Las semanas han pasado.

Poco a poco me he adaptado a mi nueva vida.

No hay noche en que no llore. Pero tal vez de esa manera, me canse y empiece a olvidarlo completamente.

No he recibido respuesta de los papeles de divorcio.

Salgo la mayoría de las veces a explorar la zona y para distraerme un poco también.

Mi lugar preferido hasta ahora es un café muy tranquilo y acogedor. Lo he frecuentado tanto que he hecho amistad con la dueña. Una mujer muy trabajadora y agradable. Ha sido muy grato poder hablar con ella y no sentirme completamente sola en este lugar.

“¿Y tú? ¿Novios? ¿Pretendientes?”, me pregunto sonriente después de haberme contado divertidas experiencias con sus antiguos novios. No habían muchos clientes hoy así que se dio un breve descanso para platicar conmigo. Me quede en silencio. Su sonrisa desapareció comprendiendo mi estado de animo. “Entiendo”, dijo ella dándome una sonrisa amable. Tal vez si hablaba con alguien de esto… me sentiría bien…

“Me casé…”, dije tomando un sorbo de mi latte moka. “Pero creo que fue muy pronto y… simplemente no funcionó”.

Hubo silencio...

“Eres muy joven aún y muy linda. Aún tienes mucho que vivir”, me dijo animándome. Le brinde una triste sonrisa. “Aún lo amas ¿no es así?”, dijo mirando mi anillo. Lleve mis dedos a mi anillo y lo acaricié con cariño. En ese instante la puerta se abrió y Hana en seguida se levantó para dar la bienvenida.

Levante la mirada solo por inercia y me quede helada…

De entre todos los lugares. De entre todo este enorme país, de entre todos los miles de cafés… 

Kay tuvo que entrar en este… y no solo, sino con una chica linda con la cual reía y la abrazaba muy cómodamente y ella también. Me levante haciendo ruido y tirando mi latte. Todos en el Café me observaron, Kay y su acompañante incluidos. Me miraba sorprendido.

Segundos pasaron.

Silencio incómodo.

Reaccione, tome mis cosas, y salí corriendo del lugar.

No me olvides

No llores. No llores. No llores. Muy tarde.

Corrí y corrí hasta quedarme sin aliento. Me detuve sofocada y me arrodille abrazando mis piernas llorando.

No me olvides

Estúpida. Yo creí… en verdad creí… pensé… que todavía había esperanza. Muy dentro mi esperaba que aun hubiera esperanza entre Kay y yo. Pero fui una estúpida. Él... ya me olvido claro está.

No me olvides

Me reí de mi misma.

Llegue a mi departamento. Arrastrando los pies.

Saque mis llaves.

Mierda.

¿Cuál era la llave?

Intenté con una.

Error.

Otra

Error.

“¡Demonios!”, grite frustrada. Solo quería entrar y echarme a mi cama a llorar hasta perder la consciencia.

“¿Puedo ayudarte?”, dijo una voz masculina detrás de mí. Reconocí esa voz. Gire mi cabeza. Era aquel chico grosero que me tope al llegar por primera vez aquí y que tiró mis cosas sin siquiera haberme ayudado… lo mire de pies a cabeza. Realmente era muy alto y muy… guapo… rayos Gaya no pienses en eso, no es el momento.

“Tú…”, dije irritada.

Él se señaló a él mismo con fingida inocencia. Oh vamos. No estoy de humor.

“No, nada. Olvídalo, no puedo entrar a mi departamento… olvide que llave era”, dije avergonzada.

“No hay problema”, dijo sonriéndome travieso... una sonrisa muy… y.

Tomo mis llaves, las examino durante unos segundos y tomo una, la metio a la cerradura y la abrió sin dificultad.

“Ya está. Te aconsejo que le pongas una etiqueta para que no tengas problemas de nuevo”

“Gracias”, dije tímida.

Me devolvió las llaves.

“Por cierto, lo de la vez pasada… en verdad lo siento. Llevaba prisa y…”

“Está bien”, dije con mis manos en alto, no quería escuchar más, sólo quería entrar a mi habitación y estar sola de una vez por todas.

“Queda olvidado. Gracias por lo de las llaves. Hasta luego”, dije cortándolo.

Entré a mi departamento rápidamente dejándolo ahí parado y me dirigí a mi cama, me dejé caer en ella soltándome a llorar, desahogándome por todo, hasta quedarme dormida.

Al fin.

***

Un ruido me levanto. Desorientada. Con dolor de cabeza.

Era la puerta.

Me levante aún soñolienta. Sin siquiera importarme como me veía abrí la puerta.

Abrí los ojos con sorpresa. Era aquel chico de hace unas horas. Venía con 5 cajas pequeñas. Él me miro de arriba abajo. Me sonrojé. Debo estar echa un desastre. Sonrió divertido.

Oh...

De nuevo esa sonrisa.

Me dejo sin aliento.

Bien hecho Gaya. De nuevo.

“Hola”, saludo alegremente.

“¿Q-qué se te ofrece?”, dije nerviosa. ¿Por qué me tenía que pasar todo esto a mí?

“¿Puedo pasar?”

“¿No…?”

“¿No? ¿Por qué no?”

“Porque no te conozco”

“Oh vamos ya nos hemos visto dos veces y además vivo ahí”, me dijo señalando el otro departamento enfrente del mío. Vecinos. Lo mire sorprendida y con desconfianza. Pero al final sin saber por qué demonios lo deje entrar.

“Gracias”, dijo él entrando como si estuviera en su propia casa, dejando las pequeñas cajas blancas en la mesa. “Son para ti”, dijo sonriéndome.

“¿Para mí? ¿Por qué?”

“Fui... descortés contigo la primera vez que nos vimos y... hace poco que nos encontramos parecías muy molesta... Realmente no soy así y no quiero que te quedes con esa imagen mía. Así que compré estos. Son pasteles, de los mejores y los más deliciosos. Una forma de disculparme y también para darte la bienvenida aquí”, dijo con ojos realmente sinceros. Me puse nerviosa. Un chico apuesto en mi depto. Solo los dos…

"¿Pasteles?"

"¡Claro! ¿No es común darle la bienvenida a alguien nuevo con comida?"

Cierto.

“Gr-Gracias. Disculpa aceptada”, dije sonrojándome.

Él suspiro aliviado, y me brindo una brillante sonrisa de oreja a oreja.

“¿Qué te parece si los comemos? Muero de hambre”, no pude evitar reírme.

No me trajo estos pasteles solo para mí.

¡Sino que los trajo para comerlos él mismo!

Él también río. 

“Era broma. Son todos tuyos. Espero que te gusten y bienvenida… Ah, lo olvidaba, soy Yuto, Nakajima Yuto”, me tendió la mano.

“Gaya, sólo Gaya”, dije tomando su mano y en el instante en que lo hice sentí un choque eléctrico. Retire de inmediato mi mano y pude notar que él también lo había sentido. Oh Dios. Esto fue… intenso.

“Hermoso nombre. Bien... me... retiro”, dijo brindándome una media sonrisa. Lo acompañe hasta la puerta.

“Gracias”, le dije nuevamente y cerré la puerta. Mi corazón aún seguía latiendo desenfrenadamente.

¿Qué demonios fue eso?

¿Quién era él?

Y además… ¡es mi vecino!

Toque mis mejillas, estaban calientes y podría jurar que también estaban coloradas. Muy coloradas.

Yuto…

Quiero volver a verlo…