Taeyeon  cruzaba la calle desde el edifico de la naviera, en dirección al local de Starbucks.

 

Si bien ella podía prepararse un café en la carísima máquina que estaba en la naviera, los sabores que le ofrecía Starbucks no tenían comparación.

 

Llegó a la puerta del local y entró.

 

Tiffany  que, había visto a taeyeon cruzando la calle y entrar en el local, entró tras ella tratando de que taeyeon no notara su presencia.

 

Taeyeon  caminó hasta la barra para hacer su pedido y Tiffany  la siguió a cierta distancia, fijando sus ojos en cómo el vestido azul marino que, ese día había decidido vestir, se le ajustaba tentadoramente en las caderas.

 

Se vía hermosa, pensó para ella, con su cabello suelto que caía en ondas por su espalda.

 

Taeyeon  hizo su pedido ajena al par de ojos oscuros que la miraban y la devoraban sin cesar.

 

Tiffany  estaba dudosa y se debatía entre acercarse a la rubia y actuar como siempre o esconderse para seguir observándola como si fuera una ladrona.

 

La verdad era que Tiffany  estaba muy confundida con los sentimientos que había descubierto tenía por su amiga y no sabía muy bien cómo actuar con ella.

 

Sabía que estaba enojada con ella por besarla y huir sin hablar, pero Tiffany  no podía soportar estar alejado de taeyeon, así es que se acercó y rogó al cielo para que la rubia por lo menos la saludara.

 

― ¡Buenos días!―saludó, pero taeyeon  no se giró de inmediato como esperaba― ¿Qué haces aquí? ¿Es que la ogra de tu hermana no tiene un café decente en la naviera?

 

Taeyeon sonrió y se estremeció al mismo tiempo al escuchar aquella voz a sus espaldas.

 

Su piel se puso de gallina y solo esperaba que Tiffany  no se diera cuenta.

 

―Buenos días, Tiffany―dijo girándose para quedar frente a frente con su amiga―Yuri  tiene una máquina excelente en el piso, pero quise salir un rato de la oficina.

 

Tomó su vaso y caminó hasta una mesa. Tiffany  la siguió y se sentó frente a la americana.

 

Por lo menos estaba de buen humor, pensó y así podría hablar con taeyeon  sin que la mandara a la mierda.

 

― ¿Qué vas a hacer el fin de semana?―soltó de golpe y de forma inesperada.

 

―No sé, aún no tengo planes, pero…

 

―Te invito al estadio. El sábado es la semifinal ¿Qué dices?

 

―No, pero gracias por la invitación.

 

Taeyeon  se moría por decirle que sí, que iría con ella donde quisiera, pero se había propuesto tratar de olvidarla, sacarlo de su corazón y lo primero era ir alejándose de su amistad.

 

―Vamos, tae, es la semifinal, no me digas que no, sé que te mueres por ir, si quieres podemos llevar a kris, él estará feliz.

 

―No insistas, ya dije que no ¿Es que acaso no tienes más amigos con los que ir al partido?

 

―Claro que tengo más amigos, tú lo sabes bien.

 

―Entonces ve con ellos.

 

―No, yo quiero ir contigo―dijo con el ceño fruncido y cruzando los brazos sobre su pecho.

 

― ¿Por qué? ¿Por qué no quieres ir con tus amigos?

 

―Porque ellos no le gritan groserías al árbitro de la forma tan y en la que tú lo haces.

 

Taeyeon sintió que el rubor se le extendía más allá del rostro, Tiffany  la miraba risueña sabiendo que la había afectado con sus palabras.

 

―Lo siento, pero no voy a ir contigo―se levantó de la silla y comenzó a caminar para salir de la cafetería.

 

―tae, ¿podemos hablar?―dijo llegando hasta su amiga y tomándola por un brazo.

 

― ¿Recuerdas el otro día que yo quería hablar contigo? Me dijiste que no, ¿por qué quieres hablar ahora? ¿Por qué tendría yo que escucharte?

 

Taeyeon  se soltó del agarre de Tiffany  y salió del local, la americana  la siguió, cruzó la calle con ella y entraron juntas en la naviera.

 

Esperaron el ascensor y entraron en el aparato el que luego comenzó su viaje.

 

El silencio era insoportable entre las dos y Santana no aguantó más, y en el quinto piso, detuvo el ascensor.

 

― ¿Qué haces? ¿Por qué detienes el ascensor? ¡Estás loca!

 

―Quiero hablar contigo, tae. Sé que el otro día en tu casa debí quedarme y hablar de lo sucedido, pero es que no sé qué pasó conmigo ese día, por qué te besé, no debería haberlo hecho y…

 

―No digas nada. Con tu actitud de esa noche me lo dejaste más que claro todo. No hace falta que te deshagas en explicaciones.

 

Taeyeon  sintió que un gran dolor se alojaba en su pecho.

 

Tiffany  se sentía culpable de haberla besado, eso estaba más que claro y eso la hirió en lo más profundo de su ser.

 

―tae, de verdad lo siento…

 

― ¿Sabes qué? Siempre dices lo mismo, piensas que con un lo siento vas a arreglar todo, pero ya no más. Ahora oprime el botón y haz que esta cosa se mueva.

 

―No, quiero hablar, quiero decirte que…

 

― ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué de pronto tienes tantos deseos de hablar? Ya te dije, si vas a decir lo mismo de siempre, es mejor que no digas nada más.

 

Tiffany  la miró sin saber qué es lo que realmente le quería decir, no sabía qué quería con taeyeon.

 

Se dijo que estaba enamorada, pero, ¿qué era el amor?

 

No lo conocía, solo sentía algo muy grande por taeyeon, pero era un algo que la tenía muy confundida y que no entendía bien.

 

Tiffany  no dijo nada, taeyeon  la miró decepcionada una vez más de la mujer frente a ella.

 

Tuvo la ilusión de que tal vez Tiffany  le diría algo, que el beso que le había dado en su casa era porque sentía algo por ella como decía jessica, pero no fue así… no dijo nada.

 

― ¿Puedes apretar el botón y hacer funcionar el ascensor? Tengo que volver a trabajar.

 

Tiffany  se movió hacía un lado y tal como le pidió taeyeon, pulsó el botón para que el ascensor siguiera su curso.

 

Llegaron al piso diez y caminaron juntas por el vestíbulo, una al lado de otra sin hablar.

 

Taeyeon  llegó hasta el escritorio de su secretaria y ella le entregó unos mensajes:

 

―Señorita taeyeon, la señorita Jung  la ha estado llamando. Usted se dejó el teléfono en su oficina. Me pidió que la llame apenas pueda.

 

―Gracias, Bora―dijo y entró en su despacho.

 

Tiffany  se quedó parada sin saber muy bien qué hacer.

 

La rabia la invadió al escuchar el nombre de jessica.

 

La americana se estaba acercando cada segundo más a taeyeon, mientras que ella estaba saliendo de su vida sin darse cuenta.

 

― ¿Necesita algo señorita, hwang?―preguntó Bora sacándola de sus pensamientos.

 

―Usted debe estar feliz, ¿verdad Bora?

 

La secretaria frunció el ceño sin entender a qué se refería la abogada.

 

― ¿Yo? ¿Y por qué sería?

 

―Porque taeyeon  está saliendo con jessica Jung. Sé que usted me odia, se nota que no me aguanta y sé que preferiría ver a un monstruo que a mi persona. Ahora dígame, ¿por qué? Y sea sincera.

 

― ¿De verdad que quiere que sea sincera?

 

―Por favor.

 

―Bien. La verdad señorita Hwang, es que no la odio. No la soporto, en eso sí tiene razón, pero no la odio, esa palabra es muy grande y muy fea. Ahora de por qué no la aguanto, es porque no me gustan las personas de su tipo.

 

― ¿Y qué tipo de persona es esa?

 

―El tipo de persona que cree que todas las demás personas tienen que caer a sus pies. Yo trabajaba en el quinto piso, ¿sabe? Y ahí escuché muchas cosas sobre usted. No soy quién para juzgarla, pero la señorita taeyeon  es una buena mujer, y no se merece que jueguen con ella.

 

―Yo no juego con taeyeon, de dónde saca eso.

 

―Es que usted no lo ve desde afuera como yo. Siento que se aprovecha de su amistad con la señorita Kim.

 

―Eso es mentira, taeyeon  y yo somos amigos hace años.

 

―Señorita Hwang, siempre hay una que se termina enamorando. Ahora que ya le dije lo que pienso hágame caso, y deje a la señorita tranquila para que pueda aprovechar las verdaderas oportunidades de ser feliz que se le presentan ante sus ojos.

 

―Y eso según usted sería jessica Jung…

 

―Exacto―dijo Bora  con suficiencia.

 

Tiffany  apretó los puños de rabia.

 

―Bien, qué bueno que ya nos estamos entendiendo, Bora. Pero déjeme decirle una cosa, usted no me conoce, no se puede hacer una idea de mí solo por rumores. No sabe de mi relación con taeyeon  y no sabe si jessica Jung es una buena persona para taeyeon. Eso no se puede saber solo por las apariencia que, demás está decirle, casi siempre engañan.

 

―Si es así, le pido disculpas. Y espero me permita darle un consejo, ojalá vea bien lo que tiene en frente, y sepa el valor que tiene.

 

Tiffany  no dijo nada más, miró a Bora  una vez y sin despedirse camino de vuelta al pasillo hasta llegar al ascensor.

 

Todo estaba mal para ella.

 

Mientras bajaba en el ascensor, pensó en todo lo dicho Bora, que siempre hay uno que se enamora.

 

Al parecer Bora  tenía razón, ella sentía algo fuerte, aunque por cabeza dura y terca, aún no lo quisiera reconocer.

 

***********************************************************************************************************************

Taeyeon  habló con jessica  y ésta le contó lo sucedido en el club con Tiffany.

 

Por su parte la coreana le contó lo que acababa de suceder en la cafetería y luego en el ascensor.

 

Jessica  seguía sosteniendo la teoría de que la abogada estaba enamorada de taeyeon y ella seguía negándolo, ya que no había nada, aparte del beso, que le indicara lo contrario.

 

Taeyeon  aprovechó, e invitó a jessica  para ir al estadio ese fin de semana.

 

Quería ir al partido, no podía perderse la semifinal, no estaría con Tiffany  y era mejor así, pensó para ella, pero estaría con jessica  que era una excelente compañía.

 

Luego de discutir con su hermana sobre algunos negocios y preparar la reunión que tendría en el puerto dentro de unos días, decidió que se iría a casa.

Llegó a su hogar, se quitó los tacones y se dirigió a su cocina, donde descorchó una botella de vino blanco.

 

Se sirvió una copa y fue hasta el sistema de sonido, quería escuchar música, algo movido que le sacara a Tiffany  de la cabeza.

 

La música comenzó a sonar y ella bailaba por el salón tratando de liberarse de todo lo sucedido ese día… liberarse de Tiffany.

Bebió otra copa y la canción cambió, ahora era Rihanna con su tema Umbrella el que se escuchaba en toda la casa y a todo pulmón y bailando ella comenzó a cantar:

 

Tienes mi corazón y nunca seremos mundos separados,

Quizá en las revistas, pero tú aún serás mi estrella

Nena, porque en la oscuridad, no puede ver coches brillantes,

Y entonces cuando me necesitas ahí, lo compartiré siempre contigo.

 

Porque cuando brille el sol brillaremos juntos,

Te dije que estaría siempre aquí,

Dije que siempre sería una amiga.

Hice un juramento y lo mantendré hasta el final.

Ahora que llueve más que nunca,

Sabes que todavía nos tenemos el uno al otro.

Puedes permanecer bajo mi paraguas.

 

Si bien la canción de Rihanna era muy movida, la letra hablaba de una amistad a prueba de balas, de una amistad convertida en amor, de ese amor que ella tal vez no llegaría a conocer con Tiffany.

 

Por su mente pasó la idea de decirle de una vez lo que ella sentía, a la cara, de frente y ver cómo reaccionaba Tiffany. Pero luego la imagen de la americana huyendo una vez más la volvió a la tierra.

 

Si ella se le declaraba, de seguro Tiffany  saldría corriendo y tal vez hasta se riera de ella.

 

Y eso no lo podría soportar.

 

Se bebió una copa más de vino y lo hizo de golpe, como si fuera agua. Apagó la música y se fue a su dormitorio. Se quitó toda la ropa y así desnuda, se acomodó en su cama que, era demasiado grande para una mujer sola.

 

Así, pensando en que Tiffany  estaba con ella en esa cama acariciando su piel desnuda, cayó dormida, presa del vino y del agotamiento del día.