capitulo 13

YO ANTES DE TI ( Versión TaeNy)
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13

 

 

Sooyoung se encontraba al borde de la pista, donde corría sin moverse del sitio, con su camiseta y pantalones cortos nuevos de Nike que se le pegaban levemente a los muslos sudorosos. Me había acercado a saludarla y a decirle que no iría a la reunión de los Diablos del Triatlón de esa noche. Yuri estaba librando y yo me había ofrecido a encargarme de los cuidados del final del día.

—Ya te has perdido tres reuniones seguidas.

—¿De verdad? —Conté con los dedos—. Supongo que sí.

—Tienes que venir la semana que viene. Vamos a planear el viaje del Norseman. Y no me has dicho qué quieres que hagamos en tu cumpleaños. —Comenzó a hacer estiramientos, alzando la pierna y llevando la rodilla al pecho—. ¿Y si vamos al cine? No quiero una cena a lo grande, no mientras entreno.

—Ah. Mis padres quieren preparar una cena especial.

Se agarró el talón y apuntó con la rodilla al suelo.

No pude evitar percibir que su pierna se estaba volviendo extrañamente fibrosa.

—No es lo mismo que una cita romántica, ¿verdad?

—Bueno, tampoco los multicines. De todos modos, creo que debería decirles que sí, Sooyoung. Mamá está un poco desanimada.

Michelle se había ido el fin de semana anterior (sin mi bolsa de aseo con limones, que recuperé la noche previa a su marcha). Mi madre estaba devastada; se sentía incluso peor que cuando Michelle se fue a la universidad por primera vez. Echaba de menos a Sungmin como a un miembro amputado. Sus juguetes, tirados por el suelo del salón desde que era bebé, estaban recogidos en cajas. No había dedos de chocolate ni pequeños cartones de leche en el armario de la cocina. Ya no tenía una razón para pasear hasta la escuela a las tres y cuarto de la tarde, nadie con quien hablar en el breve trayecto a casa. Eran los únicos momentos que mi madre pasaba fuera de casa. Ahora no iba a ningún lugar, salvo por el viaje semanal al supermercado con mi padre.

Deambuló por la casa con aire ausente durante tres días, hasta que comenzó la limpieza de primavera con un vigor que asustó incluso al abuelo. Él le mostraba las encías en señal de protesta mientras ella intentaba pasar la aspiradora bajo la silla donde estaba sentado o le sacudía los hombros con un plumero. Michelle había dicho que no volvería a casa durante las primeras semanas, para que Sungmin tuviera ocasión de adaptarse. Cuando mi hermana llamaba por la noche, mi madre hablaba con ambos, tras lo cual lloraba media hora encerrada en su habitación.

—Últimamente siempre trabajas hasta tarde. Casi no te veo.

—Bueno, te pasas el día entrenando. De todos modos, me pagan bien, Sooyoung. No les voy a decir que no si me ofrecen horas extras.

Le fue imposible poner reparos a eso.

Nunca antes había ganado tanto dinero. Dupliqué la cantidad que daba a mis padres, depositaba un poco en una cuenta de ahorros cada mes y aún me sobraba más de lo que podía gastar. En parte se debía a que trabajaba tantas horas que casi siempre estaba en Granta House cuando las tiendas aún seguían abiertas. Además, no tenía ganas de ir de compras. Las horas libres las pasaba en la biblioteca, mirando cosas en Internet.

Un mundo nuevo se abrió ante mí en la pantalla de ese PC, página a página, y comencé a dejarme seducir por su canto de sirena.

Todo empezó con la carta de agradecimiento. Un par de días después del concierto, le dije a Taeyeon que deberíamos escribir a su amigo, el violinista, para darle las gracias.

—He comprado una bonita tarjeta al venir —expliqué—. Dime qué quieres que ponga y lo escribo. Hasta he traído mi mejor bolígrafo.

—Mejor que no —dijo Taeyeon.

—¿Qué?

—Ya me has oído.

—¿Mejor que no? Ese hombre nos regaló dos asientos en primera fila. Tú misma dijiste que fue fantástico. Al menos podrías darle las gracias.

Las mandíbulas de Taeyeon estaban tensas, inamovibles. Dejé el bolígrafo.

—¿Tan acostumbrada estás a que la gente te regale cosas que ya ni te molestas en darles las gracias?

—No tienes ni idea, Hwang, de lo frustrante que es depender de otra persona para que escriba tus propias palabras. La frase «escribo en nombre de...» es humillante.

—¿Sí? Bueno, es mejor que nada —farfullé—. Yo le voy a dar las gracias de todos modos. No voy a mencionar tu nombre si realmente te vas a portar como una imbécil.

Escribí la tarjeta y la envié. No hablé más al respecto. Pero esa noche, con las palabras de Taeyeon aún en la cabeza, me dirigí a la biblioteca y, al ver un ordenador libre, me conecté a Internet. Busqué si existía algún aparato que permitiera a Taeyeon escribir. Al cabo de una hora, había descubierto tres: una especie de programa de reconocimiento de voz, otro que se basaba en el parpadeo de un ojo y, como había mencionado mi hermana, un dispositivo de grabación que se ponía en la cabeza.

Como era de prever, puso reparos al dispositivo que se llevaba en la cabeza, pero admitió que el programa de reconocimiento de voz tal vez fuera útil y, al cabo de una semana, gracias a la ayuda de Yuri, lo instalamos en su ordenador y lo configuramos de modo que, con el teclado sujeto a la silla, Taeyeon ya no necesitaba que nadie escribiera en su nombre. Al principio le daba un poco de vergüenza, pero, cuando le sugerí que comenzara siempre diciendo: «Escriba una carta, señorita Hwang», lo superó.

Incluso la señora Kim fue incapaz de encontrar un motivo de queja.

—Si existen otros dispositivos que pudieran serle útiles —dijo, con los labios aún fruncidos, como si le costase creer que acabara de ocurrir algo bueno—, no dudes en decírnoslo. —Miró a Taeyeon, nerviosa, como si temiera que estuviera a punto de arrancarse el micrófono de la mandíbula.

Tres días más tarde, justo cuando salía para ir al trabajo, el cartero me entregó una carta. La abrí en el autobús, pensando que sería una felicitación de cumpleaños anticipada de algún primo lejano. Decía, con tipografía informática:

Querida Hwang:

Quería mostrarte que no soy del todo una imbécil egoísta. Y que agradezco tus esfuerzos. Gracias.

Taeyeon

 

Solté tal carcajada que el conductor del autobús me preguntó si me había tocado la lotería.

 

 

Después de todos esos años en el trastero, con la ropa colgada en un armario del pasillo, la habitación de Michelle me pareció un palacio. La primera noche la pasé dando vueltas en la cama con los brazos estirados, disfrutando por no tocar ambas paredes al mismo tiempo. Fui a la tienda de bricolaje y compré pintura y cortinas nuevas, así como una lámpara para la mesilla y unos estantes, que instalé yo misma. No es que se me dé bien ese tipo de cosas; supongo que quería ver si era capaz de hacerlo.

Me dediqué a redecorar: todas las noches, al volver del trabajo, pintaba durante una hora y, antes de que pasara una semana, incluso mi padre admitió que había hecho un buen trabajo. Dedicó un rato a observar mi obra, toqueteó las cortinas que había colgado yo misma y al fin dejó caer una mano sobre mi hombro.

—Tras este trabajo eres otra persona, Tiff.

Compré una funda nórdica, una alfombra y unos cojines enormes, por si recibía alguna visita y le apetecía pasar un rato ahí. Aunque no iba a venir nadie. Colgué el calendario en la puerta. Nadie lo veía, excepto yo. Nadie más habría sabido qué significaba, de todos modos.

Me sentí un poco mal porque, cuando pusimos la cama plegable de Sungmin junto a la de Michelle en el trastero, casi no quedaba espacio, pero lo racionalicé: al fin y al cabo, ya no vivían aquí. Y el trastero solo lo usarían para dormir. No tenía sentido dejar vacía la habitación más amplia durante semanas.

Cada día iba al trabajo pensando a qué otros lugares llevar a Taeyeon. No tenía un plan concreto, sino que me centraba en que saliera todos los días, en intentar que estuviera contento. Había días (cuando le escocían las extremidades o tenía una infección y yacía triste y con fiebre en la cama) más difíciles que otros. Pero en los buenos días había logrado varias veces sacarla al aire libre, bajo el sol primaveral. Yo era consciente de que Taeyeon detestaba la compasión de los desconocidos más que nada en el mundo, así que lo llevaba en coche a parajes hermosos donde, durante una hora más o menos, podíamos estar a solas. Preparaba un picnic y nos sentábamos al borde de un campo, a disfrutar de la brisa, de estar lejos de casa.

—Mi novia quiere conocerte —le conté una tarde, mientras le ofrecía los pedacitos que arrancaba de un sándwich de queso con pepinillo.

Había conducido durante varios kilómetros fuera del pueblo, hasta subir una colina desde donde veíamos el castillo al otro lado del valle, del que nos separaba un campo con corderos.

—¿Por qué?

—Quiere saber con quién paso tanto tiempo por la noche.

Por extraño que parezca, noté que esto la animaba.

—La Mujer Maratón.

—Creo que mis padres también.

—Me pongo nerviosa cuando una chica me dice que quiere presentarme a sus padres. De todos modos, ¿cómo está tu madre?

—Igual.

—¿Y el trabajo de tu padre? ¿Alguna novedad?

—No. La semana que viene, según le dicen ahora. De todos modos, me preguntaron si quería invitarte a mi cena de cumpleaños este viernes. Todo muy informal. Solo familia, en realidad. Pero no pasa nada... Ya les dije que no te apetecería.

—¿Quién dice que no me apetecería?

—No te gustan los desconocidos. No te gusta comer delante de los demás. Y no te gusta cómo es mi novia. O sea, era obvio.

Ya lo tenía en mis manos. La mejor manera de conseguir que Taeyeon hiciera algo era decirle que no querría hacerlo. Aún persistía en ella esa parte obstinada, dada a llevar la contraria.

Taeyeon masticó un momento.

—No. Voy a ir a tu cumpleaños. Así tu madre tendrá algo en lo que pensar, por lo menos.

—¿De verdad? Oh, Dios, si se lo digo va a empezar a limpiar y sacar brillo esta misma noche.

—¿Estás segura de que es tu madre biológica? ¿No debería existir cierta semejanza genética? Sándwich, por favor, Hwang. Y con más pepinillo.

Solo bromeaba a medias. Mi madre entró en desesperacion ante la mera idea de recibir a una tetrapléjica en casa. Se llevó las manos a la cara en el acto, y de inmediato comenzó a reordenar el aparador, como si Taeyeon fuera a llegar en cuestión de minutos.

—Pero ¿y si necesita ir al baño? No tenemos un baño aquí abajo. No creo que papá pueda subirla a cuestas. Yo podría ayudar..., pero no sabría dónde poner las manos. ¿Se encargaría Sooyoung?

—No te preocupes por esas cosas. De verdad.

—¿Y la comida? ¿Taeyeon solo come purés? ¿Hay algo que no pueda comer?

—No, solo necesita ayuda para agarrar las cosas.

—¿Quién va a hacer eso?

—Yo. Tranquila, mamá. Es simpática. Te va a caer bien.

Y así quedó decidido. Yuri recogería a Taeyeon, la traería en coche y se pasaría dos horas más tarde para llevarla de nuevo a casa y encargarse de los cuidados nocturnos. Yo me había ofrecido, pero ambas insistieron en que «me soltara el pelo» en mi cumpleaños. Era evidente que no conocían a mis padres.

A las siete y media, ni un minuto más ni un minuto menos, abrí la puerta para encontrarme a Taeyeon y a Yuri en el porche. Taeyeon blusa una camisa y chaqueta elegantes. No sabía si sentirme complacida al ver que se había tomado la molestia o preocupada porque mi madre se pasaría las dos primeras horas de la velada temiendo no haberse arreglado lo suficiente.

—Hola.

Mi padre apareció en el vestíbulo detrás de mí.

—Ajá. ¿Estaba bien la rampa, jovencitas? —Había dedicado toda la tarde a montar una rampa de tablero aglomerado en la escalera de entrada.

Con cuidado, Yuri subió la silla de Taeyeon y la llevó a nuestro estrecho vestíbulo.

—Muy bien —dijo Yuri mientras yo cerraba la puerta detrás de ella—. Estupenda. Las he visto peores en los hospitales.

—Jisung Hwang. —Mi padre tendió la mano y estrechó la de Yuri. La tendió a Taeyeon antes de retirarla con un movimiento brusco y un súbito ataque de vergüenza—. Jisung. Disculpa... Eh... No sé cómo saludar a un... No te puedo dar la... —Comenzó a trastabillarse.

—Una reverencia es suficiente.

Mi padre me miró y entonces, al comprender que Taeyeon bromeaba, soltó una gran carcajada, aliviado.

—¡Ja! —dijo, y dio un golpecito a Taeyeon en el hombro—. Sí. Una reverencia. Qué bueno. ¡Ja!

Así se rompió el hielo. Yuri se despidió con un gesto de la mano y un guiño, y yo llevé a Taeyeon a la cocina. Mi madre, por fortuna, sostenía una fuente en las manos, así que se libró de sentir la misma zozobra.

—Mamá, esta es Taeyeon. Taeyeon , JungEun.

—Eun, por favor. —Mi madre la miró encantada, con los guantes del horno hasta los codos—. Qué alegría conocerte por fin, Taeyeon.

—Encantada —contestó—. No quiero interrumpir.

Mi madre dejó la fuente y se llevó la mano al pelo, lo que siempre era una buena señal. Lástima que olvidara quitarse los guantes primero.

—Disculpa —dijo—. Hay asado para cenar. El secreto es que esté en su punto, como ya sabes.

—En realidad, no —replicó Taeyeon —. No soy muy dada a cocinar. Pero me encanta la buena comida. Por eso tenía tantas ganas de venir.

—Entonces... —Mi padre abrió el refrigerador—. ¿Cómo lo hacemos? ¿Tomas la cerveza en... un vaso especial, Taeyeon?

Si de mi padre dependiera, le dije a Taeyeon, habría tenido un vaso especial para beber cerveza antes que una silla de ruedas.

—Es importante saber cuáles son tus prioridades —dijo mi padre. Hurgué en la mochila de Taeyeon hasta que encontré su taza.

—Cerveza está bien. Gracias.

Tomó un sorbo y yo fui a la cocina, cohibida, de repente, por nuestra casa pequeñita y desordenada, con su papel pintado de los años ochenta y los aparadores de la cocina arañados. La vivienda de Taeyeon tenía muebles elegantes y la decoración era discreta y de buen gusto. Nuestra casa daba la impresión de que el noventa por ciento de su contenido procedía de la tienda de todo a una libra. Los dibujos de Sungmin cubrían todas las superficies desnudas de la pared. Pero, si se fijó, Taeyeon no dijo nada. Ella y mi padre no tardaron en encontrar un tema de conversación: lo inútil que era yo. No me molestó. Así ambas estaban de buen humor.

—¿Sabías que una vez se estrelló contra una baliza y juró que la culpa era de la baliza?

—Tendrías que ver cómo baja la rampa. A veces es un deporte extremo bajar de ese coche...

Mi padre estalló en carcajadas.

Les dejé a lo suyo. Mi madre me

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Comments

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skincrisday #1
Chapter 17: Esta historia esta muy linda, pero este es el final?
jcamila #2
Chapter 17: Me encanta esta historia
gea_ly
#3
Chapter 17: cambia el final siiiii!
2597611 #4
Chapter 17: También la amo !!
Karen-14213
#5
Chapter 17: Como amo esta adaptación x2
ditaange
#6
Chapter 16: Ah! Como amo esta adaptación
ditaange
#7
Chapter 16: Ah! Como amo esta adaptación
Karen-14213
#8
Chapter 16: Debo admitir que por este fic estoy retrasando mis ganas de ver la historia original xD
Good Work!
taeny39
#9
Chapter 16: Yah SooYoung se va a llevar a Tiffany con ella. Y TaeYeon es un ángel.
Karen-14213
#10
Chapter 15: Hay... Taeyeon...te amo <3