

—A ver si lo entiendo bien. ¿Crees que una cucharada de zanahorias mejoraría mi calidad de vida?

Dicho así, sonaba bastante estúpido. Pero había aprendido que no debía mostrarme intimidada por nada de lo que Taeyeon decía o hacía.

—Tienes razón —dije con calma—. No lo volveré a hacer.

Y entonces, sin razón aparente, Kim Taeyeon se rio. Fue una explosión que salió de ella a ráfagas, como si le resultara del todo inesperado.

—Por amor de Dios —dijo, negando con la cabeza. La miré fijamente. —¿Qué más cosas has estado escondiendo en mi comida? Vas a acabar diciéndome que abra el túnel para que el señor Tren pueda entregar las coles de Bruselas en la maldita estación.

Reflexioné durante un minuto.

—No —dije, sin reír—. Yo solo trato con el señor Tenedor. El señor Tenedor no parece un tren. Eso me había dicho Sungmin, muy firme, hace unos meses.

—¿Fue mi madre quien te pidió hacer esto?

—No. Mira, Taeyeon, lo siento. Es que... no estaba pensando.

—Como si eso no fuera lo habitual.

—Vale, vale. Voy a quitar las malditas zanahorias, si tanto te molestan.

—No son las malditas zanahorias lo que me molesta. Lo que me molesta es que las esconda en mi comida una loca que se refiere a los cubiertos como el señor y la señora Tenedor. —Era una broma. Mira, déjame que me lleve las zanahorias y...

Se apartó de mí.

—No quiero nada más. Me basta con una taza de té —añadió cuando yo salía de la habitación—. Y no intentes echarle un maldito calabacín.

Yuri entró cuando ya acababa de lavar los platos. —Está de buen humor —dijo, y me entregó su taza.

—¿De verdad? —Yo estaba comiendo mis sándwiches en la cocina. Hacía muchísimo frío fuera y, por algún motivo, últimamente la casa ya no me resultaba tan hostil.

—Dice que estás intentando envenenarla. Pero lo dijo, ya sabes, con buen talante.

Sentí una extraña satisfacción ante esa noticia.

—Sí..., bueno... —dije, intentando ocultarla—. Dame tiempo.

—También está un poco más habladora. Hubo semanas en las que apenas abrió la boca, pero estos últimos días ha tenido ganas de charlar.

Recordé cómo Taeyeon me dijo que, si no paraba de silbar de una puñetera vez, se vería obligada a atropellarme.

—Creo que su definición de buena conversadora y la mía son un poco diferentes.

—Bueno, acabamos de hablar un buen rato de críquet. Y tengo que decírtelo —Yuri bajó la voz —: la señora Kim me preguntó, hace más o menos una semana, si yo pensaba que estabas haciendo bien tu trabajo. Le dije que te consideraba muy profesional, pero sabía que no se refería a eso. Ayer vino y me dijo que las había oído a las dos riendo.

Recordé la noche anterior.

—Se estaba riendo de mí —dije. A Taeyeon le pareció desternillante que yo no supiera qué era el pesto.

Le había dicho que había cenado «pasta con salsa verde».

—Ah, eso a ella le da igual. Hacía mucho tiempo desde la última vez que Taeyeon se rio de algo.

Era cierto. Taeyeon y yo parecíamos haber encontrado una forma más sencilla de estar juntas. Consistía sobre todo en que ella fuera grosera conmigo y yo de vez en cuando le devolviera la grosería. Ella me decía que yo había hecho algo mal y yo le decía que, si de verdad era importante para ella, me lo pidiera con amabilidad. Me soltaba palabrotas o me decía que era un dolor de ovarios, y yo le respondía que tratara de vivir sin ese dolor en concreto, a ver cómo le iba. Era un poco forzado, pero parecía funcionar para ambas. A veces daba la impresión de que era un alivio para ella que alguien se mostrara dispuesto a ser grosero, a contradecirla o a decirle que se portaba de un modo horrible. Tenía la sensación de que todo el mundo era muy cauteloso con ella desde el accidente (aparte de, tal vez, Yuri, a quien Taeyeon trataba con respeto de modo instintivo y quien, de todos modos, era probablemente inmune a sus comentarios más hirientes. Yuri era como un vehículo blindado con forma humana).

—Pues asegúrate de ser el blanco de más bromas suyas, ¿vale?

Dejé la taza en el fregadero.

—No creo que vaya a ser difícil.

El otro gran cambio, aparte del ambiente de la casa, era que Taeyeon no me pedía dejarle sola tan a menudo como antes, y un par de tardes incluso me preguntó si quería quedarme con ella a ver una película. No me importó mucho cuando vimos Terminator, pero, cuando me mostró una película francesa con subtítulos, eché un vistazo a la portada y le dije que no era l

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Comments

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skincrisday #1
Chapter 17: Esta historia esta muy linda, pero este es el final?
jcamila #2
Chapter 17: Me encanta esta historia
gea_ly
#3
Chapter 17: cambia el final siiiii!
2597611 #4
Chapter 17: También la amo !!
Karen-14213
#5
Chapter 17: Como amo esta adaptación x2
ditaange
#6
Chapter 16: Ah! Como amo esta adaptación
ditaange
#7
Chapter 16: Ah! Como amo esta adaptación
Karen-14213
#8
Chapter 16: Debo admitir que por este fic estoy retrasando mis ganas de ver la historia original xD
Good Work!
taeny39
#9
Chapter 16: Yah SooYoung se va a llevar a Tiffany con ella. Y TaeYeon es un ángel.
Karen-14213
#10
Chapter 15: Hay... Taeyeon...te amo <3