La chantajista

Bésala tú por mí
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Habían pasado varios días desde su llegada a la casa de veraneo y Tiffany se sentía un poco más viva.

Tal y como su madre le había sugerido, le ayudaba estar distraída, y no pensar demasiado en Nichkhum. Y si algo había en aquella casa, eran distracciones. Si no se trataba de los constantes peleas entre Jessica y So Min, el disfrute estaba asegurado con la deslenguada Krystal. La hermana menor pasaba poco tiempo con ellos (normalmente, prefería irse con sus amigos a la playa), pero el tiempo que lo hacía era impagable.

A Tiffany le fascinaba el modo en el que siempre se burlaba de su hermana. Le sorprendía que Jessica no se hubiera dado cuenta de que cuanto más se enfadara, más insistiría Krystal en hacerla enfadar.

Era divertido.

Era diferente.

No tenía nada que ver con su vida en Buswan, el hospital, los problemas maritales de su entorno social o sus recuerdos sobre Nichkhum.

Tiffany notaba una mejoría con cada día que pasaba. Tenía más apetito y cada vez le costaba menos sonreír. Bo, su madre, parecía encantada con su evolución.

«Te veo muy bien», le dijo el día anterior con un tierno beso en la mejilla. «Pero si en algún momento quieres hablar….».

«Estoy bien, mamá, tranquila. Si necesito hablar, serás la primera a la que acuda», replicó Tiffany, devolviéndole el beso.

Se fueron a poner la mesa juntas y el tema quedó zanjado.

Ahora estaba conduciendo de regreso a la casa. Se había pasado el día fuera. Tenía muchas ganas de visitar a unos amigos en Uljin a los que hacía siglos que no veía, así que empleó en ello la hora del almuerzo y gran parte de la tarde.

Antes de meterse en el coche para regresar, vio de nuevo la abolladura que Jessica le había hecho días atrás. No era demasiado grande, pero sí visible, y no sabía si debía enfadarse o dejarlo estar.

Supuso que lo mejor sería dejarlo estar, aunque resultaba impropio de ella.

Normalmente, solía enfadarse por accidentes como estos, pero con Jessica le había sucedido algo inusual: se habían mirado unos segundos y no había sido capaz de replicarle.

No sabía razonar por qué, pero había algo en los ojos de Jessica que había cambiado cada vez que la observaba. Seguía siendo la misma persona, un poco rara, un poco huraña, malhumorada, torpe y quejicosa, pero a la vez parecía otra. Una Jessica más madura, incluso adorable en su torpeza social. La miraba y a veces no conseguía permanecer enfadada durante mucho tiempo. Su presencia le generaba ganas de sonreír, como si el mero hecho de contemplarla fuera ya de por sí divertido.

Bajó del coche y se distrajo con unos pájaros muy escandalosos que sobrevolaron su cabeza. Se quitó el sombrero habanero y sintió algunas punzadas. Le dolía la cabeza.

Entró en la casa y se alegró de encontrársela en silencio. Los demás o bien estaban en la playa o durmiendo la siesta en el jardín. Bebió algunos sorbos de zumo de manzana de una botella que había en la nevera y a través de las ventanas volvió a mirar el cielo.

¿Por qué había un matiz nuevo en la mirada de Jessica? ¿Y por qué nadie la había mirado así antes? Al menos, no recordaba esa mirada ni siquiera en Nichkhum.

Nichkhum. Cada día estaba más lejos. 

— Hola, Tiff.

Tiffany se giró y vio a Krystal, que la saludó en ese momento. Llevaba una camiseta de manga corta y unos shorts. Olía a crema, aunque parecía haberse quemado, como si hubiera usado factor de protección tres o algún aceite bronceador que abrasara la piel.  

— Hola, Krystal. Pensé que estarías en la playa.

— Y lo estaba. Me fui con unos amigos. Pero se levantó algo de viento.

— ¿Lo has pasado bien?

— Sí —respondió alegremente la menor y acto seguido desapareció por el pasillo con un vaso de agua bien fría.

A Tiffany no le molestaba Krystal.

Sabía que a su madre le parecía una adolescente irritante y a veces la había descubierto tratando de darle consejos a So Min sobre la educación de su hija menor.

Pero a ella le caía bien la hermana de Jessica. Incluso le hacía gracia cuando bromeaba acerca de su supuesto affaire, cosa que le sorprendía, pues a lo mejor debería sonrojarse u ofenderse como hacía Jessica cuando aseguraba que mejor tuviera cuidado o por la noche la acorralaría en su cama. Y sin embargo, Tiffany solía echarse a reír cuando escuchaba estas bromas. ¿Por qué no se sentía ofendida? ¿Por qué la idea no le resultaba bochornosa o absurda?

Le encantaba ver cómo Jessica se enfurecía ante las insinuaciones de su hermana.

Era cómico y muy entrañable. Y aun lo era más cuando los padres las miraban sorprendidos o curiosos, como si tratasen de dilucidar qué parte de todo aquello era cierto. Se acordó entonces de su amiga Lauren, que salía con una chica llamada Lucy. Ellas hacían una pareja muy bonita, incluso era precioso verlas cuando se daban un beso.

Pero nunca le había preguntado qué se sentiría al besar o acariciar a otra mujer. Aunque se lo imaginaba como algo suave y delicado, como dedos acariciando seda.

De repente, se imaginó preguntándoselo a Jess: «Oye, Jessica, ¿qué se siente?». Estaba segura de que su excompañera de clase la miraría enfadada y se daría media vuelta.

Tiffany sonrió ante esta escena mental. Empezó a tener frío y se dirigió inmediatamente a la ducha para entrar en calor. Las horas al sol en una terraza le habían causado una ligera insolación y estaba temblando.

— ¿Estás bien? Pareces enferma —le preguntó una voz a su espalda. Tiffany se giró y vio a Jessica, detenida en el pasillo, mirándola con gesto de preocupación. Jessica llevaba solo una toalla y el pelo húmedo le caía sobre los hombros.

Tiffany la miró de arriba abajo y respondió algo distraída:

 — Creo que me ha sentado mal el sol. Estoy mareada y temblorosa.  

— ¿Necesitas algo? Hay medicinas en uno de los armarios de la cocina — le indicó Jess, todavía detenida en el pasillo. Estaba descalza y su cuerpo despedía un agradable olor a champú y a gel de baño.

Tiffany no supo qué responder.

Aquella situación le parecía un poco absurda porque de pronto se sitió nerviosa y avergonzada, lo cual no tenía ningún sentido. Había visto a la mayoría de sus amigas en ropa interior, bikini y también envueltas en una toalla. Diablos, las había visto desnudas y nunca había habido ni un solo atisbo de tensión.

Ahora, en cambio, estaban las dos paradas en medio del pasillo y si alguien pasara por allí, no haría falta que fuera muy observador para detectar la tensión que flotaba en el ambiente. Era densa, casi podía sentirla cosquilleando la punta de su nariz.

— Ahora que lo dices —dijo, carraspeando e intentando que su mirada no se desviara—, necesito una toalla. La mía ha desaparecido, aunque creo que podré encontrar otra, así que no te preocupes.

— No, deja. Ya te llevo yo una ahora.

— Puedo cogerla en el armario — insistió Tiffany.

— No queda ninguna. Yo he usado la última limpia. Pero no te preocupes, hay más en el lavadero. Vengo enseguida.

—Bueno, si quieres…

Jessica desapareció entonces caminando de puntillas en dirección al salón. Tiffany imaginó que se secaría un poco primero, se vestiría y después le llevaría la toalla limpia. De todos modos, ¿qué había sido aquello? ¿Esa tensión electrizante? ¿A qué venía eso? Meneó la cabeza y abrió el grifo de la ducha. Cerró la puerta e intentó relajarse, aunque no dejaba de aguzar su oído, por si Jessica regresaba con la toalla. Al cabo de unos minutos, unos nudillos tocaron la puerta.

— ¿Quién es?

— Tu toalla.

— Vale, pasa —dijo, dando su consentimiento y escuchando cómo la puerta se abría—. Déjala sobre el lavabo.

Intentó estar todo lo serena que podía, pero Tiffany  se puso muy nerviosa al percibir la presencia de Jessica. El mero hecho de que estuviera al otro lado de la cortina de la ducha le hacía sentir avergonzada. ¿Sería capaz de ver algo? ¿Era lo suficientemente opaca? ¿Y si estiraba la cabeza para ver por el hueco del lateral que la cortina no cubría? Este pensamiento consiguió ponerla tan nerviosa que, sin querer, se le cayó el mango de la ducha, armando un estruendo.

— ¿Va todo bien? —Se interesó Jessica desde el otro lado—. ¿Te has mareado?

Tiffany  se ruborizó mientras se agachaba para recoger el mango.

— Estoy bien, no te preocupes. Se hizo el silencio y unos segundos después se escuchó un golpe todavía más fuerte.

La puerta. Se había cerrado de golpe. Tiffany frunció el ceño, desconcertada. Pensó que las formas de Jessica eran un poco rudas. ¿Qué había hecho ella para que se fuera así, de repente, dando un portaz

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Comments

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Jeti48 #1
I read it with google translate but still I like it and the ending is simple yet so sweet, thanks author nim =D
TaeSeoSica
#2
Chapter 20: Me gustó mucho. <3
Está bien hermoso, ALSHSKDHAKSJSKAJAKAKSJALA.
Apenas hoy lo terminé de leer, alv.

Veré que más cosas tuyas debo de leer. :v <33
AngelicaPark
#3
Chapter 20: Oyeee! :D Si lo leí ayer pero olvide comentar xD Así que a qui toy! xp
No puedo creer que tan rápido se acabara (Lo dice quien pedía caps mas largos x.x)
Bueno ya no queda mas que decir que..... Fue una historia genial me gusto mucho y también me gustan tus historias así que espero que actualices xD
Y bueno hasta la próxima ;)
DollySweet
#4
Chapter 20: Owwww... hermoso!!!! ♡ habra epilogo? Di que si!!!
sone009_ #5
Chapter 20: Que bonito final<3
TaeSeoSica
#6
¿Cómo no encontré esto antes? :/
Mañana mismo me pongo a leerlo todo, ahora no porque mis ojos ya se andan cerrando, alv. ¿?
Creo que tengo que revisar otro Fic tuyo que no he leído, eh.
L_ight_ #7
Chapter 20: Ah, casi me haces llorar. No puedo creer que terminara. Realmente voy a extrañar el esperar cada día una actualización. Esta fue una historia muy muy linda, gracias por compartirla. :D

¿no habrá epílogo?
Jsooyeon_18 #8
Chapter 20: Noooooo ya.termino!! Esto.m.hizo querer mas. Ame este cap, fue el mejor final! Awww Final feliz yupiii!
DollySweet
#9
Chapter 19: Porque tan rapido? Si parece que ayer recien subiste el primer capitulo :(
sone009_ #10
Chapter 19: Ay ya se termina :s