Capitulo XVIII
Instinto—¿Por qué se ha ido Jiyong?— le pregunté. Me fijé en que Leslie titubeaba y bajaba la mirada—Chae me ha dicho que ha sido por mi causa.
—Chaerin no sabe lo que dice— respondió Leslie muy tensa.
—Leslie—me quedé mirándola fijamente hasta que por fin levantó la vista y suspiró.
—La verdad que está es una conversación que me gustaría dejar para otro día.—Se obligó a sonreírme—. He tenido una jornada muy larga y me apetecería darme un buen baño caliente. Estoy segura de que a Chaerin y a ti se les ocurrirá cualquier cosa en que entretenerse.
—¡Eso siempre!—Chaerin irrumpió en la cocina, radiante, vestida con una camiseta limpia y pantalón corto.
—Y pórtate bien—le dijo Leslie al pasar por su lado–. Lo digo en serio.
—Sí, sí—murmuró ella. Cuando le dio la espalda, le sacó la lengua. Caminó hacia mí casi bailando, sonriendo como una tonta—. No sabes cómo me alegro de que lo sepas. ¿Sabes lo complicado que resulta esconderte cosas?
—No, la verdad es que no lo sé.— seguía sin saberlo todo, pero ya me daba lo mismo. Chaerin estaba de un humor increíble y me lo había contagiado.—. ¿Y sabes lo complicado que es escondértelas a ti?
—¡Sí!—insistió Chae, sin dejar de sonreír—Teddy y Ji lo hacen constantemente. Piensan que soy demasiado joven. Si fuera por ellos, a estas alturas seguiría sin saber lo que es un vampiro.
—¿Tienes cuarenta años?—le pregunté arrugando la nariz.
—¿Tienes miedo?— Levantó la barbilla, a la espera de mi respuesta.
—No, la verdad es que no. Sé que debería tenerlo, pero la verdad es que no. Me siento estúpidamente segura a tu lado.
Esbozó una maliciosa sonrisa y comprendí que sin querer le había retado a espantarme. Hizo girar el taburete donde estaba sentada hasta que me quedé de espaldas a la isla y se plantó delante de mí, con los brazos a un lado y a otro de mi cuerpo, atrapándome entre ella y la isla de la cocina. Tenía la cara de Chaerin justo delante de la mía, y sus ojos bailaban con alegría.
—¿Y ahora?¿Tienes miedo?
—No ¿Se supone que debería tenerlo?—le respondí con una sonrisa.
—Eso creo.—Su voz se había vuelto mas grave y ronca, sus ojos casi transparentes estaban fijos en la míos. Entonces vi que bajaba la vista hasta que sus ojos quedaron clavados en mi cuello, y mi corazón, que iba completamente por la libre, se aceleró. Inspiré con fuerza. Chaerin olía a limpio, una mezcla de jabón y dentífrico con sabor a menta. Su expresión cambio, y se tornó más tenebrosa a medida q
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