Oí entonces el rechinar de unos neumáticos a mis espaldas y cerré con más fuerza los ojos…

—¡Ustedes! ¡¿Qué están haciendo?!— grito una femenina y ronca voz a mi lado. En cuanto la oí hablar supe que no formaba parte del grupo de tipos que estaban acechándome, y abrí los ojos.

—¿Qué te importa?— bramo un tipo lleno de tatuajes, aunque empezó a retroceder mientras hablaba. Un coche acababa de estacionar en la plaza que había a mi derecha, y los faros iluminaban la escena.

—Creo que deberías apartarte— me dijo la nueva voz, pero esta vez en un tono más dulce.

    Mire de reojo hacia ella, pero las sombras que proyectaban los faros la ocultaban. Estaba demasiado obscuro para ver otra cosa que no fuera una cabellera platinada. La chica dio un nuevo paso al frente, y mis frustrados atacantes siguieron retrocediendo. No lo hacían con el apuro necesario; de repente, vi un borrón de color plateado precipitándose hacia ellos. La obscuridad y el miedo no me permitían confiar en lo que veían mis ojos. Me dio la impresión de que la cabellera plateada se movía más rápido de lo que es humanamente posible.

    Los tipos empezaron a gritar en cuanto cayó sobre ellos y se alejaron volando del garaje. Pestañee en un intento de acostumbrarme a la penumbra, y todo el mundo desapareció, todo menos ella, la bombilla volvió a parpadear y vi que la chica de cabello plateado estaba a mi lado…

     Parecía menor que yo, de poco más de veinte años, un poco más alta, tal vez por los tacos que usaba. Delgada, pero con sus músculos definidos, una silueta encantadora, sin duda demasiado atractiva y no se me ocurría que debía de haber sido lo que había espantado a aquellos tipos… tal vez su mirada tan penetrante aún a través de la oscuridad.

—¿Estás bien?— me pregunto, evaluando mi estado con la mirada.  

     Tenía una expresión sincera y amistosa, y una sonrisa de medio lado tan encantadora, que a pesar de que acaba de estar a muy escasa distancia de la muerte, no pude evitar responder.

—Si— conteste, en un tono de voz que apenas me sonaba familiar— Me has salvado la vida.

—No tendrías que andar sola por ahí— replico la chica, ignorando el hecho de que acababa de llevar a cabo una acción heroica.

—Mi amiga Hyuna anda por aquí.

     Me acorde entonces de ella y mire alrededor, buscándola. En parte estaba enojada porque mi amiga no había movido ni un dedo para salvarme, aunque, por otra parte, tampoco yo había hecho nada.

—¿Son dos?— Levanto una ceja.

—Creo que Hyuna lleva siempre encima un spray contra los violadores— añadí sin convicción.

—¿Y dónde está tu supuesta amiga?— Entonces fue ella quien examino el estacionamiento, y enseguida señalo una sombra acurrucada junto a una furgoneta estacionada en el otro lado— Creo que la veo por allí.

—¿Donde?—Forcé la vista en la dirección que me señalaba, pero no vi nada.

—Allí— repitió, y al momento dio un paso en dirección al Jetta negro estacionado a mi lado— Vamos a buscarla y luego las acompaño a su casa.

     Rodee el coche y me acomode en el asiento del acompañante. En ningún momento se me ocurrió decirle que no. Tenía algo que me invitaba a confiar en ella; con el resplandor de las luces azules del tablero conseguí verla bien por primera vez. Tenía una piel inmaculada, su cabello estaba un poco despeinado le permitía lucir con tal fiereza. Recorrió a toda velocidad el estacionamiento y aparte los ojos de ella para mirar por la ventanilla. Hyuna estaba agazapada detrás de una furgoneta blanca y me pregunte si se le había ocurrido llamar a la policía. La chica detuvo el coche a su lado y bajo la ventanilla para asomar la cabeza por ella.

—¿Hyuna?—dijo, y ella se volvió.

    Esperaba que Hyuna tuviese miedo, que se diese incluso a la fuga después de lo que acaba de pasar. Pero se quedó mirándola con una expresión de lo más extraña. Fue como si le inspirara un temor reverencial.

—Hola— dijo Hyuna. No era su habitual voz de conquista, aunque estoy segura de que eso era justo lo que pretendía.

—Nos va a acompañar a casa, Hyuna— dije cuando me di cuenta de que no tenía intención de hacer otra cosa que quedarse allí quieta mirándola— Vamos, sube.

—Por supuesto— Le sonrió antes de deslizarse en el asiento de atrás.

—¿Estás bien?— Mire hacia atrás para ver su aspecto.

—Estoy estupendamente— respondió, mirando boquiabierta la chica— Y esta amiga tuya, ¿Quién es?

—La verdad es que no lo sé— reconocí. Mirándola.

—Me llamo Chaerin, aunque la mayoría me dice CL— informo, para librarnos de dudas— Y tú eres Hyuna—Entonces me miro—¿Y tú eres…?

—Sandara… o puedes llamarme Dara si gustas

—Muy bien Dara. Yo no sé ustedes, chicas, pero lo que de verdad me gustaría en este momento es una buena taza de café— Chaerin acelero sin esperar a que le respondiéramos. En realidad no era una pregunta, y ninguna de nosotras le puso reparos.

—Tienes un coche muy bueno— dijo Hyuna. Su voz había recuperado del todo su característico tono dulce y empalagoso. Chaerin no dijo nada, y el silencio empezó a tornarse incómodo, después de unos minutos freno de golpe en el estacionamiento que había frente a un restaurante abierto toda la noche.Cuando salimos del coche, Hyuna correteo hacia ella y lo tomo por el brazo. A ella no pareció gustarle mucho el gesto, pero tampoco se apartó.

—Oh, mierda— dije al salir del coche y bajar mi vista hacia mis sucios pies descalzos. Estaban cubiertos de ampollas y aceite, y la idea de volver a meter mis pies hinchados en los zap