Día de chicas ft. Amigas

Bésala tú por mí
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ANTES DE LEER: Nuevamente dos capítulos en uno, solo diré que la imagen define mi estado al leer los dos caps.  A si que... 

Pdta: Lamento no haber actualizado ayer, realemente fue un día agotador, avancé algo del cap y luego caí rendida, prometo que no volverá a pasar.

Las quiero~ 

Tiffany y Bo decidieron pasar aquel día juntas. Hacía mucho tiempo que madre e hija no podían disfrutar de un momento a solas, por lo que decidieron escaparse de los demás y poner rumbo a una calita pequeña, en donde podrían hablar con tranquilidad, comer en cualquier cabañita y dar paseos por la orilla.

En Busan, Tiffany extrañaba estos momentos con Bo.

Raramente pensaba en ellos, como método de pura supervivencia, pero, a veces, echaba en falta poder llamar a su madre y pedirle que la acompañara a dar un paseo o ir de compras, con motivo o sin él, qué más daba. La necesitaba y eso era todo.

En Busan contaba con un reducido grupo de amigos. Eran buena gente, podía contar con ellos si así lo necesitaba, sobre todo con Luna, una médico residente con la que había hecho buenas migas, pero nada sustituía la presencia de una madre, y Tiffany lo sabía mejor que nadie.

Aprovecharon ese día lejos de todos para hablar de sus cosas.

Bo le puso al tanto de cómo estaban sus tías y primos. Una de ellas acababa de perder al marido y eso la había sumido en una fuerte depresión. Bo intentaba visitarla siempre que tenía hueco, aunque consciente de que nada podría reemplazar la presencia de su marido.

— A lo mejor no debería estar hablándote de esto, lo siento, cariño — le dijo entonces, mientras se aplicaba un poco más de crema solar. Tiffany miró a su madre sin comprender. ¿A qué se refería?

— ¿Qué quieres decir?

— Nada, que aquí estoy yo hablándote de mi hermana, que ha perdido a su marido, justo ahora que has roto con Nichkhum. No me parece de recibo.

— Oh, mamá, no digas tonterías. Lo mío con Nichkhum es completamente diferente a lo de la tía Hae —intentó tranquilizarla Tiffany y mientras lo decía se daba cuenta de que ya no dolía tanto. Sus sentimientos respecto a la ruptura con Nichkhum habían dado un giro de ciento ochenta grados desde que había llegado a Uljin.

— Bueno, solo lo decía por si acaso — arguyó Bo, que entonces la miró como si esperara que profundizara en el tema.

Tiffany captó el mensaje enseguida. No hacía falta que su madre le explicara aquella pausa. Sabía mejor que nadie que estaba esperando que se abriera con ella. Lo había estado posponiendo demasiado tiempo y esto inquietaba a su madre.

— Supongo que quieres que te hable de ello — le dijo, resignada.

— Estaría bien, para variar, pero si no estás preparada, no quiero presionarte.

— Es que estoy bien, mamá. Me refiero a que no sé qué podría contarte. Rompimos, dejamos de querernos, él recogió sus cosas y se fue. Eso es todo. No hay mucho más que contar — le explicó sintiendo calor de manera repentina. Un buen baño no le vendría nada mal, pero ya casi era la hora de comer y estaba hambrienta.

— Ya, pero ¿tú cómo estás? ¿Llevas bien vivir sola? ¿Tienes con quién quedar? ¿Comes bien? Eso me preocupa un poco. Si estuviera en Busan podría hacerte alguna comida, pero así…

— Mamá, por favor, no tengo quince años —protestó Tiffany, aunque agradecida por su preocupación. Una madre siempre era una madre, en la distancia o no—. Y sí, estoy bien. Al principio me resultó muy duro que Nichk no estuviera. Era como si la casa se me cayera encima. Le odié un poco por irse. Me hubiese gustado irme yo. Incluso pensé en cambiarme de piso porque todo me recordaba a él, pero después me he ido acostumbrado. He hecho algunos cambios en la decoración, creo que eso me ha ayudado.

— Has hecho bien, yo en tu lugar habría hecho lo mismo —opinó Bo.

— Estuve pensando en acudir a un psicólogo, pero ya sabes que no soy mucho de eso —le confesó, descartando la idea con una mano—. Y con el paso de los días me di cuenta de que ya no lo necesitaba. He estado muy ocupada en el trabajo, centrándome en eso, ¿sabes?

Bo asintió.

— ¿Has vuelto a saber algo de Nichkhum? ¿Han hablado?

— No. No hemos vuelto a hablar desde ese día. Supongo que los dos necesitamos un tiempo, es normal.

— Mejor así. Las heridas solo se curan con tiempo y distancia.

— Sí, yo también lo creo. — Tiffany suspiró, abochornada por el calor. Miró el reloj de su teléfono móvil. Eran casi las tres de la tarde—. ¿Te apetece que nos vayamos a comer algo? Estoy un poco hambrienta.

— Me parece. Además, hace muchísimo calor. Nos vendrá bien un poco de sombra — asintió Bo, chocando las manos para quitarse la arena. Madre e hija recogieron sus bártulos de playa, sacudieron las toallas y se dirigieron a una zona que tenía varios restaurantes con terraza.

Corría un poco de brisa y agradecieron encontrar una mesa a la sombra de un toldo. Pidieron algo variado de comer, ensalada, gazpacho y un poco de carne asada que estaba deliciosa.

Mientras devoraban su almuerzo con apetito, Tiffany se quedó mirando la carne ensartada en su tenedor y sonrió con diversión al recordar algo.

—¿Sabes que Alexia no come nada de carne? —le dijo, metiéndose un trozo en la boca.

— Eso me dijo su madre, que hace años que no la prueba. Yo no sé si podría.

— Pues yo sí. Lo he estado pensando varias veces, de hecho, pero al final nunca me decido. A lo mejor me animo después de este verano.

— Tiff, que estás muy delgada… no quiero ni imaginar cómo te quedarás si te vuelves vegetariana.

— ¡Qué va! Si he cogido un par de kilos desde que estoy aquí. ¿Ves? — dijo, palpándose la zona abdominal. Bo hizo un gesto con la mano para indicarle que allí no había nada. «Todo pellejo» fueron sus palabras exactas.

Pero esta conversación sobre la comida les dio pie para charlar acerca de Jessica y también de su nueva amistad con ella. Bo trató de que la conversación pareciera casual, pero a su hija no se le escapó en ningún momento el interés que sentía por tratar este tema con ella. Lo notó de inmediato, en las palabras que usó su madre, en la manera de mirarla, con mucha concentración, como si estuviera pendiente de cada uno de sus comentarios.

— Creo que estos días nos han sentado bien —le estaba explicando—. Al menos nos han permitido acercarnos y no discutir tanto. Ha sido agradable — le dijo a su madre, esperando que la conversación se detuviera ahí.

Pero Bo no estaba dispuesta a desaprovechar la oportunidad. Necesitaba indagar.

Había estado ciertamente muy preocupada por este tema los últimos días. Tal vez no tuviera motivos para ello, ¿pero y si los había?

— Yo también he notado que ahora  se han vuelto más cercanas — comentó Bo, limpiándose la boca con una servilleta de papel. Le hizo un gesto al camarero para hacerle saber que ya estaban preparadas para pedir los postres—. Me alegro de que superaran esa estúpida fase. Ya son muy mayores para andaros con chiquilladas.

— Estoy de acuerdo.

— Aunque sabrás que Jessica sale con mujeres…

 Lo dijo así, como quien no quiere la cosa, como esperando que Tiffany le contestara algo como «uh, sí, lo sé, ya me ando con mucho cuidado, no te preocupes».

Pero no hizo nada de esto. Simplemente le dio un mordisco al último trozo de pan y miró a su madre un poco sorprendida, mientras el camarero les recogía los platos.

El camarero les preguntó si iban a querer algo de postre. Ella pidió un café con hielo y su madre optó por un helado de limón.

Tan pronto el hombre se retiró, fue Tiffany quien retomó la conversación:

— Sí. ¿Y qué? ¿Por qué lo dices?  

— Oh, por nada. No es que para mí sea un problema, pero a veces me pregunto hasta qué punto ella podría ofrecerte una amistad y nada más, no sé si me entiendes.

Tiffany parpadeó, perpleja. Era la primera vez que escuchaba en boca de su madre un comentario semejante.

Tenía a sus padres por personas liberales, de las que apoyaban los colectivos minoritarios como podían ser los homouales, así que en su vida se imaginó manteniendo este tipo de conversación con ella. Se preguntó qué opinaría su padre si la escuchaba hablar en estos términos de Jessica.

— ¿Te das cuenta de que ese comentario es un poco homófobo?

— ¿Lo es? Pues nada más allá de mi intención, cariño. Ya sabes que yo soy la primera que está a favor de todo eso.

— ¿Entonces? ¿Qué es lo que intentas decirme? Porque no lo entiendo.

Tiffany sabía muy bien qué intentaba decirle. Lo sabía de sobra. En todos aquellos días tanto ella como So Min no les habían quitado ojo de encima.

Murmuraban cuando las veían juntas. Intentaban estar presentes en sus conversaciones siempre que podían y el día del concierto le había parecido una pantomima, una especie de representación teatral para impedir que se quedaran a solas.

¿Pero por qué? ¿A qué venía eso?

Era cierto que habían estado a punto de besarse, pero había sido una broma estúpida, ¿no? Bueno, tal vez el encuentro de la piscina había sido un poco diferente.

Allí se había dejado llevar por la confusión de sus sentimientos, quería besarla, era cierto, incluso lo provocó un poco, pero Jess le había dejado claro que no estaba dispuesta a ceder. Y en el fondo la entendía. Tenía el mismo miedo que ella, o al menos, muy parecido. Y ese pánico la paralizaba de una manera infantil cada vez que Jessica estaba cerca.

Esa mirada inquieta y huidiza, esa voz quebrada cuando se lanzaban retos o indirectas.

¿Realmente había querido besarla en la piscina bajo todas las estrellas?

Sí. Y tal vez era un problema.

Pero era su problema, el de ellas dos, no el de Bo o So Min.

— Cariño, no te pongas a la defensiva — le dijo entonces su madre, mientras le daba las gracias al camarero, que ya había regresado con el café y el helado —. La cuenta cuando pueda, por favor — le pidió—. Lo que intento decir es que no sé hasta qué punto Jessica podría ser tu amiga como lo podría ser otra persona que no fuera homoual.

— Esa es la parte que no entiendo. ¿Te has parado a pensar en que a lo mejor yo no le gusto? Que le gusten las mujeres no implica que le gusten todas —puntualizó Tiffany convencida de lo que estaba diciendo y un poco enfadada al admitir que cabía la posibilidad de que Jessica no se sintiera atraída por ella.

— Vamos, cariño, tú sabes mejor que nadie que no es así. ¿Has visto cómo te mira? Embobada. Así es como te mira.

— ¿Y qué?

— ¡Y nada! Solo te lo digo para que tengas, no sé, cuidado. No me gustaría que le hicieras daño — afirmó Bo, un poco irritada por la actitud defensiva de su hija.

— ¿Eso es todo lo que te preocupa?

— Pues claro, ¿qué iba a ser sino? Sabes que aprecio mucho a Jessica.

— Pues no sé, me cuesta entender que de repente estés tan preocupada por los sentimientos de Jessica. Más bien me parece que tienes miedo de que yo llegue a sentir algo por ella — le espetó Tiffany.

— No digas bobadas, Tiff— fingió Bo, que sintió un ataque de pánico en la boca del estómago porque su hija había dado justo en el clavo.

Sí, estaba preocupada, no podía evitarlo. Hee le había reñido en más de una ocasión, pero por más que lo intentaba no conseguía imaginarse a su hija compartiendo lecho con otra mujer.

Que la llamaran antigua si era necesario. Al menos no trataba de engañarse a sí misma.

— Sé sincera, nos conocemos, mamá —replicó Tiffany, volcando el azúcar sobre su café. La miró con dureza para hacerle saber que esperaba una respuesta.

— Bueno, puede que me haya preocupado un poco al verlas así, lo admito.

— No me lo puedo creer…

— Tiffany, cariño, yo solo deseo lo mejor para ti. Eso es todo.

— ¡Lo mejor según tú! ¿Y si de veras me gustara? ¿Y si sintiera algo por ella? ¿Acaso te lo has planteado? Porque en ese caso, mamá, lo “mejor” —dijo, poniendo comillas en el aire — para mí tal vez no sería lo que tú crees.

— Pero no es el caso —dijo Bo, negando con la cabeza, aferrándose a su último clavo ardiendo. Entonces, al mirar a su hija, la vio tan decidida que le asaltaron las dudas:

— Porque no lo es, ¿verdad? ¿Sientes algo por Jessica?

Tiffany miró en dirección contraria, molesta. Le hubiese encantado contestar a esa pregunta, pero ¿cómo hacerlo si ni siquiera ella tenía la respuesta?

— ¿Te han traído ya el cambio? Creo que deberíamos irnos —comentó.

— Hija, por favor…

—Te espero en el coche, ¿vale? Ya llevo yo las cosas.

— Y se levantó para poner fin a aquella incómoda conversación.

 

***

 

Hicieron el trayecto de vuelta a casa en silencio. Bo intentó sacar varios temas de conversación para aliviar la tensión que se respiraba en el interior del vehículo, pero Tiffany no estaba dispuesta a colaborar.

Contestaba con evasivas y monosílabos. Tenía ganas de llegar y bajarse del coche. Le parecía increíble la actitud que había adoptado su madre y eso le quitaba las ganas de hablar, no solo de eso sino de cualquier cosa.

La radio estaba puesta, por lo que decidió centrarse en la música, permitiendo que su imaginación la llevara sin rumbo fijo.

Empezó a pensar entonces en el momento que había compartido en la piscina con Sica y sonrió con cierto nerviosismo, admirando el paisaje, mientras pasaban cerca de Doñada, el parque natural.

Admiró los pinos, las flores y los arbustos, pero su sonrisa se borró al recordar el rechazo de Sica.

No la había rechazado directamente, pues Jessica ni siquiera sabía lo que Tiffany estaba pensando, metidas en la piscina, buscándola. Pero había sido tan evidente que algo debía haber notado, ¿no? Entonces, ¿cuál era el problema? ¿Acaso no era lo suficientemente atractiva para Jessica?

Un momento, ¿por qué quería resultarle guapa a una mujer? Nunca antes se había planteado algo semejante y, sin embargo, de repente las palabras de Bob empezaron a cobrar sentido.

Le gustaba una mujer. Un poco, al menos. Lo suficiente para desear besarla, explorar, ir un paso más allá. Y al tomar conciencia de lo que estaba ocurriendo se sintió tan asustada como ilusionada. Había algo en todo aquello que le hacía sentir protegida, bien, cuando estaba con Jessica. Como si nada pudiera hacerles daño.

Pero, por otro lado, era una verdadera locura, ¿no? Aparcaron el coche y se bajaron de él en silencio. Nada más entrar en el jardín observó que Jessica se estaba secando con una toalla. Ella le hizo un gesto de saludo con la mano que Jessica le devolvió deprisa y corriendo.

En ese momento estaba demasiado confusa como para acercarse. Prefirió irse directamente a la ducha, para aclarar sus ideas.

El agua ayudaría. Se despidió de su madre, todavía un poco enfadada y se encerró en el cuarto de baño. Después decidió pasar el resto de la tarde en su habitación leyendo una novela que llevaba posponiendo demasiado tiempo.

Cuando se dio cuenta eran ya las diez de la noche y alguien llamaba a la puerta.

Su padre asomó la cabeza:

— ¿No vas a venir a cenar? — le preguntó, sonriendo—. Te estamos esperando.

— Estoy un poco enganchada a este libro — le dijo, aunque el motivo para no salir en ese momento era otro muy diferente. No le apetecía enfrentarse a las miradas culpables de su madre, del mismo modo que le aterraba quedarse cara a cara con Jessica después de lo que había estado pensando—. Creo que comeré algo un poco más tarde. Tal vez fruta.

— ¿Quieres que te la traiga?

— No será necesario, papá. Ya iré yo cuando me entre hambre. Discúlpame con los demás, ¿quieres?

— Por supuesto. Que lo disfrutes, cariño —dijo Hee, volviendo a cerrar la puerta y perdiéndose en el otro extremo del pasillo.

Esa noche Tiffany apenas consiguió conciliar el sueño y se abrazó a algunos recuerdos de cuando Jessica y ella no eran más que unas adolescentes.

 
Se preguntó si ya entonces se miraban así. Y estaba convencida de que sí, a pesar de que ella nunca se habría planteado algo parecido, pues estaba anonadada con los chicos de la clase. O mejor dicho, estaba complacida de gustarles tan rápidamente, aunque rara vez se sentía en confianza con ellos como para dejarse llevar.

Después fue quedándose dormida mecida por aquellos recuerdos. El problema fue el sueño que vino esa noche:

Tiffany soñó que estaba completamente sola en un coche y de repente escuchaba golpes, sonidos secos y absolutos que procedían de la parte trasera de su automóvil. Entonces salía de él, temblando, en mitad de una carretera secundaria y se preguntaba quién habría dentro de ese maletero.

Estaba bloqueada, asustadísima cuando escuchó una voz muy suave. Era la voz de Jessica.

Tiffany se precipitaba al maletero y lo abría con torpeza.

Era ella. Jessica salía llorosa del coche y se abrazaban balbuceándose cosas al oído. Entonces todo aquel miedo inicial se transformaba en otra cosa, ambas se sonreían triunfantes y empezaban a besarse con brusquedad.

Se quitaban la ropa, sonaba la cremallera de los vaqueros nuevos de Jessica. Tiffany murmuraba algo…

— Sí, por favor, sí. Oh, sí, sí, no te pares ahora…

Y entonces pasó. Poco a poco fue saliendo de ese sueño tan intenso y empezó a escuchar voces a su alrededor.

— ¡Tiffany! ¿Pero se puede saber qué te pasa? — dijo su madre muy enfadada.

Ella seguía en trance, entre el sueño y la vigilia, pero la voz de Bo la despertó lo suficiente para que abriera los ojos de golpe.

— ¿Qué sucede? —quiso saber Krystal entrando atropelladamente en la habitación.

Y no solo Krystal. En menos de cinco minutos, todos estaban allí, reunidos en torno a su cama, alarmados por los gritos de su madre.

Bo había salido en mitad de la noche a tomar un vaso de agua, a veces se despertaba con la boca seca y necesitaba hacer una visita al baño y luego a la nevera. Pero esa noche, al pasar frente al cuarto de Tiffany, le había parecido sentir a su hija… gimiendo literalmente, y se imaginó lo peor cuando no vio a Jessica en el sofá.

Inicialmente se planteó qué hacer, pero los nervios pudieron con ella y Bo irrumpió en la alcoba de su hija sin reparar en las posibles consecuencias, perdiendo un poco los papeles y alarmando al resto.

Y ahora estaban todos ahí, expectantes, sin saber qué había pasado exactamente. Habían llegado uno a uno, asustados por el ruido.

La última en hacerlo fue Jess, que la miró con la boca abierta y los ojos desorbitados, como si no comprendiera qué estaba sucediendo.

Ella tampoco lo hacía:  

— ¿Qué pasa? —dijo Tiffany recobrando el sentido y frotándose los ojos con las manos.

— Oh, hija, lo siento, no sé, es que pensé que tú y … Que tú y… — la mirada de Sonsoles iba de una a otra. De Jessica a Tiffany, de Tiffany a Jessica, como si estuvieran librando un partido de tenis—. Te escuché muy alterada y yo…

En ese momento Krystal estalló en sonoras carcajadas y los hombres decidieron regresar a sus habitaciones, un poco incómodos por la situación.

So Min, no obstante, miró a su hija con desaprobación, como si no pudiera creerlo.

Jessica parpadeó con inocencia. ¿Es que acaso nadie se había fijado en que la pobre había sido la última en entrar?

Tiffany no podía creerlo.

— ¿Qué yo qué, mamá? —dijo con enfado—. Estaba durmiendo, ¿qué diablos hace todo el mundo aquí?

Bo estaba muy avergonzada. Trató de explicar lo que había pasado con las mejillas sonrosadas y de manera atropellada.

— Pues verás, es que estabas haciendo unos ruidos muy extraños. Como si… Como si estuvieses en la habitación con alguien más haciendo esas cosas.

— ¿Haciendo qué? — preguntó enfurecida Tiffany. So Min intervino:

— Pero… ¿había alguien aquí, Bo?

— No.

En ese momento, Krystal tuvo que hacer una broma sin poder contenerse.

— De verdad, esto es un descontrol. Todo apuntaba a que mi hermanita por fin se había dejado llevar por el deseo, pero no, Tiffany estaba volando sola. ¡Sola! Yo creo que después de esto ya lo he visto todo.

— Pero, hija, ¿tú crees que estamos para bromas? — le espetó So Min haciendo aspavientos—. Anda, vete a la cama y tú también Jesica.

— No.

— ¿Que no qué?

— Que no me voy. ¿Son conscientes de que acaban de irrumpir en la habitación de una persona adulta? — dijo entonces Jessica, sentándose en la cama junto a ella.

Tiffany estaba tan abochornada que no sabía a dónde mirar.

Afortunadamente, Krystak ya se había ido. No era momento para bromas. Estaba cansada de todo aquello.

— Jessica, no te consiento que nos hables así.

— Pues lo siento, pero no me parece bien — replicó, poniendo la mano sobre la sábana. Tiffany la sintió tan cerca que de manera involuntaria se la tomó, como si necesitara aferrarse a algo en ese momento.

— Yo… De verdad… Escuché eso y pensé… No sé — se disculpó Bo mirando hacia otra parte.

So Min solo miraba las manos de ellas entrelazadas y Tiffany sintió que se le aceleraba el pulso al notar los dedos de Jessica acariciando los suyos y a sus madres allí, observándolas. Se sentía turbada y mareada, como si estuviese a punto de caerse redonda al suelo, pero el enfado pudo con todo. Miró a su madre fijamente y dijo:

— No te consiento que entres en el dormitorio solo porque pienses que estoy con alguien.

— No empieces, Tiffany, que cuando te pones así…

— ¡Pues déjame de una vez, mamá! Creo que hasta la fecha no he hecho nada que pueda hacerte sentir avergonzada. He salido con todos los chicos que les gustaban, aunque me sintiese vacía y desprotegida con ellos. No importaba. Estudié la carrera que soñaban para mí. Trabajo en uno de los mejores hospitales de Busan. ¡Y estuve a punto de casarme con alguien que ni siquiera me hacía sentir nada en el estómago! — gritó Tiffany manteniéndose en su sitio. Al final había estallado. Las miradas recelosas, la actitud controladora de las madres, la conversación con la suya en la playa, la tensión con Jessica… todo había contribuido a que llegara a ese punto sin retorno. Quería dejar de sentirse como una niña y volver a ser una adulta—. Así que no te he dado motivos para pensar que voy a venir aquí de invitada a acostarme con nadie.

Jessica la miró seriamente pero no soltó su mano y ella la apretó con más fuerza.

— Lo comprendo, pero entenderás que este no es el sitio para hacer… Lo que sea — se defendió Bo sin saber qué decir, omitiendo todas las acusaciones.

— Claro que lo entiendo, ¡por eso no he hecho nada!

— ¿Pero nada con quién, Tiffany, hija?

— ¡Con ella!  —exclamó, levantándose y mirando a Jessica.

So Min se ruborizó y  Bo las miró fijamente como si no diera crédito a lo que acababa de escuchar. Jessica no podía decir nada, estaba en shock.

— Tiffany, déjate de tonterías, no digas eso, estás perdiendo la cabeza, lo entiendo, estás  dolida. Todos te comprendemos, ¿verdad?  — dijo su madre buscando la comprensión de las presentes.

— Claro, bonita —empezó a decir So Min.

— ¡No digo tonterías! ¿Qué pasa si quiero besar a Jessica, mamá? Eso está bien para los hijos de tus amigos, ¿pero en mí sería inaceptable?

— Por favor, baja la voz. Hija, estas personas se van a asustar.

Tiffany se había puesto de pie pero no soltaba la mano de Jessica, que también se había incorporado automáticamente y estaba presa del pánico. La miraba como si quisiera decirle que frenase aquello, que tenían muchas cosas que resolver pero que no era ese el modo más acertado.

Pero no la frenó, porque Tiffany era un volcán en erupción y ya nadie podía apagar la rabi

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Comments

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Jeti48 #1
I read it with google translate but still I like it and the ending is simple yet so sweet, thanks author nim =D
TaeSeoSica
#2
Chapter 20: Me gustó mucho. <3
Está bien hermoso, ALSHSKDHAKSJSKAJAKAKSJALA.
Apenas hoy lo terminé de leer, alv.

Veré que más cosas tuyas debo de leer. :v <33
AngelicaPark
#3
Chapter 20: Oyeee! :D Si lo leí ayer pero olvide comentar xD Así que a qui toy! xp
No puedo creer que tan rápido se acabara (Lo dice quien pedía caps mas largos x.x)
Bueno ya no queda mas que decir que..... Fue una historia genial me gusto mucho y también me gustan tus historias así que espero que actualices xD
Y bueno hasta la próxima ;)
DollySweet
#4
Chapter 20: Owwww... hermoso!!!! ♡ habra epilogo? Di que si!!!
sone009_ #5
Chapter 20: Que bonito final<3
TaeSeoSica
#6
¿Cómo no encontré esto antes? :/
Mañana mismo me pongo a leerlo todo, ahora no porque mis ojos ya se andan cerrando, alv. ¿?
Creo que tengo que revisar otro Fic tuyo que no he leído, eh.
L_ight_ #7
Chapter 20: Ah, casi me haces llorar. No puedo creer que terminara. Realmente voy a extrañar el esperar cada día una actualización. Esta fue una historia muy muy linda, gracias por compartirla. :D

¿no habrá epílogo?
Jsooyeon_18 #8
Chapter 20: Noooooo ya.termino!! Esto.m.hizo querer mas. Ame este cap, fue el mejor final! Awww Final feliz yupiii!
DollySweet
#9
Chapter 19: Porque tan rapido? Si parece que ayer recien subiste el primer capitulo :(
sone009_ #10
Chapter 19: Ay ya se termina :s